Desgrabación de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los buenos” edición nº 832 del domingo 26 de mayo de 2024, emitido por la AM580 Radio Universidad Nacional de Córdoba.
Una anticipada y necesaria aclaración
MI OBLIGACIÓN PROFESIONAL ME IMPULSA
PEDIR A LOS OYENTES, SEPAN DISCULPARME
Siempre he sido coherente con mis principios en cuanto al ejercicio de esto que es más un vicio que una profesión y me refiero al periodismo.
Y uno de los detalles que destaca en la actividad es el respeto por el lector, el televidente o el escucha, merecedores de todas las consideraciones posibles porque son el verdadero sostén de cualquier expresión que busque expandirse.
Confieso y es complicado tan siquiera intentar disimular que no estoy en óptimo estado de salud, aunque mi mal actual no sea contagioso porque pondría en riesgo a tantos voluntariosos compañeros y compañeras, a los que sin necesidad de nombrarlos ustedes bien saben que se trata de locutores y locutoras, operadores y operadoras, técnicos en general y todo el personal que me rodea en esta patriada casi quinceañera que empujamos juntos, en esta casa madre de tantos profesionales como son los SRT de nuestra cuatrisecular Universidad Nacional de Córdoba.
Intentaremos, lo quiero y necesito intentar en lo personal, por los trascendentales tiempos que estamos viviendo los argentinos, cumplir con esta edición nº 832 de S.L.B. con dignidad profesional, aunque el producto llegue a mostrar fallas, baches y otros detalles negativos que le quiten calidad o lo que dignamente pretendemos y perseguimos como objetivos desde siempre.
Les agradezco tengan indulgencia a la hora del juicio, pero la intención es mostrar, pese a los errores que podamos exhibir hoy, que todavía conservamos una alta estima por nuestra dignidad periodística.
Hoy tendremos más música que palabras y eso a veces es necesario.
Mil gracias a todos y todas…
Lejos de lo apocalíptico que muchos querían…
ESCENARIO DE PAZ: CORDOBESES Y UNA
DEMOSTRACIÓN QUE SOMOS CIVILIZADOS
Cuando a los argentinos nos toca vivir horas cruciales como las actuales, metidos de prepo por las circunstancias, en una calesita desenfrenada y loca, es que estamos obligados a demostrar nuestro cabal sentido cívico que recuperamos allá lejos, en 1983 cuando pudimos retomar el ejercicio de un estilo de vida tan maravilloso como lo es gozar la Democracia.
Pocas horas antes, cuando los agoreros de siempre y de manera especial quienes cobran por ser así, fantaseaban miserablemente con una fractura institucional, y se empeñaban en su vieja costumbre de disociar, la serenidad que poco a poco le fue ganando a la estupidez ponía las cosas en su lugar, posibilitando, con absoluto respeto, que pudiéramos transcurrir antes, durante y después de la fecha patria, en una paz lograda mediante previsión, mesura y cumplimiento de las advertencias oportunamente anunciadas, en el sentido que no se tolerarían los excesos o abusos de la fuerza bruta que provinieran de ningún sector.
Pero como siempre, aquellos que tuvieron años para enriquecerse dentro de las crisis que soportamos todos los argentinos, hicieron todo lo posible para
malograr lo que debía ser y fue, una fiesta cívica donde la madurez y la prudencia, fueron elementos básicos para que no se transformara en el caos que proyectaron, fomentaron, pagaron y fabricaron, y de poco sirvió para enturbiar el doble festejo, que era la coincidencia con aquel día en Tucumán de 214 años atrás y este día en nuestra Còrdoba de hoy, corazón nacional.En el comienzo, allá en Buenos Aires donde atiende Dios, el arzobispo tuvo la serenidad de recitar su letanía de reclamos que fue recibida dentro de un ambiente normal frente a lo previsible de sus planteos.
El presidente fue cauto, se ocupó de anunciar que bajaría impuestos condicionando tal medida, no muy casualmente que digamos, a que se aprobara la “ley bases” y reiteró su convocatoria a la amplitud de un acuerdo, con neta característica multisectorial.
¿Que se registraron algunas escaramuzas? Era inevitable,..
Si tomamos seriamente en cuenta que al ir creciendo en la ciudadanía, esas humanas ansias de alcanzar una superación en todo lo que hace a la deteriorada calidad de vida de los argentinos del llano, porque no son pocos los que amasaron fortunas, muchos de ellos figurando como paladines de los trabajadores, que salieron al ruedo cuando les tocaron las obras sociales y las otras chequeras que manejan con descontrol e impunidad, olvidando su oprobioso silencio de varios años, cuando el salario de los trabajadores se deterioraba día a día mientras ellos viajaban por el mundo, trenzaban políticamente y atendían sus inversiones.
Por supuesto y consecuentes con sus prontuarios en el capítulo de las censuras, se supone que fueron algunos desubicados “guardianes de la ley” los que atacaron a dos periodistas de La Voz en la esquina del desaparecido Banco Social.
Todos los otros detalles de la visita presidencial ya ocuparon generosos espacios tanto en radio como en televisión y también por la redes sociales tanto desde Buenos Aires como localmente, por lo que me parece prudente, en nuestro ánimo de no contribuir al caos, dar por sentado que la ciudadanía ya habrá tomado conciencia de la realidad tras analizar todo lo acontecido, como para aburrirlos ahora con el mismo tema.
Por eso, nuestra decisión refrescante de apelar a la música maravillosa para que si existen todavía ánimos encrespados, serìa posible recapitular acerca de las más recientes horas en las que, presentes o ausentes del centro de las multitudes, hayan captado las enormes ventajas que para la conciencia ciudadana, contribuye la observancia del orden, del respeto, del silencio sin bombas y del ambiente sin esa ofensiva y dañina negrura que aportan, entre otros detalles, la quema de neumáticos y el daño que provocan.
El aire es otro ¿verdad?
Y el espíritu ciudadano, también…
Y pensar que han pasado 214 años…
QUE LOS DESENCUENTROS NO SIGAN SIENDO
RÁPIDOS E IMPLACABLES COMO LOS RELOJES
Cada vez que el calendario nos acerca al 25 de mayo se me ocurren tantas cosas para decir, que a la vuelta de los años y recapitulando en la memoria, llego a la conclusión que no hay mucho que revelar sobre la Patria aunque mucho queda -y es la descarnada verdad- para hacer por ella, la recuperación de los valores cívicos, el regreso a la abundancia del trabajo, como asimismo y en sentido opuesto, al final del clientelismo que no es otra cosa que un incentivo a la vagancia y una imperdonable injuria a la dignidad del trabajo, la responsabilidad y el patriotismo.
Si hacemos números veremos que ya superamos ampliamente los dos siglos como Nación y nos queda la desagradable impresión de haber desaprovechado las valiosas lecciones de nuestra propia historia y si le buscamos el origen a esta afirmación bastaría recordar que ya en la escuela primaria desde mediados del siglo pasado -por citar una fecha de referencia- nos vienen metiendo en la cabeza desde allá lejos, en algo parecido a la simpleza sin complicaciones, transformándonos en cómplices y encubridores de los desmemoriados o amnésicos, procurando hacernos entender que la Patria es la bandera, la escarapela, el Himno Nacional o los retratos sonrientes de candidatos o candidatas a gobernarla.
Esto viene porque desde sus albores los políticos coinciden, pensando a la Patria como la construcción de una gigantesca obra para nuestro bienestar y para todos los hombres de buena voluntad que quieran habitar su suelo.
Y cada 25 de Mayo desde que me acuerdo, hoy a 214 años de aquella gesta, vuelvo a considerar oportuno pensar en voz alta y a mi modesto entender qué es la Patria, sin grietas ni odios; sin rencores ni venganzas, desde mi simple condición de ciudadano.
Debe ser la Patria el paraíso donde podamos vivir en paz y en libertad porque representa decencia, trabajo, entrega y sacrificio.
La Patria no es el bolsón, el subsidio o la beca para no trabajar.
Es honestidad a ultranza; entrega, amor por las raíces y generosidad con nuestro prójimo.
La Patria es construir y no mentir y es un compromiso con el futuro de todos, más allá de cualquier diferencia o distancia porque es buscar el bien común.
Es gobernar y obrar sin soberbia ni autoritarismo.
La Patria es administrar honradamente lo que tenemos y elaborar aquello que necesitamos.
La Patria, por muchos burdamente devaluada en su concepto, es educación, seguridad, justicia, trabajo y salud para todos, sin elegidos ni marginados.
La Patria también es el respeto a los que piensan distinto y a la Patria la hacemos en la ciudad y en el campo.
La transpiramos en la calle, en las escuelas y en el surco.
Más nos demandará llegar a gozarla, cuanto más tardemos en empezar a construirla.
Peligrosamente nos estamos resignando a perder demasiado tiempo mientras seguimos aguardando la bonanza de aquella Revolución que se inició en 1810.
La Patria no crece porque mediáticamente se lo declame.
La Patria no es un reñidero para que desborden las pasiones y triunfe la intolerancia.
La Patria es el diálogo, el debate, el disenso, la discusión. No es de civiles ni de militares, sino de argentinos.La Patria no ha sido ni será el fútbol para todos ni el mundial cada cuatro años.
La Patria no es Menéndez ni Videla, pero tampoco lo son Firmenich ni Grabois.
No lo es de los ricos ni de los pobres, sino de los ciudadanos probos y honestos.
La Patria no es de los enriquecidos dirigentes sindicales ni de los que se creen inteligentes por aparecer diariamente en la TV y que en lugar de producir viven pensando paralizar el país por caprichos sectoriales o como apoyo a políticas equivocadas que impone el poder y eso no es patriotismo.
Porque a la Patria la dignificamos con el trabajo, y cuando disminuye o no hay, es necesario crearlo, porque la Patria es producción más que dádivas.
La Patria es también rebeldía ante la injusticia, cariño por lo nuestro y respeto hacia el prójimo.
La Patria envilecida por la corrupción, solo se cura con justicia honestamente independiente y no con la obediencia debida de algunos jueces.
Esta Patria será grande cuando estemos unidos, y juntos derrotemos a los fantasmas de la discordia y las miserias que se fortalecen con los resentimientos.
Parece cosa de locos y para sociólogos, que la Patria todavía no tenga definida su identidad.
La va a tener, cuando podamos coincidir pobres y ricos, ciudad y campo, profesionales y estudiantes, civiles y militares, peronistas y radicales, izquierda y derecha, rubios y morochos, para convencernos que la única bandera del país debe ser la celeste y blanca del esfuerzo y del sacrificio con decencia.
Será el día maravilloso y mágico que marcará la verdadera fecha de nuestro alumbramiento como Nación.
Trabajemos unidos, codo a codo y empecemos ya, desde arriba hacia abajo, para que la desunión y los desencuentros que nos reprocha la historia no sigan siendo -como ahora- más rápidos e implacables que los relojes.
Megacausa del Registro de la Propiedad
LA TRANSPARENCIA SEGÚN LO ESTIMAN EN
WASHINGTON LO QUE OSCURECE LA CAUSA
Se dice que algo transparente es claro, evidente y se comprende sin duda o ambigüedad, agregando que un cuerpo transparente permite ver los objetos con nitidez a través de él.
En la causa del Registro de la Propiedad de Córdoba, donde se manejan demasiadas situaciones especiales, se pueden enumerar algunas de ellas bastante curiosas en las audiencias, como los casos de que testigos convocados por la misma fiscalía declaren no conocer los hechos motivo del juicio o no haber estado en el lugar, que no recuerden lo que habían declarado previamente, o que su testimonio se base en cosas que escucharon decir.
Resulta llamativo que a lo largo del proceso no se cite ni interrogue a ningún alto funcionario o responsable de la repartición y quizás inédito, que se ordenara apagar las cámaras de filmación en un juicio al mencionarse ciertos nombres, todo esto sumado al sello particular de la prisión preventiva sistemática, la condena anticipada y la comisión especial que la confirma, un tríptico convertido ya en su marca registrada o en una especie de ADN de este caso tan sugestivamente especial.
Este combo del accionar judicial configura situaciones poco claras, nada evidentes, dudosas, ambiguas y difíciles de comprender y poco nítido puede verse a su través.
La Fundación para el Debido Proceso Legal, organización con sede en Washington, destaca que la transparencia es condición fundamental para la independencia judicial que garantiza la justicia, y a tenor de esta definición podría pensarse que algo empaña la transparencia judicial en este proceso y hasta tanto no se limpie, será bastante difícil hablar de justicia.