Desgrabación
de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los
buenos” que difunden en dúplex AM580 Radio Universidad de Córdoba y la 88.5 FM.
En la emisión del 26/11/17 estos fueron los temas principales:
EL DRAMA DE NUESTRO
SUBMARINO EN EL ATLÁNTICO
No es verdad que todo ha
terminado.
Terminará cuando los mecanismos
del Derecho y la fuerza de la Democracia hagan el esfuerzo común, para evitar
que la tragedia tome ese oscuro e indeseado camino que lleva a la impunidad,
que es el umbral de muchos olvidos y la vil negación de la historia.
Es una suerte que los
argentinos, a fuerza de pesares que supimos conquistar o padecer, hayamos
comenzado a recuperar ese elemento fundamental en el devenir de los pueblos,
que es la memoria aunque sea necesario que para su ejercicio absoluto y valioso,
se concrete totalmente porque su parcialización es una de las formas más
despreciables con la que se viste la mentira.
Ocultar es otro de los
disfraces del embuste.
Negar la realidad a sabiendas,
manipular la información o inducir reacciones determinadas, es la práctica fina
de aquellos que carecen de argumentos y de solvencia moral como para afrontar
situaciones adversas o no estar en condiciones de asumir su propia ignorancia
frente a cualquier crisis.
Es cierto que el amarillismo
periodístico se alimenta de chismes y de versiones de dudosas fuentes, pero
está en el buen criterio -si lo tuviese- de los funcionarios encargados de
comunicar, la manera más honesta de hacerlo.
Los delirios incontenibles
hablaban de conspiraciones extranjeras, de venganzas británicas, de hipocresías
chilenas, de entrenamiento soviético, de espionaje norteamericano y otras
gansadas que se mezclaban con el agradecimiento a Perú y el abrazo a los
hermanos de Brasil.
Pero de autocrítica o de asumir
notorias y documentadas responsabilidades en el amplio arco político, todos se
peleaban para esquivarle el traste a la jeringa.
¿Habrán pensado en el horrendo
martirio del encierro y la cercanía del fin?
¿Se les habrá cruzado por el
alma, que alguno de los 44 podía ser su padre, su hijo, su hermano o
simplemente un compatriota?
Se privilegió maltratar a
mansalva ante la falta de coincidencia en el análisis de lo que pudiera haber ocurrido.
De buenas a primeras
aparecieron submarinistas con experiencias más en ignorancia que en
conocimientos, sabihondos analistas de utopías y agresivos acusadores
improvisando cadalsos y paredones.
Todo esto, en un previsible, oscuro
y tétrico escenario de ausencias, acusaciones cruzadas y conjeturas más propias
de vendedores de humo que de políticos con chapa de serios, y esto en ellos, los
de todos los colores, como si la charlatanería fuera contagiosa y no existieran
los antídotos, apelando a la verdad dolorosa pero verdad al fin.
Fue y es la imaginación y los intereses de los vivos frente a la silenciosa indefensión de los ausentes.
Y es para repetirlo: no es
verdad que todo ha terminado, porque este sospechoso capítulo de nuestra
historia recién se comienza a escribir. Hemos pagado con 44 vidas un precio
demasiado oneroso que carcome los poco seguros cimientos de la razón y el
respeto por las instituciones de la República.
Es hora de asumir el luto,
enjugar llantos propios y ajenos y empezar a acostumbrarnos que la verdad con
sinceridad es el único camino hacia la paz y el reencuentro sin odios, grietas
ni revanchas.
El homenaje es para los
mártires que ya no están, pero estaremos siempre con ellos, con nuestro
agradecimiento por el patriótico sacrificio.
Y que lo sepan los
despreciables padres de todas las patrañas, infundios y ocultamientos: con una
mentira puede irse muy lejos, pero sin esperanza de volver.
Llorando con el alma, una
lágrima de sal multiplicada por 44.
Una tumba demasiado pequeña
para la enorme magnitud del sacrificio.
Y una súplica de perdón por
todas las barbaridades y tonteras que desde la pasión, la ignorancia, el
resentimiento o el fanatismo se dijeron -y podemos haber dicho- en nombre del
dolor.
Si existe un Dios, le roguemos
por su justicia.
EN DEFENSA DEL TURISMO
Y DEL TURISTA
Algunas voces en disconformidad
se alzaron en el ambiente ligado con el turismo cordobés, cuando trascendieron ciertas
medidas que adoptará la gobernadora de Buenos Aires, doña María Eugenia Vidal,
para estimular la afluencia de visitantes a Mar del Plata.
Entre ellas, les prestaría sombrillas
y sillas de lona o de plástico, de esas para tenderse a tomar sol, a título
gratuito pero con cargo de devolución.
¿Es que eso tiene algo de malo?
Es puro márketing, tentadora
oferta y luz de alarma para los abusadores que cobraban altas sumas por algunas
piojosas sombrillas y las carpas en las playas que cuestan más que un
departamento.
Eso se llama cuidar el bolsillo
del visitante, mimarlo y fidelizarlo para venideras temporadas, en lugar de
despojarlo, cobrarle barbaridades por los servicios en general de medio pelo y
después vienen los lamentos cuando afloja el caudal de veraneantes.
En Córdoba no es mucho lo que
se hace para promocionar, salvo los dineros que se gastan en campañas
publicitarias fuera de la provincia, en métodos ya percudidos y gastados, sin
imaginación y con escasa sorpresa, salvo cuando después de almorzar o cenar
llega la cuenta con los abusos de siempre.
En época veraniega hay que
andar penando para conseguir efectivo en los cajeros automáticos especialmente
en fines de semana y eso no puede ser en lugares turísticos, porque desaniman,
estresan y crean un entendible odio de quienes se ven afectados, y es capaz que
por eso no vuelvan nunca más.
Córdoba no es tan solo el Cucú
de Carlos Paz, la fiesta de la cerveza en Villa General Belgrano o los
festivales gauchos tanto de Jesus María como de Cosquín, sino que la propuesta
es enormemente variada, pero poco se ocupa el Estado de hacerla conocer.
Cuando regrese la imaginación a
las campañas y a las ofertas, seguramente mucho habremos ganado, y poco nos
afectará que Mar del Plata regale sombrillas y camastros.
Y por último, algún esmero
habría que poner en eso que le llaman “la farándula” que muchas veces se trata
de grupos de amigotes del escenario que se juntan para pasarla bien y cosechar
algunos cospeles, aunque la propuesta que presenten sea lamentable.
Ya vendrán los tiempos de
vacaciones y podremos evaluar si estamos en lo cierto o también somos resultado
del escepticismo.
EL CASO MALDONADO
CONTINÚA ACTIVO
Desde sus inicios, el caso
Maldonado estuvo rodeado por una excesiva politización e ideologización, muchos
buscando aprovechar su impacto en la inminencia de elecciones, tanto para una
vereda como para la otra.
Se tejieron mil conjeturas, se
mintió a mansalva, se burlaron de la justicia con un festival de falsos
testimonios, pistas tendenciosas y fantasías como el juego de los prismáticos
perdidos o la agudeza visual de algunos vivillos.
Ciertos gremios aprovecharon
para intentar sumar, a sabiendas que estaban influyendo negativamente en la
sociedad, como cierta dirigencia docente que se empeñó en adoctrinar a niños de
primaria vendiéndoles la responsabilidad de Gendarmería como autora de un
secuestro y desaparición.
Era la forma que tenían de
debilitar a un gobierno que venía demostrando, pese a ciertos descontentos de
la gente, que los números del comicio no serían favorables a la que ahora es
oposición.
Así las cosas transcurrieron
los días y el festival del macaneo envolvió a muchos funcionarios actuales,
pero más a los que preferían seguir endilgando responsabilidades al Estado como
culpable de la desaparición de Santiago Maldonado, a quien ciertos personajes
“vieron” que hombres de la Gendarmería se lo llevaban a la rastra, hasta
desaparecer de la escena.
Idas y vueltas, versos y
novelas, la cuestión es que tras el hallazgo del cuerpo comenzaron a surgir
dictámenes técnicos y científicos que echaban por tierra ciertas pretendidas
operaciones militares de desaparición, como en los viejos tiempos.
La ciencia en la sabiduría o el
conocimiento de más de medio centenar de expertos dictaminó sin lugar a dudas
que la muerte se había producido al ahogarse en el rio el símbolo de una
protesta que muchos aprovecharon salvajemente, lo que no tiene perdón.
Aquellos que les metieron a los
chicos la idea y la imagen del Estado malo, no saben ahora de qué disfrazarse y
no tienen la hidalguía ni el valor de reconocer su equivocación y tratar de
remediarla.
Entonces dejan margen para pensar
que parte de la familia de Santiago Maldonado sigue empecinada en afirmar que
fue un caso de desaparición forzada, para conseguir que alguien se incline por
la culpabilidad del gobierno, tras lo cual podrían sin dudas accionar
civilmente.
El muchacho se ahogó; nadie lo
golpeó ni lo torturó porque según los expertos, un cadáver dice más que un
preso vivo.
Y como es lógico dadas las
circunstancias, no faltan aquellos que sentencian que para conseguir esa
culpabilidad que tanto ansían, existen más de dos millones de razones…
LA MEGACAUSA NO SE
DETIENE
Siempre
resulta satisfactorio saber, o creer al menos, que la Justicia se ocupa
de responder al persistente reclamo de lucha contra la corrupción.
En este
sentido, el Poder Judicial no escatima en mostrar algunas acciones en
coloridas, extensas, y probablemente costosas páginas de los periódicos y
aunque resulta bueno enterarnos de su accionar, tan pomposa exposición
mediática en algunos casos trasciende lo jurídico, avalando el debate y las
dudas sobre “falsos” culpables y “verdaderos” impunes.
Este es
el reclamo que, en la causa del Registro de la Propiedad de Córdoba, mantienen
perseverantemente un grupo de imputados que defienden su inocencia,
esgrimiendo a su favor irregularidades en el proceso judicial que han
sido convalidadas por organismos internacionales, como la prisión
preventiva masiva y sostenida, convertida en pena anticipada, de personas
comunes y sin antecedentes, los juicios a cargo de una sola comisión
especial, reiteradamente recusada por su parcialidad, el mantenimiento del
proceso repitiendo juicios a los mismos imputados una y otra vez, y el
perfil de condenados que no incluye a ningún funcionario de alto cargo, pese a
las acusaciones en su contra.
Este
patrón no se corresponde con el de otros países donde se persigue, con sensata
objetividad, a personas con dinero y con poder.
Ninguna
respuesta hay desde la Justicia a este planteo.
Los “de
arriba”, en la causa del Registro, son invisibles, inimputables, (in)-carcelables,
(in)-juzgables, (im)-perseguibles, impunes.
En esta
manifiesta y palpable desigualdad, lejos estamos de remover la
corrupción.
SODA CÁUSTICA EN LUGAR DE GASEOSA
De sólo
pensarlo, se me eriza el alma, cuando lo que te viene bajando por la garganta
es el fuego de la soda cáustica en lugar de la ansiada frescura de una gaseosa.
Eso fue
lo que le ocurrió a Marcela Apanían 20 años atrás cuando ocupaba una mesa en el
restaurante “La parentela”, coqueto espacio gastronómico enclavado entonces
sobre avenida Pueyrredón casi en su esquina con La Cañada.
Naturalmente, se quemó hasta las entrañas y más de un especialista
dictaminó que para nada tenía asegurada la supervivencia, por las lesiones
irreversibles que le había producido ese líquido nefasto que algún imbécil
descargó en una botella de gaseosa.
Atendida en el Hospital Córdoba, las manos milagrosas de los médicos
Uribe Echevería y Bustamante aplicaron sus sólidos conocimientos y consiguieron
resguardarle la vida tras múltiples intervenciones, incluyendo una en los
Estados Unidos que pudo solventar con unos pesos que le entregara la compañía
de seguros.
Marcela,
lógicamente no era la misma, condicionada absolutamente en todo, especialmente
a la hora de alimentarse porque era y sigue siendo un martirio hacerlo por las
consecuencias del desafortunado episodio.
Quien
era el responsable propietario de dicho local de comidas, Juan de Dios Castro
jamás se acercó a Marcela con su apoyo o con la simple curiosidad por su grave
estado.
Tres
años después, en el 2000, la Justicia cordobesa lo condenó a 20 meses de prisión
en suspenso, lo inhabilitó por tres años para su dedicación a la gastronomía -era
dueño también de otros locales del ramo- y a la realización de tareas
comunitarias.
De
acuerdo con lo comentado por Marcela Apanian, el empresario no cumplió con
ninguna de tales pautas y no le pagó ni un mísero peso de los 177 mil a que
fuera condenado a entregarle.
Ella
trabaja en el Hospital Córdoba hace una década y media y allí solía cruzarse
con Castro, quien, aunque usted no lo crea, de vez en cuando cumplía con esas
tareas comunitarias a las que fuera tan levemente condenado.
El tipo
de insolventó y nuestra Justicia siestera no se ocupó de controlar que
cumpliera la sanción que pesaba sobre él.
Nunca
tuvo una palabra de disculpa, ni ofreció ayuda, ni tuvo el coraje y los riñones
para reconocer su deuda con Marcela Apanián, quien quedó con una discapacidad
permanente e insuperable, del 91 por
ciento.
Esos
casos que duelen, porque si se hubiera actuado con el rigor que impone la ley,
hubiera sido un triunfo de la Justicia por encima de las dilaciones, las
chicanas y todas las otras maniobras a las que apelan aquellos que saben que
esa señora, la de la balanza y los ojos vendados, no siempre está despierta, ni
atenta.
SIGUEN LOS ASALTOS EN BARRIOS CERRADOS
Es una
risa escuchar a las autoridades policiales y los jerarcas del ministerio del
cual depende nuestra policía, sostener sin ponerse colorados que no existe un
recrudecimiento de la delincuencia y que solo se trata de hechos puntuales.
Más
allá de exigirles que dejen el termo como vivienda de verano, bueno sería antes
de cualquier medida, que sinceraran una situación porque no existe mejor manera
de fracasar en un intento por mejorar, si se niega la existencia de la
realidad.
Los robos
y asaltos en los barrios cerrados son una constante que no ha podido, no ha
querido o no ha sabido neutralizar la autoridad y no me digan que es por falta de
personal o de tecnología porque viven gastando millones en ambos rubros y el
hampa se cansa de hacerles pito catalán todos los días.
Otra
señal de alarma es el número de efectivos que caen involucrados en hechos
delictivos y es sumamente grave, porque afirma esa certeza que ya anidó en la
población, cansada del crecimiento del delito: Si la policía no limpia la mugre
de adentro, será complicado que intente hacerlo con la mugre de afuera.
No
basta con que de vez en cuando concreten algún procedimiento exitoso, porque
los aciertos vienen perdiendo por goleada.
Tanto
es así, que vale reiterarlo: nuestra policía con su incapacidad de controlar al
hampa, ha conseguido que los honestos estemos entre rejas y los ladrones anden
sueltos.
Y si lo
dudan, pregunten como nosotros lo hicimos, cuál es la industria artesanal que
más ha crecido en los últimos años: la fabricación de rejas.
Y nadie
lo hace por hermosear su casa, sino para salvar su vida y sus bienes, lo que la
policía omite hacer.