PIDO
DISCULPAS POR QUIENES
SE OLVIDARON DE DISCULPARSE
SE OLVIDARON DE DISCULPARSE
Todavía no merecemos el silencio.
Aún hay que gritarlo. (Hugo Mujica)
Después de casi 900 programas y por
primera vez, me veo en la obligación de pedir disculpas por no salir al aire
con “Síganme
los buenos” en sus ediciones de los días 13, 20 y 27 de abril y 4 y
hoy, 11 de mayo, como expresión de respeto hacia la fiel audiencia y al millar
-y más- de mensajes recibidos a través de las redes en la búsqueda de una
explicación coherente de tales ausencias, que de ninguna manera se pueden justificar
en mi estado de salud afectado únicamente en la prohibición de correr
maratones, carreras ciclísticas, boxeo, exhibiciones de atletismo y otras
disciplinas del músculo, porque mi problema no era ni es mental sino simplemente
en cuanto a mis desplazamientos, cada día menos lentos.
Puedo asegurar que mental y médicamente
certificado, no estoy para hospicios, reclusiones, chaleco de fuerza, silencios
o algún otro tipo de aislamiento social por enajenación o dificultad que me
impida pensar, razonar, escribir y hablar verbalmente y no por lenguaje de
señas o procedimientos similares.
Estoy, en pocas palabras, apto para superar
las mil ediciones y más de SLB con el objetivo de siempre que
fue, es y será el estar junto a la gente, respetar “a muerte” la libertad de
expresión y opinión sin censurar a nadie, orientar a los sufridos jubilados con
la sabiduría del Dr. “Maco” Silvestro y gozar esa enorme satisfacción de
contribuir a la paz, el reencuentro, la consideración recíproca entre
adversarios (mal y torpemente llamados “enemigos”) y la recuperación de un
rumbo que jamás debiéramos haber perdido.
Decir adiós no es irse, de ninguna manera en
mi caso y en coincidencia absoluta dentro del valioso equipo que me acompaña,
acerca de cuya capacidad no caímos en promocionar de quien es la gestión, sino
en valorar lo que hacemos y ofrecemos a la audiencia.
No soy el obligado a explicar mi ausencia.
Quienes tienen la obligación ética y moral de hacerlo omitieron ese detalle que
significa respetar a los oyentes y a los amigos auspiciantes, el mejor sostén
de una emisora radial.
Decir adiós no es irse, vale repetirlo,
siempre y cuando quienes debieran dar las explicaciones pertinentes y las
causas de una ausencia silenciosa, misteriosa y sorprendente para la gente,
cumplan con ese mandato de decencia que es el respeto al prójimo.
Cariñosamente
GONIO
FERRARI