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26 de julio de 2018

Una historia de 2 x 4 --------------

EVA PERON Y EL TANGO
 
   Entre las tantas pasiones argentinas sobresalen dos: el tango y Eva Perón. La música por su carga emotiva que se la define como “un sentimiento que se canta y se baila” y Evita, un símbolo de las clases más postergadas por encima de la vieja oligarquía terrateniente.

   Cualquiera pudiera llegar a pensar que son escasos los lazos que pueden unir al tango con la histórica figura de María Eva Duarte de Perón, Evita, la abanderada de los humildes, la Jefa Espiritual de la Nación, segunda esposa de quien fuera tres veces presidente constitucional de Argentina, venerada hasta el punto de intentar convertirla en santa por parte de sus seguidores y resistida por los segmentos económicamente más poderosos del país.
   Y fue una señera figura del tango quien posibilitó que Eva Perón llegara a la gran ciudad allá por 1935 procedente de Junín, a donde la familia Duarte -Eva y cuatro hermanos- se había trasladado desde su natal población de Los Toldos, en la provincia de Buenos Aires.
   Esa figura de la música popular, según refieren algunos historiadores porque la mayoría de las precisiones biográficas fueron neutralizadas con el advenimiento de Eva Perón al poder, no era otra que el cantante Agustín Magaldi. Eva, nacida en 1919, por entonces no había cumplido 16 años cuando se quedó en la ciudad de las luces con el modesto equipaje de su vocación de actriz, escasos recursos económicos y un más que discreto nivel de educación.
   Triunfa en el campo actoral y los estudiosos asignan ese logro a dos factores: la falta coyuntural de mayores talentos en esa actividad y la notoriedad que le aportaba su participación en un programa radial con elevado nivel de audiencia.
   Su destino se aleja de las tablas cuando corría enero de 1944. La tragedia se había abatido impiadosamente sobre la ciudad cuyana de San Juan, asolada por un terremoto que arrojó miles de víctimas fatales, destrucción casi total y dolor e intemperie para los sobrevivientes.
   Y en un festival que la comunidad artística realizaba para recaudar fondos destinados a los damnificados, María Eva Duarte conoce al entonces coronel Juan Domingo Perón, un mes después ya convivían y regularizarían su situación sentimental dos años más tarde, contrayendo matrimonio en la intimidad y sin trascendencia pública.
   Otros dos años más transcurren hasta que Perón, militar y político ascendente, resulta electo Presidente de la Nación y es la primera dama quien abraza la causa de los desposeídos, motorizando una intensa actividad tanto en el campo político como en el social.
   Y todo esto acontece en el devenir de lo que ha sido denominada como la década de oro del tango, por el surgimiento de grandes orquestas típicas, el crecimiento abrumador de los locales para bailarlo, los clubes sociales y los salones donde solo se danzaba la música en boga.
   Paralelamente comienzan a surgir canciones con letras y títulos que homenajean tanto a Perón como a su esposa. Es probable que la primera manifestación creativa de los tangueros haya sido la marcha 4 de Junio, de los hermanos Francisco y Blas Lomuto, registrada por la orquesta de Francisco Lomuto con las voces de los cantores Alberto Rivera y Carlos Galarce, y grabada el 6 de junio de 1944.
   El 18 de septiembre de ese mismo año el sello Odeon pone a la venta la milonga de Enrique Lomuto, quien firmó con el seudónimo Julio Duval, Argentino cien por cien con letra de Ruben Fernandez de Olivera, conocido como Tabanillo, cuyo nombre real era Rubén Nicolás Fernández Barbieri. La orquesta era la de Francisco Lomuto con la voz de su cantor Roberto Torres.
   Luego vino la Marcha Peronista, de Rodolfo Sciamarella, registrada por Héctor Palacios acompañado por la orquesta de Miguel Zepeda, que nada tiene que ver con Los muchachos peronistas, la marcha emblemática del partido político que encabezaban Juan Perón y su esposa María Eva Duarte.
   Muchos de estos temas no se incorporaban al circuito comercial, sino que se grababan con el objetivo de ser obsequiados y también para su difusión en los actos proselitistas.
   Oda a Perón fue realizada sobre la melodía del vals Mis harapos, de Marino García, y una letra de ocasión de autor anónimo. La grabación fue realizada por el cantor Alberto Marino acompañado con guitarras en 1947 y hubo otra versión a cargo de Antonio Tormo.
   Rodolfo Sciamarella también fue autor de la letra de Evita Capitana, sobre la música de Los muchachos peronistas  en una versión vocalizada por Juanita Larrauri acompañada por la orquesta dirigida por Domingo Marafiotti y un coro a cargo de Héctor María Artola. Y una versión similar pero solo instrumental estuvo a cargo de la orquesta del Teatro Colón, más otra con Emilio Rios y su banda con la voz de Susy Diéguez.
   El tango Descamisado, de Antonio Helú y Enrique Pedro Maroni fue grabado por el cantante Héctor Pacheco acompañado por la orquesta de Alfredo Attadia, en una placa no comercial que en su lado B contenía Peronista, con los mismos intérpretes. Otro vinilo con La descamisada, una milonga que canta Nelly Omar con la orquesta de Marafiotti para el sello RCA Víctor, año 1951, contenía Es el pueblo, un tango con la misma vocalista acompañada por el coro de Fanny Day. También por entonces fue editada Marcha de la construcción con música y letra de Sciamarella, cantada por Hugo Marcel.
   En los estudios Ayacucho, el 1 de agosto de 1951, se realizó una grabación particular del tango Madrecita de los pobres, en directa referencia a Eva Perón, con la autoría de Félix Scolatti Almeyda y Alfonso Tagle Lara, y la voz de Irene de la Cruz. Esta versión no llegó a comercializarse.
   Hugo del Carril grabó Canto al trabajo, una marcha de Cátulo Castillo y Oscar Ivanisevich, acompañado por la orquesta del Teatro Colón dirigida por Alejandro Gutierrez del Barrio, el 25 de noviembre de 1948. La misma orquesta hizo otra versión instrumental, dirigida por Luis Ochoa, con el coro mixto del Colegio Militar y del Conservatorio Municipal. También Hugo del Carril, un cantor casi emblemático del peronismo, en 1949 grabó Versos de un payador a la Sra. Eva Perón y Versos de un payador al General Juan Perón, ambos con ritmo de milonga y letra de Homero Manzi. El cantante Oscar Alonso, tiempo después, grabó los mismos temas.
   Sciamarella también fue autor de Marcha del Plan Quinquenal, con la voz de Héctor Mauré y la orquesta de Silvio Vernazza y el coro de Fanny Day, en el año 1953. Alberto Marino, en 1953, cantó Peron-Ibañez, un tango con letra de P. Santillán, adosado a la melodía de Los muchachos peronistas.
   En homenaje a los juegos deportivos inaugurados el 20 de agosto de 1950, Sciamarella y Carlos Petit crearon la Marcha del Primer Campeonato de Fútbol Infantil Evita, con la orquesta de Silvio Vernazza, cantada por el Coro de Niños Santa Cecilia, destacándose la voz solista de un pequeño que por entonces tenía 12 años y con el tiempo se convertiría en una estrella internacional del canto popular: Luis Aguilé.
   María Eva Duarte de Perón, Evita, falleció a  las 20,25 del 26 de julio de 1952 a la edad de 33 años, víctima de cáncer.
   En ese instante, se transformó en mito nacional.

Gonio Ferrari
(Nota publicada en el portal
Tangocity.com  apelando  a

diversas fuentes históricas)

13 de agosto de 2012

EL TANGO Y LA DROGA

De Tangocity

El tango y la droga

   Varias son las creaciones en las que distintos autores hacen referencia, de diversas maneras, a sustancias alucinógenas. La droga como metáfora y en su forma de alusiones literales.

   Un trabajo referencial de alta categoría documental fue el que realizó Anibal D'Auría con el titulo Tango, marginalidad y drogas, en el que analiza puntillosamente las alusiones literales a las drogas y también su empleo metafórico que no es poco. En suma, determina el papel protagónico de las drogas en el imaginario cultural de la marginalidad que antes de 1940 expresaba el tango. En El taita del arrabal, de Manuel Romero se recrea la historia de un compadre temido por los hombres y buscado por las mujeres, que con origen de suburbio llegó raudamente a la vida nocturna y farandulera del centro. El tipo se afrancesa, luce corbata, se hunde en el vicio y a la postre muere humillado y con violencia mostrando que su derrumbe resultó tan rápido como su ascenso. "Pobre taita, cuantas noches/bien dopado de morfina / atorraba en una esquina/ campaneao por un botón…"
   La droga, en estas composiciones, constituye un indicador del ascenso social. En Micifuz, de Enrique P. Maroni y en Noches del Colón, de Roberto Cayol la droga asume idéntico papel. Es signo de poder económico y exquisitez social y de refinamiento. En Micifuz se lee "El hijo de un farabute,/el changador de la esquina,/ dopado con cocaína,/ pero si es para no creer…" Y en Noches del Colón: "Los paraísos del alcaloide/ por olvidarla yo paladeé./ Y así en las calles como soñando/ como un andrajo me desperté".

Los más conocidos

   En la difundida pieza A media luz, de Carlos Lenzi, se habla de un lujoso prostíbulo enclavado en Corrientes 348, pleno centro porteño, donde en el segundo piso "No hay porteros ni vecinos,/ adentro, cóctel y amor./ Pisito que puso Maple,/ piano, alfombra y velador." Y más adelante "Los domingos es danzante,/ los lunes, desolación./ Hay de todo en la casita:/ almohadones y divanes./ Como en botica, cocó …". Este último término era el sinónimo de cocaína en el argot porteño y "como en botica" equivalía a sostener que había drogas como en farmacia.
   Otro de los tangos, dentro de los más notables, donde se encuentran directas alusiones a la droga es Tiempos viejos, de Manuel Romero, cuando dice "Te acordás hermano qué tiempos aquellos./ Eran otros hombres, más hombres los nuestros./ No se conocían cocó ni morfina./ Los muchachos de antes no usaban gomina".
   Tiempos viejos es un tango de 1927, lo que hace sospechar la ausencia de cocaína y morfina en los predios tangueros anteriores a 1910 porque el protagonista, nostalgioso, evoca su juventud "cuando los hombres eran más hombres" sin apelar a los alucinógenos. Acerca de las alusiones literales a la droga pareciera que su consumo se emparenta con el poder adquisitivo, el ascenso social y la vida regalada. Aunque marque un punto máximo en el progreso individual desnuda asimismo, descarnadamente, el inicio del declive y la caída a un nivel inferior del que se había partido. Y es para subrayar que en el tango, el tema droga nunca aparece como apología, lo que sí suele ocurrir con el alcohol.

                                                                                                                                                                                  GONIO FERRARI

Fuente:
Tango, marginalidad y drogas
de Aníbal D'Auría
Publicado en www.tangocity.com

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GF Producciones Periodísticas Internacionales.
Córdoba / Argentina.
54-351-5084-873

30 de julio de 2012

Los amores del Zorzal

 

De Tangocity

 Los amores del Zorzal

  
Los amores del Zorzal

   No fueron pocas las mujeres que sucumbieron a la mentada pinta de Carlos Gardel. El Morocho del Abasto tuvo féminas de barrio, una “madama” de lupanar y acaudaladas señoronas. Más allá de los amoríos, ninguna recibió tanto cariño, idolatría y veneración como doña Berta, su “Viejita”.

   Siempre, los ídolos populares vivos o muertos, están rodeados de una aureola de misterio que procura, por lo general con relativo éxito, preservar los pormenores de su íntima vida amorosa. Las certezas y las habladurías alimentan el imaginario colectivo, que como si faltaran nombres y situaciones, suele inventarlas. Y un personaje como Carlos Gardel, de ninguna manera podía ser la excepción. Es probable que no existan registros con rigor histórico de sus andanzas de adolescente, porque recién con la notoriedad y la fama fue virtualmente imposible ocultar sus preferencias y sus escarceos. Además allá por 1916 con jóvenes 26 años a cuestas, sobrellevaba un peso de 118 kilogramos que lo obligaron a frecuentar el gimnasio, trotar y practicar pelota vasca bajo la atenta mirada y la supervisión del catalán Enrique Pascual, ex luchador grecoromano, kinesiólogo, boxeador, violinista y bandoneonista que atendía en YMCA (sigla en inglés de la Young Mens Christian Association). En sus incursiones como cantor debutante en cafés y restaurantes de la zona del Abasto y luego en lujosos cabarets, Gardel rindió sus primeros exámenes de efímeros romances.
   Terminaba 1913 cuando Razzano, para que se hiciera de unos pesos, lo llevó a cantar a un lupanar de la calle Viamonte  que regenteaba Madame Jeanne. El éxito fue notable y terminaron la noche en el Armenonville donde vocalizaron juntos y fueron llevados en andas por los concurrentes, entre los cuales estaba Jorge Newbery acompañado por varios amigos de la alta sociedad porteña. Los dueños del local quedaron tan fascinados, que contrataron al duo por 70 pesos, comida y bebidas a discreción por cada noche y Gardel, por entonces con 23 años, respondió que por esa plata cantaba y lavaba los platos. Fue el nacimiento de Gardel-Razzano y del romance entre el Zorzal y la madama, también apodada Ritana.
   Corría 1921 y de manera fortuita, Gardel quedó impactado por una jovencita de solo 14 años, al verla cruzar la esquina de Carlos Pellegrini y Sarmiento. Como se estilaba por aquellos tiempos, pidió que se la presentaran. Se trataba de Isabel Martínez del Valle, quien vivía con su madre viuda y varios hermanos. Al día siguiente el astro que ya era bastante conocido y con buenos ahorros, fue a almorzar con ella y su familia que de ninguna manera se opuso al romance pese a que la niña, de llamativo cuerpo y profundos ojos negros, era menor de edad. Gardel tenía 31 años y vivieron en concubinato por más de 12 años en una casa de Corrientes al 1700 sin descuidar la vivienda que compartía con doña Berta en Rodriguez Peña 451. Ireneo Leguisamo, mito viviente del turf al que Gardel era adicto, supo decir que ninguna mujer, como Isabelita, había dejado huellas tan profundas en el alma del cantor.
   La pareja durante un tiempo compartió techo con Doña Berta y la relación no prosperó porque ella no estaba muy conforme por la diferencia de edades, y por la enorme influencia que ejercía la familia de la piba, que permanentemente reclamaba dinero y obsequios. Isabel se enteró de las incursiones de su amado por la pensión de Ritana y un día decidió encarar a la madama que hablaba un español afrancesado. Ella reconoció que Gardel era su amante y que al cantor le había regalado un perrito pekinés (¡el mismo que Gardel le obsequió días después a Isabelita!). Eran tan firmes las evidencias, que la adolescente exigió a su amado que optara, recibiendo como explicación que solo se había tratado de una aventura intrascendente. La niña supo contar a sus íntimos que recibió como respuesta el consabido “…vos sabes gorda, que este grone te quiere solo a vos y nunca te olvidará ni te cambiará por otra”. La historia, ese implacable testimonio de la realidad, demostró que Gardel siguió con las dos.
   Corría 1931 cuando el Zorzal viajó a Francia, acompañado por Isabel, quien tenía el objetivo de estudiar canto en Milán con la profesora Gianina Ruzz. Allí se trasladaba el astro en los intervalos de sus actuaciones y esa ocasión de lejanía fue propicia para que le encomendara a su viejo amigo, el periodista Edmundo “Pucho” Guibourg, que hablara con Isabel para encarar el punto final de la relación, deteriorada por las ingratitudes y la prepotencia de la familia. En una carta a su administrador Armando Defino, Gardel le dice “Se acabaron las subvenciones mensuales y bajo ningún concepto debes darle un centavo más… quiero trabajar para mí, para poder darle una situación a mi viejita y para poder disfrutar con cuatro amigos viejos el trabajo de treinta años. Estoy dispuesto a no hacer más tonterías. La de Isabel y Cia. será la última (…) Si siguen cargándome se quedarán sin el pan y sin la torta. Que elijan”. Todo esto no impidió que tras la tragedia de Medellín, Isabel asumiera el papel de viuda, se unió en el dolor y en el luto a doña Berta y con frecuencia se las solía ver, juntas, en el cementerio de la Chacarita.

   Dentro de ese entramado que conformaban Isabel y la veterana madama Jeanne -o Ritana- durante su paso por Francia, Carlitos intimó con la matrona Sally Barón Wakefield, hija de Bernhard Baron, quien le había dejado una herencia que allá por 1929 se estimaba en cinco millones de libras, una cifra abrumadora para aquellos tiempos. Además, era dueña de la fábrica de cigarrillos Craven, razón por la cual sus íntimos la llamaban Madame Chesterfield. Ella, que se daba lustre con la amistad de Gardel lo distinguió con finas atenciones y apoyo monetario para la realización de sus películas. El matrimonio Wakefield ganó mucho dinero con los filmes y le cedían al Zorzal una enorme mansión en Niza, a donde solia aposentarse junto a su amigo Ireneo Leguisamo. La millonaria, de acuerdo con lo que sostienen algunos historiadores era norteamericana. Esta sexagenaria, si tenemos que hablar de presentes fastuosos supo regalarle un imponente auto negro con sus iniciales en oro colocadas en las puertas como así también una cigarrera del mismo metal con el monograma hecho en brillantes, pieza que está en poder de un coleccionista particular. La coupe Chrysler blanca modelo ‘31 única en Buenos Aires, fue también un regalo de los Wakefield y Gardel la usó hasta 1933.
   Asimismo entre sus conquistas de la ciudad luz aparece el nombre de Gaby Morlay, actriz de renombre con mansiones en París y en Niza que eran asiduamente visitadas por el cantor. Igual suerte tuvo en España con la tonadillera Teresita Zazá y una tal Blanquita, de Barcelona. Ni siquiera viajando Gardel perdía el tiempo: en el barco que lo llevaba de regreso a Buenos Aires entabló relación con una vedette que estaba noviando con un conocido deportista argentino: Gloria Guzmán, a quien consideraban la más bella de los escenarios porteños. Ambos artistas, según refieren los memoriosos de la época, compartieron muchas cosas durante la navegación pero al llegar al puerto cada uno volvió a sus menesteres. También ciertos historiadores refieren la convivencia que tuvo en 1925 con una joven brasileña que en 1923 viajaba en el mismo barco hacia Europa. Existe una carta de ella -la paulista Elsa Braga- que nunca llegó a manos del Zorzal, pues quedó en poder de una persona que recibía su correspondencia.
   Gardel y la actriz argentina Mona Maris, estrella de Hollywood donde trabajó con Gary Grant Y Humphrey Bogart, tuvieron una relación tan breve como intensa, dado que compartieron cinco semanas en Nueva York filmando Cuesta Abajo y la simpatía era recíproca, hasta el punto de plantearse la realización de otros filmes. Después de separarse, llegado 1935 Mona Maris se encontraba en el Hotel Savoy de Londres cuyo maître, gran admirador de Carlitos tuvo que darle la triste noticia de su muerte. Fue tal el impacto que según lo relatara la actriz, estuvo recluida, casi un mes sin comer.
   Un diario madrileño hizo alusión a la vedette Perlita Greco como novia del artista. En declaraciones periodísticas la dama supo afirmar que “A veces he pensado que él no quiso de veras a ninguna mujer, que su única y verdadera pasión era su madre”. Y en Montevideo, cuando corría 1937 apareció otra novia de Gardel, Magalí de Herrera, quien se dedicaba a la declamación cuando le dejaba tiempo libre su ocupación de manicura.
   Gardel las prefería latinas y bellas, aunque no le disgustaban las europeas consideradas frías. Tomando en cuenta sus amoríos y devaneos, de poco le debe haber servido ser compañero de dormitorio de Ceferino Namuncurá, hoy santo, estando pupilos en el Colegio Salesiano Pio IX entre 1901 y 1902.
   En el diario El Nacional de Bogotá, edición del 18 de junio de 1935, seis días antes de su ingreso a la inmortalidad, se publicó un reportaje a Gardel. Entre otras cosas, le preguntaron si era partidario del divorcio.
   “Debido a mi carrera -respondió- no soy partidario del casamiento”.

                                                                                        GONIO FERRARI

Artículo publicado en
  


26 de julio de 2012

EL TANGO CON CAMISETA Y BOTINES

ΤΟ ΤΑΝΓΚΟ ΜΕ ΠΟΔΟΣΦΑΙΡΙΚΗ ΣΤΟΛΗ

De Tangocity, publicado en un diario griego

 


GONIO FERRARI


EL TANGO CON CAMISETA Y BOTINES

   Los rioplatenses, entre sus amores más enraizados, tienen a la Vieja, el tango y el fútbol. No extraña entonces que cada club posea su “himno” en 2 por 4.

   No es un descubrimiento de los historiadores ni de los sociólogos sostener que entre los amores eternos, enraizados e indelebles de los rioplatenses, en el orden que cada uno quiera asignarle, están la Vieja, el fútbol y el tango. Son variadas e innumerables las creaciones con ritmo de tango, marcha y otros, ejecutados por orquestas típicas y renombrados vocalistas, como por ejemplo Racing Club, Independiente Club o el Himno a River Plate que grabara en 1931 Francisco Canaro con Ernesto Famá poniéndole su voz. También está Boca Juniors, de 1954 por Miguel Caló con Roberto Arrieta. Y cruzando el Rio de la Plata se detectaron emotivos reconocimientos como el tango Y siempre Peñarol, donde se mencionan hazañas y personajes de esa divisa en la década del ’50, que cantaba Luis Alberto Fleitas acompañado por la orquesta de “Pirincho” Canaro.


Made in Avellaneda

   Hurgando en los antecedentes, aparece como unas de las primeras grabaciones que aluden al Racing Club, las que hicieron Oscar Cobián y Roberto Firpo, allá por 1913 y dos años más tarde, una de Francisco Canaro. Pasó bastante tiempo hasta que Carlos Di Sarli en 1940, Angel D’Agostino en 1946 y Rodolfo Biagi en 1950 llevaran sus creaciones a la insobornable memoria  del disco. Sin embargo ahora se sabe que una versión anterior de Alfredo Gobbi (h) en 1949 fue considerada de alta calidad con relación a las otras. No hay que dejar de lado, en honor a la historia, una inédita grabación en vivo realizada en Montevideo cuando corría 1941 por parte de la orquesta del celebrado bandoneonista Aníbal “Pichuco” Troilo.
    Y Agustín Bardi, otro de los grandes creadores de música, tituló una de sus obras con el nombre de Independiente Club, dedicada al Rey de Copas o Los diablos rojos. En 1953 fue Héctor Varela, un reconocido fanático de los Diablos rojos de Avellaneda el autor del tango homónimo, registrado para el sello Pampa.


El ciclón de Boedo

   Al amparo de la sombra que generosamente ofrecía la parroquia de San Lorenzo de Almagro, allá por 1907 nació lo que primero fue Los forzosos de Almagro, con camisetas color borravino, puños y cuello blancos, atuendo que duró un par de años hasta que se impuso el actual azulgrana. Y en homenaje al primer campeonato conquistado por el club de Boedo, el bandoneonista Luis Servidio dedicó un tango para festejar esa hazaña deportiva. Cuatro años después y en coincidencia con otra importante conquista azulgrana, José Rebolini y Carlos Pesce compusieron San Lorenzo. Por aquellos tiempos, el ala derecha del equipo superior, campeón en 1927, estaba integrada por Carricaberry y Maglio, este último, hijo del célebre “Pacho”. No fueron las únicas expresiones musicales alusivas, porque también hicieron lo suyo Francisco Caso y Francisco Lio, sin dejar de lado el tango El ciclón, de Anselmo Aieta y Francisco Laino, aparte de Azulgrana, hermosa creación instrumental de Osvaldo Requena.


Boca-River, un clásico

   El equipo de la ribera ha sido uno de los más homenajeados con tangos alusivos, como por ejemplo el registro de Juan D’Arienzo en 1946 titulado Azul y Oro, de Eduardo Aguirre o José Basso quien registró Once y uno, llevado al disco en 1952. Allí aparece por primera vez una mención al “jugador número 12” como se denomina hasta la actualidad a la barra de simpatizantes boquenses. Miguel Caló aportó el tango Boca Juniors y hubo muchas otras expresiones de homenaje y reconocimiento a la trayectoria deportiva. Viene al caso recordar la trascendencia que alcanzó Julio Elias Musimessi, jugador boquense  nacido en Chaco, más conocido como “El guardavalla cantor”, quien dejó para la posteridad el chamamé Viva Boca, con autoría de Américo Cipriano y Eduardo Pauloni, registrado para el sello TK.
   En cuanto al Club Atlético River Plate, del barrio de Núñez, de acuerdo con las estadísticas vencedor en 31 campeonatos de la primera división dentro de la era profesional, recibió como uno de los tantos y sentidos homenajes, una versión del maestro Francisco Canaro, el Himno Oficial de River Plate y otra de Leopoldo Diaz Vélez con el título de “Tarzán” en inequívoca y merecida alusión al sempiterno Amadeo Carrizo, histórico y recordado  guardavalla del equipo superior de la banda roja, llevado a los registros por Armando Pontier y Alberto Podestá.


A platenses y jugadores

   La gente vinculada con el tango no se limitó a reconocer trayectorias ni conquistas deportivas solo de los equipos más empinados, considerados “grandes”. Gimnasia y Esgrima de La Plata, en 1933, fue homenajeado por el bandoneonista Horacio Pezzi, quien junto con Carlos Espíndola le dedican su tango El expreso de La Plata. Y casi dos décadas después, en 1950, Ernesto Rossi y Francisco Rotundo compusieron Estudiantes de La Plata, un tango instrumental con el que establecían un necesario equilibrio en la balanza por la vieja puja futbolera que ya se había instalado en la ciudad de las diagonales.
   Allá por 1928 se dieron ejemplos cercanos a la idolatría hacia dos destacados futbolistas. Osvaldo Fresedo inscribe Tarasca solo, cantado por Antonio Buglione en homenaje a Domingo Tarascone, un notable delantero boquense y Ochoita, en reconocimiento a Pedro Ochoa, un gran gambeteador del Racing Club de entonces. Y en 1923 Miguel Padula compuso El mortero del globito en alusión a Emilio Masantonio, destacado jugador de Huracán y Lemita, donde resalta la trayectoria de Jaime Lema, arquero que pese a su baja estatura, fue figura descollante en el arco de San Lorenzo de Almagro, campeón en 1933.


Versiones memorables

   Aparte de todas las creaciones que surgieron para destacar a las instituciones vinculadas con el fútbol, cabe recordar versiones memorables de temas afines que dejaron para la posteridad los grandes del tango. Largue esa Mujica, Patadura y Mi primer gol, por Carlos Gardel; la número 5, por Alfredo Gobbi con Jorge Maciel y relatos de Fioravanti; el inolvidable El sueño del pibe, por Osvaldo Pugliese con Roberto Chanel o Ricardo Tanturi con Enrique Campos; Campeones olímpicos, vals de Juan Rodríguez con acompañamiento de guitarras; Para vos, Chirola, por Héctor Varela; a José Manuel Moreno, por Francini y Pontier; El taladro, por Alfredo de Angelis y muchísimos más, que contribuyeron a la historia del tango en base a remembranzas, emociones y nostalgias.

                                                                                                         GONIO FERRARI


Πηγή / Fuente: εδώ.