LA MEZQUINDAD DE UN SOLO DIA
Según como lo miremos, es más o menos como el día de la madre, del
padre, del niño, del amigo o del arquero, como si tuviéramos esa obligación
consumista de regalar algo y por ende, dejar para la indiferencia los otros 364
restantes días del año. Es ya demasiado vetusto establecer una fecha que marque
el techo especial de un afecto, porque dedicándole un solo día del calendario,
ya las estamos discriminando.
Lo mismo que el percudido argumento de que todos los días son el día de la madre, del padre, del amigo, del niño o de la Patria …
Vivimos en un mundo acelerado cuya exacerbada avidez por endeudarnos impone conductas que en la mayoría de los casos aceptamos, sabiendo que se trata de una ridícula y evitable exigencia del mercado.
Lo mismo que el percudido argumento de que todos los días son el día de la madre, del padre, del amigo, del niño o de la Patria …
Vivimos en un mundo acelerado cuya exacerbada avidez por endeudarnos impone conductas que en la mayoría de los casos aceptamos, sabiendo que se trata de una ridícula y evitable exigencia del mercado.
Hay un día de la mujer y no hay un día del
hombre.
Festejamos un día del niño pero no hay un día para agasajar al adolescente.
Hablamos del día del arquero y no hay un día del wing.
Adoptamos un Halloween importado y no inventamos un autóctono día del ángel, de la chinita o del gauchito.
Festejamos un día del niño pero no hay un día para agasajar al adolescente.
Hablamos del día del arquero y no hay un día del wing.
Adoptamos un Halloween importado y no inventamos un autóctono día del ángel, de la chinita o del gauchito.

Dicen que hoy es el Día de la Mujer.
Como el mejor homenaje a la igualdad por la
que ellas tanto luchan, se lo han ganado para que sea un día como cualquiera.
Como todos …
Pero bien merece y vale abrazarla, hacerle
crujir dulce y sonoramente los huesitos, despeinarla, despelotarle el rimmel, plantarle
un beso, y decirle no tan solo hoy sino todos los días que es lo más maravilloso
que existe en el Universo…
Recordarle con júbilo que bien valió una
costilla…
Y así más que un saludo, será cada día y no
tan solo cada 8 de marzo, un mágico y encantador acto de justicia.
Y si el tema es hablar más de las mujeres
aunque no tanto como ellas hablan de nosotros, seguramente habrá coincidencia
con eso que se las entiende como al lenguaje de los pájaros: por intuición o de
ninguna manera, según sostiene el pensador Henri Amiel.
La mujer casada, en su estado perfecto es -o
debe ser, si de idealizar se trata- la prolija síntesis del orden, buena mano
para la cocina, indiscutible administradora, mejor planchadora de camisas,
adivina de lo que su marido va a pedir, siempre sonriente, bien llevada con su
suegra, de mutua adoración con las cuñadas y de dulce carácter. Hay tantas
cosas para demandar a la mujer esposa por parte de los hombres, que en nuestro
atávico egoísmo es como si quisiéramos imponerles tal cúmulo de obligaciones
que no les dejen tiempo para vivir, para pensar y para ser felices cuando en
realidad, estimo, es lo mínimo que les debemos asegurar.

Porque no debe ser lo mismo confiarle una
cuita al hermano que escucha por escuchar, embolado e indiferente casi por
compromiso, que a la comprensión de ella, la que sin dudas todo lo perdona. De
una que confiarle algo a la hermana es como hacerlo con la mamá, pero más joven,
como confesarse con alguien que no pregunta, no reprende ni da penitencia.
Imagino que con la hermana existe un recóndito juego de complicidades y tácitos
pactos de silencio, nacidos de una perspicacia mutua, en el sigilo y en la
vocación protectora que la hermana tiene especialmente, por el simple hecho de
ser mujer.
Y con relación a la mujer amiga, el
imaginario popular sostiene en la mayoría de los casos que la amistad entre un
hombre y una mujer no puede existir, concepto totalmente falso siempre y cuando
se lo aborde con inteligencia y desde el alma pensando con el corazón… y no
con la entrepierna.
No es necesario arrugar sábanas con una
mujer para considerarla amiga.
No es necesaria la dependencia física
recíproca, para que hombre y mujer sean amigos “con derecho de cama” como se
estila.
Basta con que piensen como personas, y
actúen como tales.
La mujer amiga es la que te aconseja sin
pasiones, te contiene sin intereses secundarios y te alienta en acciones a las
que otros pueden calificar como inútiles.
La mujer amiga te cuida de sus amigas y de
tus amigos.
En pocas palabras, puedes hablar de sexo con
tu amiga sin que ninguno se ponga colorado, se sobresalte o diga que no lo
sabía.
Porque una amiga es como un hermano, pero
gracias a los dioses es mujer, muchas veces con un generoso desarrollo
pectoral.
Mirándola, obviamente, de la cintura hacia
el norte.
¡Feliz día! Y que los merecidos agasajos se
multipliquen…
Gonio
Ferrari
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