Desgrabación de los comentarios del
periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los buenos” emitido el
29-12-13 por AM580 Radio Universidad de Córdoba.
LOS SANTOS INOCENTES
Lejos ya de los sangrientos tiempos de
Herodes, la Humanidad
en cientos de circunstancias ha dado muestras cabales de cierta inocencia
patentizada en las actitudes de los seres humanos.
La inocencia de pensar que con una guerra se
asegura la paz, que con la riqueza de pocos se garantiza la comida de los
hambrientos, que la tolerancia de los inteligentes puede terminar con la
agresividad de los salvajes o que la paciencia triunfa por encima de la
ansiedad.
La verdad es que la guerra no deja de ser un
negocio, los más ricos hambrean aún más a los famélicos, los salvajes se comen
a los inteligentes y la ansiedad acelera los relojes para derrotar a la más
milenaria de las paciencias.
Y en nuestra doméstica inocencia de cabotaje
también sucumbimos de mil maneras cada día, creyendo entre otras cosas que
todos los gobernantes son buenos, que no hay comerciantes deshonestos, que no
existen los deportistas tramposos o que la fidelidad absoluta es un distintivo
de la raza humana.
Pese a todo seguimos pecando de inocencia,
creemos en las promesas, nos alimentamos de la demagogia y tenemos la infinita
paciencia de esperar tiempos mejores, un deporte arraigado en la vida de los
argentinos, que cuando nos tocaron momentos de esplendor, fugaces y a plazo
fijo, creímos haber ingresado al Paraíso del que nadie nos iba a desalojar, para
terminar casi sin darnos cuenta, aplastados por nuestra propia inocencia.
¿Será por eso, que casi no se hacen más
bromas, en el día de los inocentes?
EL PODER Y
LAS AUSENCIAS
En mi lejana y feliz niñez, allá en el viejo Pasaje Italia del que era barrio Firpo, jugábamos a las escondidas esperando la invención de los flippers, después el packman y por último la play station y juro que éramos felices con tan poco, eso de contar hasta cuarenta apoyándonos en una pared o en un poste para dar tiempo a que los participantes se ocultaran.
Y antes de salir a la frenética búsqueda, sentenciábamos “el que no se escondió se jodió”.,. aunque en Nueva Córdoba o en el Cerro esas últimas dos palabras eran reemplazadas por “se embromó”.
Más o menos lo mismo es lo que está ocurriendo en Córdoba, cuando la ciudadanía reclama por ahora con desconocida mesura que alguien se haga cargo del desastre generalizado que están ocasionando dos carencias fundamentales: de electricidad y de agua.
Los penosos exégetas tanto de la EPEC como de Algas Cordobesas reiteran para un auditorio que ellos imaginan de imbéciles o fronterizos, una catarata de gansadas que, por obediencia debida, deben difundir seguramente a sabiendas que son parte de una pretendida explicación de lo inexplicable.
Pero no hay que cargar las tintas sobre ellos, al final marionetas de poderosos intereses tanto económicos como políticos, en una provincia que por una bravuconada inoportuna y exagerada se divorció del poder central y ahora no tiene con qué alimentar, vestir, proteger, educar y servir a la criatura por cuya tenencia hizo tanto alarde.
La criatura somos nosotros, los aterrados por este cordobesismo de la ausencia, con un gobernador itinerante de valijas siempre listas para irse, pero demasiado “lenteja” a la hora de volver al terruño.
Los ministros y su permanente desorientación no hacen otra cosa que desnudar una alarmante ignorancia a dos puntas: acerca de la gravedad de la situación caótica que buscan minimizar y su falta de decisión para encarar las soluciones, todo esto porque falta la conducción, el cerebro, la creatividad y la audacia que supieron ser parte del ADN de quien dice amar a sus queridos cordobeses.
Esos atributos solo son efectivos cuando se muestran con presencia, sin emisarios irresolutos, voceros irracionales ni segundas líneas perdidas y a la deriva de los tiempos que imponen urgencias más que explicaciones.
No sabemos si el gobernador está en Córdoba, sigue peleando con los porteños, olvidó algo en China o dejó cuestiones pendientes en Brasil, Colombia, Panamá o en aquel promocionado y pudendo lugar de la lora.
Lo más grave es que lo necesitamos aquí, con nosotros, codo a codo, dando la cara, porque nos ha dejado en manos de funcionarios que solo buscan salvar su ropa y no la de todos los queridos cordobeses.
En este caso y por dolorosa imposición de circunstancias, el dicho de aquel juego inicial tuvo una variante ajustada a la realidad: ahora es “el que se escondió nos jodió”.
En barrio Firpo, en Nueva Córdoba o en el Cerro, es igual.
En mi lejana y feliz niñez, allá en el viejo Pasaje Italia del que era barrio Firpo, jugábamos a las escondidas esperando la invención de los flippers, después el packman y por último la play station y juro que éramos felices con tan poco, eso de contar hasta cuarenta apoyándonos en una pared o en un poste para dar tiempo a que los participantes se ocultaran.
Y antes de salir a la frenética búsqueda, sentenciábamos “el que no se escondió se jodió”.,. aunque en Nueva Córdoba o en el Cerro esas últimas dos palabras eran reemplazadas por “se embromó”.
Más o menos lo mismo es lo que está ocurriendo en Córdoba, cuando la ciudadanía reclama por ahora con desconocida mesura que alguien se haga cargo del desastre generalizado que están ocasionando dos carencias fundamentales: de electricidad y de agua.
Los penosos exégetas tanto de la EPEC como de Algas Cordobesas reiteran para un auditorio que ellos imaginan de imbéciles o fronterizos, una catarata de gansadas que, por obediencia debida, deben difundir seguramente a sabiendas que son parte de una pretendida explicación de lo inexplicable.
Pero no hay que cargar las tintas sobre ellos, al final marionetas de poderosos intereses tanto económicos como políticos, en una provincia que por una bravuconada inoportuna y exagerada se divorció del poder central y ahora no tiene con qué alimentar, vestir, proteger, educar y servir a la criatura por cuya tenencia hizo tanto alarde.
La criatura somos nosotros, los aterrados por este cordobesismo de la ausencia, con un gobernador itinerante de valijas siempre listas para irse, pero demasiado “lenteja” a la hora de volver al terruño.
Los ministros y su permanente desorientación no hacen otra cosa que desnudar una alarmante ignorancia a dos puntas: acerca de la gravedad de la situación caótica que buscan minimizar y su falta de decisión para encarar las soluciones, todo esto porque falta la conducción, el cerebro, la creatividad y la audacia que supieron ser parte del ADN de quien dice amar a sus queridos cordobeses.
Esos atributos solo son efectivos cuando se muestran con presencia, sin emisarios irresolutos, voceros irracionales ni segundas líneas perdidas y a la deriva de los tiempos que imponen urgencias más que explicaciones.
No sabemos si el gobernador está en Córdoba, sigue peleando con los porteños, olvidó algo en China o dejó cuestiones pendientes en Brasil, Colombia, Panamá o en aquel promocionado y pudendo lugar de la lora.
Lo más grave es que lo necesitamos aquí, con nosotros, codo a codo, dando la cara, porque nos ha dejado en manos de funcionarios que solo buscan salvar su ropa y no la de todos los queridos cordobeses.
En este caso y por dolorosa imposición de circunstancias, el dicho de aquel juego inicial tuvo una variante ajustada a la realidad: ahora es “el que se escondió nos jodió”.
En barrio Firpo, en Nueva Córdoba o en el Cerro, es igual.
LA COSTOSA
REBELDIA
La verdad, el asunto se había transformado
en una causa provincial que la mayoría de los cordobeses habíamos abrazado por
convicción, más allá de las fundamentaciones políticas en las que se apoyaba.
Estoy hablando de la firme posición de
reclamarle a la Nación
una deuda recontra millonaria que bien podía llegar a equilibrar las finanzas
mediterraneas, las que para sostenerse, entre otras cosas, nuestro gobernador
itinerante echó mano a los dineros de quienes aportaron durante décadas a la Caja de Jubilaciones, y
tuvieron que resignarse a cobrar monedas dos veces al año, cuando les acumulan
un mentiroso aumento que ya fue devorado por la inflación.
Ese fue solo un pequeño costo de la rebeldía
cordobesa, que afectó a los que, vaya paradoja, en lugar de ser los mimados por
su edad y su sacrificio, resultaron ser los más duramente ofendidos y
despojados.
Desde ese engendro arquitectónico que le
llaman El panal, se desgañitaron pidiendo ser atendidos en Buenos Aires,
domicilio según el dueño de todas las valijas, de quienes habían decretado la
quiebra del cordobesismo.
Hasta que llegó el día de las invitaciones
con día, lugar y hora, para contarse los porotos y ver quién debe a quién y
cuánto es lo que se deben, bien de frente, como si fueran inteligentes y
sesudos gobernantes.
Pero el último encuentro no se hizo y en
estos casos ni se me ocurre pensar en juveniles caprichos, sino más bien en una
actitud de redoblar la apuesta de la rebeldía como elemento de presión, después
de haber demostrado que desde aquí es posible comprometer las finanzas de todas
las provincias, si se llegara a reiterar otro efecto dominó como el de nuestra
policía y sus demandas.
Por eso no son pocos, y tendrán sus razones,
los que sospechan de una acción orquestada desde la cúpula cordobesa, para que
terminara en esta complicada coyuntura de alcance nacional.
No se sabe si faltar a la cita con el
super-macro-ministro fue una descortesía, una picardía política o un elemento
de presión tendiente a descomprimir lo que ahora es un reclamo de la Nación a los cordobeses.
Resulta que ahora les debemos a ellos,
cuando durante demasiado tiempo se pregonó que era al revés.
Nadie lo explica, todos callan y miran hacia
cualquier parte.
No debe haber, para la
gente, nada más estresante que la certeza de estar debiendo mucha plata, y no
saber a quién.
NOVEDADES EN LA MEGACAUSA
Tuvo lugar la segunda
audiencia del juicio en el que está imputado el abogado Guillermo Lucas y pese
a haberse solicitado su libertad el 19 de este mes, conforme a la Opinión del Grupo de
Trabajo de Naciones Unidas que recomienda "la inmediata libertad", la Cámara Décima del
Crimen, lugar donde se está llevando a cabo el juicio, nada respondió al
respecto, razón por la cual el defensor ha solicitado una inmediata respuesta,
dado que está en juego una garantía fundamental.
El
Estado Argentino, con la reforma constitucional de 1994, incorporó el Derecho
Internacional de los Derechos Humanos en el Derecho interno, lo que significa que los Tratados Internacionales de DDHH deben
respetarse en el ámbito interno, como también las
interpretaciones que sobre estos textos internacionales realizan los órganos o
el tribunal internacional que tienen la tarea de hacerlo y el desconocimiento
de estas normas, ya de por sí una temeraria actitud, hará generar
Responsabilidad Internacional del Estado.
La
reciente opinión del Grupo de Trabajo sobre la Detención Arbitraria
de ONU, que dimos a conocer hace un par de semanas, brinda patrones y estándares de DDHH muy claros en el caso concreto de
Guillermo Lucas, imputado en la causa Registro, que deben ser observados por
las autoridades judiciales para pugnar para que los actos internos se conformen
a los compromisos internacionalmente asumidos por el Estado, y evitar que
se incurra en responsabilidad internacional.
En
un Estado Argentino comprometido con la vigencia de los DDHH y que además
cuenta con autoridades que cuidan esta vigencia, para evitar el riesgo de
incurrir en responsabilidad internacional por acción u omisión, deben
remediarse en sede interna las violaciones a los Derechos Fundamentales de este imputado que se están violando, conforme
la Opinión del Grupo de Trabajo sobre la Detención Arbitraria.
Esto
se puede hacer extensivo a tantos imputados en la causa del Registro, que
permanecen en prisión preventiva por larguísimos períodos, y en los cuáles el
mediático y promocionado juicio viene
sugiriendo que sólo se trata de un simulacro con pretensiones de legalizar las
condenas que ya se han cumplido, en violación a todos los derechos de los
imputados.
Reviste una
enorme importancia que reconocidos organismos como el Centro
de Estudios Legales y Sociales, el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez
Esquivel, y la
Asamblea General de las Naciones Unidas hayan confirmado
categóricamente las violaciones
oportunamente denunciadas y el abuso de la prisión preventiva.
El
Poder Judicial de Córdoba no tiene más espacio para desentenderse de una
realidad tan aplastante, más allá de su conveniente íntima convicción.
VAMOS POR
MENOS
En nuestra convulsionada realidad nos veníamos acostumbrando a esa exagerada consigna con vocación de grandeza que empuja hacia delante, cuando surge aquello de “vamos por más” y en muchos casos sin reparar en los medios ni tomar en cuenta las consecuencias.
Se trata sin dudas de una legítima aspiración, que consolida la autoestima como arma fundamental para el logro de objetivos y es digna de aplauso, siempre que no devalúe su espíritu con actitudes o argumentos agresivos.
Pero a veces es tan edificante como digna de admiración, la actitud de ir por menos planteando una batalla tenaz contra intereses demasiado poderosos, costumbres arraigadas y conductas personales alejadas de la prudencia y del respeto por los semejantes.
Cuando llegaron a niveles de tragedia los casos de daños personales emergentes del abuso de la pirotecnia, una especie de autoconvocatoria popular, sin distinciones odiosas, comenzó a plantear una difusa campaña contra la exageración en el uso de los fuegos artificiales.
Es para suponer que los chinos -sus inventores- privilegiaron la magia del color por encima de la agresión, pero ese distintivo de la luz fue desplazado por el estrépito exagerado que agrega un peligroso componente a cualquier celebración.
Y en las manifestaciones de protesta donde pese a las vigentes prohibiciones se sigue abusando del agravio explosivo, dañino y molesto, se advierte que ese es solo un elemento intimidatorio y prepotente, porque nadie patalea en la calle encendiendo luces ni apelando al titilar de las estrellitas.
La agresión acústica es amenazante y a sus irrespetuosos cultores poco les importa si la practican frente a hospitales o escuelas, asilos o lugares de concentración humana, porque su objetivo es hacerse notar de la peor manera.
Por eso fue un baño de frescura advertir en esta Nochebuena una valiosa e inicial toma de conciencia ciudadana con relación al uso de explosivos, aunque no decreciera la profusión de colores, de esos colores que pintan cuadros imaginarios y maravillosos paisajes en el cielo.
Es un buen comienzo, porque nadie obligó a nadie que cambiara sus hábitos de festejo.
Fue una madura actitud colectiva que lleva a la recuperación del respeto por el vecino, por las mascotas, por el medio ambiente, por la paz, por la concordia, por el amor, que son lógicos componentes del festejo navideño.
Como en este caso, ir por menos también es hacer Patria.
¡Felicidades, con luces y sin ruidos!
En nuestra convulsionada realidad nos veníamos acostumbrando a esa exagerada consigna con vocación de grandeza que empuja hacia delante, cuando surge aquello de “vamos por más” y en muchos casos sin reparar en los medios ni tomar en cuenta las consecuencias.
Se trata sin dudas de una legítima aspiración, que consolida la autoestima como arma fundamental para el logro de objetivos y es digna de aplauso, siempre que no devalúe su espíritu con actitudes o argumentos agresivos.
Pero a veces es tan edificante como digna de admiración, la actitud de ir por menos planteando una batalla tenaz contra intereses demasiado poderosos, costumbres arraigadas y conductas personales alejadas de la prudencia y del respeto por los semejantes.
Cuando llegaron a niveles de tragedia los casos de daños personales emergentes del abuso de la pirotecnia, una especie de autoconvocatoria popular, sin distinciones odiosas, comenzó a plantear una difusa campaña contra la exageración en el uso de los fuegos artificiales.
Es para suponer que los chinos -sus inventores- privilegiaron la magia del color por encima de la agresión, pero ese distintivo de la luz fue desplazado por el estrépito exagerado que agrega un peligroso componente a cualquier celebración.
Y en las manifestaciones de protesta donde pese a las vigentes prohibiciones se sigue abusando del agravio explosivo, dañino y molesto, se advierte que ese es solo un elemento intimidatorio y prepotente, porque nadie patalea en la calle encendiendo luces ni apelando al titilar de las estrellitas.
La agresión acústica es amenazante y a sus irrespetuosos cultores poco les importa si la practican frente a hospitales o escuelas, asilos o lugares de concentración humana, porque su objetivo es hacerse notar de la peor manera.
Por eso fue un baño de frescura advertir en esta Nochebuena una valiosa e inicial toma de conciencia ciudadana con relación al uso de explosivos, aunque no decreciera la profusión de colores, de esos colores que pintan cuadros imaginarios y maravillosos paisajes en el cielo.
Es un buen comienzo, porque nadie obligó a nadie que cambiara sus hábitos de festejo.
Fue una madura actitud colectiva que lleva a la recuperación del respeto por el vecino, por las mascotas, por el medio ambiente, por la paz, por la concordia, por el amor, que son lógicos componentes del festejo navideño.
Como en este caso, ir por menos también es hacer Patria.
¡Felicidades, con luces y sin ruidos!
EPEC:
CARO, CICLOTIMICO E INEFICIENTE
Debo reconocer que no tengo ninguna llegada
a las autoridades de la EPEC,
como para pedirles en nombre de todos los oyentes que me lo han sugerido, que
les pida que se vayan, que se tomen el buque, que desaparezcan, que se diluyan,
en una palabra, que renuncien.
Es probable que no coincida con todos,
absolutamente todos los planteamientos que hacen los usuarios, pero hay que
ponerse en el lugar de los enfermos que pierden sus costosos medicamentos, de los
comerciantes que deben tirar a la calle su mercadería que es la única
alternativa para su subsistencia, de los que viven en edificios y no pueden
usar los ascensores ni las bombas para tener agua y en el cuero de tantos otros
afectados por la ineficiencia, la falta de previsión y la indiferencia de
quienes conduciendo la empresa, han demostrado un rotundo fracaso.
Para colmo, en estos últimos años han
cobrado paquetes de plata de esos usuarios que están pagando la tarifa más cara
del país por un servicio lamentable a sabiendas de quienes lo disponen, porque
si es que son tan técnicos en el conocimiento, no pueden ignorar que la
capacidad de prestación no alcanza para la demanda.
Una demanda que ellos, con el tiempo y los
registros, tienen la obligación científica y social de conocer, porque tienen
los números a mano, esos mismos números que nos abruman en cada factura que
llega.
Y cuando se vayan, porque es justicia que
ello ocurra, tengan la honestidad de devolver el dinero malhabido que cobraron
por una eficiencia oculta y que a veces la quieren justificar con la gastada
historia de la central Pilar, un monstruo costoso que a la gente no le sirve.
Es cuando cobra vigencia esa vieja canción
que tantas veces les han hecho escuchar a los malos políticos: devolvé la
bolsa.
Aunque a la de este año, ya la estén
gastando a cuenta.
PRUDENCIA
EN LAS RUTAS
Para la mayoría de la gente, las vacaciones
reales se inician con el comienzo del año.
Todos creen que por ser 1 de enero no habrá
nadie en las rutas, y todos se lanzan a viajar.
Lógicamente, la congestión de tránsito es
igual o superior a la que se genera en los recambios de semana, de quincena o
de mes.
Es entonces cuando se impone reclamar
prudencia, viajar descansados y preferentemente de día, no hacer tramos
demasiado extensos, comer liviano y no deshidratarse.
Respetar las velocidades máximas que se
indican y todas las señales, que para algo están.
Todo esto se pide para seguridad de quienes
adquieren desde hoy la calidad de turistas, así vayan a Río de Janeiro, a
Florianópolis, a nuestra costa atlántica o a Malagueño.
Porque también por las principales rutas
cordobesas y no tanto por las vías secundarias, suele andar la Policía Caminera
que no es mucho lo que previene, pero bastante lo que recauda.
Porque eso de poner cuatro patrulleros en
los peajes, poco ayuda a la seguridad y con un solo coche basta y los restantes
debieran gastar nafta imponiendo su presencia móvil y sorpresiva,
No olvide de llevar encendidas las luces
bajas, abrochados los cinturones y los niños en el asiento trasero.
Todo esto contribuirá a que comience unas
hermosas y seguramente merecidas vacaciones.
Y lo más importante: si va a conducir, no beba alcohol ni siquiera para brindar.
Hacerlo con Pritty, tiene el mismo valor
emotivo.
DEJEN
QUE SE VENGA EL 14
Por su terminación de los dos últimos
dígitos, apuntaba a ser un año complicado, negativo en algunos aspectos e
inédito para mucha gente, porque el último fue un siglo atrás y no han quedado
muchos para contarlo.
Como variado fue variado, inestable, con
índices alocados por lo poco creíbles, alejamientos que debieron darse antes,
demandas, cambios de camisetas, juicios y mil otras alternativas para impedir
que nos aburriéramos.
Hubo
un gracioso y nunca cumplido control de precios, el ocaso de su mentor, los
alejamientos prolongadamente temporarios que ya conocemos, el recrudecimiento
de las acusaciones de culpabilidad casi exclusiva de Clarín, el que siempre
miente; el eclipse anular y definitivo de algunos que se creyeron con vocación
de eternidad, la reiteración de accidentes ferroviarios, los casi 2 millones de
dólares diarios que engulle Aerolíneas Argentinas para sostenerse, los viajes
de los funcionarios por el mundo sin que nunca rindan cuentas con seriedad, la
ridícula afirmación mediática difundida que diariamente tenemos 29.000 pobres
menos y otras situaciones para no olvidar.
Y no dejemos en el olvido que este año que
está huyendo fue el de la inesperada e insultada asunción del primer Papa
argentino, que de trapo con piojos pasó a ser amado destinatario de curiosos
obsequios y de invalorables consejos.
Pero como lo que se impone es mirar hacia
adelante aunque sin perder la memoria, excepción hecha del prontuario del
promovido general Milani o de los negocios tan mal llevados por doña Hebe y su
ex Socio Schoklender de lo que nunca más se habló, esperemos el 14 con todo el
optimismo que podamos ser capaces de acumular.
Los tiempos que se vienen no serán fáciles, aunque
la anestesia del mundial de Brasil les venga de perlas a muchos, la posibilidad
de la emisión de bonos nos quite el sueño a todos y que no haya aparecido nadie
con sabiduría como para, al menos, atemperar la inflación que nos carcome.
Si nos llevamos por la sabiduría de los
numerólogos, el significado del número 14 no es lo que pueda llamarse de buenos
presagios porque es la imagen del borracho.
Que sea entonces un año de abstinencia de
las malas ondas, de los desencantos, del desánimo y de todo lo que no sea
positivo.
Este número, y por lo que nos dejó la
historia, ni a Galtieri le hubiera resultado auspicioso.
A la hora de brindar, debo agradecerles a
ustedes, los oyentes por su paciencia y fidelidad: a los directivos de este
multimedio por el respeto a la opinión ajena, aunque no siempre la compartan,
pero en especial a mis compañeros de este reducido y compacto equipo
dominguero, que luce una profesionalidad avasallante.
Así da gusto poder ejercer este oficio
laborioso, que es más un vicio que una obligación laboral.
Va a ser un placer enorme continuar con
todos ustedes este verano.
¡Salud!