31 de marzo de 2020

Decisión propia en la drástica disyuntiva

NI SIQUIERA HAY QUE PENSARLO: LA
VIDA  POR  ENCIMA DE LA ECONOMÍA
   Todos los túneles -no confundir con las cavernas- tienen entrada y su correspondiente salida, sin importar la distancia que pueda existir entre ambos extremos.
   Caminamos en un túnel, tenebroso pero túnel al fin, con acceso y egreso como Dios manda ya sea para el paso de un tren, en carreteras sin final o en cualquier otro terreno y si pudiéramos evaluar por la realidad en qué lugar nos encontramos, sería aventurado sostener que estamos en el comienzo o cerca de sorprendernos con esa belleza que es la luz: digamos, para ser equilibrados, que casi llegamos al medio y sin posibilidades ni ansias de volver atrás.
   Venían de regreso y en dirección opuesta los que viajaron a negociar dólares, los sindicalistas prebendarios con su voto de silencio, los políticos apegados a la miseria de amarrocar  sin dejar un peso al prójimo, pero disponiendo de dinero nuestro -de todos- para según ellos beneficiar a los desposeídos; los espíritus vergonzantes de los prófugos,  empresarios apegados a la angurria pese al sufrido estoicismo de la sociedad y aquellos que optaron por el exilio tardío que les garantizara no salir perdiendo. Y uno que otro juez vacunado contra la memoria y por las dudas con una dosis de refuerzo, militante del “vistagordismo”. 
   Dejábamos atrás a los agazapados demonios de la cuarentena, del contagio y de los adioses; al hiriente y estruendoso silencio del encierro, a la impunidad de los ignorantes e imbéciles paseanderos…
   Estábamos salvados aunque se cortara el frágil cordel que emparentaba a la solidaridad con la hipocresía y divorciaba a los diferentes hermanados en el espanto. En suma, volvíamos a lo de antes pero ahora somos menos y al Destino se le ocurrió encomendarnos la tarea de cicatrizar las heridas del tejido social que a la hora del llanto hizo que se abrazaran los opulentos del country con los postergados del tungatunga.
  Preservamos el cuero y parchamos el futuro, porque se hizo prevalecer la vida por encima de las lacrimógenas telarañas de una economía desquiciada tanto por el coronavirus letal, como por la avidez de aquellos a quienes todos nosotros los acostumbramos a no perder y no quisieron aportar su reclamada cuota de sacrificio, no de quebrar, sino de embolsar menos.
   Porque más allá de la política, de los caprichos ideológicos, del partidismo, de las demagogias, de las burlas a la Justicia, de las ausencias programadas y del conventillo emergente, desde el más encumbrado nivel nacional se optó por amparar el valor de la vida por sobre la inminencia de una economía que por su endeblez y una mentirosa y malsana vulnerabilidad con que la vistieran, presagiaba la desintegración nacional en lugar de planificar su recuperación en un país tan ubérrimo como el nuestro.
   Aparte, quedó flotando en el mínimo horizonte del túnel una nube de indignación y desconcierto cuando se tuvo la certeza que ningún político, legislador, dirigente, asesor o ñoqui hubiera tenido el ¿esperado? gesto de donar para destinar a la lucha contra el virus, sus sueldos y dietas de estos días en que no aparecen, no sesionan ni trabajan y están inclinados a la práctica de un pernicioso e inconducente alpedismo.
   Los acaudalados que siempre se enriquecen incluso con la desgracia ajena, ahora buscarán igualarse en el abrazo de la victoria contra la peste con aquellos que dejaron jirones de sus vidas, retratos de ausentes y llantos estériles. Dentro de todo, en la luz al final del túnel la palabra “vida” eclipsa a su vapuleada y despreciada oponente que es la economía.
   Aunque ellos no dejan de ser ricos, seguimos vivos y retomando, felices y esperanzados, la lucha diaria como históricamente ha sido, siempre y cuando al túnel del encierro, las tinieblas y las dudas lo hayamos dejado atrás.
Gonio Ferrari




29 de marzo de 2020

S.L.B.: PAÍS DE TRANSGRESORES, MUCHOS EXPERTOS EN ESQUIVAR LA LEY - QUE ALGUIEN EMULANDO A PERÓN FRENE LA ESCALADA DE LOS PRECIOS - LA MEGACAUSA Y EL ALTO COSTO DE CIERTAS LIBERTADES - POSITIVO DESCUBRIMIENTO: ESTÁ CASI INTACTO NUESTRO SENTIDO SOLIDARIO - LAS REDES SOCIALES Y SU COMETIDO A VECES BASTARDEADO, ETC.


Desgrabación de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su programa que emiten en dúplex la AM580 y la 88.5FM ambas dependientes de Radio Universidad Nacional de Córdoba. En la edición n° 614 de “Síganme los buenos” estos fueron los principales temas abordados:

El país de la transgresión
COMO SI FUERA PARTE DEL A.D.N. ARGENTINO,
BUSCAR LA VUELTA PARA ESQUIVAR A LA LEY

   No es necesario entrar en explicaciones que mejor sería dejarlas para los filósofos, los sicólogos, los siquiatras y de última, a los practicantes de un estilo pernicioso que ha contribuido a que buena parte de la ciudadanía -lo dicen las encuestas- cada vez cree menos en la Justicia y en su majestad.
   Si se legisla por ejemplo que no se puede pisar el césped, allí están los imbéciles pisándolo porque al desafiar al poder, creen haber hecho un curso acelerado de picardía para transformarse en contestatarios y transgresores, de lo que seguramente hacen cáscara ante sus íntimos.
   Los más fanáticos en este aspecto, llegan a considerarse revolucionarios.
   Si se legisla que el contrabando es delito, sin siquiera conocer los detalles de la prohibición ya están inventando mecanismos para joder a la aduana, fabrican dobles fondos en las valijas y vuelven al país con un sospechoso sobretodo en pleno mes de enero.
   Pareciera que la cuestión es joderla a la ley, pasarle por encima y más que desconocerla, el diploma de pícaro lo obtiene aquel que más la pisotea, sea de la escala social que sea y a esto lo sostengo porque he visto en tales actitudes a virtuales cirujas que ligaron un viaje a Paraguay y a personajes acaudalados con propiedades en Europa, en Estados Unidos o allá en los confines de las pudendeces de la lora.
   La cuestión es el hecho de esquivar a la ley y en estos últimos días, nos hemos cansado de ver lastimosos ejemplos muy de cerca; patéticamente de cerca hasta el punto de poder considerarnos como parte de una escenografía encubridora y casi partícipe, demencial y autodestructiva.
   Dijeron no salir y allá fueron los de siempre a pasear, a saturar las carreteras hacia la playa, a ocupar todas las plazas de los ávidos hoteleros de los lugares turísticos y a romperles la dignidad a quienes pese a sus pérdidas, se negaban a darles alojamiento.
   Si no se podían hacer reuniones masivas, allá fue la pendejada con el argumento que su edad es para la diversión y muchas veces con la venia paterna, multiplicaron los virus a diestra y siniestra no en actitud de inconsciencia sino con pleno conocimiento de lo que podían ocasionar.
   Y cuando la ley por intermedio de sus organismos de control los detecta, los detiene y los encarcela, no faltan los próceres de la protesta que califican esa actitud como autoritaria y exagerada, rindiendo culto a Bolsonaro que ahora los calzoncillos le duran limpios no más de diez minutos, lo mismo que al desafiante Trump o al desubicado presidente de México, atacado de soberbia.
   Señores: se dijo quedarse en sus casas y hay que cumplirlo, salvo las lógicas y necesarias excepciones como el personal afectado a servicios de salud, de seguridad, de abastecimiento alimentario, de atención a vehículos en cuanto a combustibles, de operarios de servicios esenciales y a nosotros aunque no a todos, los periodistas que vendríamos a ser como un mal necesario porque nuestra misión de orientar a la sociedad y es lo más valioso que podemos exhibir siempre y cuando no se caiga en los enfoques odiosamente comparativos de actitudes políticas o de pensamientos ideológicos.
   El virus no pregunta si sos fernandista, kirchnerista o macrista o lo que quieras ser, sino que ataca sin misericordia ni miramientos.
   Entonces, argentinos, dejémonos de pavadas y actuemos codo a codo en defensa propia porque el enemigo, aunque chiquitito y microscópico, es más poderoso y dañino que las miserias que podemos mostrarle al mundo cuando llegue el momento de saber que estamos en el centro de la pandemia.
   No bajemos la guardia porque el maldito bicho es lo que está esperando y está en nosotros dejarlo con las ganas.
   No quiero una Argentina donde tengamos un millar de muertos por día a causa de nuestra estúpida y selectiva estupidez.


Muchos comerciantes, desaforados
ALGUIEN TIENE QUE PONERLE UN FRENO A LA
ACTITUD  DE  AUMENTAR TANTO LOS PRECIOS
   No suele ser mi costumbre, pero es necesario ahora citar a Juan Domingo Perón, General del Ejército Argentino y tres veces Presidente de la Nación, remontándonos a la situación que vivíamos allí por mediados del siglo pasado.
   Entre otras travesuras, los comerciantes dedicados a la venta de artículos de primera necesidad instrumentaron una escalada en los precios que puso el jaque al bienestar que se vivía, y ahora se me ocurre hacer un mechado entre evaluaciones de entonces y elucubraciones actuales, con moraleja al final. Y debo agradecer entre otros medios a Infobae por la certeza y abundancia de datos históricos.
El Plan de Estabilización de febrero de 1952, también conocido como Plan de Emergencia, y una más decidida "vuelta al campo" a partir de entonces habrían de contrastar con la política inicial de expansión monetaria, fiscal y salarial, y de transferencias hacia las actividades manufactureras.
Se acentuó el control sobre los precios de los productos a través de campañas que buscaban combatir ‘el agio y la especulación’, criminalizando a aquellos que aumentaban los precios o acaparaban mercancías en un contexto signado por la escasez de algunos bienes.
El plan fue estructurado con el objetivo de resolver los dos problemas económicos cruciales del momento: el estrangulamiento externo, que se producía por la falta de divisas, y el incremento sostenido de los precios, resultante del aumento de los costos salariales y la política expansiva. Las medidas para atacar esos dos frentes estaban combinadas e incluían una mayor producción agropecuaria, la reducción de las importaciones y la austeridad en el consumo, que permitía mayores saldos exportables y también contenía las presiones inflacionarias.
En consecuencia, la restricción monetaria se hizo mucho más fuerte y se aumentó la tasa de interés con el objetivo de incrementar el ahorro interno y la demanda de créditos. Las tarifas de las empresas públicas se elevaron y la política fiscal fue claramente restrictiva, alejándose de las prescripciones keynesianas. La contracción de las erogaciones se concentró en los gastos de capital, afectando el programa de obras públicas encarado, pues los gastos corrientes estaban asociados al sostenimiento del empleo público, que era funcional a objetivos prioritarios del gobierno; también se recortó sustancialmente el presupuesto militar. Finalmente se incrementó el impuesto a las ventas en el ámbito nacional dando inicio a una política impositiva menos progresiva.
Como la idea era que se estaba frente a una economía recalentada por el ‘exceso de consumo’, el ahorro se ubicó al menos claramente desde 1952 como tema medular en el escenario económico
Por su parte, los salarios fueron congelados por dos años con el propósito de contener la presión sobre los precios y deprimir el consumo (y así alentar mayores saldos exportables y quitar presión sobre los precios internos); en adelante los aumentos se vincularían a los incrementos en la productividad del trabajo. Se trataba de un cambio trascendente respecto a la generosa política de ingresos de los primeros años cuando el Estado directamente había determinado o estimulado la recomposición salarial y de un diagnóstico que enfatizaba en los costos para explicar la inflación.
En su estilo Perón reseñaba las nuevas circunstancias: "La economía justicialista establece que de la producción del país se satisface primero la necesidad de sus habitantes y solamente se vende lo que sobra, nada más. Claro que aquí los muchachos, con esa teoría, cada día comen más y consumen más y, como consecuencia, cada día sobra menos. Pero han estado sumergidos, pobrecitos, durante cincuenta años; por eso yo los he dejado que gastaran y que comieran y que derrocharan durante cinco años todo lo que quisieran; se hicieran el guardarropa que no tenían, se compraran las cositas que les gustaban, y se divirtieran también (…) pero, indudablemente, ahora empezamos a reordenar para no derrochar más".
Y su esposa Eva agregaría poco antes de morir: "El General Perón nos ha expuesto su Plan Económico, nos ha dicho lo que tenemos que hacer. A cada argentino le toca su parte, grande o pequeña, en la inmensa tarea de consumir menos y de producir más".
Entonces el gobierno dispuso que no se distribuyese en el mercado minorista carne ni vendiese en los restaurantes un día de la semana, y que el 10% del total de cabezas sacrificadas fuese preservado con el propósito de cumplir los compromisos de exportaciones. También dejó de servirse café a los empleados públicos, que consumían el 25% de lo que se importaba en ese rubro.
Esta política de extrema austeridad se acompañó con el establecimiento de tipos de cambio favorables a las exportaciones agropecuarias y restricciones a las importaciones con el propósito claro de superar el déficit de la balanza comercial. Se otorgaron cambios preferenciales a los importadores de maquinarias agrícolas y para algunos productos de exportación tradicionales.
Como la idea era que se estaba frente a una economía recalentada por el "exceso de consumo", el ahorro se ubicó al menos claramente desde 1952 como tema medular en el escenario económico, con la capacidad de cumplir un papel articulador fundamental: por un lado permitía reducir el consumo y de ese modo frenar la presión sobre los precios además de morigerar los problemas del sector externo al acrecentar los saldos exportables; por el otro, bien dirigido, podía acrecentar la capitalización empresaria, evitando aquella excesiva dependencia del crédito bancario oficial –que contribuía a la escalada de los precios- y haciendo posible prescindir de los capitales extranjeros -que limitarían el margen de acción a la política oficial- con lo cual podían mantenerse las banderas nacionalistas del discurso peronista.
   Ahora la moraleja: si el gobierno actual hace flamear las banderas de Perón y de Eva Perón, ¿le cuesta mucho políticamente adoptar la misma actitud anti crisis que aplicara su líder -si es que aún lo es- en aquellos años?. Por entonces, a los comerciantes que se abusaban les eran clausurados sus locales, se les incautaba la mercadería y si eran extranjeros, la pena era la expulsión inmediata de nuestro país.
   Se llamaba Ley contra el Agio y la Especulación y se me ocurre que nos está haciendo falta.

Megacausa del Registro
MIENTRAS SE BUSCA LA VACUNA, QUEDA
SOSPECHADO EL PRECIO  DE LA  PRISIÓN


   Se ha reclamado que la Justicia cordobesa en la causa del Registro de la Propiedad presenta preocupantes signos patológicos: Una especie de manía de prisión preventiva, encerrando sistemáticamente a los imputados.
   Posible confusión en el raciocinio, persiguiendo a conocidos de los imputados como nuevos sospechosos. Clara amnesia, ignorando las leyes y la Constitución vigentes.
   Más aún cuestionable desorientación privilegiando  a funcionarios y familiares del Poder Judicial; aparente distorsión de la realidad, fundamentando dudosas condenas en la íntima convicción de una única comisión especial. Además, probable  comportamiento estereotipado juzgando a los mismos imputados reiteradamente.
   Distintos tratamientos se propusieron en el intento de subsanar esta enfermedad judicial: se ha sugerido la posibilidad  de un medicamento cuya fórmula incluya  libertad,  racionalidad, legalidad, igualdad, sinceridad,  honestidad,  imparcialidad,  objetividad e independencia, administrados en dosis adecuadas para restablecer las acciones ajustadas a derecho.
   También se ha solicitado una exhaustiva revisión de cada accionar por organismos de expertos independientes que exijan el cumplimiento de la normativa acordada.
   Y se espera con ansias el desarrollo de una vacuna que inmunice a los funcionarios contra cualquier intento de influencias, amiguismos, parcialidad o conveniencias.  La forma de administrar estos tratamientos planteará otro gran desafío. Hasta tanto estén disponibles, bueno sería ir llevando un registro de las innecesarias víctimas de esta patología, porque para ellos, la prevención será tardía, el tratamiento imposible y la reparación insuficiente.
   Todo indica, a la luz de los últimos dimes y diretes, que la aplicación y el cumplimiento de la prisión preventiva tiene un precio, tan pero tan caro que únicamente los elegidos la pueden pagar.
   ¿No sería acaso oportuno averiguar e investigar quiénes son los padrinos?

Heroísmo y anonimatos
VENIMOS DESCUBRIENDO QUE NUESTRO
SENTIDO SOLIDARIO ESTÁ CASI INTACTO
   Provoca una de esas sensaciones maravillosas, plenas de gozo que se hace contagioso, porque es la desgracia lo que nos viene demostrando que si bien todavía presenta algunos baches superables, nuestro histórico y a veces envidiado sentido de la solidaridad está resurgiendo en el seno de la sociedad argentina.
  Eso que nos une el espanto es absolutamente certero, más allá que se trata de algo inédito para las más recientes generaciones a las que no les tocó vivir circunstancias parecidas aunque no tan severas como lo fueron la epidemia de poliomielitis, la aparición del HIV generador del sida y más recientemente la poderosa y dañina gripe “A”.
   Lo de ahora es nuevo por su masificación y por la velocidad mediática de trasladarnos a los más recónditos rincones de la geografía terrestre, lo que nos permite hacer comparaciones de todo tipo, desde las dolorosas hasta las más inverosímiles.
   Pero algo es cierto: vivimos algo así como en una especie de estado de bloqueo intrafamiliar por eso de las unidades habitacionales espaciosas, salvo los casos de los menos afortunados que se apiñan en un solo espacio padeciendo penurias en materia de trabajo y de otros medios de subsistencia.
   Ocurre algo muy importante: ya no miramos hacia otro lado sino que al vernos con cualquier prójimo, la gravedad de la situación hace que miremos a un espejo con los mismos temores e idénticas esperanzas salvando esa barrera que impone el dinero.
   Pero por encima de todo eso, está el compromiso, abrumador compromiso de vida que tácitamente firmaron y están cumpliendo hasta el sacrificio en muchos casos de la propia vida los científicos, médicos, anestesistas, bioquímicos, sicólogos en la contención, personal de enfermería, los responsables de la limpieza e higiene, en fin todos aquellos vinculados con el sagrado deber de atenuar los sufrimientos y salvar vidas.
   Los rostros cansados y agobiados por la tarea y el estrés suelen mutar en sonrisas, en gestos de cariño, en actitudes de altruismo que hacía demasiado tiempo no formaban parte de nuestra manera de relacionarnos entre nosotros, porque hacíamos prevalecer las diferencias por encima del respeto y las coincidencias.
   Esos sacrificados y abnegados servidores a los que debemos sumar policías, militares, gendarmes, inspectores municipales, docentes que se pelan las pestañas frente a sus computadoras para no dejar de enseñar… en fin son tantos los que merecen el abrazo del agradecimiento y el amigable gesto de comprensión, que al estar envuelta en tal actitud la sociedad en su conjunto llegamos a la conclusión que algo estamos mejorando.
   Lo que si llama la atención y esto de ninguna manera eclipsa todo el reconocimiento que merecen los actores que ya hemos mencionado, es el silencio de parte de la dirigencia política -aunque a veces suele ser aconsejable- y del sector de la dirigencia gremial, siempre ambos inclinados por la verborragia.
   El Presidente de la Nación se muestra cauto pero a la vez decidido y tenaz en lo que viene instrumentando, aunque su ministro de Salud no lo acompañe ni en los pronósticos.
   En fin, lo que se impone desde ahora y para los tiempos, es reconocer y vale repetirlo hasta el cansancio, que tanto el compromiso como la dedicación y el sacrificio, son inequívocos síntomas que nos llevan a pensar que el tejido social ha salido de terapia intensiva para recalar en la sala de cuidados intermedios.
   Rogamos que el rigor de la situación que aún no ha llegado a su punto cúlmine para nuestra desgracia, no derrumbe el andamiaje de positivo entendimiento que estamos advirtiendo, porque de esta nos salvamos todos o la historia nos pondrá como ejemplo de lo que no se debe hacer.

La importancia de las redes sociales
CUMPLEN  UN  COMETIDO  TRASCENDENTAL  PERO
A VECES LOS MALNACIDOS LAS USAN PARA DAÑAR
   Afortunadamente son muchos los argentinos que como para referirnos al mobiliario habitual cuentan asimismo con equipo de computación, ordenador que le dicen y “compu” para los jóvenes y adolescentes que les dan lecciones a padres y abuelos acerca de su utilización.
   Es cierto que en los sectores marginales tal equipamiento se reduce a su mínima expresión, pero salvando ese detalle que poco a poco se viene superando, debemos coincidir en que se trata de un mecanismo que ahorra tiempo, desplazamientos y costos pese a que suele ser también utilizado por inescrupulosos para cometer delitos o para confundir a la población con sus falsas noticias presentadas con toda la traza de las auténticas.
   Lo que también es cierto, por aquello de la magia del papel impreso que representa el periodismo gráfico y de manera especial los diarios, demuestra que a los empujones y superando obstáculos, tiene reservado no tan sólo en la historia sino en el corazón de la gente, un lugar donde se atesoran las buenas acciones; los medios que han salvado vidas, que han unido a la gente, que han orientado en momentos difíciles.
   Volviendo a la informática, en estos días hemos podido notar que su utilización se ha intensificado de tal manera, que los servidores tecnológicos están desbordados, por lo que la velocidad de operación se ha visto disminuida y llama la atención que el principal operador local en el rubro, que es CableVisión nada haya informado pese a la acumulación de quejas que sin dudas recibe y eso que ni siquiera atienden los teléfonos y es preciso cargarse de paciencia y esperar una hora o más con el teléfono en la oreja.
   Por tratarse de un servicio ahora esencial para la comunidad porque entre otras ventajas hasta es posible cobrar dinero mediante ese sistema, es curioso que el Poder no haya intervenido en asegurar la calidad de esa prestación que más allá del entretenimiento, significa un medio de conexión con la sociedad ahora aislada por la cuarentena, para colmo a punto de extenderse.
   Las redes sociales dejaron de servir sólo para relacionarse, formar parejas, reencontrarse con amigos que creíamos perdidos, intercambiar fotos, etcétera sino que ahora es una oportunidad que se le brinda a la gente de hacer más llevadero el encierro y no sentirse tan aislada del mundo.
   Pero alguien debe controlar en estos momentos críticos algunos contenidos que son peligrosos y más aún potencialmente destructivos.

28 de marzo de 2020

Así pasen los años…


LOS PERIODISTAS EN LA DICTADURA
MILITAR Y REPORTAJE A MENÉNDEZ
   En estos últimos años la sociedad cordobesa y con expectativas más allá del ámbito nacional, asistió al juzgamiento de varios militares acusados por delitos aberrantes perpetrados durante la década del ’70. Naturalmente no estuvieron solos y como siempre, contaron con la complicidad de civiles amigos y miembros de otras fuerzas de seguridad.
   Buena parte de la Iglesia colaboró con su silencio.
   Buena parte de la comunidad aportó su cuota de miedo.
   Algunos sectores políticos mostraban indiferencia.
   Las empresas periodísticas acataban sin chistar el manual de estilo, la censura y los aprietes telefónicos que les imponían los militares.
   Si hasta prohibieron una historieta: el curioso caso de Lindor Covas, un gaucho matrero, mujeriego y enemigo de la autoridad.
   Le hicieron cambiar el nombre artístico al “Soldado Chamamé” porque se sentían ridiculizados y ofendidos.
   Olmedo no pudo hacer más el Capitán Piluso, porque un militar no podía andar armado con una gomera.
   Los periodistas debíamos caminar entre las dos veredas, apretados por ambas: nos tocaba ir a retirar los “partes de guerra” que dejaban montoneros, erpianos y otros en los baños de algunos bares o bajo el banco de cualquier plaza, como asimismo asistir a las conferencias de prensa que ofrecían autoridades del ejército o de otras fuerzas de seguridad. Desde ambos bandos -aunque no lo dijeran- seguramente estábamos sospechados de trabajar “para los enemigos”.
   Escribíamos a conciencia lo que veíamos, pero después en muchos casos se publicaba otra cosa.
   Y cuando aparecían las listas negras, estábamos allí  los periodistas y no los empresarios de los medios de comunicación, para muchos de los cuales éramos solamente un número de legajo y un sobre con el salario a fin de mes.
   Y ante los dictadores, una moneda de cambio que asegurara su impunidad y su prosperidad.
   La tarea de investigar la actuación de los medios periodísticos durante los oscuros tiempos del desprecio, aunque sepa que es un sector poderoso, es una deuda pendiente que ahora, hoy, la Justicia tiene con la sociedad.
   Muchos de esos medios que claudicaron y agacharon la cabeza sin pudor, ahora son leones lo mismo que los “descolgadores de cuadros” que con gran sentido del oportunismo supieron aprovechar el ocaso militar.
   Claro.
   Ya no había riesgos, no tenían fierros y tampoco soldados.
   Muchos exponentes de eso que ahora llaman moderno periodismo y “periodismo militante” -direccionado hacia un solo objetivo que curiosamente no es la objetividad- pretenden en estos tiempos y tocando de oído, enseñarnos cómo se vivían aquellos días dentro de nuestra profesión y para colmo con cierta desfachatez de juzgarnos con rigor, sin testimonios válidos y sin el pudor del respeto.
   Y en 1996, casi un cuarto de siglo atrás, no era fácil entrevistar a Luciano Benjamín Menéndez aunque ahora los exponentes de un tardío coraje sostienen que ellos lo hubieran hecho… pero no lo hicieron.
   Y en un mismo programa titulado “Conmigo” que durante más de una década aparecía semanalmente en el Canal CBA, hoy Canal 2 que en un momento fuera de CableVisión, pude entrevistar a Ramón Verdú, colega periodista y excelente fotógrafo varias veces laureado, quien durante la dictadura de Videla & compañía estuviera en prisión casi dos años. Y en el mismo espacio logramos una entrevista con Menéndez a quien las cámaras de TV nunca le resultaban simpáticas. El golpe y los métodos, los enfrentamientos, todo lo de aquellos años bravos formaron parte del diálogo.
   Por eso ahora, hemos considerado valioso recordar esos dos reportajes en un mismo programa, como homenaje a la memoria.
   Usted los podrá encontrar unificados formando parte del archivo de “Conmigo” en el costado derecho de este blog, debidamente identificado, con casi una hora de duración.
   Les transmito mi agradecimiento, por honrar la historia.
Gonio Ferrari
  



25 de marzo de 2020

No salga por nada del mundo…


EL VALOR, EL ENCANTO, LA OBLIGACIÓN Y
LA CONVENIENCIA DE QUEDARSE EN CASA

   “Sólo quien ama su hogar, ama
también a su Patria. (Coleridge)

  ¿Por qué será que aunque se repita y se repita, aunque sea parte de lo cotidiano, siempre nos provoca la misma sensación de amparo y protección, eso de volver a casa? Es que respetamos aquello que “lo maravilloso no es que ella nos abrigue, nos caliente ni que uno sea dueño de sus muros sino que haya depositado lentamente en nosotros estas provisiones de dulzura; que ella forme en el fondo del corazón ese macizo oscuro en el cual nacen los sueños como aguas de manantial”, de acuerdo con expresiones de Saint Exupery.
   La dinámica actual puede que haya modificado la forma de vivir, pero de ninguna manera las bases de tal sentimiento incorporado a la forma de ser que tenemos, adhiriendo a la visión poética que Lope de Vega supiera inmortalizar en uno de sus escritos al sostener “Dichoso el que vive y muere en su casa, que en su casa hasta los pobres son reyes”.
   Y es una verdad incuestionable porque el dueño de casa es dueño de sus rincones, de sus rejillas, de sus muros con humedad o rajaduras, del patio de tierra o de la terraza, madre de muchas curiosidades e indiscreciones vecinales.
   Las exigencias sumadas al vértigo de los tiempos que vivimos llevaron a la casa a transformarse en dormidero, en lugar de paso, en cama fugaz y transitoria, en sentirse cada vez más visitante que propietario porque en la mayoría de los casos ya ni el domingo es un ancla hogareña porque se opta por la salida a cualquier lugar por encima de la atadura de esas paredes cargadas de memorias y muchas veces de gritos y de silencios.
   Objetivamente evaluado, en la casa siempre, siempre hay algo que hacerle llámese terminar con el agobiante goteo de una canilla cambiándole el cuerito, aceitar una cerradura, variar de posición los muebles de la sala, limpiar los espejos, barnizar alguna puerta, pintar las sillas u otras imprescindibles tonteras.
    Nada mejor que quedarse en casa en legítima defensa contra un poderoso enemigo.
   Porque si todos nos quedamos en casa como celosos guardianes, ese mortífero invasor no tendrá a quién visitar y menos aún donde quedarse…
   Quédese en su casa. No salga.
   Lávese con frecuencia las manos y los brazos hasta los codos simplemente con agua y jabón.
   No aísle a sus mascotas porque son inocentes y no representan peligro de portación, según sostienen los entendidos.
   Si tiene chicos miren películas, jueguen al ajedrez, al chinchón, al truco, a la escoba, al póker, a la canasta, al mus, al solitario, al ta-te-ti, al ludo o a las escondidas incluyendo la maña de utilizar los placares, las alacenas o debajo de las camas, u opten por caminar en círculos por el patio. Cuenten cuentos. Inventen juegos, fabriquen rompecabezas, lean revistas y diarios viejos o peléense por cualquier pavada de esas que nunca faltan.
   En el equipo de audio o en cualquier celu pongan buena música rítmica y hagan gimnasia hasta cansarse, que es una buena sensación si sirve para dominar eso tan terrible que son el miedo y la ansiedad.
   Ella que se lave, decolore y tiña el pelo mientras él se afeita la barba dejándose el bigote…
   De vez en cuando recen por todos aunque no crean en nadie.
   Seguramente algo o mucho tienen para hacer allí, que por ahora y por varios días es su templo sagrado; su íntimo universo.
   Y si es casado, “empalomado”, soltero o con pareja conviviente, ¿necesita que alguien le diga todo lo que puede hacer?
   Haga lo que haga, tómelo en serio y ¡quédese en su casa!
   Ese es su reinado.
   No abdique. No abandone el trono
   Evite ser consecuencia insalvable de su propia irresponsabilidad y absoluta falta de imaginación y creatividad.
Gonio Ferrari