Desgrabación de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su
programa “Síganme los buenos” emitido el domingo 10-11-13 por AM580 Radio
Universidad de Córdoba.
LISTAS
NEGRAS HUBO SIEMPRE
La verdad, que ahora trasciendan las listas
negras (equivalentes a medio pasaporte a la cuneta) que elaboraron los
genocidas con artistas, periodistas, políticos, etc, no es mucho lo que agrega
a la historia, porque en aquellos tiempos cada uno de nosotros sabía si estaba
en una lista y en la lista de qué arma estaba, y a esto lo afirmo por
experiencia personal.
Algún día les voy a contar.
Después, cada gobierno de la democracia tuvo
sus propias listas en algunos casos celosamente escondidas hasta ahora, pero
esas listas son como las brujas, de las que muchos dudan a sabiendas que
existen.
Pero en este escenario nacional y popular
que ahora compartimos, es llamativo que se asigne tanta trascendencia a las
nóminas de 30 años atrás y poco se informe acerca de los operativos de
"inteligencia interna", que no es otra cosa que espiar hacia adentro,
que se ha sabido vienen realizando efectivos de la Gendarmería Nacional
y dudosamente "popular".
No en vano, sostienen los agoreros, al
frente de las armas está el General Milani, hombre que de la "inteligencia
militar" hiciera un culto, precisamente muchos años atrás.
¿Es para pensar en casualidades, cortinas de
humo o coherencia?
La historia lo dirá, pero a veces pasa
demasiado tiempo hasta que llegamos a conocer la verdad.
Y las verdades postergadas son el maquillaje no siempre
perfecto de la más burda
y perversa de las mentiras.
JUAN CARLOS
CALABRO, DE GIRA
Con el sexo o con la política cualquiera es humorista.
Creo que la sabiduría popular de Juan Carlos Calabró mucho se basó, paradojalmente, en la dulce ignorancia que lucían sus personajes comunes, habituales, previsibles y normaloides de esos que podemos encontrar sin esmerarnos en la búsqueda.
Al menos en esa luminosa y atrapante pantalla que entra a tu casa y solo se muestra con tu permiso y desde el clic inicial del control remoto te deja la opción de elegir, de continuar o de terminar esa relación que renovamos domésticamente a cada rato.
Es probable que en el teatro de revistas, donde por encima del buen gusto y la imaginación reinan el humor escatológico, la doble intención y las poses coitales explícitas, el comportamiento de Calabró no haya sido el mismo, pero al menos en esos recintos no se permite la asistencia de criaturas, como las que tenemos en la mayoría de nuestros hogares.
Quiero hablar del Calabró que me gustaba y me seguirá gustando por esa magia que tienen los archivos que atesoran los canales de TV y que cuando alguien, como se dice en la jerga farandulera “se va de gira”, florecen con el formato de lucrativos recuerdos.
No es necesario analizar a cada uno de los desopilantes personajes que se metieron en el alma del capocómico, pero es un deber rescatar su simpleza cercana a la inocencia y al infantilismo.
Los golpes bajos no son necesarios cuando se apela al talento y la creatividad que los reemplace.
Juan Carlos Calabró, “El Contra”, “Anibal”, “Borromeo”, “Johny Tolengo” y otros eran una síntesis de ternura y gracia, que no necesitaban exagerados recursos pectorales, abrumadoras cantidades de traseras siliconas ni palabrejas prostibularias, porque el humor bien entendido reniega de tan baratos artilugios.
Dos o tres bocadillos, un gesto, los estudiados silencios y otras manifestaciones de su lenguaje corporal, hacían de Calabró un personaje en sí.
Ya no está.
Se fue.
Lo vamos a extrañar.
Padeció con dignidad la inevitable y dolorosa aventura de irse con el sufrimiento a cuestas, sin llevar valijas, aunque haya cargado su alma con los afectos familieros que eran parte trascendente de su personalidad.
Seguramente ahora lo empezaremos a ver y a escuchar más seguido, recreando sus mayores éxitos.
Porque a la vista, herederos de su estilo se me hace que no quedan.
Creo que la sabiduría popular de Juan Carlos Calabró mucho se basó, paradojalmente, en la dulce ignorancia que lucían sus personajes comunes, habituales, previsibles y normaloides de esos que podemos encontrar sin esmerarnos en la búsqueda.
Al menos en esa luminosa y atrapante pantalla que entra a tu casa y solo se muestra con tu permiso y desde el clic inicial del control remoto te deja la opción de elegir, de continuar o de terminar esa relación que renovamos domésticamente a cada rato.
Es probable que en el teatro de revistas, donde por encima del buen gusto y la imaginación reinan el humor escatológico, la doble intención y las poses coitales explícitas, el comportamiento de Calabró no haya sido el mismo, pero al menos en esos recintos no se permite la asistencia de criaturas, como las que tenemos en la mayoría de nuestros hogares.
Quiero hablar del Calabró que me gustaba y me seguirá gustando por esa magia que tienen los archivos que atesoran los canales de TV y que cuando alguien, como se dice en la jerga farandulera “se va de gira”, florecen con el formato de lucrativos recuerdos.
No es necesario analizar a cada uno de los desopilantes personajes que se metieron en el alma del capocómico, pero es un deber rescatar su simpleza cercana a la inocencia y al infantilismo.
Los golpes bajos no son necesarios cuando se apela al talento y la creatividad que los reemplace.
Juan Carlos Calabró, “El Contra”, “Anibal”, “Borromeo”, “Johny Tolengo” y otros eran una síntesis de ternura y gracia, que no necesitaban exagerados recursos pectorales, abrumadoras cantidades de traseras siliconas ni palabrejas prostibularias, porque el humor bien entendido reniega de tan baratos artilugios.
Dos o tres bocadillos, un gesto, los estudiados silencios y otras manifestaciones de su lenguaje corporal, hacían de Calabró un personaje en sí.
Ya no está.
Se fue.
Lo vamos a extrañar.
Padeció con dignidad la inevitable y dolorosa aventura de irse con el sufrimiento a cuestas, sin llevar valijas, aunque haya cargado su alma con los afectos familieros que eran parte trascendente de su personalidad.
Seguramente ahora lo empezaremos a ver y a escuchar más seguido, recreando sus mayores éxitos.
Porque a la vista, herederos de su estilo se me hace que no quedan.
¡QUE
VUELVA LA SRA. PRESIDENTA!
No veo la hora que vuelva, porque en este último
mes, mis dudas se han multiplicado y el tratamiento para curar la úlcera es
demasiado costoso.
Ruego que esté recuperada de sus nanas para
que pueda poner las cosas en orden y subsanar algunas curiosas interpretaciones
de la realidad que hacen sus más fieles colaboradores.
Llamarlos a la realidad a los que sin
ponerse colorados sostienen que la inflación no existe, que se puede comer con
seis pesos diarios o que el cepo cambiario es una delirante ocurrencia de la
prensa desestabilizadora y no adicta al modelo nacional y popular.
Instruirlo a Moreno, por ejemplo, de los
problemas que acarrea desayunar con grappa porque después se le ocurre afirmar
que el precio de la carne no aumentó en los últimos tres años, que el kilo de
pan está a 10 pesos o que los índices de pobreza están por el suelo.
Que de a poco, para evitar el estrés y
posibles recaídas, pueda explicarnos eso de que no hay combustibles por culpa
del crecimiento económico, por qué las naftas aumentan de precio tan seguido y
por qué los oligarcas del campo esconden el trigo.
Sería bueno también que le hiciera un tirón,
digamos de orejas, a ese muchacho Rossi, a cargo de la seguridad nacional, para
que no siga creyendo y proclamando que la inseguridad es una sensación, que lea
los diarios, que mire las placas de Crónica TV y que recorra el país para darse
un baño de realidad, o al menos una ducha.
De paso, avívelo que la droga en cantidades
industriales entra porque no hay control de fronteras, las pistas clandestinas
son miles y no tenemos ley de derribo, como Brasil que la tiene.
Todas esas dudas e interpretaciones
rebuscadas, son una consecuencia de su retiro momentáneo y obligado, que ruego
se termine por el bien del país, que incluso ya extraña la cadena nacional y
las encendidas arengas, como también extraña aquello no tan viejo como los
precios máximos y el control que los militantes jóvenes harían en los
supermercados.
Señora, y con sincero cariño sea dicho, no
veo la hora de saber que su problema en la salud, es solo un mal recuerdo
superado por la ciencia y la fortaleza de su organismo y que de a poquito, y
como no ha leído diarios ni visto televisión ni escuchado radio, se vaya
enterando que el 54 por ciento es historia, que su joven vice no firmó ningún
decreto, que el Papa habló poco de nosotros, que su amigo Maduro tiene
alucinaciones, que doña Hebe casi no aparece y que la Corte emitió un fallo sobre
la ley de medios, pero a la vez dijo que aún era formalmente cuestionable.
Todos, sin distinción de banderías políticas
como vulgarmente se dice, estamos ansiosos que sea usted, señora, quien nos
haga ver lo bien que marcha el país.
Y de paso, que también nos diga hacia dónde
marcha.
¿POR
QUÉ NO ABRIR TODAS LAS URNAS?
Las abuelas, cuando éramos niños, solían
decirnos que no era aconsejable saborear los caramelos mientras no los
tuviéramos en la boca.
Muchas veces los festejos apresurados llevan
a enormes desilusiones, como anunciar embarazos de una semana o amores de tres
días.
Hay una dura disputa pos electoral con
relación a la novena banca, entre el radicalismo y el Frente de Izquierda y los
Trabajadores, que lidera Liliana Olivero.
Por allí uno piensa, con mucho de optimismo,
que esos asuntos debieran resolverse con elementos lógicos más que políticos,
formales o jurídicos y apelando a la mayor de las simplezas.
Si en realidad los partidos mayoritarios,
digamos el justicialismo y el radicalismo están seguros de la honestidad de los
números, ¿qué los lleva a negarse a que se abran todas las urnas?
No quiero caer a la inevitable y
escatológica comparación con eso del tugget sucio, por una elemental cuestión
de respeto, aunque merecería tomarla como parámetro.
La transparencia de la democracia merece
gestos de grandeza moral y no este perverso jueguito de caprichos y
ocultamientos, que solo sirven para aflojar los cimientos de esta forma de vida
institucional que tanto nos ha costado conseguir.
MAS SOBRE LA MEGACAUSA
Esta semana se dieron a conocer los
dictámenes de la
Procuración de la
Nación con respecto a las prisiones preventivas de Juan
Carlos Fraga y de Ricardo Tozzi,
dentro de la megacausa del Registro de la Propiedad.
En ese documento, se sostiene que la prisión
preventiva dispuesta contra Fraga y Tozzi, posee una fundamentación sólo
aparente y no se ajusta a los requerimientos constitucionales
vinculados con esa clase de encarcelamiento.
Y la Procuración se basa en que la Corte Interamericana
de Derechos Humanos ha expresado que " nadie puede ser sometido
a detención o encarcelamiento por causas y métodos que -aún calificados de
legales- puedan reputarse como incompatibles con el respeto a los derechos
fundamentales del individuo por ser, entre otras cosas, irrazonables,
imprevisibles, o faltos de proporcionalidad".
Para mayor claridad, agrega que "Cuando
la privación de la libertad, no respeta los requisitos establecidos por la Convención, se
transforma en arbitraria" y que “el concepto de 'arbitrariedad' debe
interpretarse de manera más amplia a fin de incluir elementos de
incorrección e injusticia"
Más adelante dice textualmente y lo voy a
leer: "En el pronunciamiento del Tribunal Superior de Justicia, se adujo
de manera dogmática que las circunstancias invocadas a favor de Fraga y
de Tozzi, al no exceder la regularidad de situaciones que se presentan en
la generalidad de los procesos, carecían de relevancia para contrarrestar
la presunción de fuga”.
“Ninguna explicación se dio acerca de
ese universo que comprendería "la regularidad de situaciones que
se presentan en la generalidad de los procesos", impidiendo así
apreciar cuáles fueron las comprobaciones y razonamientos sobre los que
se elaboró esa construcción, y verificar si fue correctamente aplicada en
el caso concreto".
Dice también el mismo dictamen: "No
advierto que el pronunciamiento cuente con fundamento válido para negarle
relevancia a las condiciones invocadas por la defensa...","...cabe
recordar que la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos sostuvo que deben
ser analizados varios elementos como los valores morales demostrados por
la persona, su ocupación, bienes que posee, vínculos familiares y otros
que le mantendrían en el país...". "Por ello -consigna más adelante-
pienso que la decisión privó a los imputados de la posibilidad de exponer razones
a favor de su libertad..."
El documento manifiesta que los órganos
jurisdiccionales que intervinieron en el asunto y el propio Tribunal
Superior Provincial, omitieron tomar en cuenta el tiempo de encarcelamiento transcurrido,
que podría significar idéntico
tratamiento a estar condenado, y no respondieron al planteo de la
defensa en ese sentido y por todo lo
expuesto, opina que corresponde revocar el fallo del Tribunal Superior a fin de
que se dicte uno nuevo de acuerdo a derecho.
No sé, en lo personal, si faltan más
palabras, porque se habla de injusticia, incorrección, irrazonabilidad,
arbitrariedad, falta de respeto a los derechos fundamentales precisamente y
vaya contrasentido, por parte de quienes deberían impartir justicia.
Y antes de olvidarme y con relación a esta
megacausa, quiero adelantar, pese a que eso de las primicias ha pasado de moda,
que ya estaría resuelta por la absolución, la situación del poderoso empresario
Jorge Petrone, basada en la íntima convicción del tribunal y de acuerdo con lo
consignado por una fuente que puedo considerar responsable.
IMPUNIDAD
PARA LOS CHOFERES VIOLENTOS
Muchos de los intolerantes y bravucones choferes del transporte urbano, cebados en sus caprichos por la debilidad de carácter que demuestra la autoridad municipal y el mirar hacia otro lado del ministerio provincial del Trabajo, tienen por seguro que la culpa de sus desgracias es de los periodistas.
Al margen de la justicia y validez, o no, de cada reclamo.
Además a la hora de resolver dañar a traición a los usuarios en esas asambleas que los delegados dicen no poder manejar, el componente alcohólico y el abuso de otras sustancias, en lo que algunos caen, suelen ser el peor de los consejeros por su carga de violencia.
Son los cagones de siempre con su espíritu de patota, que se esconden cuando los enfrentan mano a mano.
Y todo esto ocurre, en parte, por culpa en este caso de los periodistas que al no ser protegidos por sus empresas, defendidos por su gremio (que sindicalmente es socio de los choferes y solo “expresa su repudio”) y abandonados por la policía son depositarios de las broncas remordidas de quienes tienen los sueldos más altos que los de ellos y trabajan solo siete horas por día maltratando a los pasajeros.
La aletargada, burocrática y ciclotímica justicia cordobesa nunca sancionó con la ley, pese a pruebas abrumadoras, a ningún golpeador de periodistas.
Seguramente lo harán, jueces compungidos, cuando el hecho sea irreparable, siguiendo la costumbre argentina de las soluciones post mortem.
Así y todo, los periodistas somos a veces tan comprometidos con nuestra tarea, que concurrimos a los lugares donde deliberan los violentos a sabiendas que vamos a ser maltratados, pero el deber y la pasión por nuestra tarea se imponen siempre por encima del peligro.
Y son los dirigentes quienes necesitan que los periodistas difundamos sus pretensiones para presionar así a la gente, esos mismos dirigentes que incitan a las patotas, nos golpean sus obedientes seguidores, nos rompen los elementos de trabajo y después con boludísimas e hipócritas caras de santos que todos conocemos, piden disculpas prometiendo que nunca más ocurrirá.
Tendremos, alguna vez, que decir basta.
La mejor manera, negarse a cubrir las asambleas de cualquier organización sindical acostumbrada a maltratarnos, así sean de la UTA, municipales, Luz y Fuerza o del gremio de Mongo.
Si quieren que la gente se entere de sus demandas y de sus delirios, que impriman volantes, alquilen un avión para arrojarlos o entreguen panfletos de mano en mano, hasta que dejen de considerarnos forros de sus apetencias e inclinación por la vagancia y nos aseguren garantías para nuestro desempeño.
Seguro que cuando superan la curda, caen en cuenta que ellos nos necesitan más a nosotros, que nosotros a ellos.
Y si fueran inteligentes no tan solo para no trabajar y embolsar, serían los más interesados en cuidarnos.
Hasta que nos hartemos y salgamos “calzados” a trabajar, en ejercicio de nuestra legítima defensa.
¿Por qué no hacer test de alcoholemia después de cada asamblea?
Estaría bueno, o al menos sería original.
Muchos de los intolerantes y bravucones choferes del transporte urbano, cebados en sus caprichos por la debilidad de carácter que demuestra la autoridad municipal y el mirar hacia otro lado del ministerio provincial del Trabajo, tienen por seguro que la culpa de sus desgracias es de los periodistas.
Al margen de la justicia y validez, o no, de cada reclamo.
Además a la hora de resolver dañar a traición a los usuarios en esas asambleas que los delegados dicen no poder manejar, el componente alcohólico y el abuso de otras sustancias, en lo que algunos caen, suelen ser el peor de los consejeros por su carga de violencia.
Son los cagones de siempre con su espíritu de patota, que se esconden cuando los enfrentan mano a mano.
Y todo esto ocurre, en parte, por culpa en este caso de los periodistas que al no ser protegidos por sus empresas, defendidos por su gremio (que sindicalmente es socio de los choferes y solo “expresa su repudio”) y abandonados por la policía son depositarios de las broncas remordidas de quienes tienen los sueldos más altos que los de ellos y trabajan solo siete horas por día maltratando a los pasajeros.
La aletargada, burocrática y ciclotímica justicia cordobesa nunca sancionó con la ley, pese a pruebas abrumadoras, a ningún golpeador de periodistas.
Seguramente lo harán, jueces compungidos, cuando el hecho sea irreparable, siguiendo la costumbre argentina de las soluciones post mortem.
Así y todo, los periodistas somos a veces tan comprometidos con nuestra tarea, que concurrimos a los lugares donde deliberan los violentos a sabiendas que vamos a ser maltratados, pero el deber y la pasión por nuestra tarea se imponen siempre por encima del peligro.
Y son los dirigentes quienes necesitan que los periodistas difundamos sus pretensiones para presionar así a la gente, esos mismos dirigentes que incitan a las patotas, nos golpean sus obedientes seguidores, nos rompen los elementos de trabajo y después con boludísimas e hipócritas caras de santos que todos conocemos, piden disculpas prometiendo que nunca más ocurrirá.
Tendremos, alguna vez, que decir basta.
La mejor manera, negarse a cubrir las asambleas de cualquier organización sindical acostumbrada a maltratarnos, así sean de la UTA, municipales, Luz y Fuerza o del gremio de Mongo.
Si quieren que la gente se entere de sus demandas y de sus delirios, que impriman volantes, alquilen un avión para arrojarlos o entreguen panfletos de mano en mano, hasta que dejen de considerarnos forros de sus apetencias e inclinación por la vagancia y nos aseguren garantías para nuestro desempeño.
Seguro que cuando superan la curda, caen en cuenta que ellos nos necesitan más a nosotros, que nosotros a ellos.
Y si fueran inteligentes no tan solo para no trabajar y embolsar, serían los más interesados en cuidarnos.
Hasta que nos hartemos y salgamos “calzados” a trabajar, en ejercicio de nuestra legítima defensa.
¿Por qué no hacer test de alcoholemia después de cada asamblea?
Estaría bueno, o al menos sería original.
¿Se sabe que alguno de los fiscales
cordobeses haya actuado de oficio ante las nuevas agresiones, como la
obligación que tienen frente a un hecho tan divulgado?
Si ninguno lo hizo, lo único que han
conseguido, es consagrar una vez más, la impunidad de los violentos.
MORENO
Y LA INFLACION
Desde que dijo que la carne no había
aumentado en los últimos tres años, hasta los sepultureros se mataron de risa.
Y Piñón Fijo se puso serio.
Probablemente y tomando en cuenta los
parámetros de precios, la carne vacuna es lo que menos se fue para arriba si
leemos los números desde mediados del año pasado.
Pero decir que no aumentó, es como sostener
idéntica visión acerca de los combustibles, de cuya mano todo aumenta.
Es más que conocido que cuando no se asumen
los problemas y en cambio se los ignora, resulta mucho más complicado
superarlos.
Porque más allá de los tecnicismos y de las
teorías economicistas, cuando Moreno echa a rodar cualquiera de sus delirios,
se transforma en un auténtico formador de precios.
Ya supimos como dolorosa experiencia,
convivir con la inflación no tantos años atrás.
Desandar ese penoso camino y volver a padecer
las angustias de cada día, es una afrenta que no merecemos por ser ciudadanos
de un país rico, multimillonario en recursos naturales y con vocación por el
bienestar.
Cuando desde el poder nos desorientan con
números que todos sabemos que no son ajustados a la realidad, es como si se nos
mataran de risa.
Y la situación es muy seria como para
tomarla en joda.
PEATONAL
Y REJAS
Es cierto que la peatonal no es un Shopping,
pero hagamos lo posible para que sea un lugar digno de ser visitado y recorrido,
sin andar pensando en mugres ni basuras a cada paso.
Los comerciantes del sector, hartos de
soportar la sostenida competencia desleal de los manteros organizados en
empresas evasoras de impuestos, cargan también el castigo extra de la mugre que
dejan, del maltrato a las plantas y del uso de los canteros como urinarios
urbanos.
Muchas veces la incultura es la madre de
esas conductas equívocas, porque cuando se pone como pretexto que no hay
lugares para sentarse, hacer una pausa o socializar, basta con ver los bancos
de las plazas como resultado de un vandalismo inexplicable.
Ya sé que si uno comenta que eso no sucede
en Europa, me dirán que me vaya a vivir allí, pero eso no solucionaría lo que
aquí padecemos por culpa de los dañinos.
Quiero pensar que la colocación de rejas en
los canteros obedece a una política de recuperación de la integridad del
mobiliario peatonal, y no a un capricho segregacionista o discriminatorio.
Si esas rejas son una primera lección para
recuperar el respeto a lo que merecemos gozar todos, en buena hora.
Al menos en eso, que la Municipalidad asigne
recursos de los pocos que le quedan después de pagar los sueldos, aunque duela
que no haya inspectores callejeros que se ocupen de preservar la integridad del
paisaje céntrico.
Un paisaje en el que debemos acostumbrarnos
a convivir peatones, comerciantes y ambulantes autorizados, dentro del marco
más civilizado que podamos sostener.
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