Desgrabación de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su
programa “Síganme los buenos” del 29/05/16 emitido por AM580 Radio Universidad
de Córdoba.
¿LA INVASION DE GENDARMERÍA?
¡NO SON LOS PIRATAS INGLESES!
Los últimos días han mostrado -si es que era
necesario- que el hampa sigue ganando terreno pese a los parches y
“suplementos” que el poder provincial aporta a una policía que exhibe una
imagen pachorrienta y desganada.
La sucesión de violentos episodios contra la
propiedad y las personas certifica un convencimiento anidado en la sociedad
cordobesa que más allá de las estadísticas, padece la íntima convicción del
desamparo reinante.
Dejemos de lado esos patéticos detalles
de los patrulleros entregados con tal
apresuramiento que no cuentan con equipo
de comunicaciones, la reducida provisión de chalecos antibalas o la inquietud
reinante en las filas de la institución frente al incierto panorama salarial.
La verdad es sólo una: que la policía
provincial no alcanza a contener el irrefrenable avance de la delincuencia,
atribuible a lo que se quiera uno imaginar, lo que no le quita dramatismo a la
situación.
En materia de prevención ciudadana ya
no alcanza vivir entre rejas mientras los delincuentes gozan de una curiosa
indemnidad, porque la cantidad de hechos que se perpetran con alarmante
simultaneidad está superando al caudal operativo de la fuerza.
¿De qué sirve toda la tecnología y la
incorporación de personal con limitada preparación?.
En lugar de mermar la actividad delictiva es
como si se hubiera duplicado su dañina capacidad, lo que está corroborado por
la sucesión de hechos incluyendo un caso -roguemos que sea aislado- de una
dependencia que no tomó una denuncia ¡por falta de personal!
Frente a este escenario y dejando de
lado las motivaciones políticas que pudiera tener la actitud, no debiera
sorprender que un intendente de una localidad vecina a la capital solicitara la
ayuda de Gendarmería para que se ocupara de su población porque Villa Allende
cuenta con sólo dos patrulleros y pocos efectivos; Saldán, un solo patrullero y
cuatro agentes y no sigamos con los ejemplos porque el panorama es desolador.
¿Es una invasión de jurisdicción?.
Probablemente lo sea, pero que el gobierno -si es inútil para garantizar
seguridad por mano propia- aporte entonces una alternativa superadora que evite
esa sospecha que en los hechos, transforma a Córdoba en una isla inexpugnable para
la autoridad y abierta a la delincuencia.
El poder provincial siempre rechazó con
desprecio y espanto todo lo que pudieran acusarlo de permitir “zonas
liberadas”, sin aplicar una política integral que lo evitara ni que combatiera
sus consecuencias.
Si se aconseja a los ciudadanos no armarse
ni actuar en defensa propia, alguien debe asumir esa responsabilidad en el
marco del respeto por las leyes.
Porque si para vivir en paz, retomar el
placer de salir de la casa y encontrar todo en orden al regresar, o estar
seguros que nadie reventará la puerta, ni arrebatará en la calle a plena luz,
ni será víctima de un tropel de ladrones asociados, es necesario convocar a los
marinos, la ciudadanía estará en su derecho de exigirlo si su policía ha sido
superada.
Bastante caros son los impuestos que se pagan para garantizar seguridad, justicia, educación, salud y otros servicios, para que las autoridades alegremente dilapiden fondos en gastos inoportunos y alejados de las reales prioridades.
Ellos, los que mandan, se sienten y se saben seguros y protegidos.
La población está muy lejos de esa saludable y desacostumbrada sensación.
Bastante caros son los impuestos que se pagan para garantizar seguridad, justicia, educación, salud y otros servicios, para que las autoridades alegremente dilapiden fondos en gastos inoportunos y alejados de las reales prioridades.
Ellos, los que mandan, se sienten y se saben seguros y protegidos.
La población está muy lejos de esa saludable y desacostumbrada sensación.
Por todas estas razones, no preparen el aceite hirviendo.
No son ingleses.
Son efectivos de nuestra Gendarmería Nacional.
FRANCISCO, UN PAPA BASCULANTE
Más que nada ha sido comidilla mediática la visita que la verborrágica
doña Hebe le hiciera a quien denostara de la manera más ordinaria y agresiva
poco tiempo atrás, incluso antes que ocupara el sillón de San Pedro, el ahora
Papa Francisco que supiera ser cardenal en Buenos Aires.
Dejando de lado la escatológica y asquerosa manera que tuvieron los
seguidores de aquellos sueños compartidos, de ofender a la cristiandad toda
dejando sus heces y otros líquidos en el atrio de la Catedral Metropolitana,
son para no olvidar las duras acusaciones contra Bergoglio por su actuación u
omisiones durante la dictadura militar.
Otro de los puntos de referencia conectados con esta visita al Vaticano,
fue la confusa situación planteada con Margarita Barrientos, una mujer de
acción en el desolado campo social porteño, gestora de un lugar llamado Los
Piletones, donde alimentaba a los más desposeídos.
El Sumo Pontífice empezó a mostrar las puntas de una hilacha
justicialista cuando reconoció ser amigo de Moreno, envió regalos a Milagro
Sala, recibió una remera de La Cámpora y según dicen, por un mal entendido, no
atendió a la señora Barrientos quien había viajado a Roma pero a su vez invitó
a doña Hebe de Bonafini, demasiado conocida como para reiterar su curriculum.
Ella por supuesto acaparó micrófonos y se erigió en supuesta vocera del
Santo Padre, atribuyéndole conceptos no muy simpáticos que no fueron
desmentidos ni confirmados por el Estado Vaticano.
Después de todo la situación bien puede calificarse como un previsible
ejercicio del conventillo, tras el encuentro de dos personas que al parecer se
odiaban irreconciliablemente y por fin se abrazaron, no se sabe si en una
actitud de recíproca hipocresía o de mutuo perdón.
Ante la grey católica argentina al menos, y sopesando las virtudes y los
defectos de cada uno de los dos que se reunieron en Santa Marta por más de una
hora, la imagen de Francisco algo -o mucho- se ha deteriorado.
En definitiva, cada ser humano
está obligado a tener parientes, pero a los amigos los elige.
Los familiares son obligatorios por la sangre y siempre, aunque se
enemisten, seguirán con el parentesco a perpetuidad.
Los amigos, muchas veces dejan de serlo aunque haya costado demasiado
conocerlos en profundidad.
Pero íntimamente me queda una duda: ¿habrá confesado sus pecados doña
Hebe y se habrá arrepentido, antes de besar el anillo papal?
¿SEGUIRÁN LOS AUMENTOS EN TODO?
Los ajustes de precios ya sea en mercaderías, en servicios o en
impuestos, cuando son salvajes aunque se pregone que son necesarios, adquieren
la categoría de injuria a la sociedad, porque no está preparada para asumirlos
o porque pensaba que el cambio sería otra cosa.
La realidad nos muestra si dejamos de lado la ingrata sorpresa, un alto
grado de indignación en la gente, que suele ser la madre del desencanto y
pariente cercana del fracaso.
Es probable que el gradualismo hubiera sido lo más aconsejable para la
crítica coyuntura, pero con toda seguridad el empresariado alguna manera
hubiera encontrado para hacerle frente y seguir embolsando, con total carencia
de sensibilidad.
Si el Estado no quiere imponer límites a los precios desbocados, que
instrumente entonces una política que estabilice y no aliente la especulación
que queriendo o no, sigue propiciando.
Es posible llegar a cifras inauditas e impensadas haciendo cálculos
elementales entre lo que cuestan los insumos de cualquier producto y luego el
precio final al consumidor y de esos ejemplos estamos hartos, pero bien vale
citarlos: la leche, la carne, el azúcar, los medicamentos, la fruta, el pan, la
indumentaria, el gas y varios más.
No es posible que el descontrol siga venciendo a la necesidad de la
gente porque si esa progresión se llegara a mantener, sería el fracaso con
relación a todo lo que se prometiera antes de las elecciones.
Ya pasó a la historia eso de elaborar el presupuesto familiar en base a
lo que se cobra en sueldos, y lo que se debe gastar a lo largo del mes.
Desde varios años atrás, la inflación viene ganando más que por
abandono, por resignación e impotencia.
EL CONFLICTO MUNICIPAL PERMANENTE
Como si la historia no fuera tan penosamente repetida, otra vez los
empleados municipales a través de su dirigencia sindical reiteran la
instalación de un estado de conflicto permanente, que en realidad no es otra
cosa que una presión sobre las autoridades para conseguir ventajas salariales u
otras de las tantas gangas que gozan.
Las asambleas informativas que convoca y realizan los dirigentes
gremiales paralizan las actividades sector por sector, impidiéndole al vecino
contribuyente, incluso a pagar sus impuestos y tasas de lo que se nutre la
comuna para sostener a una masa de 12.000 empleados que se llevan en sueldos
más del 60 por ciento de lo que se recauda.
Alguna vez tendrá que legislarse sobre aquello tan básico de los
servicios esenciales y su cumplimiento incluso en días de inactividad por paro,
a lo que el sindicalismo se opone con el argumento que se coarta la libertad de
protestar.
Como en un juego macabro, ellos se empecinan en hacerse escuchar, para
lo cual avasallan los derechos de toda la ciudadanía, transformada en rehén de
sus demandas y caprichos.
El estado de conflicto permanente, que es una especie de virus saltarín
que pasea de una dependencia a otra, debe encontrar lo antes posible el
antídoto que le aporte no tan solo el gobierno,
sino la comunidad injuriada más que atendida en sus clamores de iluminación,
limpieza, atención médica, transporte y muchos rubros más.
Si el joven intendente aspira al sillón que ahora ocupa El Gringo, no le
bastará su simpatía con Macri, mientras no encuentre la forma de reconciliarse
con los cordobeses.
LA MEGACAUSA DEL REGISTRO
La Aventura
Universal de los Derechos Humanos es un juego on-line destinado a dar a conocer
la Declaración de los Derechos Humanos.
En ese
entretenimiento existe una unión interplanetaria encargada de salvaguardar la
paz y la armonía del Universo y en uno de sus capítulos, tres delincuentes han
sembrado el caos en el planeta Justicia, confundiendo a los policías para
producir detenciones injustificadas, desorganizando los archivos de
Tribunales y las pruebas de los imputados, tergiversando las palabras de los
acusados, anulando el juicio por un tribunal imparcial, confundiendo a la
población con noticias falsas, infiltrando información errónea en los libros para
jueces y suprimiendo la igualdad, todo lo cual se traduce en inocentes presos y
delincuentes libres.
La misión para
quién juegue consiste en revertir estas acciones y recuperar la justicia
perdida. Casi, casi idéntico a la causa del Registro, dónde se evidencian
prisiones preventivas sistemáticas de hasta tres años, juicios por
comisión especial, condenas sin pruebas, pomposo escrache mediático de
algunos condenados, culto a la desigualdad persiguiendo a ciudadanos comunes y
evitando molestar a poderosos y falta de aplicación del derecho vigente.
Las
consecuencias, en la práctica, son las mismas que en el juego.
Quizás sea
necesario, entonces, invocar a esta unión interplanetaria para encontrar, de
una vez, la justicia perdida en la megacausa del Registro de la Propiedad
de Córdoba.
LA GENERACIÓN DE EMPLEO
La realidad y la memoria muestran que la crisis en materia de ocupación
no es nueva, como tampoco atribuible exclusivamente al gobierno anterior pese a
que en todos los discursos, los funcionarios se vanagloriaban de haber
derrotado a la falta de oferta laboral cuando el escenario real era muy
distinto.
Cuando existe incertidumbre y se le suman la ansiedad y la premura por
ver cambios, se transforma en un cóctel explosivo en el campo social porque no
debe existir peor zozobra para un ciudadano que la de ver amenazado el puesto
de trabajo o de buscar y buscar ocupación sin encontrarla.
El Estado tiene la obligación de implementar políticas que generen
demanda de mano de obra, en sustitución de la dádiva disfrazada de subsidio,
con lo que solamente disminuían las estadísticas incorporando a sus
beneficiarios como agentes productivos.
Tampoco es correcto ni conducente tomar al propio Estado como inagotable
bolsa de trabajo, que únicamente beneficia a los allegados al poder y a quienes
la política les paga favores.
El empresariado debe entender alguna vez que no todo es ganancia sin
riesgo y que el empleo no debe ser moneda de cambio ni de presión hacia la
obtención de créditos ventajosos, que en lugar de afectarse a la producción, en
gran medida se fugan a inversiones en el exterior, como viene ocurriendo desde
hace bastante tiempo.
Somos un país inmensamente rico pero con la mala suerte que sus
administradores, con el tiempo, no han sido ejemplo de solidaridad con su
pueblo, al que sedujeron con los vidrios de colores de estadísticas dibujadas
mientras se enriquecían a costa del sacrificio ajeno y la eterna espera de
soluciones.
Así como más de tres cuartos de siglo atrás Argentina era considerada
una de las grandes potencias mundiales, nuestros gobernantes que en su momento
dilapidaron esa proyección de futuro, tienen la obligación moral y patriótica
de no cometer los mismos errores y devolvernos el prestigio y el futuro que
desde aquellos tiempos nos despojaron.
No todo está perdido y aunque con la esperanza, los eslógan y las
promesas no alcance, exijamos por medio de nuestros representantes a los que
nos gobiernan, el cumplimiento de los compromisos contraídos con la sociedad.
Será difícil alcanzar la pobreza cero, si antes no logramos el pleno
restablecimiento del respeto a las instituciones y la recuperación no tan solo
de la riqueza, sino de la honestidad.
A 47 AÑOS DEL CORDOBAZO
Siempre y desde el fondo de la historia de los pueblos, las gestas
populares no carecieron de padres cuando marcaron mojones en la historia y
fueron huérfanas si resultaron fracasos o intrascendencias para los tiempos.
Es probable que el Cordobazo -nuestro Cordobazo- sea uno de los ejemplos
argentinos con relación a la multiplicidad de sus paternidades, porque mientras
los almanaques van pasando, se vienen agregando autores intelectuales y
protagonistas como si la historia fuera permeable a la tardía incorporación de
ausentes a esos acontecimientos.
Ha pasado casi medio siglo de aquellos días en que el onganiato desde
sus despachos en Buenos Aires implementaba medidas antipopulares que cercenaban
derechos a la clase trabajadora y a los estudiantes.
Dirigentes sindicales y estudiantiles iban a prisión, no se permitían
asambleas ni reuniones, la policía había sido santificada con exageradas
atribuciones y la incertidumbre sobre el futuro era la diaria comida de los
argentinos que se potenciaba en Córdoba por sus blasones contestatarios.
No se recuerda, si queremos ser fieles con la historia, que alguna vez
se haya realizado un cónclave de dirigentes afectados, de donde hubiera surgido
la organización y realización de un Cordobazo, levantamiento de masas o alguna
reacción parecida ante las injusticias que se perpetraban desde el poder.
Se resolvió si, un paro activo para el 29 de mayo, 47 años atrás, desde
las 11 con la realización de actos en cuyo marco se divulgarían las demandas de
los trabajadores y de los estudiantes. Nunca se supo si la determinación de esa
fecha para la protesta algo tenía que ver con los festejos previstos la misma
jornada, por ser el Día del Ejército Argentino. Ya desde temprano, la mayoría
de la población optó por quedarse en sus casas y en las industrias circulaba un
hervidero de versiones que calentaban el ambiente.
Se produjo el abandono de las fábricas y de todo otro establecimiento
parecido, con elevado acatamiento y marcado fervor en las marchas que se
encaminaron hasta el centro de la ciudad. Con los primeros enfrentamientos
entre manifestantes y policías incluida la caballería, se fueron multiplicando
los incidentes y ganando en gravedad.
El entonces comandante del tercer cuerpo de ejército, general Sanchez
Lahoz, siguiendo órdenes superiores movilizó a cientos de soldados que hicieron
su entrada a la zona de refriegas por calle Santa Rosa de contramano, y en la
esquina con el pasaje Aguaducho produjeron una estruendosa descarga de
fusilería al aire.
El primer muerto por balas policiales fue Máximo Mena, militante
radical; un turista que curioseaba en el centro cerca de Plaza San Martín
también cayó baleado y un peatón ajeno a los hechos que paseaba por las
adyacencias del Palacio de Justicia, cayó fulminado por un ataque cardíaco.
La víctima número 4 fue un estudiante del interior de la provincia,
abatido en Barrio Clínicas por considerar que operaba como francotirador.
Los heridos superaron 300 y se produjeron cerca de 200 detenciones. Los
daños materiales a la ciudad fueron cuantiosos y no todo terminó el 29 de mayo,
sino que los incidentes de prolongaron por varios días más.
El resto de la historia es más o menos conocida, pero desde entonces se
mantiene la disputa por la paternidad de la gesta, en la que el pueblo tuvo
activa participación aportando combustible y objetos para las barricadas,
aunque en muchos casos se cometieron tropelías que bien pudieran haberse
evitado.
Por aquel entonces los periodistas, más que testigos, fuimos
protagonistas de lo que hoy es historia.