Desgrabación de los comentarios del periodista Gonio
Ferrari en su programa “Síganme los buenos” del 31/01/16 que difundió AM580
Radio Universidad Nacional de Córdoba
NO
ES PRESA POLÍTICA
La controversia está
servida.
Las usinas de la discordia se están
empeñando en imponer la idea de que Milagro Sala es una presa política, cuando
a simple vista se advierte que la judicialización del tema no es precisamente
solo por la protesta y el acampe (que es una contravención urbana) sino por el
resto de acusaciones pendientes que culminan en la asociación ilícita y
fundadas sospechas de delitos de mayor gravedad.
El manejo de fondos destinados a
cooperativas que regentea la líder populista es lo que
verdaderamente está en
cuestión, porque hay cuantiosas sumas de dinero que no aparecen, o al menos no
se advierten como inversión para los más desposeídos.
Y en forma paralela un paradigma de la lucha
de años atrás con mayor virulencia, como el “Perro” Santillán, salió al cruce
de la situación descalificando a la dueña o gerenciadora del movimiento Tupac
Amarú por los turbios manejos de las finanzas, que la han transformado -con
pruebas a la vista- en una adinerada dirigente social.
Es así como se consolidó su liderazgo,
afirmado en las cooperativas que alentó pero no le cierran los números con
relación a las millonadas que recibió del gobierno kirchnerista.
Dueña de una enorme capacidad de amenaza y
prepotencia, es probable que la jujeña en su momento haya sido la solución que
aparecía por la carencia de medidas positivas por parte del gobierno norteño.
Las posibles vinculaciones con el
narcotráfico también son una rémora para la dirigente como igualmente lo son
las eventuales vinculaciones con un par de muertes dudosas, entre ellas la de
un militante radical y no de su círculo como se pretendió hacer creer, abatido
a balazos en circunstancias confusas.
Milagro Sala no es una presa política,
cuando buscan compararla con Leopoldo López, el opositor venezolano al gobierno
de Nicolás Maduro, presidente que ni siquiera acató una orden judicial de
liberarlo y está en prisión por protestar y no por malversar dineros públicos o
bajo sospecha de haber cometido hechos violentos contra sus semejantes.
Después de todo, el caso de Milagro Sala
está en manos de la Justicia ,
con todas las garantías que le corresponden por nuestra Constitución y es
entonces el ámbito más adecuado para dirimir este tipo de situaciones
conflictivas.
Si los investigadores determinan la comisión
de delitos se le aplicará la ley como corresponde y si al final resulta ser
inocente de todo lo que se le acusa, quedará en libertad, fortalecida ante sus
seguidores y frente a toda la sociedad.
De la asociación ilícita no es fácil quedar
afuera si hay un cúmulo de probanzas que la lleven a juicio.
El tema del autito Smart, un visualmente
delicioso descapotable con motor Mercedes Benz que en liquidación cuesta 28 mil
dólares, es solo una anécdota que utilizan los detractores de Milagro Sala para
descalificarla.
No entienden que no es pecado ni
transgresión a la ley aceptar regalitos, más aún cuando según la dirigente, una
docena de amigos hizo la vaquita para comprarlo tal como ella lo había pedido:
convertible y cero kilómetro.
Quien piense que es un lujo está equivocado:
el Smart es un cochecito para egoístas, con sólo dos asientos y no hay estrella
de la farándula tanto de Hollywood como de Puerto Madero, París o Roma que no
lo goce.
¿Es pecado que una dirigente social se dé el
placer de pasearse con su melena al viento entre la miseria que dice combatir?
UN
FRENO AL ABUSO DE LA EPEC
Si escuchamos el forzado discurso de la
conducción de la Epec ,
nos enteramos que es una empresa exitosa, casi superavitaria que presta un
servicio digno en la provisión de energía y que realiza frecuentes inversiones
para actualizar su tecnología, aunque esas manifestaciones solo toman
conocimiento público a través del costoso marketing, rubro en el que es
probable que se gaste más dinero que en lo que pretende hacernos creer, porque
es muy distinta la realidad que padecemos.
Y es difícil que podamos digerir ciertos
exagerados anuncios porque sufrimos cada vez más los cortes que se originan en
invierno por el frío y en verano por el calor, cualquier lluvia o un par de
truenos, descalificando con esta política las proclamas que tantas veces se
difundieron desde el poder provincial, activando el promesómetro para mentirnos
-y ya con alarmante frecuencia- que “los cordobeses nunca más deberán padecer
cortes de energía porque vamos a equipar a la Epec con los mejores adelantos”.
Y estos cordobeses, que pagamos la tarifa
más alta del país para una prestación lamentable que genera daños en las redes,
en los hogares y ocasiona perjuicios económicos en el comercio y en la
industria, todo lo que no siempre es atendido como se debiera, debemos
resignarnos a la imposición de este monopolio por falta de alternativas que
permitan optar: somos rehenes y a esa condición la estamos pagando demasiado
cara.
Ahora se viene otro aumento que redondeando,
sería del 30 por ciento, pero con un aliciente: premio para los que menos
consuman, sacralizando así desde la empresa proveedora un contrasentido
inaceptable: “les cobraremos menos pero alúmbrense con velas y no utilicen la
estufa en invierno ni el ventilador en verano”.
Ya queda en lo anecdótico el despojo que
últimamente se le hace al erario, premiando por “eficiencia” a los directivos
de la Epec que
lejos están de merecer tal distinción, a la luz de los resultados con los que
agravian a la población con cada corte -de esos que nunca más tendríamos- según
tantas veces se aseguró.
Es ridículo, cómico, grotesco, extravagante
y canallesco que en Puerto Madero paguen la energía ocho veces más barata que,
por ejemplo, en Alberdi, Alta Córdoba o en San Vicente.
Si la Epec ajustara su presupuesto y dejara de
dilapidar en rubros innecesarios, sería una bienvenida contribución al
sinceramiento de una tarifa y de un servicio, abandonando esa maldita costumbre
de imponerle sacrificios al usuario, que es el genuino sostenedor de este
sistema perverso.
No es culpa de los porteños, sino
resignación e impotencia nuestra, porque del progreso cacareado nos volvieron a
las cavernas.
Por suerte, parece que desde el poder
central les tiraron las orejas sugiriéndole a la EPEC que no facturara más
allá de la suma del consumo, pero sin subsidio, lo que equivale a un incremento
de entre el 30 y el 35 por ciento y no el 50 como habían anunciado sin ponerse
colorados.
Si llegan a cumplir con esa sugerencia,
varios serán los rubros que tendrán que revisar, entre otros los elevados
gastos en marketing.
Pero casi seguro, y es para apostar, que
aunque el servicio no mejore, los directivos seguirán cobrando el premio por
una eficiencia que hace rato no demuestran.
JUEGUITO
DE VERANO
Esta vez, la simpleza es más importante que
la ciencia, el conocimiento o las consultas a Google, el que todo lo sabe…
No es un concurso, no regalamos premios, no nos
gusta tener de rehenes a los oyentes y sólo se trata de un entretenimiento de
verano que se resuelve pensando con algo de lógica y mucho de picardía.
No diremos quiénes resulten ganadores, pero
sí mencionaremos las respuestas más ocurrentes.
La pregunta de hoy es simple: ¿Para qué los
bomberos de Viena, en Austria, usan cinturón colorado?
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En realidad no
existió nada oculto en la pregunta y solo dos o tres oyentes aportaron una
respuesta lógica: “Para que no se les caigan los pantalones”. También
contestaron con citas históricas, herencias de colores, protocolo, etc.
RECIENTE
VISITA PRESIDENCIAL
En una mezcla más de acercamiento y
agradecimiento pos electoral que de gestión gubernativa, estuvo en Córdoba el
presidente de la Nación ,
asistió a una ceremonia religiosa en Villa Cura Brochero con motivo de la
beatificación del cura emblemático y mantuvo reuniones con altos funcionarios
de esta provincia y de la ciudad.
Hacía
tiempo que no teníamos visitas de tan alto nivel nacional, aunque las
esporádicas apariciones de la
Sra. anterior por Córdoba pocas veces sirvieron para debatir
cuestiones de gestión o para estar entre la gente, pese a la aparente
coincidencia partidista con el delasotismo, sin entrar a considerar las
diferencias ideológicas.
Es saludable advertir que de los encuentros
de estos últimos días surgieron coincidencias por encima de las diferencias,
que si tenemos algo de paciencia mejor será gozar los frutos de esas conversaciones
que para los voceros respectivos, fueron altamente positivas.
No hay mejor manera para administrar
exitosamente un país que conociendo hasta sus más recónditos rincones, a su
gente, a la forma regional de vida, a las inquietudes y anhelos de todos, sin
necesidad de preguntarles cómo piensan, a quien aman y a quienes odian.
El país es tarea de todos tanto gobernantes
como ciudadanos sin distinciones que deben reservarse a la intimidad de cada
uno, porque por lo general las
problemáticas son comunes y poco importan odiosas comparaciones o divergencias.
La adulta manera de gobernar impone un
estilo abierto, generoso y sin sectarismos que son los que durante tantos años
nos han separado, en lugar de unirnos en la necesidad y en la patriótica
vocación por salir adelante superando las antinomias.
Distanciados mientras padecemos problemas
comunes a todos es el peor error que podemos cometer, alimentado en viejas
aunque legítimas broncas, en marginaciones de las que no éramos culpables; de
olvidos que no merecimos.
Una buena señal que viene desde arriba para
todos, y es de rogar que se trate de la implantación de un nuevo estilo de
acercamiento a la gente en general y no tan solo a los rentados aplaudidores
que tuvieron su penosa vigencia.
Reunir entre nosotros a pleno el gabinete
ministerial, más que una demostración de agradecimiento a Córdoba por el caudal
de votos aportados, debe ser tomado como un llamado a la reconciliación de los
espíritus que no deben aquietar sus pasiones, pero tampoco transformarse en
obstáculos para la el futuro y la grandeza.
Aunque a eso lo sugieran aquellos que
todavía no se resignan al mandato de las urnas.
EL
DRAMA DE LA MUNI
Venía pesado el conflicto
de estilo permanente nuevamente planteado por la insensible dirigencia del
Sindicato municipal, hasta que el joven intendente recogió las fichas ganadas y
redobló la apuesta poniendo en vigencia el organismo cuestionado por los
gremialistas, esos que no aceptan que nadie los controle.
Habrá que ver qué es lo que sucede en
adelante porque en su tono amenazante de siempre y ahora recargado, Rubén
Daniele ha manifestado endurecer su posición, lo que significa un nuevo ataque
a los vecinos que más allá de las diferencias que pudieran existir entre gremio
y comuna, lo que quieren es que haya servicios por los cuales abonan altos
impuestos.
El conflicto ya va a cumplir un par de meses
y habría que especular en qué va a terminar cuando se establezca una vez más
que las asambleas con el rótulo de informativas, no son otra cosa que paros
encubiertos y se hagan los descuentos correspondientes.
En
esta lucha por el desgaste de los sectores, el sindicato piensa que será Mestre
quien deba pagar un elevado costo político, como ignorando que el propio presidente
de la Nación
se inclinó por la postura del jefe comunal.
Y los dirigentes, que tienen la vaquita
atada, están demostrando que poco les interesa el reducido sueldo de quienes
están obligados y empujados a pelear por una consigna de la que no están
plenamente convencidos.
Habrá que ver no tan solo quién es el más
débil, sino quien se hace fuerte en su compromiso con la sociedad.
MEGACAUSA
DEL REGISTRO
Continuando con la historia del domingo
pasado, que es pura realidad, los protagonistas acudieron ahora a una instancia
judicial superior en reclamo de libertad y justicia.
Sus defensores argumentaron la
improcedencia de la medida en las mismas palabras del juez.
El Juez, acusaron los defensores, expresa
que “Las acciones cumplidas por los partícipes no deben ser visualizadas
fragmentaria y segmentadamente, se impone (...) una visión general (...)
como en todas las líneas de investigación (...) en la que los intervinientes
establecían los pasos, modos, trámites y diligencias a cumplir, con la
designación de los responsables que las cumplirían.
Es real que se carece de prueba directa
sobre la participación de Fulano en los eventos criminosos como sería documentación
confeccionada y/o signaturas que hubiera realizado de su propia mano.
Tampoco se cuenta con testigos oculares que
refieran reuniones en las que se orquestara la estratagema y su modo de
realización, con la debida adjudicación de roles.
Es más, me hubiera llamado la atención que
esto sucediera, porque la planificación de semejante maniobra compleja y su
materialización, iba a la par de ideación de la manera en que cada uno de los
que intervinieron, y hasta donde fuera posible, quedaran impunes”.
“Lo expuesto es absolutamente aplicable al caso
de Mengano”.
Entonces los defensores replicaron: Si no
entendemos mal, el juez afirma que no tiene pruebas en contra de los
imputados y que justamente la falta de prueba demuestra su habilidad como
delincuentes. Llevado al absurdo se podría decir que todos los ciudadanos somos
delincuentes que no hemos sido sometidos a proceso penal por nuestra gran
habilidad para esconder las pruebas en nuestra contra.
Se trata de una barbarie jurídica y este
precedente reviste gravedad institucional: todos los delitos se pueden probar
salvo en el caso de los delincuentes hábiles: el delito no se puede probar,
ergo se trata de un delincuente hábil.
Tan escalofriante
como real. La respuesta de Tribunales se hizo esperar meses, incluyendo
Navidad y Año Nuevo, por supuesto con los imputados en prisión.
El próximo domingo, un resumen de esa
respuesta.
Para no perderse detalle…
LOS
CONTRATOS QUE SE CAEN
Alquilar una casa, rentar un auto, contratar
un castillo inflable o asumir el cumplimiento de un trabajo o un servicio por
un tiempo determinado y acordado de común entre las partes, no es otra cosa que
un compromiso bilateral con obligación de lealtad para sus protagonistas.
El trabajador contratado cuyo término de
vigencia se ha vencido, bien lo sabe desde el momento de la firma que
inexorablemente será ese día, de no mediar extensión por ambas partes, y no por
las ganas, el capricho o la necesidad de quedarse.
La costumbre nacional de prenderse a la teta
del Estado a perpetuidad no es privativa de ningún sector de la comunidad, sino
que se acentúa vaya paradoja en quienes no siempre son ejemplo de dedicación,
esfuerzo y compromiso.
Consagrar la vagancia suele ser culpa de los
gobiernos complacientes con sus militantes, porque siempre queda alguna deuda
pendiente o silencios cómplices que fortalecen la relación entre contratante y
contratado.
Es probable que exista un compromiso moral
de no interrumpir la relación por lo complicado que resulta buscar un empleo y
sobre todo después de los 40 años de edad, cuando a la mayoría de los
argentinos se los incorpora -en muchos casos contra su voluntad y la lógica- a
las huestes de los descartables.
No es correcto que los organismos del Estado
sigan acumulando empleados contratados en muchos casos por su filiación
política más que por méritos laborales, cuando los entrantes necesitan tropa
propia, de confianza, con quienes existe una deuda de gratitud por su
militancia, el mismo temperamento aplicado por sus antecesores.
Cuando el contrato termina o el nombramiento
se hizo teniendo la autoridad saliente el pañuelo de la despedida en su mano,
hay que resignarse a la realidad y preocuparse por buscar trabajo.
Y no andar penando en reclamo de lo que no
corresponde.
“NARANJITAS”
AGRESIVOS
Bien sabemos que hay dos
clases de “naranjitas” en la ciudad: los que se tomaron la tarea de normalizar
su prestación y enmarcarse en la ley y los otros, truchos, más amigos de la
amenaza y la violencia que del respeto hacia sus semejantes.
De día más o menos reina la normalidad salvo
en algunos lugares de alta concentración de vehículos donde obligadamente
conviven unos y otros, con el agravante que los otros, los marginales, han
incorporado lavaderos en plena calle sirviéndose de grifos públicos de agua
como ocurre, por ejemplo, en la plaza Rivadavia de Alta Córdoba, ahora tomada
por ellos y los mercaderes de dudosas artesanías que se mezclan con los
auténticos artesanos.
Cuando comienza a oscurecer el panorama
cambia notoriamente, porque los dueños de cada cuadra imponen su presencia a
fuerza de amenazas o porque “alquilan” la zona o amplían su presencia con
parientes y amigos, hombres y mujeres sin ninguna responsabilidad y hasta con
la utilización -si, la utilización- de niños a los que disfrazan de cuidadores
que peligrosamente deambulan entre autos y ómnibus para ganarse una moneda.
No es una cuestión de atacar lo que para
algunos es la subsistencia con el menor esfuerzo, porque imponen una tarifa
abultada y sin lógico sentido, que transforma al automovilista en víctima
cuando no paga, por lo general adelantado, las exigencias de esos prepotentes.
No faltan los vendedores de sustancias
prohibidas que actúan con absoluto desparpajo y seguros de su comprada
impunidad, porque es difícil que la policía ignore esas andanzas ilegales.
Frente a quienes aceptan pagar lo que
establece la tarifa, se opone la prepotencia y su consecuente daño, con la
colocación de “miguelitos” o lisa y llanamente la agresión física, como el
penoso caso ocurrido en Buenos Aires.
Roguemos que no sea necesaria una situación
similar para que la autoridad cordobesa actúe en defensa de los ciudadanos, sus
vidas, su integridad y sus bienes frente a las patotas organizadas que
desvirtúan el sacrificio y la honestidad de quienes asumieron el cuidado
callejero de espacios enmarcándose en la ley.
Ellos, los naranjitas correctos que son
parte del paisaje urbano en muchos puntos de la ciudad, no merecen ser
confundidos con los otros, que han encontrado en la violencia la manera más
cómoda de holgazanear.
Y de vagos, ya estamos cansados …