Ya salió la lista de 30, que se reducirá a
23.
Carlitos Tévez, campeón y goleador en
Italia, no está.
La polémica en tal sentido viene caminando
micrófonos y lenguas desde hace tiempo, cuando quedó en evidencia que el
muchacho de Fuerte Apache, cuartetero y amigo de La Mona, lejos estaba de las
selectivas simpatías del politizado Alejandro Sabella.
Cuando termine el mundial en Brasil, de aquí
a dos meses, habrán transcurrido 60 días de pasión futbolera que modifica
cualquier escenario al menos en nuestro país, por el culto a esa fiebre
envuelta en cuero.
Es para recordar una muletilla instalada de
manera especial allá por el ’78 cuando éramos “derechos y humanos” y hasta las
deudas eran diferidas “para después del mundial” dejando de lado estúpidamente
y por aquella ilusión de la copa, el espanto que era nuestra cotidianeidad
bilateral de capuchas, secuestros, tortura y muerte, todo maquillado de
espectáculo y fervor popular.
Ahora tendremos al menos, aunque nos vaya
mal, un par de meses en que pasarán a segundo plano la negada inflación, la
creciente inseguridad, la desocupación que avanza, la escondida pobreza, la
causa derivada de ese absurdo de recuperar YPF y negociar casi secretamente con
Chevrón, el “acoso” judicial a Boudou, las hazañas internacionales de Jaime,
los turbios negociados en nombre de doña Hebe, la brutal expansión de Cristóbal
Lopez con la timba, el escandaloso narcotráfico fronterizo y algunos otros
temas que involucran al orden nacional.
Y de cabotaje, un espeso manto de niebla
otoñal y futbolera para la injusta e impiadosa espera de los jubilados, el
endeudamiento provincial, los demorados planes de viviendas, la vigencia de la
tasa vial, el posicionamiento nacional por encima de la gestión, el desborde
publicitario oficial, la superpoblación de Epec, la sectorizada podredumbre
policial, los asaltos, arrebatos y homicidios y seguramente varios etcéteras.
No se hablará tanto en la ciudad del caos
urbano, de las tinieblas, de las eternas asambleas de los municipales, del más
que previsible nuevo aumento del boleto, de las abusivas tarifas de taxis y
remisses que los harán circular vacíos o vegetando en las paradas, del fiestero
viaje del Lord Mayor, su vice y otros; de la falta de insumos en sectores
críticos y algunas lindezas que mejor es omitirlas.
El gran trasero argentino ya recibió el
primer pinchazo.
La anestesia está servida.
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