Desgrabación de los comentarios del periodista
Gonio Ferrari en su programa “Síganme los buenos” emitido el 24/06/18 en dúplex
por AM580 y FM88.5 ambas de Radio Universidad Nacional de Córdoba.
AL DIVÁN: LA
SELECCIÓN ¿EN ESTADO DEPRESIVO?
No han sido pocos los que con un exceso de optimismo por el solo hecho
de contar en el plantel con el mejor del mundo, daban como un simple trámite la
superación de la etapa clasificatoria, las instancias siguientes y el acceso a
la final por la copa mundial de fútbol que se juega en Rusia.
De nada sirvió el susto que
tuviéramos para no quedarnos en las eliminatorias, porque el clásico exitismo
que nos caracteriza tuvo una inyección de ánimo para encarar la etapa final de
esta competencia que se disputa cada cuatro años.
Los exagerados de siempre, que
se tomaron el trabajo de estudiar al primer rival no por sus condiciones
deportivas sino por las características del pequeño país al que representaban,
llegaron a la errónea conclusión que se les podía ganar sin que siquiera se
despeinaran las luminarias mundiales que integran la blanquiceleste.
Y así nos fue, porque ese
equipito de ignotos vikingos aguerridos por historia y por físico, aunque sean -por
clima- los más pechos fríos del certamen ecuménico dirigido por un dentista,
nos tuvo con el traste al norte para que termináramos pidiendo la hora.
Un pésimo comienzo en el que
asomaron algunas grietas en el plantel, trascendiendo de paso el rumor que al
equipo más que Sampaoli lo armaba Messi y que al pelado le habían dejado como
regalo la facultad de definir el estilo de juego…
También en eso nos fue como el tugges porque hasta el momento y
reconociendo mi ignorancia táctica sobre fútbol, tengo entendido que aún no se
sabe a qué juega nuestra selección, un equipo como sin alma ni espíritu
guerrero, que ni siquiera canta el himno ni lo murmura.
Ya frente a Croacia se derrumbó
la estantería en una actuación humillante para los laureles argentinos que un
par de veces, con esfuerzo y sacrificio supimos conseguir.
Muchos nos sentimos defraudados por ciertas actitudes de quienes nos
representan en el mundial de Rusia porque sin dudas existen marcadas diferencias entre los
jugadores y Sampaoli pero no por ello tienen derecho a obligarnos a digerir lo
que hasta ahora es un estrepitoso fracaso.
Mucha culpa es del enfermizo triunfalismo alentado mediáticamente por
intereses alejados del deporte donde como en el cambalache discepoliano se
mezclan cuestiones personales, razones políticas, apetencias comerciales,
conflictos de pareja, sospechas de cuernos, rumores de puterío barato, y todo en un escenario con un técnico ciclotímico que
en lugar de enfrentar a los atletas adversarios con los habilidosos que nos
sobran, permite que le impongan nombres.
Insistió en jugadores que perdieron nivel, fueron escasos de talento o
son de la cerrada y millonaria camarilla de Messi y es como si hubieran
declarado el "trabajo a reglamento" sin importarles su
responsabilidad, el sentido deportivo y el compromiso con los colores que
defienden y con la gente.
Alguien debiera decirles y recalcarles que resta sólo una oportunidad,
este martes que viene, para demostrar que algo sienten por la camiseta cuyos
colores defienden, más allá de sus blasones deportivos, de los dólares y de los
euros.
Una camiseta que imperiosamente necesita más transpiración que
espónsors; más dignidad y esfuerzo que pasaporte a la fama.
La culpa no es toda de Sampaoli, sino compartida solidariamente con
quienes lo sentaron en un trono que por ahora le queda demasiado grande.
Entonces, no preguntemos solamente ¿qué le pasa a Messi? sino qué nos
pasa a todos...
Porque si Messi está deprimido, ¿qué dejamos -por ejemplo- para un
jubilado que cobra la mínima, un empleado en negro o un desocupado?
¿LOS CORDOBESES CONDENADOS
A MUGRE PERPETUA?
Pasear por el centro suele ser
para los cordobeses al igual que para quienes nos visitan desde otras
latitudes, un placer visual que se suma a la carga de historia, de laureles y
de otros componentes que hacen a la imagen de una ciudad cosmopolita como la
nuestra.
Últimamente se ofrece en las
calles tanto del casco chico como de cualquier barrio, un espectáculo
deplorable a la vista, vomitivo para el olfato y dañino para la salud y el
medio ambiente.
Es la acumulación de residuos
domiciliarios, comerciales, patógenos y de toda laya que se acomodan no tan
sólo en las esquinas sino en cualquier rincón de la planta urbana.
Por supuesto que todo se remite
a los reiterados paros que realizan los recolectores de residuos y encargados
de la limpieza de calles por disímiles razones: a veces en apoyo de los
camioneros nacionales liderados por el bueno y ahorrativo Moyano, padre o hijo
para el caso es lo mismo, o por desplantes de los concesionarios que con tal
proceder presionan al poder concedente que es la Municipalidad.
El tema real, lamentable y
pernicioso es el permanente foco de contaminación que es en lo que se ha
transformado la ciudad en esos días en que las bolsas con basura en estado de
hediondez y putrefacción han ganado las calles, las veredas y las esquinas,
reiterando el espectáculo poco grato que se transforma en un festival de moscas
y perros callejeros.
“Ciudad limpia, ciudad linda”
pregona la Muni y una de las empresas de recolección tiene el eslogan “Ciudad
limpia, ciudad mejor” que se cansa de repetir por radio y TV un monigote al que
le obligan a mentir dando consejos para el tratamiento de la basura, que ellos
mismos se encargan de transformar en inviable.
Estamos a merced de intereses
económicos, posturas políticas y desprecio por el medio ambiente por parte de
los tres protagonistas de este conflicto que parece adquirir estatus de
eternidad: la Municipalidad, las empresas recolectoras de residuos y el
sindicato que nuclea a sus empleados.
Y lo peor de todo es que la
población, abrumada por impuestos, contribuciones y tasas para servicios debe
soportar estoicamente la inoperancia de quienes debieran protegerla.
Aunque todavía resta algo por
consignar: el problema no es nuevo, se viene reiterando sin soluciones y ahora
han sido renovadas las concesiones a los mismos protagonistas, que sin dudas
cuando llegue el momento volverán a las andadas para apoyar cualquiera de sus
caprichos y demandas.
Es como si a los cordobeses nos
quisieran ganar por cansancio, pero no lo van a conseguir porque antes, a ellos
en su descontrol, lo más probable es que se los coman las moscas.
EL DÓLAR BAJA Y LOS
PRECIOS NO DEJAN DE SUBIR
La última semana viene siendo
más que movida por esto de las variaciones del dólar, del euro que pegó un
salto más notable, del rescate de las Lebac con un éxito relativo porque impidió
que una enorme masa de dinero se volcara hacia los billetes verdes y otras
alternativas cambiantes que nos deparó nuestra sorprendente economía nacional,
antes también popular.
Así como ese añejo fenómeno que
se producía cuando el precio del petróleo subía lo mismo ocurría con los combustibles
derivados, pero que jamás bajaban cuando se depreciaba el crudo internacionalmente,
algo similar viene ocurriendo con el dólar. Mientras iba en aumento todos
acompañábamos: los industriales, los comerciantes grandes, medianos y pequeños,
las tarifas de servicios y todo aquello que se manejara con dinero.
Pero hete aquí que cuando el
dólar empezó a bajar en los últimos días de a centavo en centavo, a nadie se le
movió un pelo por reacomodar los números en beneficio del consumidor o del
contribuyente: en una palabra, que viva la pepa y se joda el más postergado.
Alguien,
alguna vez, tendrá que poner orden en estas situaciones tan enojosas como
perjudiciales para el bolsillo de la gente, espectadora obligada de todas las
especulaciones, los negociados y las ventajas que se manejan con el cambio de
cotización de una moneda que no es la nuestra. Cuando prevalezca la producción
por encima de la especulación e incluso volvamos a pensar en pesos argentinos,
es probable que la situación se modifique para bien, y no como ahora que estamos
pendientes y muchos de nosotros sumidos en la ignorancia, de lo que acontece en
la bolsa de Nueva York.
Se me ocurre que todo eso sería
una manera de recuperar una identidad que los desgobiernos nos obligaron a
asumir.
LA MEGACAUSA Y SU
ACTIVIDAD
El
nuevo presidente de la Asociación de Magistrados de Córdoba manifestó en una
reciente entrevista que la sociedad no tiene un buen concepto del Poder
Judicial, y que existe hacia los magistrados una baja credibilidad que hay que
recuperar, mencionando entre sus posibles causas la asociación de la
corrupción con lo público, la cuestionada independencia y la
reconocida demora en la administración de Justicia.
Fue
entonces que me vino a la mente la novela de George Ornwell considerada
una distopía o utopía negativa, en la que se predice un mundo indeseable donde
con el nombre de Amor se tortura, con el de Paz se hace
la guerra, con el de Abundancia se raciona y con el de
Verdad se miente.
Y es
inevitable relacionarla con la causa del Registro de la Propiedad de
Córdoba y la actuación del Poder Judicial, en la que con el
encabezado de negocios millonarios se acusa a trabajadores que viven de su
sueldo, con el nombre de delincuentes se encarcela a personas comunes sin
antecedentes, con reconocida falta de pruebas se dicta prisión
preventiva, con evidente duda se condena y con conveniente
convicción se ignoran las acusaciones y testimonios contra los altos
funcionarios.
Se
titula Justicia a una indeseable injusticia.
En esta
paradoja los cuestionamientos de corrupción o dependencia son
concretas cuestiones a resolver, precisamente, para recuperar la
credibilidad.
EL PARO GENERAL
¿MEJORARÁ LA SITUACIÓN?
Es muy importante el resultado
que pueda alcanzar la convocatoria cegetista a un paro nacional en el día de
mañana, casi como transformando el almanaque en un largo fin de semana.
La modalidad de hacerlo sin
movilizaciones populares también indica que para la mayoría de los
trabajadores, lo ideal será quedarse en casa, pasear, visitar parientes, matear
a la siesta e intensificar la actividad social o deportiva, a menos que se
decida concurrir a trabajar.
El estilo del paro sin
movilización no deja de ser, para los más agudos observadores, un síntoma
inequívoco de miedo al fracaso.
Es posible que así lo hayan
entendido organizaciones piqueteras y grupos de izquierda, que ya anunciaron su
propia modalidad que será la de ganar las calles.
Naturalmente todas esas
perspectivas alejan a la medida de todo lo que pueda considerarse el camino
hacia las marchas multitudinarias con sus habituales consecuencias de
vandalismo, contaminación del medio ambiente, agresiones acústicas y saqueos a
comercios como tantas veces se ha dado.
Sería insensato e injusto negar
la validez de muchas de las demandas y motivos esgrimidos para la adopción de
una medida tan extrema, como lo es la paralización de un país con sus
consecuencias negativas en muchos aspectos de la vida ciudadana.
Pero es inevitable en este caso
plantearse un interrogante fundamental: ¿qué se piensa conseguir con el paro
nacional? ¿Qué las autoridades se enteren de una situación de crisis de la que
son principales protagonistas?
Ya lo saben y sería tonto
pensar que lo ignoran.
Después de todo al país lo sacaremos
adelante trabajando alejados de los odios, sin que ello signifique claudicar en
la lucha por conseguir mejoras en distintos aspectos, pero obrando
civilizadamente y no apelando a la violencia -porque violencia también es dejar
de a pié a quienes no están de acuerdo con el paro- u otros daños colaterales
al movimiento de fuerza.
Y si de hacer especulaciones se
trata, no podemos pasar por alto que a la determinación de no hacer nada aunque
haya tenido una relativa aceptación de las bases, fue adoptada por una
dirigencia que no sabe de privaciones ni de injusticias, porque la mayoría
integra ahora las filas del próspero empresariado.
Es cuando no pocos se preguntan
por qué los dirigentes adinerados hacen parar a los laburantes que por
convicción y necesidad optarían por trabajar.
Por eso a veces es necesario
hacerse dos veces la misma pregunta: ¿para qué un paro general que no suma
nada?
LUZ Y FUERZA VS. EPEC
EN EL RING DE TRIBUNALES
Aparece como sumamente
complicado el conflicto que mantienen el gobierno de la provincia, el Sindicato
de Luz y Fuerza y la Empresa Provincial de Energía de Córdoba que en estos días
ha sido judicializado y pese a las reuniones mantenidas por los sectores en
pugna, no se avizoran soluciones en lo inmediato.
Los inventores del cordobesismo
necesitan a toda costa equilibrar los números de su cuantiosa deuda que desde
el poder se intenta minimizar en su importancia y más aún en su monto.
Recordemos que con idénticos
fines, la experiencia nos remite al despojo “legal” le llamemos, que le
hicieron a los jubilados provinciales y el cuestionado cobro del impuesto a las
ganancias sobre sueldos y mensualidades a los pasivos, que claramente no son
ganancia.
Entonces y a caballo de esa intención del schiaretismo gobernante, se
busca sanear a una empresa que desde el propio gobierno y a lo largo de muchos
años se la transformó en deficitaria con gastos desmedidos en actualizaciones
tecnológicas que nunca se hicieron y las pruebas están a la vista, con la mayor
simpleza.
Porque nadie puede negar que la
energía eléctrica falta en verano por el calor y lo mismo ocurre en el
invierno, echándole la culpa al frío.
Entonces atacaron a las
conquistas del gremio que en realidad y vistas objetivamente, varias de ellas
son privilegios más que conquistas.
El gremio lógicamente reaccionó
con la virulencia de sus cortes de luz sin anuncio previo, con asambleas que
configuran paros encubiertos y con la negativa a realizar lectura de medidores
que es lo que lleva a la facturación y el cobro del servicio.
Los castigaron pagándoles el
sueldo con retraso y una bonificación en cómodas cuotas.
Así las cosas, todo fue a parar
a la Justicia, de la que se espera ecuanimidad por aquello tan dudoso de la
independencia de los poderes, porque frente a situaciones enfrentadas, alguien
tiene que laudar.
Porque lo más importante dentro
de todo no son el gobierno, Luz y Fuerza, EPEC ni la Justicia, sino los
derechos de la gente, que se perjudica por una lucha de la que no es parte sino
víctima.
Alguna vez los gobernantes y
los sindicalistas, deberán tomar cuenta de ello, para que realmente sean
tomados como servidores del pueblo y no como quienes se benefician con la
desgracia ajena.
MERECIDO HOMENAJE A
UN GRANDE
Días pasados me tocó integrar
un panel de homenaje a la memoria del dibujante, humorista y escritor rosarino
Roberto Fontanarrosa, fallecido 11 años atrás. Compartí la mesa junto a
talentosos personajes como Crist “Mandrú” Reynoso, Manuel Peiró, Antonio
“Cascote” Granero, Oscar Salas, la Dra. Ana Beatriz Flores (investigadora de la
UNC) y el Lic. Pablo Iván Lomsacov en su carácter de moderador. Cada uno de los
amigos hizo una sentida evocación del desaparecido “Negro” y a continuación
transcribo lo que tocó decir de quien fue paradigmático en el quehacer del
humorismo gráfico y en la literatura futbolera: “Un tipo que es capaz de decir “Yo al cielo le pondría canchitas
de fútbol y un par de bares porque en el bar estás en tu casa…” aparte de
identificarme con esa postura, lo hace digno de respeto y admiración.
Y si también es capaz de hacer hablar coherentemente a un perro, ya
entra a la categoría de prócer que generó dolor y luto el día que se adelantó
en el camino.
Con el Negro Fontanarrosa no éramos íntimos amigos pero fue un placer
compartir mágicos momentos cuando venía a Córdoba, no tantos como los que
pueden haber vivido y atesorado Cristobal Reynoso, “Cascote” Granero, Oscar
Salas o Manuel Peiró.
¿Para qué redundar en exaltar su enorme creatividad, la calidad de sus
trazos, el sentido solidario o su condición de escritor, como supo decir “sin
pretensiones del Premio Nobel de literatura”?
Y que se daba por bien pagado cuando
alguien se le acercaba y le decía “me cagué de risa con tu libro”.
Es oportuno entonces, si de
homenajear su memoria se trata, evocarlo como un modelo de humildad que se reía
de la fama; un modesto antisolemne que crecía en estatura intelectual empujado
por una mal disimulada timidez.
Fontanarrosa jamás se valió
de la vulgaridad ni apeló al golpe bajo de la escatología, de lo que abusan los
escasos de talento a la hora de generar sonrisas o carcajadas.
Una de sus tantas
genialidades, cuando a Inodoro Pereyra le preguntaron si estaba enamorado de su
concubina, al responder “Si tengo que
elegir otra vez, la elijo a la Eulogia con los ojos cerrados. Porque si los
abro elijo a otra".
Ni Walt Disney hizo hablar a un chancho como el Negro lo hizo con Nabucodonosor,
vegetariano y autoproclamado sex-symbol del chiquero.
Si hasta fue capaz de darle
vida a un matón con ternura.
No era un empedernido adicto
al trabajo, sino que el humor gráfico y escrito era su razón existencial.
Seguramente “Cascote” Granero
tiene decenas de vivencias compartidas con Fontanarrosa porque los unía la
fraternal conexión de la sana agudeza adornada con una breve y luminosa energía
de relámpago..
El rosarino que hizo poner de
pie a muchos laureados participantes del Tercer Congreso de la Lengua Española,
en su medular e hilarante análisis de las malas palabras allá por el 2004 en
Rosario, no fue una persona cualquiera.
La vida lo abrumó de
distinciones tanto nuestras como internacionales, el Kónex de platino, una
mención de honor del Senado de la Nación y otros reconocimientos a su
trayectoria.
A los 62 años, de esto hace
casi 11 años, la esclerosis que padeció y soportó con estoicismo y una llamativa
lucidez mental que no le impedía crear, terminó con su vida y pasó a ser
recuerdo y ejemplo.
El día de su partida -26 de noviembre- quedó
instituido como Día Nacional del Humorista.
No
por cualquiera que muere se iza la bandera a
media asta en el monumento junto al río Paraná.
En el bar El Cairo lo
extrañarán eternamente y tengo la certeza por haberlos conocido a los dos, que
estén donde estén, seguramente juntos, desandarán nostalgias de tiempos idos el
Negro Fontanarrosa con su mente brillante y caudalosa y el Gordo Cognigni,
quien debe haber sido su más ferviente admirador.
Si hasta les estoy escuchando
las risas…”
Gonio
Ferrari