16 de junio de 2025

“SÍGANME LOS BUENOS”, EDICIÓN ESCRITA EN UN INTENTO POR SUPERAR LA CENSURA

“La censura  ha perdido a todos
aquellos a quien  quiso  servir”
(Chateaubriand)
 
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S.L.B. NO SE DETIENE NI SE SILENCIA
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Ayer, hoy, mañana, cualquier día…
CARIÑO  Y  AMOR UNIVERSALIZADOS EN
LA  IRREEMPLAZABLE FIGURA PATERNA
 
   No es resignarnos al facilismo de abordar el tema paternidad con una mera y aburrida cuestión de números pero si no quedan otras  alternativas a mano y el conocimiento nos empuja hacia ella, tengo para ofrecer un caso bastante lejano y geográficamente histórico vinculado con lo que ahora nos ocupa, registrado en la lejana cuestión de números, pero si encaramos para ese lado, veamos un ejemplo emblemático, aunque no sé si es imitable.
    Principal actor de esta realidad que no es teatral, es un fornido ruso, granjero de ocupación, Igor Vassilet, quien le produjo a su esposa que de acuerdo con un censo allí realizado le produjo a su esposa -era la única mujer que habitaba por esas lejanías soviéticas allá por 1816- nada menos que 27 embarazos:16 fueron de mellizos, 7 de trillizos y 4 de cuatrillizos, para llegar a una nutrida prole  de 69 hijos.
   ¡Si hubiera sido argentino lo que su marido hubiera cobrado en planes sociales!
   La señora rusa totalizó en tiempo de embarazada 20 años y 3 meses de su vida y el resignado Igor se pasó nada menos y por suerte, nada más que 1.080 días en cuarentena, que  contándolos seguidos equivaldrían a tres años ¡tres años! de obligada abstinencia sexual y de respetuosa y poco creíble castidad.
   Cristóbal -cuyo apellido no viene al caso- respetado vecino de Alta Córdoba, en 25 años de matrimonio con la misma mujer, tuvo un solo hijo.
   Sin embargo, es tan padre como lo fue Igor.  
   Opto por hablar como hijo y que sean mis hijos los que hablen de mí.
   Mi Viejo el Coco era un luchador, laburadicto; guarda de tranvía, boletero en el hipódromo, empleado contable en Casa Vives y se murió a los 42 años, siendo administrador del actual Hospital Córdoba.
   Era sobre todo una buena persona, peronista de los de antes, de Perón;
respetuoso, decente y de muy buen humor.
   La verdad, no pude gozarlo tantos años como hubiera querido.
   Prefiero extrañarlo y atesorar en el recuerdo al tipo vital, risueño, enérgico, ejemplar en el trabajo, buscando siempre alguna ocupación extra como si el día tuviera 30 horas y olvidarme lo deplorable que es ver a un ser amado transformado en motivo de nostalgia. 
   No es malo extrañar o llorar al que se fue, aunque es mejor recordarlo vivo, y como arquetipo.
   Y si ahora lo tiene cerca abrácelo, béselo, apriételo, despéinelo si todavía no es pelado y dígale solamente esa breve, deslumbrante y seductora palabrita: Papá …
   Y aunque no le regale nada, no se imagina lo mágico, mágico de verdad, que es escucharla.
   Es cierto.
   Cualquier día puede ser el Día del Padre.
   Pero le cambio el almanaque entero por ese instante único y sorprendente, cuando tu hijo, tu hija, por primera vez balbucea diciéndote papá…
Gonio Ferrari
Periodista censurado
 
 
Homenaje a la salvaje libertad
ES UNA CERTEZA,  ESO DE VOLVER AL
LUGAR DE DONDE UNO NUNCA SE FUE
 

   Por todo lo que me dieron.
   Por todo lo que me enseñaron.
   Por todo lo que aprendí…
   Un adiós injusto, subterráneo y con sabor a culpas y temores ajenos;  silencioso e inmerecido, me separó de ustedes que eran el sostén de un amplio y generoso espacio exitoso, conceptualmente evaluado -pero previsible fracaso comercial- aunque muchos amigos nos vinieron siguiendo con firmeza, convicciones y expectativas.
   Se me ocurrió seguir siendo periodística y financieramente libre y no acepté publicidad oficial municipal, provincial ni nacional. La mayoría de quienes apelaban a pagar dinerales por ella, seguros que no compraban espacios sino silencios o aplausos.
   No es mi intención dramatizar ni caer al triste papel de victimizarme, porque no acostumbro a tomar como propias ciertas mañosas y extrañas creencias de suponer que tal actitud sea honestamente aceptada por la sociedad cordobesa, junto a la fiel y creciente audiencia que aprecia mi trabajo, de lo que puedo jactarme, que es la inmerecida víctima de la sinrazón y la carencia de argumentos para justificar los propios derrapes, la falta de respeto, el nulo sentido de la autocrítica, los fracasos que vienen arrastrando por la reiteración de errores y pérdidas de sustento, capital fundamental e irreemplazable que integran oyentes y “telespectadores”. En “Síganme los buenos” jamás se ha censurado ni discriminado a nadie; los mensajes no son “elegidos” ni suavizados en las expresiones que contienen, porque SLB es una tribuna que también vive amparada por la salvaje libertad que pregona.
   La verdad y en paz con mi conciencia, mi intención no es volver, porque hay un dulce y tierno susurro en el alma que me asegura que nunca me fui…
   Cariñosamente
             Gonio Ferrari




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