Desgrabación de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su
programa “Síganme los buenos” que emitió el 3/11/13 AM580 Radio Universidad de
Córdoba.
ALFONSIN Y LA DEMOCRACIA
No quiero pecar de emotivo ni de sensiblero, pero alguien (es tarea de los dirigentes) debiera decirles a los jóvenes de ahora cuál era el escenario en el que le tocó actuar a Raul Ricardo Alfonsín cuando enjuició a los genocidas, que todavía tenían poder económico y poderío bélico como para apoyar sus nostalgiosos y autoritarios caprichos.
No quiero pecar de emotivo ni de sensiblero, pero alguien (es tarea de los dirigentes) debiera decirles a los jóvenes de ahora cuál era el escenario en el que le tocó actuar a Raul Ricardo Alfonsín cuando enjuició a los genocidas, que todavía tenían poder económico y poderío bélico como para apoyar sus nostalgiosos y autoritarios caprichos.
Ahora en la lona es fácil mojarles las
orejas y abrumarlos con justas y merecidas perpetuas. Pero no es para alardear
de valentía, de coraje cívico ni de otros maquillajes con los que se cubren las
dudas, los renuncios y las complicidades del pasado.
Un país que clama por paz no puede ser el
terreno fértil para los guerreros de cartón ni los justicieros tardíos. Es
necesaria la unión de todos, como lo alentaba Alfonsín. aunque le quemaran un
ataúd con sus banderas, lo acusaran de claudicar en Semana Santa o de instaurar
una economía que los aprovechados de siempre utilizaron en provecho propio.
¿Para qué abundar en mayores detalles si el
mejor testigo es la Historia?
¿Por qué degradar su recuerdo si dejó el
poder siendo más pobre que cuando lo asumió?
¿Por qué ofender la memoria hacia quien nos
hiciera vibrar una argentinidad que creíamos perdida?
Es por eso mi homenaje que de ninguna manera
es partidista sino personal y cariñoso, a un hombre que 30 años atrás nos
gobernara sin franelear la
Constitución, porque le bastó solo con el Preámbulo para
hacernos rezar la oración cívica más conmovedora que pueda recordar.
¿La extensa conversación que tuve con él?
No tiene importancia dentro de la universal
trascendencia de su figura. Simplemente y perdón por lo sintético de mi
apreciación, fue electrizante.
Como lo es ahora, evocar a ese Gran Muerto
30 años después.
Porque al seguir su vida, su lucha, su
compromiso, su decencia, su modestia y su viaje a la eternidad, alcancé a
valorar y comprender lo que es la inmortalidad de los héroes.
Y el respeto, sin banderías políticas, que
merecen los próceres.
DE
LA SOTA PRESIDENCIABLE
No debe costar poco intentar explicarse una
pérdida de 80 mil votos, haber claudicado en la capital del mismísimo
cordobesismo y luego, como si nada negativo hubiera sucedido, hacerse proclamar
con aspiraciones muy superiores a los cuestionables logros alcanzados.
Pero De la Sota necesariamente apoyado por Schiaretti en
esta especie de previsible e interminable carrera de postas, se vienen
cambiando el bastón de mando a sabiendas que al perderlo, pueden llegar a
sacrificar bastante, incluyendo -según comentan los agoreros- la propia
libertad.
No solo para el más alto nivel de la
conducción provincial el escándalo de las drogas enquistado en su seno ha
quedado en algo parecido a la bruma de la indiferencia, no por su falta de la
importancia que tiene, sino porque en el caso de atenderlo y buscarle una
salida transparente, muchas y sorprendentes serían las revelaciones.
Ahora que pasó la picadora de ideas,
propuestas y demagogia que es la campaña precomicial, es propicio el abordaje
de los temas críticos sin el peligro que sus derivaciones puedan ser utilizadas
en perjuicio o en beneficio de alguna corriente política.
Y el tema de la droga lo es; todos lo
conocemos, así como sabemos que la situación se viene agravando en la última
década, al amparo de la impunidad que a los narcos les han venido consagrando
los malos policías, los políticos complicados y la siestera pachorra de la
justicia.
Cuando como ahora, al pernicioso comercio de
la droga se le agrega la pérdida de vidas humanas en dudosas circunstancias, es
que se impone una pausa en cualquier carrera política para empezar a trabajar
en serio, poner en claro tantas dudas circulantes, gobernar para la gente y
esperar un tiempo razonable antes de embarcarse en la incierta aventura por
apetencias personales de poder.
Un candidato que pretenda gobernar el país,
si es gobernador, primero que resuelva los problemas de su provincia, que
restaure la seguridad, que normalice la educación, que despolitice la justicia,
que garantice la salud pública con niveles de eficiencia y dignidad y que deje
de endeudarnos con publicidad que es más onerosa que la obra pública.
Nos oponemos a seguir comprando faros sin
mar, terminales de ómnibus con aguas danzantes cuando llueve o escuelas donde
los bichos mandan con su tiranía del número.
Cuando pasen los tiempos de las hipocresías
y se sinceren las situaciones anómalas que subsisten, mientras no resulte ileso
tan solo en una, al candidato le quedarán dos caminos: dedicarse a cuidar los
nietos u ocuparse, más que ahora, de los negocios que pudiera tener.
Así
estén aquí cerca, o allá lejos.
EL
PRESUPUESTO MUNICIPAL
Cuando los números no cierran, la única
explicación tonta y razonable, es precisamente que no cierran los números, lo
que no deja de ser una pavada monumental.
Y esa es la pavada que le está ocurriendo al
intendente municipal del sufrido cordobesismo capitalino, agobiado por las
peleas de sus gobernantes, cada uno con el de más arriba, para que
invariablemente se jodan los de más abajo.
Los números no cierran porque están siendo
manejados con ligereza y con miedo a los conflictos internos y voy a tratar de
explicarme: se manejan con ligereza porque si mal no recuerdo, meses atrás se
aseguró desde el Palacio 6 de Julio que la masa salarial en poco tiempo no
superaría, creo, el 52 por ciento de lo que se recauda, y si ahora es más del
62 por ciento, allí está la prueba de la inhabilidad en el manejo de los fondos
públicos.
Y el miedo a los conflictos internos, es la
corporización del cogobierno sindical, que apoya sus desmedidos caprichos en
acciones directas, asambleas eternas, paros itinerantes y la instauración del
conflicto permanente, y eso desgasta a cualquiera menos a los municipales, que
después consiguen que no les descuenten del sueldo por el tiempo que no han
trabajado.
Todo eso, a los cordobeses, nos sale
demasiado caro y el gobierno municipal, en lugar de hacer valer su autoridad
para poner orden y hacer que los dineros públicos rindan, no encuentra mejor
manera de equilibrar su caja que elevando los impuestos, que ya de por sí y por
las omisiones que se cometen, son caros y volátiles, porque en muchos aspectos
la ciudad luce descuidada.
Poco más del 20 por ciento de adhesión
popular al partido que gobierna a la ciudad, no es para festejar nada y solo
sirve para ganar tiempo, ese tiempo que corre parejo con el agotamiento de la
paciencia.
Se me hace que en lugar de aumentar los
impuestos municipales para cubrirse hacia adentro, habría que gobernar,
también, pensando hacia afuera.
SIEMPRE
COPIANDO MODELOS
Lo de Papá Noel entre nosotros, transpirando
tutucas con sus ropas de invierno en pleno diciembre, viene desde mucho tiempo
atrás cuando importaron esa costumbre como
modelo ecuménico e irreligioso, que reemplazara al Niñito Dios.
Y como una nueva alternativa a ese viejo
deporte nacional que es copiar lo foráneo, y copiarlo mal, el consumismo que
padecemos nos encajó ahora el Halloween, equivalente a noche de brujas.
Esto no equivale a la noche que pasa en su
casa un hombre casado, ennoviado, conviviente, apalomado, juntado, flojo de
papeles, divorciado con pretensiones o cualquier otra denominación de tipo
social.
Los hombres, en general, se han inclinado
por designar así a su pareja, algunos con cariñosa gracia y otros con un odio
mal disimulado.
Las brujas son las brujas y hay que tenerles
respeto … y cuidado.
No faltan los que sostienen que en Bélgica,
ellas serían ciudadanas ilustres y estoy hablando de Brujas, una encantadora
ciudad medieval que muchos le llaman la Venecia del norte.
Volviendo a las malas copias, el consumismo
que en todo se mete, pretende meternos la noche de brujas en nuestras
costumbres, lo que no deja de ser una invasión cultural.
Está en nosotros, y solo en nosotros, que de
acuerdo con nuestras convicciones defendamos nuestros espacios en ese aspecto,
o sucumbamos al poderío de quienes buscan transformarnos de alguna manera.
Esto no es futurología y menos aún una
expresión de alarma desmedida, pero bien puede ser tomado como una invasión.
Y pensarlo así, ya de por sí es peligroso.
ALGO
MAS SOBRE LA MEGACAUSA
El Tribunal Superior de Justicia de Córdoba
dictó una nueva prórroga de seis meses más de prisión preventiva para un
imputado en la megacausa del Registro de la Propiedad, con lo cual
se siguen reforzando en esta cuestión las estadísticas implacables de tres años
de prisión sin juicio y la argentina costumbre del por las dudas .
Así, manifestando una preocupante
indiferencia ante lo expresado por la Procuración de la Nación y las organizaciones
no gubernamentales de derechos humanos que se han expedido en la causa y que
establecen que estas prisiones preventivas carecen de fundamento y no respetan
las leyes ni la
Constitución, la
máxima justicia cordobesa las sigue repartiendo a discreción.
Esta caprichosa atribución que se han tomado los juzgadores
de condenar sin juicio, representa un peligro cierto por una razón afirmada en
la lógica elemental más que en los códigos: es posible que los jueces
conozcan la culpabilidad de las personas antes de juzgarlas y es por ello que
la ley ha establecido que toda condena debe ser posterior a un juicio donde se
les pruebe la responsabilidad en los hechos de los que son acusados.
Esta semana, en el juicio que se sustenta en
su contra, Petrone manifestó que no es un delincuente y se lamentó de que
en la Fiscalía,
en Tribunales, en la calle o de boca de abogados muy prestigiosos le dicen que
"está sentenciado".
Imagínemos entonces la situación de los
imputados presos, que con esta condena anticipada claramente están
sentenciados, sin juicio, y a quienes se les escamoteó también el derecho
a defenderse.
El Comité de Derechos Humanos de Amnistía
Internacional ha establecido que para que una audiencia sea justa
se requiere el cumplimiento de ciertos criterios, entre ellos el de la «igualdad de condiciones».
Cuando una persona llega a un juicio después
de estar más de dos años presa, esa
requerida igualdad desaparece y llega al máximo en las condiciones de la
audiencia porque el imputado preso es alojado en un calabozo de Tribunales
desde las 7 de la mañana, donde permanece sin desayunar, comer ni beber nada
durante todo el día.
Sube esposado a la audiencia, y en cualquier
intermedio, vuelve al calabozo y sólo si algún buen samaritano lo solicita y la
misericordia de los jueces lo permite, puede recibir algún alimento o bebida en
la sala y bajo control.
Esto, en buen romance, es bastante parecido
a la tortura, derrumba cualquier igualdad y plantea si es posible que alguien
se defienda en esas condiciones.
¿YA
NO HAY MAS POBRES?
La titular de ese organismo nacional y
popular que es el Indec, doña Ana María Edwin, sostuvo días pasados que en La Rioja, Salta y Jujuy casi no
hay indigentes.
En muchos lugares de nuestra geografía que
ni siquiera tienen intemperie, es un memorable absurdo negar la existencia de
la indignidad que suponen la pobreza y la indigencia.
Dibujar datos y estadísticas para hacernos
creer que hay solo un 3,7 por ciento de pobres, es ofender la inteligencia
ciudadana, abrumarnos de indignidad y manipular una realidad virtual que a nada
bueno conduce.
Porque los gobernantes, más que mentir
acerca de datos que tanto sensibilizan al pueblo, tienen la obligación de
atacar sus causas y aplicar medidas correctivas -en este caso si, correctivas-
tendientes a superar una situación que por las riquezas del país, no merecemos.
Ocuparse de los pobres, sacarse fotos con
ellos mientras les soban el lomo con las gastadas y percudidas promesas
precomiciales que nunca se cumplen, es una afrenta a la Constitución que
todos juran.
Y después se quejan o no se explican el por
qué de la dispersión de votos.
Más allá que para muchos malos políticos la
pobreza es necesaria, tengo la íntima convicción que los argentinos no
merecemos ser destinatarios de tan despiadada ofensa.
Al menos de los que pensamos que todos somos
nuestro prójimo, lo que sería el mejor estilo de hacer política en lugar de
usarlos malamente en las campañas.
La demagogia no nutre ni engorda a nadie.
LA LEY DE MEDIOS
En lo personal y por conocimiento del tema,
me preocupa que al nuestro se lo tome como parte de un modelo de aplicación en América Latina,
porque si vemos lo ocurrido en Venezuela, no es para que lo festejemos tanto.
Y como a la cuestión, me parece que todavía
le queda recorrer un largo camino entre apelaciones, chicanas, demoras y otras
artes jurídicamente correctas pero éticamente dudosas, lo mejor sería no
pretender ganarle a los relojes.
Pero hay aspectos en lo que es necesario que
los periodistas -al menos los independientes- tomemos posiciones comprometidas.
Aplaudo en general la ley de medios, porque
es un válido instrumento para terminar con los monopolios privados, que
obviamente solo persiguen intereses económicos y ganancia de espacios
políticos.
Pero me indigna pensar que sea el camino
para la creación de monopolios estatales, que al igual que los otros y dicho
con las mismas palabras, persigan intereses económicos y ganancia de espacios
políticos.
El poder omnipotente, proclive al discurso
único, es el acceso al autoritarismo y a la prepotencia de opinión.
Y existe una diferencia que no ha sido
comentada por los cráneos que debaten este asunto: el monopolio privado no
tiene la facultad de manejar la jugosa y multimillonaria pauta publicitaria
oficial, que sí maneja un monopolio estatal.
Y ese suele ser el condicionante de la
supervivencia o la muerte de muchos órganos periodísticos medianamente modestos
del interior del país, o del interior del interior, si es que así me explico
mejor.
Aplaudo esta ley de medios, mientras ningún
funcionario que la aplique lo haga para condicionar la opinión de nadie,
ordenarme lo que debo decir o indicarme lo que debo callar porque soy el único
dueño de mis comentarios y de mis silencios.
Que la ley de medios sea para ordenar a
empresas y no para comprar conciencias, opiniones ni juicios críticos.
Que no se use para institucionalizar el
sistema de premios y castigos representados por los cheques, o los aprietes de
la publicidad oficialista.
En resumen, que sea una ley para garantizar
la libertad de opinar y no para blanquear las mordazas que algunos iluminados,
ahora, están utilizando en perjuicio de una actividad como la periodística, que
vaya paradoja, es la que menos prensa tiene.
Si la nueva ley de medios se utiliza para
legalizar éticamente, a ese engendro que los delirantes llaman periodismo
militante, solo servirá para desunir a los argentinos y acentuar los
desencuentros.
Una pena, porque es ahora cuando más unidos tendríamos
que estar.
Aunque pensemos distinto.
¿ELECCIONES
O LECCIONES?
¿Por qué será que el triunfalismo es parte
fundamental de la personalidad argentina?
Más allá de aquello tan gastado de ser los
campeones morales en cualquier terreno, de que Dios es argentino y otros
delirios parecidos, la verdad es que a todo lo transformamos en una malsana y
desmedida competencia.
Ni siquiera nos gusta salir segundos, menos
aún terceros y ni pensar en ser cuartos.
¿Será por eso que el domingo pasado todos
festejaron?
Las alucinantes imágenes de la televisión
multiplicaban caravanas, manifestaciones, pancartas y todo el cotillón
acostumbrado para los momentos de la victoria.
Con solo tirar algunos números, basta para
que hacerles notar que se hubieran ahorrado el papel picado y todo lo demás.
El partido gobernante a nivel nacional
perdió bastante de aquel lejano 54 por ciento que había sido elevado a mito a
la par de Gardel, Fangio o Maradona, el médico.
De la Sota perdió 80 mil votos, resignó la mayoría en
la capital cordobesa y ni siquiera salió segundo porque le ganó el soplapitos.
El joven Mestre, o mejor dicho su partido,
alcanzó poco más del 20 por ciento de los sufragios.
Quien tenía, si, para celebrar algo por el
progreso evidenciado en los números, fue Carolina.
Y también, con fiesta pendiente, Liliana
Olivero.
A lo mejor se toma este análisis como
demasiado primario, pero está dicho sin pretensiones y desde la tarima que me
ofrece mi respeto por la infalibilidad de los números.
Porque al final de cuentas los carnavales
impostados, las alegrías facialmente mentirosas y la ofensa a las matemáticas,
fueron el rostro real del resultado electoral.
Fue gracioso y patéticamente cómico, asistir
al show en que los perdedores, sin importar su signo político, se ciñeron los
inmerecidos laureles de la victoria.
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