31 de mayo de 2020

S.L.B.: PARA AMAR Y RESPETAR LA VIDA, NO VIOLAR LA "SETENTENA" - UTA, AOITA Y SUOEM, TRES CONFLICTOS EN LOS QUE NO SE AVIZORAN SOLUCIONES - EL TÉRMINO "PROTOCOLO" ESTÁ PRESENTE EN LA MEGACAUSA DEL REGISTRO - EVOCACIÓN CASI SILENCIOSA DEL CORDOBAZO Y UN OLVIDO IMPERDONABLE - LA INSEGURIDAD COMPLICADA EN TIEMPOS DE PANDEMIA - NO HAY QUE APRESURARSE CON EL RETORNO A LAS AULAS - DADY BRIEVA, TITIRITERO DE SI MISMO, ETC.


Desgrabación de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los buenos” que emitieron en dúplex AM580 y la FM88.5 ambas de Radio Universidad Nacional de Córdoba y este material corresponde a la edición n° 623 del 31/05/20,

Hay que amar y respetar la vida
LA “SETENTENA” NECESARIA QUE MUCHOS SE
EMPEÑAN EN VIOLAR: SUICIDAS POTENCIALES
   Por allí uno entra en la dudas y se empieza a preguntar, con fundamentos que diariamente se van consolidando, si la desgracia nos desperdiga como sociedad o nos une en eso de compartir sin diferencias eso del instinto de conservación, porque estamos en esta dura y prolongada lucha por la supervivencia.
   A veces se esgrime como fundamento aquello de la supervivencia del más apto, cuando en realidad ahora se impone pelear por tal objetivo con una base de respeto, solidaridad y acatamiento de los dictados que parten de aquellos que están científicamente capacitados para guiarnos, más allá de los contenidos y las miserias que muchos políticos atesoran como parte de su personalidad y modelo de gestión.
   Guiarnos hacia la recuperación de la normalidad es tarea de inteligentes y sensibles funcionarios, mientras que aprovecharse de contingencias tan tenebrosas solo cabe en la mentalidad de los mezquinos, de esos que solo se miran hacia adentro, desoyen al exterior y se aprovechan de su vulnerabilidad.
   Es cierto que ya estamos transitando por esta “setentena” en mucha medida llevados por el poder central que con mal disimulada angustia viene observando que las cosas, al menos en sus latitudes, no se están dando como lo señalaban los pronósticos más optimistas, un optimismo que muchos confunden con la demagogia, y alguna razón les asiste.
   Las estadísticas, si es que buscamos darles la trascendencia que muchos les niegan, colocan a los porteños y bonaerenses en una posición poco esperanzadora de terminar de una buena vez con los encierros, habida cuenta de la curva que sigue siendo ascendente en los sectores marginales, donde diariamente se vienen descubriendo brotes de contagio que en los primeros dos meses permanecieron ocultos o fueron malignamente escondidos.
   Por otra parte una especie de absurda rebeldía llevó a violar el aislamiento en base a caprichos o impaciencias que científicamente tuvieron su temida consecuencia de expansión del mal, cuando se pensaba en un ingreso a las etapas de recuperación de la libertad de desplazamiento y de ejercicio de ciertas actividades como el paseo, el deporte, la asistencia a espectáculos artísticos y otras distracciones.
   Ahora resulta que con sugestiva tardanza, se descubre que en las villas marginales, algunas cercanas y otras alejadas del puerto, la gente convivió y aún convive con el espanto del contagio y los números así lo están revelando: esa es la consecuencia de los infradotados con vocación de indemnidad que en su delirio no advierten el daño que le hacen a la sociedad.
   En Córdoba tuvimos que retroceder por otras razones que aparecen ahora alejadas del fundamento científico y se incorporan a maniobras políticas, en cuyas sombras se legalizaron medidas que afectan a buena parte de la sociedad cordobesa en el ámbito laboral, porque milagrosamente en 48 horas pasamos a un estado ideal como de incontaminación, reforzándose esa impresión que la vacuna “Unicameral Compósitum” había resultado exitosa.
   Ahora, en La Matanza, predio de luchas y batallas políticas por el predominio territorial, se está esperando lo peor, habiéndose informado que el pico del coronavirus aún no ha llegado y ensombrece las expectativas.
   Roguemos que la situación pueda ser controlada, siempre y cuando la población de los sectores más afectados comprenda y aunque sea a través del miedo, que esto no es joda; que es la antesala de un final que nadie quiere ni merece padecer.
   Entonces y para terminar esta especie de declaración de principios y preocupaciones, vale consignar conceptos de un cordobés, poeta radicado en Oliva, quien sostiene, en su visión crítica de las medidas que se toman para controlar el mal, preguntándose  “¿Abren las cárceles y liberan a los presos para evitar contagios y cierran las villasmiseria para evitar los contagios?”
    Y además, navegando por su geografía más cercana vuelve a preguntarse “¿Por qué si junto dos amigos me imputan, pero Roberto Urquía puede juntar 200 camioneros en su aceitera durante tres días y nadie le dice nada?
   Realmente, sería como para que la autoridad, si de algo sirve en este caso, tendría que tomar medidas.
   Y es entonces que bien vale aconsejar una acción primaria pero absolutamente imprescindible para estos días cruciales: respetar a la autoridad porque es la única manera de coincidir en esta lucha, siempre y cuando no advirtamos tan a la vista, maniobras como las que hemos padecido entre nosotros.
   A los cordobeses nos llega el momento de luchar por la supervivencia y al poder, una lucha que se instalará pretendiendo superar al valor de la vida: la necesidad de afrontar las consecuencias de su desmedido endeudamiento y de evitar la quiebra comercial, industrial y laboral que puede llegar a ser la peor de las consecuencias.
   Porque sería la no deseada antesala del quiebre de la paz social y de nuestra tranquilidad.

UTA, AOITA Y SUOEM
TRES  CONFLICTOS -QUE EN PLENA PANDEMIA-
SON UNA DOLOROSA AFRENTA A LA SOCIEDAD
   Muchas veces nos asaltan las dudas acerca de estar viviendo o soñando, ciertas situaciones o alternativas que nos rodean y esto del conflicto gremial ya transformado en virus vendría a ser uno de esos casos porque por mayor buena voluntad que le pongamos como espectadores o víctimas de esta situación, no se avizora una solución en lo inmediato.
   Estamos paralizados como provincia y más allá de las imposiciones necesarias por la lucha contra el coronavirus está lo otro: eso de sentirnos inmovilizados por la falta de transporte lo que se suma a las limitaciones de circulación por calles y rutas para aquellos que no están incluidos en las excepciones al decreto presidencial de cuarentena y sus derivaciones.
   Entre nosotros la dirigencia de UTA y de AOITA, que tienen que ver con el transporte de pasajeros una en el ámbito local y la otra en el territorio provincial, decretaron un paro por tiempo indeterminado que si bien no deja de ser un reclamo auténticamente avalado por la realidad de no cobrar sus haberes, contiene el saldo negativo de su afrenta a la sociedad especialmente a los de menores recursos, que no cuentan con dinero para movilizarse a través de otros servicios.
   Parte de la responsabilidad es la intransigencia patronal, que de paso se beneficia porque no sacan a la calle los coches, con lo que ahorran considerables sumas de todas las utilidades a las que se acostumbraron por vivir de los subsidios estatales y de la aplicación de las tarifas más elevadas del país.
   Y el poder, que en el caso de Córdoba pudo ser aprovechado para impedir entre otras los desplazamientos de gente que pretendía participar de piquetes o de manifestaciones de protesta, es como si no interviniera en los conflictos porque sólo se limitó, en la parte Cordoba capital, a declarar que no aportarán más subsidios porque la Nación no les envía los fondos necesarios.
   Tal actitud puede ser tomada como coacción en muchos aspectos, pero ese detalle debiera quedar marginado frente a las necesidades populares, tratando de rescatar aunque sea en parte el perdido sentido de la solidaridad entre trabajadores.
   Y el caso de los municipales ya roza en lo inaudito, porque restrinjen servicios que malamente suelen prestar en razón de las disminuciones salariales que les fueron aplicadas, la eliminación de un caudal innecesario de horas extras y de esa histórica jugada de la extensión de jornada, cuando muchos servicios deben ser tercerizados por el absurdo argumento de la falta de personal.
   Y los cortes en las jubilaciones, es otro de los ríspidos temas ya resueltos por el gobierno cordobés a través de una cerrada componenda legislativa que evidentemente lesionó eso de la declamada independencia de los poderes
   Pero busquemos las explicaciones que busquemos, los conflictos están allí y pocos se mueven en procura de superarlos.
  Lo pésimo y de consecuencias impensadas en cuanto al crecimiento del malestar social que ya se advierte, es una actitud casi meramente contemplativa de las autoridades, aplastadas por la realidad de una pandemia que se agrava ante la falta de servicios esenciales, esos que alguna vez fueron garantizados acerca de su cumplimento en medida mínima.
   Mínima es ahora la preocupación oficial por superar estos tres dramas.

Megacausa del Registro de la Propiedad
EL MENEADO TÉRMINO “PROTOCOLO” QUE
TAMPOCO  ESTÁ  AUSENTE  EN  ESTE CASO

   El término “protocolo”, hace referencia a un conjunto de normas o pautas ordenadas que deben seguirse para cumplir con una determinada acción.
   En pandémicos tiempos de tanta manipulación de esta palabra, y en referencia a  la causa del Registro de la Propiedad,  podría decirse que en la Justicia cordobesa también existe un “protocolo” por el cual los fiscales tienen un plazo de cuatro meses para completar una  investigación a partir de la detención o declaración del imputado, que existe un mecanismo de sorteo para elegir jueces y que esos magistrados tienen también plazos razonables para resolver las causas.
   También es de “protocolo” que un juez no puede repetirse juzgando a la misma persona por lo mismo y que para decidir condena debe existir prueba objetiva.   
   Un vigente conjunto de normas ordenadas llamadas Constitución de la Nación constituyen un extenso “protocolo” que explica con claridad cómo debe manejarse la libertad de los ciudadanos y cómo proceder ante las diferencias de poder.
   No hace falta repetir que en la causa mencionada las investigaciones y juicios eternos, la comisión especialmente designada para juzgar, las condenas por íntima convicción, las prisiones preventivas sistemáticas y la impunidad de los poderosos ignoraron todos los protocolos, pese a que en el Poder Judicial todos esos “protocolos” se llaman Leyes.
   Y así es la cosa, aunque no lo crean…

¿Conflicto de “paternidad”?
El “CORDOBAZO” EVOCADO CASI EN SILENCIO
CAMINA  A  TRANSFORMARSE  EN  UN  OLVIDO
   Parece mentira que hayan pasado 51 años de aquel cercano 29 de mayo del 69, cuando Córdoba ocupó primerísimos planos en la consideración mundial, una vez que las imágenes y los vívidos relatos alcanzaron las más remotas latitudes. En pocas horas la ciudad fue ocupada por los manifestantes, que desbordaron a una policía solo entrenada para reprimir tumultos deportivos o manifestaciones poco numerosas.
   La gente, poco a poco, se fue plegando a la protesta, mientras en Buenos Aires se discutía la conveniencia o no de sacar el Ejército a la calle.
   El miedo fue mayor que la prudencia y el primer contingente militar que venía del Camino a La Calera desembarcó en el Pasaje Aguaducho, a metros del acceso al Hospital de Clínicas, en uno de los sectores transformado en foco principal de la revuelta popular, a las 5 en punto de la tarde.
   Quinientos soldaditos imberbes, con el miedo pintado en el rostro, se colocaron rodilla a tierra y apuntaron sus vetustos Mauser 1909 hacia arriba, para producir la más espantosa y atronadora de las amenazas.
   Habían llegado ellos, para restaurar el orden que no podían implantar apelando a la ley y la Constitución.
   Más tarde se conoció la existencia de víctimas fatales entre los manifestantes que eran obreros y estudiantes, decenas de heridos y cientos de detenidos. La ciudad pasó a ser una síntesis del caos, lo que se acrecentó en el atardecer y en la noche, en sectores claves de la ciudad como lo eran el Barrio Clínicas y la zona industrial, lo que duró un par de días.
   No me lo contaron. Me tocó vivirlo demasiado de cerca, cuando trabajaba en La Voz y los practicantes de Medicina hasta nos disfrazaron de médicos en el Hospital de Clínicas, para que estuviéramos en el centro de la escena, cuando usábamos casco para trabajar y la verdad sea dicha, miedos y angustias para regalar.
   El pueblo se había rebelado, porque aquella vez se llegó espontáneamente al límite de la paciencia.
   Para que los gobernantes lo sepan: la paciencia tiene un límite y 51 años atrás la imprudencia política lo superó. Y en ciertos aspectos y situaciones no estamos muy lejos, o demasiado cerca de alcanzarlo.
   Siempre hay tiempo, y urnas en su momento, para corregir el rumbo.
   Y un párrafo aparte para aquella sana intención que supimos alentar los y las periodistas, fotógrafos, camarógrafos y movileros radiales a quienes nos tocara la tarea de cubrir en la calle aquellos acontecimientos, cuando poco tiempo atrás llegamos a pensar que el gobierno apoyaría a esa institución a la que le dimos vida bautizándola como “29 testigos de la historia” que éramos los sobrevivientes de aquel mayo del ‘69.
   Nos hartaron a promesas, nos usaron más de una vez como estandarte y al final demostraron su desmemoria, o su memoria parcial e interesada cuando en tiempos preelectorales se acercaron con un apoyo hipócrita y de corto plazo.
   Nos prometieron audiencias, apoyo, consideración y toda la batería de versos que se recitan en un escenario dolorosamente demagógico como lo son las campañas proselitistas.
   Y al final, la nada.
   La nada porque “29 Testigos de la Historia”, asociación civil sin fines de lucro pero con intenciones de preservar para los tiempos la memoria colectiva de aquellas jornadas memorables, se consumió falta de apoyo, de atención y de interés en su sola intención de resguardar sin componentes ideológicos y menos aún partidistas, uno de los hechos populares más relevantes que recuerda esta Córdoba a veces sorprendente y contestataria y otras, demasiado indiferente.
   Pero sin que el concepto siguiente signifique menoscabo alguno, pero lo manifiesto a título personal y con mucho de vergüenza, que esta Córdoba tendrá para quienes con las décadas escriban su historia, la penosa certeza de saber que con el apoyo de su gobierno tiene un museo del cuarteto y se olvidaron de la gesta de la que aún y pese a todo, estamos orgullosos quienes más que testigos, fuimos protagonistas.
   A eso, y en nombre de los que ya no están pero aquella vez estuvieron y muy cerca, es imposible que alguien nos lo robe.


Inseguridad imparable
TIEMPOS MÁS COMPLICADOS AÚN PORQUE LA
ATENCIÓN  ESTÁ  CENTRADA EN LA ANGUSTIA
   Vivimos tiempos demasiado complicados por el acoso de un mal implacable, mortal y silencioso que nos viene condicionando en muchos aspectos de nuestra vida cotidiana.
   Es innegable que las fuerzas policiales en mucho contribuyen al intento de tener más o menos controlados los desplazamientos de la gente, de manera especial cuando la impaciencia frente al encierro condiciona actitudes y conductas, por lo que hay que entender las reacciones de muchos que sin ser claustrofóbicos están experimentando por primera vez esta impuesta falta de libertad al menos de movimientos callejeros.
   Lo malo es que ante los requerimientos de la fuerza policial en tal sentido es lógico aunque desde el poder se lo niegue, que se produzcan carencias que se suman a las ya conocidas, en materia de garantizar la seguridad tanto de la vida como de los bienes de la ciudadanía.
   No me quieran convencer que los índices delictuales han disminuido, porque a diario vemos y sentimos que no es así, porque la impunidad se agravó ante los lógicos requerimientos de efectivos para esos dudosos resultados del control de tránsito en los puentes porque lo mismo, pese a las obligaciones imperantes, el centro suele ofrecer un panorama no de normalidad absoluta por el masivo cierre comercial, pero sí en cuanto al movimiento de la gente que no se sabe para qué lo frecuenta, salvo para sumarse a las filas que suele distinguir a las cercanías de los bancos. 
   Y  el drama de la inseguridad se acrecienta en los barrios más alejados del centro, donde el malestar social ya es una lógica preocupación gubernamental, por eso del recipiente hirviente muy cercano a la ebullición. Y quiero repetir conceptos que manifestara tiempo atrás pero que no han perdido vigencia:
   “En los últimos años se ha incorporado con una fuerza atroz y millonaria el elemento droga, hasta el punto que hay sectores de la ciudad donde sólo ingresan lo que los narcos consideran “cobanis amigos”. El descarado comercio de sustancias prohibidas en las narices policiales no es sólo un agravio y un ultraje a la inteligencia de los vecinos, sino que representa el triunfo de la indemnidad por encima de la ley y de quienes están para hacerla respetar. 
   Lo penoso es que muchos buenos policías, honestos y sacrificados servidores, arriesgan sus vidas en esta lucha desigual”.
   Ese es el otro gran problema, porque una de las consecuencias de todo este ambiente enrarecido son dobles: la disminución de la venta de droga al menudeo y la falta de dinero emergente de la desocupación, para solventar el vicio y tal suele ser un cóctel explosivo que si no se ataca, las consecuencias pueden ser terribles.
   Se me ocurre que hay que rediseñar el tema de los controles en los puentes y en otros lugares sin asignar exceso de efectivos que no deben dejar esa trascendente gestión preventiva de andar y andar, de recorrer la ciudad hasta en sus más íntimos rincones, porque se estima que para eso está esa cantidad de 22.000 policías equipados con material de última generación y toda la tecnología de acuerdo con lo que se informa desde el poder.
   Es lo correcto e imprescindible que nos cuiden en cuanto a las limitaciones para circular, pero que ese cometido no anule ni limite al resto de las necesidades que los cordobeses tenemos acerca de nuestra seguridad.
   No hacerlo, sería una falta de impredecibles consecuencias.

El retorno a las aulas
LA NORMALIZACIÓN LLEGARÁ EN SU MOMENTO
CUANDO  LAS  CIRCUNSTANCIAS  LO PERMITAN
   Una de las mayores dudas que late en los corazones cordobeses y por múltiples razones, es conocer con alguna certeza cuándo se volverá a la normalidad en el dictado de clases en las escuelas, dejando de lado el costado social que representa no haber interrumpido la asistencia alimentaria.
   Es entendible la preocupación de la gente de manera especial en aquellos hogares donde el hacinamiento es la forma de vida, por eso de la contención de los niños que no es como muchos piensan, que basta con un televisor o con los jueguitos que ofrecen los celulares, porque no todos tienen acceso a ellos, sino que llega un momento -si no es que ya estamos inmersos allí-  que el aburrimiento supera a la tecnología.
   La cuestión es simple, porque ese momento llegará cuando la ciencia así lo dictamine y el caso no depende de los vaivenes políticos ni de las implicancias ideológicas, porque lo que se intenta y se está consiguiendo merced a esto que ya es “setentena” la preservación de un par de generaciones o algo más, que forjarán nuestro futuro.
   Hay tiempo para apelar después a la recuperación de lo perdido, de las clases postergadas, de volver a estimular el interés de los alumnos por aprender, por socializar, por encaminarse a sentirse útiles a la sociedad y todo lo demás es pirotecnia, tan inútil como nociva.
   Las clases no se normalizarán mientras existan los riesgos de contagio, más en una actividad donde las cercanías humanas son irreemplazables; los afectos, las caricias, el descubrimiento del prójimo en su esencia, todo eso es la niñez que antecede a la preadolescencia y luego a la juventud.
   No me parece correcto ni conveniente pretender ganarle a los relojes y menos aún a un desastre que permanece con su ominosa amenaza de no perdonarnos el error del descuido o de la indiferencia.
   Las autoridades del área respectiva toman en cuenta los dictámenes de los especialistas para poder elaborar el proceso de la regularización que se supone no será automática, de un día para el otro, como reabrir un negocio, o una industria, que dependen de otros factores conexos: las clases volverán a su normalidad cuando existan las garantías suficientes como para asegurar la salud integral de los pequeños, de los jóvenes y sin marginar la enorme importancia de cuidar a los docentes y todos aquellos trabajadores de esa loable actividad.
   Intentar otras salidas para conformar apremios y superar lógicas y apremiantes angustias, sería volver hacia atrás, donde esperan los rebrotes con su certeza letal.
   Y nuestros niños, los jóvenes y los docentes, no lo merecen…

Dady Brieva
 “LA IMBECILIDAD ES UNA ROCA INEXPUNGNABLE.
TODO LO QUE  CHOCA  CON ELLA SE DESPEDAZA”
   La cita es tan real como contundente y su autor, Flaubert, algo conocía de la vida como para dejarla a  manera de testimonio en los tiempos y que de alguna forma concilia con aquella definición de Bioy Casares cuando sostuvo que “el mundo atribuye sus infortunios a las conspiraciones y maquinaciones de los grandes malvados. Entiendo que subestiman a la estupidez”.
   ¡Brillante, maestro…!
   Ni que hubiera conocido o escuchado a este jocoso comediante, más clown que gracioso, una curiosa especie de titiritero de sí mismo, que al parecer con menos conocimientos geográficos que Ginés González García, le propone a nuestro presidente de la Nación, el Dr. Alberto Fernández, que cuanto antes debemos transformarnos en Venezuela como para consolidar nuestro futuro.
   Conviene en este caso e intentando brevedad para dedicarme a un asunto que tiene solamente trascendencia en el campo de la insanía intelectual y política, pintar algún rasgo aislado en la personalidad de Dady Brieva, confeso marihuanero y consumidor de todas esas sustancias hermanadas lo que no lo descalifica en el campo de la sociedad, porque cada uno es dueño de darse los nariguetazos que quiera, mientras no comercie sustancias prohibidas por la ley.
    En la entrevista, que le hiciera una publicación gráfica autodenominada "revista de la cultura cannábica", este personaje se reconoció como un consumidor social de marihuana y sostuvo que el cannabis "es la droga que más une, sin dudas" y dio sus motivos para pensar así. "El faso genera otra formalidad social… Si querés está todo bien y si no querés también", sostuvo al respecto, y agregó: "La marihuana no es como otras sustancias, no es vergonzante, te podés mirar al espejo, es otra historia, aunque yo ya no curto tanto" y frescamente dijo que si su hijo cultivara sus propias plantas, se pondría de su lado.
   No se guardó nada cuando le preguntaron acerca de sus experiencias con otras drogas y terminó comentando
"De joven he probado todo lo que se imaginen. Menos inyectarme, he hecho de todo”.
   Veamos entonces si vale o no la pena rebatir algunos de sus conceptos más recientes, cuando desde esa mente ardida puede tener algún sentido su pedido a la máxima autoridad de la República, de que cuanto antes y sin perder tiempo, tenemos que ser como Venezuela, dejando a salvo el respeto que merece su gente que viene soportando la tiranía de tantas iniquidades que se abaten sobre ella.
   Supongo que nadie, en su sano juicio, puede querer que cinco millones o mayor cantidad de argentinos emigren sin rumbo, con tal de no quedarse; que la inflación actual y oficialmente divulgada de un dígito y medio pase a ser de seis dígitos o más; que tengamos que apelar a diarios viejos en el rollo del baño, a carecer de medicamentos y de servicios esenciales y lo peor, lo más horrible de todo, tener limitada nuestra libertad y al futuro -a nuestro futuro que ansiamos venturoso- lo manejen delirantes enquistados en el poder y apoyados por consentidas y financiadas bandas armadas que socaven una Democracia que tanta sangre nos tocó derramar para recuperarla.
   Esta, la actual, no es hora de delirantes que si tienen en la mira ese modelo, es para proponer una colecta pública destinada a solventarles los pasajes.
   De ida y de vuelta, porque al final, los argentinos somos demasiado caritativos… y también olvidadizos.


29 de mayo de 2020

Hoy, a 51 años de la gesta

EL CORDOBAZO, SUS RECUERDOS Y UNA
LAMENTABLE ACTITUD  DE  DESMEMORIA
   Parece mentira que hayan pasado 51 años de aquel cercano 29 de mayo del 69, cuando Córdoba ocupó primerísimos planos en la consideración mundial, una vez que las imágenes y los vívidos relatos alcanzaron las más remotas latitudes. En pocas horas la ciudad fue ocupada por los manifestantes, que desbordaron a una policía solo entrenada para reprimir tumultos deportivos o manifestaciones poco numerosas.
   La gente, poco a poco, se fue plegando a la protesta, mientras en Buenos Aires se discutía la conveniencia o no de sacar el Ejército a la calle.
   El miedo fue mayor que la prudencia y el primer contingente militar que venía del Camino a La Calera desembarcó en el Pasaje Aguaducho, a metros del acceso al Hospital de Clínicas, en uno de los sectores transformado en foco principal de la revuelta popular, a las 5 en punto de la tarde.
   Quinientos soldaditos imberbes, con el miedo pintado en el rostro, se colocaron rodilla a tierra y apuntaron sus vetustos Mauser 1909 hacia arriba, para producir la más espantosa y atronadora de las amenazas.
   Habían llegado ellos, para restaurar el orden que no podían implantar apelando a la ley y la Constitución.
   Más tarde se conoció la existencia de víctimas fatales entre los manifestantes que eran obreros y estudiantes, decenas de heridos y cientos de detenidos. La ciudad pasó a ser una síntesis del caos, lo que se acrecentó en el atardecer y en la noche, en sectores claves de la ciudad como lo eran el Barrio Clínicas y la zona industrial, lo que duró un par de días.
   No me lo contaron. Me tocó vivirlo demasiado de cerca, cuando trabajaba en La Voz y los practicantes de Medicina hasta nos disfrazaron de médicos en el Hospital de Clínicas, para que estuviéramos en el centro de la escena, cuando usábamos casco para trabajar y la verdad sea dicha, miedos y angustias para regalar.
   El pueblo se había rebelado, porque aquella vez se llegó espontáneamente al límite de la paciencia.
   Para que los gobernantes lo sepan: la paciencia tiene un límite y 51 años atrás la imprudencia política lo superó. Y en ciertos aspectos y situaciones no estamos muy lejos, o demasiado cerca de alcanzarlo.
   Siempre hay tiempo, y urnas en su momento, para corregir el rumbo.
   Y un párrafo aparte para aquella sana intención que supimos alentar los y las periodistas, fotógrafos, camarógrafos y movileros radiales a quienes nos tocara la tarea de cubrir en la calle aquellos acontecimientos, cuando poco tiempo atrás llegamos a pensar que el gobierno apoyaría a esa institución a la que le dimos vida bautizándola como “29 testigos de la historia” que éramos los sobrevivientes de aquel mayo del ‘69.
   Nos hartaron a promesas, nos usaron más de una vez como estandarte y al final demostraron su desmemoria, o su memoria parcial e interesada cuando en tiempos preelectorales se acercaron con un apoyo hipócrita y de corto plazo.
   Nos prometieron audiencias, apoyo, consideración y toda la batería de versos que se recitan en un escenario dolorosamente demagógico como lo son las campañas proselitistas.
   Y al final, la nada.
   La nada porque “29 Testigos de la Historia”, asociación civil sin fines de lucro pero con intenciones de preservar para los tiempos la memoria colectiva de aquellas jornadas memorables, se consumió falta de apoyo, de atención y de interés en su sola intención de resguardar sin componentes ideológicos y menos aún partidistas, uno de los hechos populares más relevantes que recuerda esta Córdoba a veces sorprendente y contestataria y otras, demasiado indiferente.
   Pero sin que el concepto siguiente signifique menoscabo alguno, pero lo manifiesto a título personal y con mucho de vergüenza, que esta Córdoba tendrá para quienes con las décadas escriban su historia, la penosa certeza de saber que con el apoyo de su gobierno tiene un museo del cuarteto y se olvidaron de la gesta de la que aún y pese a todo, estamos orgullosos quienes más que testigos, fuimos protagonistas.
   A eso, y en nombre de los que ya no están pero aquella vez estuvieron y muy cerca, es imposible que alguien nos lo robe.
Gonio Ferrari




25 de mayo de 2020

Más allá de la pandemia y del encierro


LA PROTESTA DE  LOS MÉDICOS, COMO EL
FORÚNCULO QUE POR FIN HA REVENTADO
   Seguramente desde el poder nadie habrá imaginado que la reacción de los médicos, acompañados por todos aquellos integrantes de los equipos de salud, movilizaría a tantos adherentes que con las únicas armas de su presencia, las bocinas, las pancartas y la adhesión popular, se rebelaron contra una decisión de judicializar mediante imputación a dos médicos que revistaban en un geriátrico de donde habrían partido varios afectados por el coronavirus que después se expandiera por la ciudad.
   No existen dudas que los galenos por su importancia dentro de la sociedad y por el relevante y sacrificado papel que vienen desempeñando universalmente en la lucha contra la pandemia, han renovado en la gente más que la admiración que inspiran, un fortalecido sentimiento de gratitud y agradecimiento.
   Comentaba uno de esos profesionales que una cosa es ser médico de emergencias como la que vivimos y desempeñarse como tal en Europa, en los Estados Unidos o en otros destinos donde la bioseguridad es atendida y respetada y se cuenta con todos los elementos para cumplir con tan delicada tarea, y otra cosa es la misma función rodeados de ciertas carencias y más que nada de sospechas que en el caso local, los llevan a los estrados judiciales.
   La reacción lógicamente fue masiva, más allá del rótulo de corporativismo que se le asignó desde algunos sectores especialmente ligados con el gobierno provincial, gestión que dejó de aureolarse con eso que le llaman sensibilidad al disponer entre otras medidas antipáticas e inoportunas, una quita en los montos jubilatorios, el aumento de la edad para iniciar los trámites en ese aspecto, el recorte salarial en muchos casos y el diferimiento del pago mensual casi generalizado, aparte de deslizar la posibilidad de fraccionar las liquidaciones venideras y el medio aguinaldo.
   En la apacible y patriótica tarde cordobesa, centenares de automóviles recorrieron las principales arterias de la ciudad en caravana de protesta organizada por los médicos que reclamaban que sus colegas imputados sean liberados de tal situación en la que se los ha incluido. La manifestación contó con masivo apoyo popular, las simpatías se advertían en la gente que salía de sus casas para aplaudirlos y por las expresiones de aliento que partían desde los balcones, muchos de ellos escenarios de cacerolazos con lo que se reclamaba por una pronta recuperación de la normalidad.
   Acerca de tal detalle, alguna vez la historia cordobesa referirá que esa normalidad se recuperó casi milagrosamente pasados tres o cuatro días que sirvieron -en este caso las casualidades son risibles- para perpetrar una injuria más en contra de un gran número de jubilados, “legalizada” por la mayoría propia que el poder ostenta en la Unicameral, sumado a la clásica actitud de los legisladores justicialistas (salvando unas pocas excepciones, alguna dentro del libreto oficialista) y su ejercicio de la obediencia debida.
   Y fue tan milagrosa la situación -vale repetirlo- porque por eso de la magia, el espiritismo o algún otro extraño influjo, la pandemia mermó su rigor en Córdoba y pasado el episodio en que quedara consagrada la vacuna “Unicameral Compósitum” que inmuniza y cura con retroactividad, se levantaron algunas barreras que entre otras cosas, impedían tan siquiera asomarse a la calle y ni pensar en manifestarse marchando en contra del atropello legislativo, lo que desde las usinas del poder sumaron al escaso poder de fuego de los adultos mayores.
   A esta situación se hace necesario agregar un detalle simplemente anecdótico: no se modificaron sueldos en la policía y penitenciarios seguramente por la eventual necesidad que se pudiera tener de ellos en casos de desbordes populares o agitaciones sindicales, más aún a pocos días de un nuevo aniversario del Cordobazo.
   A la protesta de los galenos se suma la del gremio docente, que según trascendió ha convocado para este martes 26 a un “apagón virtual” de todos sus afiliados aportantes a la Caja de Jubilaciones de la Provincia, por 24 horas, sin atención a los alumnos por el sistema informático. Y en lista de espera aguardan expectantes los trabajadores de Luz y Fuerza, de la Municipalidad de Córdoba y de otras organizaciones ligadas al transporte de pasajeros y alcanzadas por el “corte de víveres” hecho hacia afuera pero prolijamente no practicado hacia adentro.
   Ahora seguramente saltará hacia la opinión pública una respuesta que puede anticiparse, habida cuenta de lo que viene ocurriendo en los últimos tiempos: será la utilización de esa vieja hipocresía que como una oración religiosa se utiliza no tanto como explicación, sino que suena más a endeble disculpa: “No podemos  violar la independencia de los poderes”.
Gonio Ferrari


24 de mayo de 2020

S.L.B.: LA CABA, CHACO, CÓRDOBA Y ALGO MÁS, DE REGRESO AL ENCIERRO - LA UTA, AOITA Y MUNICIPALES EN PARO INSOLIDARIO - LA "UNICAMERAL COMPÓSITUM", VACUNA CORDOBESA QUE CURA E INMUNIZA - NO ES PARA FIESTA NI VIAJE A DISNEY: 15 AÑOS DE LA MEGACAUSA - EL "QUÉDATE EN CASA" TIENE ADEPTOS Y ENEMIGOS - MAÑANA ES EL DÍA DE LA PATRIA - NADA SE LOGRA CON HISTERIAS, LO QUE HA PASADO A SER MODA, ETC.


Desgrabación de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los buenos” que emitieran en dúplex AM580 y la FM88.5 ambas de Radio Universidad Nacional de Córdoba, el domingo 24 de Mayo de 2020, edición n° 622.

Junto con Chaco, CABA y algo más
¿TIENE  CULPABLES  LA  PROLONGACIÓN  DEL
ENCIERRO?NADIE EN EL MUNDO LO HA HECHO
   Los argentinos tenemos esa ya vieja costumbre de esmerarnos en la conquista de títulos o de records, como si tal mecanismo nos encumbrara en el concierto internacional.
   Fangio fue récord, Monzón también lo fue, Higuain errando penales, Vilas en los courts, Favaloro en medicina por su invento del by-pass y algunos otros, en distintas disciplinas y profesiones, pero ahora hemos alcanzado otra marca mundial, y es la de ser el país que más tiempo ha prolongado la cuarentena y dejó de ser “cuareterna” para erigirse en una especie de forma de vida, de lamento o de resignación.
   Y como todo en la vida, las realizaciones como los errores tienen autores o responsables, aquí habría que ponerse a estudiar quién o quienes debieron apelar como último recurso a esa especie de tortura sicológica que supone ir de a poquito, como cuando te quieren hacer daño, prolongándote el encierro en cuotas porque si lo hicieran de golpe y a plazo medianamente fijo, distinta sería la reacción de la sociedad, una sociedad como la nuestra tan amante de la libertad, enemiga de los yugos y abierta opositora a los corrales o a los límites que en muchos aspectos son imprescindibles.
   Entonces, si hasta los chinos levantaron su rigidez, Europa se viene despertando y en otras latitudes ya abrieron los grifos del libre albedrío, ¿qué es lo que lleva al poder a que nos tenga que volver al corral y por qué nos dejó asomar afuera?
   Podemos hablar de imprevisión, de fallas de cálculos, de mala información peor manejada o de cualquier error humano, pero lo malo es que en materia de culpabilidades, también somos los argentinos campeones mundiales del esquive, porque a la culpa siempre la tienen los otros.
   Evaluado desde el punto domésticamente, digamos epidemiológico, el paso atrás se debió al desborde porque  bien sabemos que a mucha gente le das la mano y te agarran del codo, pero ese argumento no alcanza.
   Por allí se mezclan en la situación emergente de la pandemia algunos factores externos como son los intereses políticos, el miedo que no es zonzo, la prudencia siempre necesaria o la improvisación y las dudas a lo que estamos acostumbrados.
   El tema no es optar por el apuro, porque la vida nos ha enseñado que los cementerios están llenos de apurados y entonces estamos obligados al acatamiento de ciertas imposiciones antipáticas pero -al menos para la ciencia- que asoman como necesarias.
   Entonces, aguantemos los alargues del padecimiento de sentirnos encerrados y busquemos las maneras de sobrellevar esta contingencia, especialmente pensando en el futuro; en el mañana cercano, que ansiamos de una vez tenerlo a nuestro alcance.
   Tenemos una especie de “socios” con quienes nos unen la impaciencia social, a lo mejor eso de los remiendos y mucho de improvisación como para tener alguien a quien echarle culpas: Chaco, la ciudad de Buenos Aires y su conurbano, nos acompañan en la medida de condenarnos a la prolongación de la cuarentena.
   Es un tema de paciencia y de respeto por la realidad.

Incluyendo violaciones a la ley
LA UTA, AOITA  Y  EL  SUOEM MANTIENEN
SUS RECLAMOS POR ENCIMA DEL DRAMA
   Casi dos semanas los urbanos y más de 40 días los de media y larga distancia, es que se viene prolongando el cese de actividades de un servicio que en algún momento fue considerado esencial para la sociedad y sujeto, tengo entendido, a ciertas regulaciones en materia de paralización por conflictos.
   Párrafo aparte para la contaminante y revoltosa muchachada de la Municipalidad de Córdoba, a los que desde el poder les cortaron una serie de ventajas que gozaban algunas a un paso de la exageración y la injustificación, como el cobro de horas extras que no se trabajaban y de extensiones de jornada que no se cumplían.
   Es necesario dejar fuera de esta calificación a muchos empleados serios, cumplidores, sacrificados en sus tareas, pero no es posible que muchos de los servicios deban ser tercerizados, al amparo de un pretexto ridículo como el de sostener que es por falta de personal.
   Así las cosas, es como para enfocar este triple problema desde el punto de vista del impacto hacia la sociedad, y en este caso hacia los más necesitados lo que se agrava en estos irregulares tiempos de encierro como de necesidades no satisfechas.
   Los pocos que están habilitados a salir de sus casas para ir a trabajar y llevar a su regreso unos pesos que les permitan subsistir, deben resignarse a no concurrir o a la inevitable vaquita o polla que reúna a cuatro o cinco compañeros para compartir un taxi.
   U optar por la bici, con el doble riesgo que implica por el hambre que los cacos les tienen y por el peligro de accidentes aunque el tráfico de vehículos haya perdido intensidad.
   Entonces cabe una apelación a la dirigencia sindical que contiene tanto a los choferes de la UTA como de AOITA, en el sentido de pensar y obrar sin egoísmos, aunque sus demandas sean justificadas frente a la demora en cobrar sus haberes, peor es la situación de quienes por falta de movilidad, llegan a perder sus trabajos.
   Y bueno… en cuanto a la Muni, parece que Llaryora se enfrenta a un “riváival” demasiado trillado, de la instauración de un estado de conflicto permanente, mecanismo al que históricamente apelaran los seguidores de Daniele quien sin dudas no ha dejado de influir en las situaciones internas pese a que parezca algo alejado de la conducción.
   Porque ahora, más que una situación de demanda sindical, está el otro componente que se llama solidaridad, que es lo que claman sin decirlo, aquellos que dependen de estos insensibles dirigentes que nunca viajan en ómnibus, para no quedar definitivamente en la calle, y para colmo, desocupados.

¡Milagro del “cordobesismo”!
ENCONTRÓ CON EL “UNICAMERAL  COMPOSITUM”
LA VACUNA E IMNUNIZACIÓN QUE NOS PROTEJEN
        No son pocos los dirigentes políticos, sindicales o de otras actividades que se molestan o se enojan e insultan, cuando algún sector de la sociedad sostiene que la pandemia ha sido por así decirlo y entre comillas, utilizada para encubrir ciertas demandas, situaciones o necesidades.
   Y si es por citar ejemplos y dejando de lado lo que pudiera contener de apresuramiento o directamente de una equivocación, no olvidemos lo que ocurrió en el nivel nacional, con relación al inicio de uno de los juicios que debe afrontar la expresidente de la Nación y actual vice, que pese al enorme despliegue de tecnología mostrado en todo lo relacionado con la campaña contra la pandemia y para sesiones del Congreso y de las Legislaturas, especialmente en cuanto a enlaces informáticos, no fue posible llevarlo a cabo ante fallas insuperables en el sistema.
   En fin… Es de suponer que una vez subsanado el inconveniente no se apelará a la vieja proclama de Alsogaray cuando pregonaba que todo se arreglaba pasado el invierno y que en este caso la modernidad aporte su celeridad puesta de manifiesto en ocasiones similares y de mayor gravedad.
   Lo ocurrido pocos días atrás en Córdoba bien puede servir para enriquecer la historia por una parte y por la otra, para tomar conciencia del poder que utilizan los que mandan para apoyar sus decisiones, que bien pueden tener un alto contenido de necesidad como de premura, obligación u obediencia al poder central, so pena de no recibir ayuda financiera que lo deje en absoluta cesación de pagos de la cuantiosa deuda que viene contrayendo tanto afrontando como aumentando,  en dólares, lo que ya de por sí puede ser considerada como actitud suicida.
   De alguna parte hay que sacar por lo menos para un par de cuotas, como dicen los que se meten en créditos usurarios en las cuevas financieras y no saben cómo salir. Y como siempre, los fondos de las jubilaciones que están siempre a mano, fueron y así todo lo indica, el botín salvador en estas apremiantes circunstancias de no contribuir al defól nacional que venía cantado, aunque sea técnico, como dicen.
   Y una vez más apareció la ya conocida alquimia del “cordobesismo” llevada a la práctica algunas veces, que le hace creer al jubilado que descontándole puntos a su 82 por ciento consagrado por la Ley, a fin de mes cobrará más.
   Entonces fue menester -y los hechos así lo confirman- agravar la situación pandémica hasta el punto de volver al encierro, no salir a la calle, ni hablar de manifestaciones de más de 10 personas y para colmo, con la ayuda por así decirlo, aún no se sabe si ocasional o consentida, del transporte paralizado.
   En una palabra, asegurando la movilización cero, lo que también significa un ahorro de policías que estarían destinados a controlar que nadie se moviera de sus casas, y menos aún en dirección al nuevo, inoportuno, costoso y poco funcional centro gubernamental al lado de quien manda en todo aspecto, que es la sede del Ejecutivo.
  Y sin afectar a parte de los docentes, a la policía, guardiacárceles, que bien pueden ser necesarios para neutralizar protestas, le hicieron pagar la factura de la imprevisión financiera y ese curioso apuro por endeudarse al resto de la sociedad cordobesa del sector más vulnerable que es el de los jubilados, frente al silencio parcial de la dirigencia sindical salvo las reacciones de un sector de UEPC, de Luz y Fuerza, de los bancarios y de algún otro no contento con lo aprobado, seguramente por obediencia debida.
   Si nos hacía falta una vacuna, vaya un premio Nobel en Medicina e Investigación Científica para los artífices de la creación de la “”Unicameral compósitum”, vacuna ideal para inmunizar especialmente a los viejos, tan molestos ellos…
      Finalmente un doloroso interrogante: ¿cómo era esa ceremonia con un juramento sobre la Biblia, o en nombre de la honorabilidad, o por cualquier otro “testigo”, acerca de aquello “que Dios y la Patria me lo demanden?”.
   Para este caso puntual que nos ocupa y nos afecta, un sentido y elocuente final de tango: hoy un juramento, mañana una traición.
   ¡Chan, chan!

Todo indica que seguirá vigente
NO ES MOTIVO DE FIESTA NI PARA  UN VIAJE
A DISNEY: LA MEGACAUSA CUMPLE 15 AÑOS
   Aunque más aletargada por la presencia del coronavirus, la Justicia Penal de la Provincia ya cumplió 15 años sosteniendo la causa del Registro de la Propiedad de Córdoba, alimentada mediáticamente más como un culebrón para la televisión que como un oficio de trabajo de los tribunales.
   Muchas veces se desnudan condiciones personales de los acusados o enfrentamientos entre abogados y funcionarios judiciales, cuestionando el derecho de cualquier imputado a elegir el abogado que se le antoje, mientras nada, absolutamente nada se debate sobre el encarcelamiento sistemático en prisión preventiva con ninguna esmerada justificación.
   En los juicios se asiste a fenómenos curiosos, más propios de la telepatía, la teletransportación o la adivinación,  que de las leyes de la física, la matemática o la lógica, que permiten al Fiscal decir que acusados que no se conocen entre sí, integran  peligrosas bandas; que un grupo de 15 personas ingresa a una oficina pública sin ser visto, que se comunican entre ellos sin verse ni llamarse o que cometen acciones a kilómetros de distancia, todo para una antología de la desbordada imaginación.  
   El resultado final, con la condena y prisión de todos, subsanando cualquier falta de pruebas por íntima convicción y  la decidida sordera de cualquier funcionario, o periodista presente ante las denuncias realizadas contra altos funcionarios completan el show.
   Posiblemente pasarán muchos años hasta que algún curioso buscador de verdades se dedique a escudriñar con  mirada objetiva e imparcial esta revuelta causa.
   Por ahora y peligrosamente, sobre este controvertido y curioso tema, existen más interrogantes que respuestas. 
Un tema que nos cambió el ritmo de vida

Una muletilla internacional
PARA  REFLEXIONAR: QUÉDATE EN CASA Y
A LO MEJOR LOS ENCIERROS SON PEORES
        Es tanto el material de lectura que por estos días inunda las redes, que a este detalle se le suma una enorme legión de pensadores debutantes y de otros interesados en hacer trascender sus ideas y pareceres.
        Conocemos por lo que aparece como buena intención, esa marcada sugerencia a que nos quedemos en casa, como única manera de “vacunarnos” por así decirlo, contra la pandemia que viene azotando al mundo.
   Y entre tales escritos en estos tiempos de literatura virtual, y en contraposición a la consigna de quedarnos en casa divulgada desde el gobierno; nosotros, fieles a nuestro democrático estilo de no censurar a nadie, otros plantean una marcada oposición contenida en estos términos:
 “Quédate en casa que nosotros te dejamos sin trabajo y llevamos tu empresa a la quiebra, esa que te costó tantos años crear.
 Quédate en casa que nosotros decidimos por vos; a qué hora podes salir y en qué condiciones.
 Quédate en casa aunque no tengas dinero para comprar comida.
 Quédate en casa aunque a tu madre le queden pocos años de vida y te necesite.
 Quédate en casa y no veas a tus nietos por las dudas que te contagien.   
 Quédate en casa pero seguí pagando los impuestos aunque no generes ingresos.
 Quédate en casa mientras terminamos de colonizar la Justicia.
 Quédate en casa mientras nosotros ponemos los presos en libertad.
 Quédate en casa así podemos ejecutar nuestro plan sin escuchar protestas.
 Quédate en casa que nosotros te dejamos una lista de entretenimiento virtual para que no te hagas preguntas sobre la nueva normalidad.
 Quédate en casa; no te expongas a la luz solar, ni a los gérmenes así terminamos de socavar tu sistema inmunitario.
     Quédate en casa hablando por teléfono mientras nosotros escuchamos tus llamadas y nos acercamos un poquito más al plan perfecto. 
 Quédate en casa, aléjate de todo lo que te hace humano, así nuestra interferencia es más sutil y no encontráis culpables.
     Quédate en casa así vamos estudiando tu comportamiento cuando esto sea la norma. 
 Quédate en casa como cuando el modelo hitleriano daba órdenes y la gente cumplía. Solo que él lo hacía con armas, nosotros lo hacemos con tu miedo. 
 Quédate en casa no pelees por tus derechos como ciudadano ni por tu familia, te queremos bien dócil, no rebelde.
     Quédate en casa mientras seguimos gestionando lo más parecido al funcionamiento de una dictadura con tu ignorancia.
     Quédate en casa y repetí este mensaje mil veces. Porque de tanto decirlo, te lo vas a terminar creyendo. No por dos meses o un año, sino por el resto de tu vida… 
 Entérate, no te quieren sano, ¡te quieren cautivo!”
 Hasta allí esta especie de “manifiesto” y en homenaje a la libertad de pensar y de obrar que rogamos nadie vulnere, es que decidimos hacerla conocer.

25 de Mayo
MAÑANA DÍA  DE  LA  PATRIA, DE CUANDO
SE SUPONE QUE EMPEZAMOS A SER LIBRES
    La verdad, es una manifestación de principios que vengo sosteniendo y reiterando desde el alma, en cada ocasión que me toca referirme al Día de la Patria.
Hemos celebrado más de dos siglos como Nación y la realidad pone en duda que hubiéramos aprovechado como patriótico beneficio las lecciones de nuestra propia historia.   
   Nos vienen metiendo en la cabeza desde allá lejos en la escuela primaria algo parecido a la simpleza sin complicaciones, procurando hacernos entender que la Patria es la bandera, la escarapela o el Himno Nacional, respetables aunque insuficientes símbolos.
   Los políticos coinciden, pensando a la Patria como la construcción de una gigantesca obra para nuestro bienestar y para todos los hombres de buena voluntad que quieran habitar su suelo.
   Y cada 25 de Mayo desde que me acuerdo, hoy a 210 años de aquella gesta, vuelvo a considerar oportuno pensar en voz alta a mi modesto entender qué es la Patria, desde mi simple condición de ciudadano, lo que vengo sosteniendo desde chiquito y jamás me cansaré de repetir.
   Debe ser la Patria el paraíso donde podamos vivir en paz y en libertad porque representa decencia, trabajo, sacrificio.
   La Patria no es el bolsón, el subsidio o la beca para no trabajar.
   Es honestidad a ultranza; entrega, amor por las raíces y generosidad con nuestro prójimo.
   La Patria es construir y no mentir.
   Es buscar el bien común.
   Gobernar y obrar sin soberbia ni autoritarismo.
   La Patria es administrar honradamente lo que tenemos y elaborar aquello que necesitamos.
   La Patria, por muchos burdamente devaluada en su concepto, es educación, seguridad, justicia y salud para todos, sin elegidos ni marginados.
   La Patria también es el respeto a los que piensan distinto y a la Patria la hacemos en la ciudad y en el campo.
   La transpiramos en la calle, en las escuelas y en el surco.
   Más nos demandará llegar a gozarla, cuanto más tardemos en empezar a construirla quitándole las muletas aportadas por la mediocridad.
   Peligrosamente nos estamos resignando a perder demasiado tiempo mientras seguimos aguardando la bonanza de aquella Revolución que se inició en 1810.
   La Patria no crece porque mediáticamente se lo declame.
   La Patria no es un reñidero para que desborden las pasiones y triunfe la intolerancia, porque al costo en sangre ya lo hemos pagado y muchas veces.
   La Patria es el diálogo, el debate, el disenso, la discusión.
   No es de civiles ni de militares, sino de argentinos.
   La Patria no es Lanata ni lo es el periodismo militante nacional y popular.
   La Patria no es Menéndez ni Videla, pero tampoco lo es Firmenich ni los jóvenes que se decían románticos.
   No lo es de los ricos ni de los pobres, sino de los ciudadanos probos y honestos.
   A la Patria la dignificamos con el trabajo, y cuando disminuye o no hay, es necesario crearlo, porque la Patria es producción más que dádivas y es apego a la cultura del esfuerzo y del sacrificio.
   La Patria es también rebeldía ante la injusticia, cariño por lo nuestro y respeto hacia el prójimo.
   La Patria envilecida por la corrupción, solo se cura con justicia honestamente independiente y no con la obediencia debida de algunos jueces.
   Esta Patria será grande cuando estemos unidos, y juntos derrotemos a los fantasmas de la discordia y las miserias que se fortalecen con los resentimientos.
   Parece cosa de locos y para sociólogos, que la Patria todavía no tenga definida su identidad.
   La va a tener, cuando podamos coincidir pobres y ricos, ciudad y campo, profesionales y estudiantes, civiles y militares, peronistas y radicales, izquierdosos y liberales, rubios y morochos, para convencernos que la única bandera del país debe ser el esfuerzo con decencia.
   Será el día maravilloso y mágico que marcará la verdadera fecha de nuestro alumbramiento como Nación.
   Trabajemos unidos, y más ahora alejados de los abrazos, codo a codo y empecemos ya, desde arriba hacia abajo, para que la desunión, la puta grieta y los desencuentros no sigan siendo más rápidos que los relojes y los almanaques.

¿Estado de permanente catarsis?
AUNQUE NADA SE LOGRA CON HISTERIAS, ES
EL NUEVO MODELO DE CONDUCTA IMPUESTO
   Seguramente los profesionales que más serán buscados, consultados y acosados profesionalmente tras la pandemia y luego de los obligados encierros inoportunamente atenuados a veces, serán los sicólogos y los psiquiatras, obviamente hombres y mujeres, pero aborrezco eso de insultar a nuestra lengua con el modelo inclusivo.
   Y buena noticia para los fabricantes de divanes porque los que tienen, seguramente les sacarán várices a las patas por exceso de uso.
   El tema es que la nula costumbre del encarcelamiento domiciliario se impuso por imperio de circunstancias, ineludibles por cierto, pero que modificaron conductas, relaciones, costumbres, manías e inclinaciones.
   Un amigo, incluso, me confidenció que había descubierto en su esposa con quien estaba casado desee hacía más de 30 años, dos lunares que le parecieron más que atractivos, casi comestibles.
   Los chicos estuvieron obligados a insertarse en un mundo donde llegó el momento que hasta la play les resultaba aburrida, el manejo de los celulares paternos quedó relegado a un segundo plano y las prácticas deportivas escuetamente encerradas en el patio o en la incómoda terraza.
   Los juegos de naipes hartaron a los mayores, optaron por balconear con serenatas nocturnas a veces cosechando aplausos y en otros casos denuncias vecinales, abucheos y disparos de armas de fuego al aire.
   La histeria por encierro y aburrimiento se apoderó de todos salvo algunas excepciones y llegamos a comprender a los internos de Bouwer, a los que estaban en Sierra Chica o a los que dejaron sus huesos en Sing-Sing.
   Pocos fueron los cultores de la concentración mental y la paciencia que optaron por el Ommmm, por la meditación o esa milenaria curiosidad por explicarse la cuadratura del círculo o la circunferencia del cubo.
   Las más salientes excepciones fueron aprender a cocinar, cuidar como nunca el celular que no cayera a manos peligrosas cargadas de curiosidad y dudas, cuidarse de hablar en sueños durante intimidades por eso que suele darse de la confusión de nombres que después no hay forma de enmendar, o por gastar los zapatos que no se usan, con lustradas tan repetidas como innecesarias porque después andan en zapatillas.
   Los más inteligentes, me dijeron, fueron aquellos que optaron por la sana y poco frecuente vocación por liberarse hacia adentro y entre otras cosas, dejar de pensar que no es lo mismo sufrir parásitos intestinales que tener vida interior.
   Resumiendo, los encierros dan para mucho más -aparte de la histeria que desatan-  de lo que alguna vez pudimos sospechar.
   Pero la verdad, como experiencia positiva, tiene sus costados que muchos sin dudas habrán -o habremos- de extrañar.