Desgrabación de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su
programa “Síganme los buenos” del 18-05-14 emitido por AM580 Radio Universidad
de Córdoba.
LA PELOTA
COMENZÓ A RODAR
Ya salió la lista de 30, que se reducirá a
23.
Carlitos Tévez, campeón y goleador en
Italia, no está.
La polémica en tal sentido viene caminando
micrófonos y lenguas desde hace tiempo, cuando quedó en evidencia que el
muchacho de Fuerte Apache, cuartetero y amigo de La Mona, lejos estaba de las
selectivas simpatías del súbitamente politizado Alejandro Sabella.
Cuando termine el mundial en Brasil, de aquí
a dos meses, habrán transcurrido 60 días de pasión futbolera que modifica
cualquier escenario al menos en nuestro país, por el culto a esa fiebre redonda
envuelta en cuero.
Es para recordar una muletilla instalada de
manera especial allá por el ’78 cuando éramos “derechos y humanos” y hasta las
deudas eran diferidas “para después del mundial” dejando de lado estúpidamente
y por aquella ilusión de la copa, el espanto que era nuestra cotidianeidad
bilateral de capuchas, secuestros, tortura y muerte, todo maquillado de
espectáculo y fervor popular.
Ahora tendremos al menos, aunque nos vaya
mal, un par de meses en que pasarán a segundo plano la negada inflación, la
creciente inseguridad, la desocupación que avanza, la escondida pobreza, la
causa derivada de ese absurdo de recuperar YPF y negociar casi secretamente con
Chevrón, el “acoso” judicial a Boudou, las hazañas internacionales de Jaime,
los turbios negociados en nombre de doña Hebe, la brutal expansión de Cristóbal
Lopez con la timba, el escandaloso narcotráfico fronterizo y algunos otros
temas que involucran al orden nacional.
Y de cabotaje, un espeso manto de niebla
otoñal y futbolera para la injusta e impiadosa espera de los jubilados, el
incontrolable endeudamiento provincial, los demorados planes de viviendas, la
vigencia de la tasa vial, el posicionamiento nacional por encima de la gestión,
el desborde publicitario oficial, la superpoblación de Epec, la sectorizada
podredumbre policial, los asaltos, arrebatos y homicidios y seguramente varios
etcéteras.
No se hablará tanto en la ciudad del caos
urbano, de las tinieblas, de las eternas asambleas de los municipales, del más
que previsible nuevo aumento del boleto, de las abusivas tarifas de taxis y
remisses que los harán circular vacíos o vegetando en las paradas, del fiestero
viaje del Lord Mayor, su vice y otros; de la falta de insumos en sectores
críticos y algunas lindezas que mejor es omitirlas.
El
gran trasero argentino ya recibió el primer pinchazo.
La anestesia, está servida.
CARROS Y CABALLOS, ABSURDO URBANO
Que las expresiones en desacuerdo con la
presencia y la operación de carros tirados por caballos en la ciudad, no se
vaya a interpretar como una injuria a la libertad de trabajar dado el contexto
social al que se alude, sino un llamado a la cordura, si es que existe en las
autoridades, para buscar a este asunto una solución definitiva.
Esos carros no pueden circular más por las
calles.
Hay que encontrar la manera de reemplazarlos
sin afectar la fuente laboral sobre todo cuando se conoce que hay casos de
familias enteras que sobreviven, por así decirlo, con esta actividad.
Pero no es posible que la propia
sensibilidad del ciudadano se vea afectada ya con demasiada frecuencia, por
accidentes que provocan esos carros, metidos sin ninguna medida de precaución
en el alocado tránsito urbano.
No es cuestión de indiferencia frente al
padecimiento de un jamelgo, maltratado y pésimamente alimentado, que solo por
su condición de bestia aguanta latigazos y otros castigos hasta el instante de
desplomarse.
Quien se aprovechó del animal, lo dejará
tirado y buscará otro que recibirá idéntico trato, aduciendo en su ignorancia
que no los alimentan porque es caro y no les alcanza con lo que ganan.
Es como si el taxista no le echara
combustible al tanque porque los precios volvieron a aumentar.
Si otros sistemas alternativos para la
recolección y selección de residuos, han dado resultados fuera de Córdoba, solo
es cuestión de instrumentarlos aunque demande para las autoridades un costo
político, por el riesgo social, que no quieren asumir.
En consecuencia lo que se impone es una
solución integral que proteja al sacrificado trabajador, que prescinda del animal
y que elimine no tan solo ese deplorable espectáculo callejero en pleno siglo
21, sino el enorme riesgo de accidentes que representa este tipo de actividad.
ENDEUDADOS A FUTURO
El pavoroso crecimiento de la deuda provincial
para algo sirve: es la explicación que muchos no encontraban para entender el
injusto tratamiento que reciben los jubilados con la postergación de su
mensualidad liquidada en forma inconsulta y caprichosa, la vigencia de la tasa
vial, la presión tributaria, la electricidad más cara del país, el despilfarro
en publicidad oficial, el tremendo descuido en la atención de la seguridad, los
baches en los servicios de salud y el oneroso despliegue para apoyar el
renovado delirio presidencialista.
Para los que ahora dilapidan las partidas,
gastan sin ton ni son, administran la provincia peor que a un kiosko, poco debe
importarles el crecimiento de una deuda que con
seguridad, si la gente aprende a votar con la cabeza y no con el bolsón,
no les tocará pagar.
Es probable que técnicamente existan casos
que el endeudamiento representa para la ciudadanía, un beneficio en
prestaciones tales como salud, educación, seguridad, vivienda, justicia,
caminos y otros servicios.
Lo malo que eso no ocurre entre nosotros, si
miramos unos 12 años hacia atrás en que nos viene gobernando el mismo signo
político, y lo único que se transfieren en cada renovación de mandato, son las
deudas y los problemas emergentes.
A estas deudas, así como los funcionarios parecen
ignorarlas, no las pagan los políticos sino el pueblo soportando estoicamente
las carencias.
Dirán que se hicieron cosas y no es mentira,
y caemos a lo de siempre: los gobiernos tienen la obligación de hacer las cosas
bien, no tan solo para esperar aplausos.
Para
eso prometen en las campañas, dan rienda suelta a su vocación demagógica y les
pagamos lo que cobran, muchas veces por encima de sus merecimientos.
Pero a las deudas, vale la pena repetirlo,
seremos nosotros quienes las paguemos.
Ellos ya se salvaron.
EPEC, UNA DINASTIA
Es para pensar en el derecho que les asiste
a los maestros en las escuelas, a los médicos y enfermeros en los hospitales o
a los administrativos de los ministerios.
Por eso tan subjetivo y meramente declamado
que es la cacareada igualdad ante la ley, Córdoba puede llegar a transformarse
en un inédito conglomerado de monarquías.
Los puestos de trabajo hereditarios que
pretende el sindicato que nuclea a los empleados de la Epec, no son otra cosa que el
blanqueo de una situación ya vigente en la municipalidad, porque el
nombramiento de parientes es corriente moneda de cambio que utiliza el Suoem
-según se comenta- en las negociaciones con las autoridades.
Es ridículo pensar que solo por ser
familiares ya están aventajando a cualquier otro candidato al puesto, como si
el parentesco fuera una garantía de capacidad y honestidad.
Los Romanof, los Ausburgo, los Tudor, los
Grimaldi y varios otros ejemplos, quedarán chiquitos al lado de los modelos
cordobeses, que pretenden hacer girar al revés los relojes de la historia.
El apellido se hereda solo para los
documentos, y de ninguna manera es un certificado de aptitud.
JUBILADOS MOTOCICLISTAS
El gobierno de la provincia ya le encontró
parte de la solución que están reclamando los jubilados.
Porque si con el dinero que dejan de
pagarles como corresponde puntualmente a los viejos, están apoyando a
industrias particulares que necesitan desprenderse de su sotck de motos en
plena caída de ventas, quiere decir que la sensibilidad social del gobierno, si
alguna vez la tuvo, ha desaparecido.
Se ha optado por darles una mano a los
armadores de motos para que sigan inundando el mercado, en lugar de terminar,
entre otras cosas, con la postergación de aquellos que todo lo merecen, menos
el insulto semestral de cobrar monedas, por sus aumentos que ya devoró la
inflación.
Es probable que la medida tenga algo de
contenido popular, porque posibilita el acceso de los más necesitados -de
dinero y de transporte digno- a un medio que les posibilite trasladarse.
Pero debieran acordar con los empresarios de
la Cámara que agrupa a los armadores de motos, una
mayor elasticidad a la hora de requerir a sus compradores el pago de las
cuotas, que percibirán por intermedio del Bancor.
No siempre los trabajos son eternos y menos
en estos tiempos, en que la demanda laboral está en un marcado tobogán.
Bueno sería informar, cuál es el porcentaje
de motos que se secuestran ya en la tercera o cuarta cuota impaga y que van a
parar a los depósitos, pocos las reclaman por falta de dinero y luego se
vuelven a vender.
De acuerdo con trascendidos, la cantidad de
estos casos es sorprendente, lo que se corrobora en los miles de secuestros que
se han hecho en los últimos días.
Comprar la moto posiblemente sea fácil, a
largo plazo y con bajos intereses.
Lo que nadie garantiza, es que se puedan
mantener.
NOS RODEA LA
VIOLENCIA
La vemos en las escuelas desde la primaria,
está en el tránsito desde la patineta hasta el camión, recrudece en las parejas
desde el noviazgo hasta las bodas de plata, nos conmociona en el deporte desde
el baby fútbol hasta los más cotizados profesionales, está presente desde
arriba hacia abajo con las suspensiones de tareas, en los despidos, en los
cierres de comercios, en la intolerancia generalizada, en el insulto a flor de
labios y en fin, nos golpea en casi todos los aspectos de la vida ciudadana.
Es su majestad, la violencia.
Y como en un lamentable retroceso hacia las
costumbres cavernícolas, nos enfrentamos demostrando toda la intolerancia que
podemos exhibir, creyendo cada uno tener la razón en cualquier tipo de
conflicto.
Pero como atenuante para algunos casos,
debemos reconocer que existen dos tipos de violencia: una, la que manifestamos
en lo cotidiano, desde los diferendos entre vecinos por la ocupación de una
vereda o una medianera, hasta los enfrentamientos armados con sus sangrientas consecuencias.
Otra, posiblemente la más dañina y
perniciosa, por lo impune, es la que viene de arriba, la que nos castiga con
otro tipo de intolerancia como es el engaño, el ocultamiento de la realidad o
la mentira.
Así es como se plantean situaciones que en
lugar de propender a la necesaria unión de los argentinos, a la armonía, al
reencuentro, profundiza las distancias y ahonda diferencias.
La violencia es el cáncer que nos está
disgregando, que está carcomiendo incluso las relaciones parentales, que está
separando amigos de años.
¿No será cosa, ahora, de hacer todos sin
excepción un gigantesco mea culpa, reconocer desaciertos y recuperar la cordura
del diálogo, de la convivencia, del respeto?
Porque solo saliendo de la violencia,
podremos recorrer el camino que nos lleve a la grandeza.
LA
MEGACAUSA
El Fiscal de Cámara en la engorrosa causa del Registro de
la Propiedad
hizo una síntesis de los hechos de la acusación, dadas las escasas referencias
abordadas en el transcurso del debate.
El Fiscal de Instrucción habló del contexto general por el que
sospechaba de los imputados, sin detallar cual habría sido la participación de
cada uno.
El primer defensor llamó a esto "falacia argumental" es
decir un argumento constituido por conjeturas y deducciones que no tienen
sustentos en la realidad y sin prueba. Se quejó de lo mismo que fue reconocido por
el fiscal: ninguno de los testigos citados se refirió al hecho investigado
y que es objeto de persecución.
Se manifestó que la fiscalía no realizó descripción de
las circunstancias de modo, tiempo y lugar en que habrían sucedido los
hechos, reemplazándolos por conceptos dogmáticos.
Así, se ha acusado con la íntima convicción, montando una imagen de mal
tipo, para terminar diciendo que entonces es responsable del delito.
Se manifestó que el Tribunal es el mismo que ha juzgado las otras causas,
que estamos todos pintados para el debate y que, en iguales circunstancias,
imputados vinculados a la familia judicial o diputados han sido sobreseídos en
forma poco clara.
Finalmente otro defensor expresó que los delitos deben perseguirse, pero
esto no puede hacerse violando todas las garantías constitucionales, base del
estado de derecho, principalmente el principio de inocencia. Expresó que este
principio no es un invento de los garantistas, sino que fue consagrado en la Revolución Francesa
y enseñado por todos los clásicos del derecho.
Soslayar todos los principios y condenar a cualquier costa nos coloca a
todos en situación de peligro y claramente en esta causa, no solo no se
respetan, sino que se han invertido las antiguas enseñanzas: en esta megacausa
se prefieren cien inocentes presos antes que un culpable libre, pero con una
salvedad: que ese culpable no tenga protección del paraguas político o
judicial.
POLICIA: ANTES QUE NADA, LIMPIAR ADENTRO
Es alarmante la inusual cantidad de casos
delictivos en los que participan efectivos policiales, que en los últimos días
ha tomado estado público con la detención de varios efectivos y el secuestro de
elementos que ellos, amparados en el uniforme que la sociedad les prestó para
que la defendieran, les robaron a víctimas de otros delitos perpetrados por
ladrones hechos y derechos.
Los hechos de diciembre pasado, cuando un
elevado número de efectivos optó por amotinarse para apoyar sus demandas de
mejoras, ya pusieron a la vista el alto grado de descomposición en la fuerza,
anarquizada por una crisis nacida en la falta de autoridad, más moral que
operativa.
Si el narcotráfico y el robo continúan
creciendo al amparo del uniforme azul, es porque los correctivos, si los hubo,
fracasaron estrepitosamente y es hora de enfrentar la situación en serio y sin
anestesia, porque de aquí a la descomposición social no hay demasiado espacio.
Y es la sociedad la que ha perdido el poco
respeto que alguna vez inspiró nuestra policía, donde revistan también
sacrificados y ejemplares exponentes que dignifican la tarea para la que están.
Se puede pensar en un relajamiento de la
disciplina como detonante que llevó a esta imagen devaluada, la presencia del
componente partidista más que político, el pago de favores a los amigos o lisa
y llanamente la ignorancia en el manejo estructural de una fuerza armada tan
importante.
Existen demasiadas sospechas acerca de la
presencia de gente con antecedentes penales en la planta de personal.
Por eso, más que remiendos circunstanciales
o pomposos anuncios, se impone una prolija limpieza interior de nuestra
policía, sin mirar a los que caen por imperio de la ley, porque es así como se
dignifica a los honestos.
De lo
contrario, el descrédito será el componente con el que la sociedad rotulará a
una fuerza imprescindible para garantizar la tranquilidad ciudadana.
Hace demasiado tiempo que la perdimos, y
merecemos recuperarla.