31 de mayo de 2025

El periodismo en el Cordobazo

29 DE MAYO DE 2018: FECHA EN QUE FUERA  
PERPETRADA   UNA  ESTAFA A LA MEMORIA
 
   ¿Cuántos se aprovecharon del “Cordobazo”? Para tener una idea inicial de algunos aspectos desconocidos de la trascendencia de aquella gesta, en la edición de ”Síganme los buenos” a finales de mayo del cercano 2018, divulgábamos este comentario:
 
29 Testigos de la Historia ---------------
NOS USARON JUNTO   AL  CORDOBAZO Y
LUEGO FUIMOS DESTINADOS AL RINCÓN
DONDE MORAN LAS INTRASCENDENCIAS
 

   Bien sabemos que los políticos ávidos y sedientos de poder y más apegados al culto de los olvidos que al respeto por la memoria y la historia, suelen tener actitudes casi infantiles por lo burdas y reprobables, que pueden ser consideradas travesuras de bisoños u ofensas al pasado y al presente que se esconde en los ayeres.
 Eso de la fragilidad a la hora de las evocaciones suele ser el mecanismo que mejor fortalece a las amnesias y de manera especial, cuando de por medio existen generosas promesas que forman parte de la acostumbrada demagogia que a la hora de las frustraciones, para muchos se toma con indiferencia pero esa actitud no es positiva cuando está de por medio la memoria colectiva de la ciudadanía.
   De aquellas coberturas periodísticas durante los años de plomo cuando la ilegalidad de los cuartelazos había pasado a ser una forma de gobierno, somos pocos los sobrevivientes en esta Córdoba que supo centralizar la protesta nacional, probablemente alentada por las convulsiones que ocurrían en Francia, en Grecia y en otros puntos de la geografía universal,
   La riesgosa tarea de ver, fotografiar, filmar y trasladar luego al consumo de la población esas situaciones críticas en el afán de documentar la realidad, tuvo en un grupo de periodistas, fotógrafos y camarógrafos su punto cúlmine el 29 de mayo de 1969 con lo que la historia bautizó “Cordobazo”, expresión de resistencia a un régimen autoritario, militarizado y proclive a cercenar derechos de las clases menos afortunadas. 
   Pocos años atrás se nos dio por nuclearnos tomando el número 29 (en
homenaje al día) y por ser tal el número de colegas sobrevivientes de aquellas jornadas de violencia y reivindicación, para llegar a integrarnos como “29 Testigos de la Historia”.
   Nunca pusimos en discusión la paternidad de la gesta porque cada sector involucrado lo hizo por su cuenta, sobre todo por aquello que las victorias tienen muchos padres y las derrotas son huérfanas. Expresión de la espontaneidad popular por una parte y organización gremial y estudiantil por otra, más la participación de sectores políticos especialmente de izquierda.
   Quisimos aportar nuestras impresiones y experiencias para contribuir a la fidelidad del relato, pero parece mentira que en Córdoba, mencionada universalmente por aquellos fastos heroicos, al menos de parte de sus autoridades prevaleció la mezquindad ideológica afianzada en sus propias dudas actuales mostrando algo parecido al temor por las revelaciones que iban apareciendo al tomarse las cosas, los detalles y los hechos sin interferencias de
bisoños historiadores, “tocadores de oído” y una casta periodística más apegada a Google que al estudio, la consulta de archivos o las declaraciones desapasionadas de sus principales protagonistas, que en definitiva fuimos los hombres de prensa con nuestra mirada abarcativa de los acontecimientos.
   Como entidad sin fines de lucro pero sí de reivindicar el respeto hacia la historia, se nos brindó cierto apoyo como un pequeño subsidio (por única vez) para el funcionamiento, el préstamo de un local para reuniones y nos tocó participar en encuentros a distintos niveles en escuelas y otros centros comunitarios.
   Hasta hicimos una muestra de elementos profesionales relacionados con la cobertura de aquellos tiempos en que la tecnología era más artesanal que científicamente desarrollada y con sus lógicas limitaciones que se suavizaban
con el fervor y el compromiso de quienes nos tocaba cubrir los sucesos.
   En la conmemoración número 49° de hoy no faltaron los “cara de cemento” -políticos en decadencia y aprovechados sindicalistas- que quisieron vender un protagonismo que no tuvieron.
   Últimamente algunos hombres de prensa de aquellos años fuimos convocados desde el poder legislativo provincial para conversar -decir “disertar” nos pareció exagerado- con motivo de  un nuevo aniversario del nefasto cuartelazo del 24 de marzo, apenas hicimos notar que el rigor de la historia y el respeto por la memoria nos indicaba que el terrorismo de estado nació allá por 1973 durante un gobierno constitucional y peronista y no en 1976, aquel proyecto de tenernos como testigos se diluyó en una endeble disculpa burocrática que no convenció a nadie.
   Y nunca más ni siquiera atendieron los reclamos de “29 Testigos…” por el abandono al que fuéramos condenados, cuando los pueblos necesitan apegarse a la verdad del pasado para evitar la repetición de errores en el presente y con miras al futuro.
   Un par de años atrás ¡dos años! la Sra. Alejandra Vigo activó su promesómetro preelectoral, derivó el tema a la Agencia Córdoba Cultura y nunca más se supo.
   El 17 de abril de este año ¡42 días atrás! “Testigos de la Historia” cumplió con el trámite burocrático de solicitar una audiencia a la Dra. Nora Bedano, titular de esa agencia, sin que desde el organismo estatal, al menos por respeto a la
historia, se dignaran a contestar aunque fuera por educación, ni una mísera línea.
   Nos olvidaron y nos escondieron.
   Pero no podrán, aunque se empeñen, borrar de nuestras memorias aquellos complicados años en que la mayoría de los políticos actuales eran jovencitos con aspiraciones de poder.
   Porque será la misma historia la que con el tiempo inexorable, innegociable e inclaudicable con la verdad, demuestre que de aquellos años y de los actuales, más que testigos, fuimos protagonistas.
   Y entonces para los delirantes ya no quedarán espacios para deformar la realidad ni plantarse en sus pechos -como ahora- condecoraciones inmerecidas.
Gonio Ferrari
 
PASARON ¡56 AÑOS! Y NOS UBICAMOS EN
UNA REALIDAD QUE DERROTA AL TIEMPO
 
   Los años fueron pasando, muchos políticos siguieron con su acendrada costumbre de pretender asumir como propias las autorías de hechos trascendentales, enterraron al “Cordobazo” después de prometer que se haría un museo con los aportes gráficos, fílmicos y testimoniales de quienes habíamos sido testigos y protagonistas de la gesta, mientras se dedicaban a glorificar al cuarteto, sin que esté en mi ánimo cuestionar esa expresión popular, pero sí la ofensa por la marginación histórica de un acontecimiento que alcanzó estatura mundial y ubicó a Córdoba y su gente en el podio de la lucha por el respeto a la libertad y la democracia.
   Los “29 testigos de la historia” no quisimos entrar a los cuestionamientos que nacieron acerca de la autoría de los sucesos, porque consideramos que hacerlo, hubiera sido rotular con alguna corriente política, sindical o estudiantil una expresión -palabra de testigo presencial y memorioso- que fue del pueblo en su conjunto de esas jornadas inolvidables.
   Vayan estas expresiones como tardío pero justo y merecido homenaje a quienes sufrieron física y mentalmente las consecuencias del ”Cordobazo” y de manera especial para los queridos colegas que dejaron este mundo, sin haber tenido el placer, el reconocimiento y la justicia de ser reconocidos en su sacrificio y en su compromiso con su profesión, con la verdad, el pueblo y su lucha.
                                         Gonio Ferrari
Periodista casi en reposo

 

25 de mayo de 2025

Edición escrita de Síganme los buenos - 25/05/2025

SON  215 AÑOS EN QUE LA HISTORIA NOS
HA VENIDO DEMOSTRANDO  SU  VÉRTIGO


    Estamos conmemorando nada menos que 215 años de ser una Nación y la realidad pone en duda que hubiéramos aprovechado como patriótico y generoso beneficio, las lecciones de nuestra propia historia.  
   Nos vienen metiendo en la cabeza desde allá lejos en la escuela primaria algo parecido a la simpleza sin complicaciones, procurando hacernos entender que la Patria es la bandera, la escarapela, el escudo o el Himno Nacional, respetables aunque insuficientes símbolos. Los políticos correctos coinciden, pensando a la Patria como la construcción de una gigantesca obra para nuestro bienestar y para todos los hombres de buena voluntad que quieran habitar su suelo.
   Y cada 25 de Mayo desde que me acuerdo, habiendo superado hoy holgadamente los dos siglos de aquella gesta, vuelvo a considerar oportuno aunque reiterativo, pensar en voz alta a mi modesto entender qué es la Patria, desde mi simple condición de ciudadano, lo que vengo sosteniendo desde chiquito y jamás me cansaré de repetir.
   Debe ser la Patria el paraíso donde podamos vivir en paz y en libertad porque representa decencia, trabajo, sacrificio y compromiso.
   La Patria no es el bolsón, el subsidio o la beca para no trabajar. Es honestidad a ultranza; entrega, amor por las raíces y generosidad con nuestro prójimo.
   La Patria es construir y no mentir ni anunciar ni prometer sin cumplir.
   Es buscar el bien común como asimismo gobernar y obrar sin soberbia, derroche del tesoro que es de todos,  ni autoritarismo.
   La Patria es administrar honradamente lo que tenemos y elaborar aquello que necesitamos.
   La Patria, por muchos burdamente devaluada en su concepto, es educación, seguridad, justicia, trabajo, vivienda digna y salud para todos, sin privilegiados ni marginados.
   La Patria también es el respeto a los que piensan distinto y fortalezcamos en consecuencia la convicción que a la Patria la hacemos en la ciudad y en el campo, que la transpiramos en la calle, en las escuelas y en el surco.
   Más nos demandará llegar a gozarla cuanto más tardemos en empezar a construirla, quitándole las muletas aportadas por la ocasional y tantas veces encumbrada mediocridad que se endulzara con la sensualidad del poder y su impunidad emergente.
   Peligrosamente nos estamos resignando a perder demasiado tiempo mientras seguimos aguardando la bonanza de aquella Revolución que según la historia se inició en 1810.
  La Patria no crece porque mediáticamente se lo declame ni es un reñidero para que desborden las pasiones y triunfe la intolerancia, porque al costo en sangre ya lo hemos pagado en demasiadas circunstancias y con creces.
   La Patria es el diálogo, el debate, el disenso, la discusión.
   No es de civiles ni de militares, sino de argentinos patriotas y no patrioteros.
   La Patria no es vocinglería oficialista ni opositora y tampoco lo es ese lamentable engendro del periodismo militante nacional y popular, con su vocación por el aplauso o el rechazo, de acuerdo con las conveniencias del poder.
   La Patria es el placer laboral del diario sacrificio y no lo es el golpismo político, la prepotencia de la cúpula sindical ni los caprichos del empresariado.
   Vamos a la historia no muy lejana para entender, racionalmente, que la Patria no es ni fueron Menéndez ni Videla, pero tampoco la representaron Firmenich ni los violentos  jóvenes setentistas que se proclamaban románticos.
   No lo es de los ricos ni de los pobres, sino de los ciudadanos probos y honestos.
   Alguna vez asumamos que a la Patria la dignificamos con el trabajo, y cuando disminuye o no hay, es necesario crearlo, porque la Patria es producción más que dádivas y es apego a la cultura del esfuerzo y del sacrificio.
   La Patria es también rebeldía ante la injusticia, cariño por lo nuestro y respeto hacia el prójimo.
   La Patria envilecida por la corrupción, solo se cura con justicia honestamente independiente y no con la obediencia debida de algunos jueces ni con la “domesticación” de la Justicia dicha con mayúsculas.
   Esta Patria será grande cuando estemos unidos y juntos derrotemos a los fantasmas de la discordia y las miserias que se fortalecen con los resentimientos, alimentados por los sectores creadores de caos económico y social.
   Parece cosa de locos y para sociólogos, que la Patria todavía no tenga definida su identidad.
   La va a tener, cuando podamos coincidir y abrazarnos pobres y ricos, ciudad y campo, profesionales y estudiantes, civiles y militares, peronistas y radicales, kirchneristas fracasados y libertarios apresurados, rubios y morochos, para convencernos que la única bandera del país debe ser el común esfuerzo con decencia, sacrificio, hermandad y mucho de tolerancia sin dejar de lado la memoria....
   Será el día maravilloso y mágico que marcará la verdadera fecha de nuestro alumbramiento como Nación.
   En estos duros tiempos de angustias, sufrimientos, frustraciones y adioses sin despedidas como nos ocurriera en recientes años sin olvidos, que al menos sea que el destino de grandeza que largamente merecemos nos encuentre unidos en la lucha fraternal contra cualquier amenaza interna o externa por parte de los “iluminados” que lucen la violencia como válido aunque raquítico argumento de sus delirios que tanto nos han costado.
   Entonces trabajemos hermanados codo a codo y empecemos ya, dejemos atrás el tiempo ominosamente perdido, entendiendo ahora que ese tiempo no se detiene y lo hagamos desde arriba hacia abajo para que la desunión, la absurda grieta y los desencuentros no sigan siendo más rápidos que los relojes ni más letales que los virus.
   Y de abajo hacia arriba, entendamos de una buena vez que con lamentos, acusaciones y revanchas sólo conseguiremos distanciar a quienes se oponen a la grandeza, pretendiendo reflotar tiempos pasados que nos supieran hundir en la pobreza, la desocupación, la inseguridad y el endeudamiento, siendo un país como el nuestro, fabulosamente rico pero con la mala fortuna de haber soportado a demagógicos e impunes gobernantes que con sus errores nos llevaron a la postración, que no merecemos
    En verdad, cuando consigamos los objetivos en base a esfuerzo y sacrificio, podremos sostener el éxito de aquella revolución de 1810 tan postergada, que esta generación pudo llevar a transformarla en una ansiada  realidad que debemos forjar  los argentinos.
                                                                                                                                   GONIO FERRARI
Periodista censurado

11 de mayo de 2025

Salvando una omisión ajena

PIDO  DISCULPAS  POR  QUIENES
SE OLVIDARON DE DISCULPARSE

                                                 Todavía no merecemos el silencio.
                                                Aún hay que gritarlo. (Hugo Mujica)
 
   Después de casi 900 programas y por primera vez, me veo en la obligación de pedir disculpas por no salir al aire con “Síganme los buenos” en sus ediciones de los días 13, 20 y 27 de abril y 4 y hoy, 11 de mayo, como expresión de respeto hacia la fiel audiencia y al millar -y más- de mensajes recibidos a través de las redes en la búsqueda de una explicación coherente de tales ausencias, que de ninguna manera se pueden justificar en mi estado de salud afectado únicamente en la prohibición de correr maratones, carreras ciclísticas, boxeo, exhibiciones de atletismo y otras disciplinas del músculo, porque mi problema no era ni es mental sino simplemente en cuanto a mis desplazamientos, cada día menos lentos.
   Puedo asegurar que mental y médicamente certificado, no estoy para hospicios, reclusiones, chaleco de fuerza, silencios o algún otro tipo de aislamiento social por enajenación o dificultad que me impida pensar, razonar, escribir y hablar verbalmente y no por lenguaje de señas o procedimientos similares.
   Estoy, en pocas palabras, apto para superar las mil ediciones y más de SLB con el objetivo de siempre que fue, es y será el estar junto a la gente, respetar “a muerte” la libertad de expresión y opinión sin censurar a nadie, orientar a los sufridos jubilados con la sabiduría del Dr. “Maco” Silvestro y gozar esa enorme satisfacción de contribuir a la paz, el reencuentro, la consideración recíproca entre adversarios (mal y torpemente llamados “enemigos”) y la recuperación de un rumbo que jamás debiéramos haber perdido.
   Decir adiós no es irse, de ninguna manera en mi caso y en coincidencia absoluta dentro del valioso equipo que me acompaña, acerca de cuya capacidad no caímos en promocionar de quien es la gestión, sino en valorar lo que hacemos y ofrecemos a la audiencia.
   No soy el obligado a explicar mi ausencia. Quienes tienen la obligación ética y moral de hacerlo omitieron ese detalle que significa respetar a los oyentes y a los amigos auspiciantes, el mejor sostén de una emisora radial.
   Decir adiós no es irse, vale repetirlo, siempre y cuando quienes debieran dar las explicaciones pertinentes y las causas de una ausencia silenciosa, misteriosa y sorprendente para la gente, cumplan con ese mandato de decencia que es el respeto al prójimo.
   Cariñosamente
                                            GONIO FERRARI