A 300 KILÓMETROS POR HORA
¡10 AÑOS SE PASAN VOLANDO!
No siempre es grato el festejo
o la conmemoración de algún acontecimiento, porque depende en todo caso de qué
se trate, si la memoria nos lleva a momentos placenteros o nos trae evocaciones
que generan broncas, frustraciones e indignación.
No es lo mismo festejar un
cumpleaños con cotillón, abrazos y burbujas que el aniversario de una partida
sin retorno, por ejemplo.
Y hablando de recuerdos todavía
me rondan aquellos viajes en el “Rayo de Sol” del Mitre hasta Retiro en 11
horas, con el placer de gozar buena comida correctamente regada para volver al
camarote o al pullman con la satisfacción pintada en el rostro, o el mismo
trayecto en el “Serranoche” que hacía idéntico recorrido y partía desde la
estación Córdoba un par de horas después que en RDS, pero no tenía camarote.
El progreso universal nos
trasladaba a la realidad europea o a la japonesa, con trenes de velocidades
alucinantes como por ejemplo más de 300 kilómetros por hora, lo que hacía
suponer que entre nuestra ciudad y Buenos Aires el viaje se reduciría cuando
mucho, a menos de 3 horas.
Y cuando creíamos que el
progreso para nosotros había pasado y sin detenerse, en el 2008 los progresistas
gobernantes argentinos se emparentaron con empresarios franceses y creo que
también con algunos chinos, de donde surgió el rimbombante, esperado y
fantástico anuncio: ¡en tres meses se iniciaría la construcción para la puesta
en servicio de un “tren bala” que correría entre Buenos Aires, Rosario y
Córdoba!
Para no pecar de detallista, es
preferible en este punto reproducir algunos párrafos del diario “La Nación”
(que no había sido acusado de “mentiroso”) fechado el 17 de enero de 2008: “Como si el sistema ferroviario argentino estuviera en
pleno auge, se prevé que dentro de unos 60 días comience la construcción de un
tren de alta velocidad, eléctrico, que unirá las ciudades de Buenos Aires,
Rosario y Córdoba. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner firmó ayer (16/01/08)
el decreto de adjudicación al grupo Veloxia, liderado por la firma Alstom”.
El matutino
agregaba que al acto asistieron entre otros el ministro de Transportes fránces,
Dominique Bussereau; el embajador de Francia en la Argentina, Fréderic Baleine
du Laurens; los gobernadores de Buenos Aires, Daniel Scioli; de Córdoba, Juan
Schiaretti y de Santa Fe, Hermes Binner; los ministros de Planificación, Julio
De Vido, y de Economía, Martín Lousteau y el secretario de Transporte (y mentor
del proyecto), Ricardo Jaime, además de los representantes de las empresas que
integran el grupo Veloxia.
Se supo que
el tren llevaría como nombre “Cobra” y la Sra. “K” subrayó que
“se está dando un salto importante a una modernidad diferente, a una Argentina
diferente, que viene a complementar un desarrollo en materia de articulación
vial, de comunicación, de transporte que se desarrolla en todo el país".
El ministro galo
Dominique Bussereau afirmó que "aportará progreso y desarrollo y la
Argentina será el primer país en el continente que tendrá este tren". Generará
unos 5000 puestos de trabajo directos y 20.000 inducidos durante la
construcción de la obra. El tendido de 710 kilómetros de vías, que unirá las tres
ciudades más pobladas del país, se cubrirá con frecuencias de tres trenes
diarios que desarrollarán velocidades de entre 250 y 300 kilómetros por hora. Las
estaciones previstas son Buenos Aires, San Nicolás, Rosario, Marcos Juárez,
Bell Ville, Villa María y Córdoba.
Recordemos
asimismo que la “década ganada” aportó lo suyo, al conseguir que el viaje en
tren entre Buenos Aires y Córdoba se hiciera nada menos que en 18 horas.
No se sabe
cuánto dinero se gastó desde entonces -enero de 2008- en consultorías, estudios
de factibilidad, adecuación de estaciones y otros rubros fantasmagóricos, para
que de golpe y porrazo se dejara de hablar del quimérico e ilusorio tren.
No es por
cometer la imprudencia de adelantarnos a la historia, pero bueno sería con el
tiempo, aunque pasaran otros 10 o más años, que nos preguntáramos ¿De Vido
cobra?, ¿Jaime cobra?, ¿Scioli cobra?, ¿Loustau cobra?, ¿Ella cobra?, ¿El
“Gringo” cobra?...
Es poco
probable que ninguno de ellos haya quedado en la vía, aunque será también la
historia si es que la Justicia interviene para dilucidar todo ese entramado, la
que determine entre otras conclusiones que si algo bueno se hizo con ese extravagante
proyecto fue denominarlo de esa manera, dejando de lado el facilismo y la
obviedad de bautizarlo “tren fantasma”.
A diez años
de aquello, es para reír… y también para llorar.
Gonio
Ferrari
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