19 de diciembre de 2025

¡Era hora! Llaryora mostró su picardía…

DECIDIO   QUE  LOS  JUBILADOS  PAGUEN LAS DEUDAS
QUE FIRMÓ POR LAS FLORCITAS Y OTROS DERROCHES
 

    Ya pasaron las elecciones tan temidas que mostrarían -y mostraron- para alegrías y desencantos un rostro anticipado de lo que puede ser el futuro al menos de los sufridos cordobeses, y de manera especial para esa posición etaria a la que son -somos- obligados los que podemos sentirnos bien de motor hasta que nos levantan el capot, o dispuestos a caminar, manifestar y protestar mientras no nos revisen el cuore, las gambas, el colesterol, la presión y otros indicadores de los que es mejor ni tomarlos en cuenta, porque la medicina “social” actual resulta más cara que morir especialmente porque a las deudas -si sobreviven- las asumen los que quedan…
   Un punto a favor del mister se aflojó unos puntitos el torniquete de sus absurdas, abyectas y perfumadas o hediondas  pretensiones -según se las huela- y bueno sería saber si es por “consejo de sus mayores” o una simple manifestación de lo que los latinos de los tiempos de Esopo y sus adláteres solían llamarle “cagazus emergéntibus”.
   Corre también una versión que bien puede ser considerada antojadiza: que cuando se enteraron en Washington que muchos de los verdes que históricamente nos vienen asignando cono fraternal ayuda frente al descalabro “nacional y popular”, por eso de la vía caprichosa e indirecta de la ”coparticipación”, con sus abusos portuarios y sus mezquindades interiores, buena parte de esas sumas que envidiaría más de uno -y una en particular- no se destinaban a la ayuda solidaria para los hambrientos, los “destechados”, los privados de sus trabajos y todos los demás sufrientes argentinos (sin contar a los vecinos de fronteras y otros “colados”) sino a evitables, absurdos aunque vistosos maquillajes en este caso mediterráneos, como lo es nuestra amada y vapuleada Córdoba. Y eso que no menciono la generosidad de los kuaitíes quienes a lo mejor todavía están esperando -no creo que con apuro- si les van a devolver lo que nos prestaron años atrás con la garantía firmada allá lejos, en el rico emirato -se supone- de Schiaretti en persona.
   
(“Bajemos entonces el despojo exagerado y nos inclinemos por un modesto 4 por ciento que no molestaría a nadie, supongo…”) Dicen que se habría comentado en la mismísima cúpula del ahora ajado y desteñido “cordobesismo”, un pronóstico ya percudido desde que se anunciara como potencial salida de emergencia frente a los nubarrones oscuros que se acercaban, porque desde el poder no advirtieron que así o afectan solamente a los jubilados sin poder, músculos, garganta ni piernas como para seguir clamando por un derecho que año tras año -fueron más de 30- que les vendieron el verso del 82 por ciento inventado por alguna mente que de “trapo con piojos” pasó a ser quien diseñara con su alquimia numerológica un galimatías sólo entendible por mentes desesperadas y afiebradas, y no por quienes hasta festejaban lo que consideraban una valiosa conquista, como lo fuera algún posicionamiento gremial. Hasta que se dieron cuenta que también era una lenta incursión por sus chequeras, sus bolsillos y los cospeles de los afiliados.
   En un momento -debo confesarlo por honestidad- que mi certeza era que mensualmente mientras estábamos en actividad legal y no marginal, sin figurar, prestábamos un cierto porcentaje de nuestros haberes para la Caja que en brillante y límpido accionar los administrara y asignara con determinados y santos fines. Al diluirse esa creencia, caímos en cuenta que a nivel nacional pagábamos “fútbol para todos”, “autos o motos para todos”, “vacaciones para todos” y otras variadas ofertas que mediante una orden del máximo poder lograban los fondos suficientes como para honrar ese sano cuan pernicioso ejercicio de la demagogia… pagada por los viejos y de manera especial cuando se aproximaba alguna consulta electoral.
   ¿Es necesario que detalle lo que en tanto ocurría aquí …?
   ¿En la Córdoba doctoral, reformista, batalladora, guerrera y contestataria?
   “En la utopía de ayer se incubó la realidad de hoy, así como en la utopía de mañana palpitarán nuevas realidades” supo pontificar con notable acierto José Ingenieros muchas décadas atrás, antes de los ciclos:victoria-debacle-recuperación-desastre-calamidad-naufragio y actual promesa de resurrección.
   Debo reconocer que me queda por pecar de ladrón intelectual haciendo propias, con pocas pero maravillosas palabras, una genialidad del gigante Ernesto Sábato: “Les propongo, entonces, con las palabras finales de la vida que nos abracemos en un compromiso… sólo quienes, serán aptos para el combate decisivo, el de recuperar cuanto de humanidad hayamos perdido”.
   Òptimo si fuéramos capaces de sostener la utopía.
   Sería para este periodista un final de maravillas, que al llegar a cierta edad (tengo 86 añitos y aún pienso y siento) todos, todas y todEs, del ‘status’ gubernamental que fuere, entendieran e hicieran un íntimo reconocimiento que la vejez empieza cuando los recuerdos y la memoria pesan más que las esperanzas.
                                                                                GONIO FERRARI
                                                                           (Periodista   censurado,
con  el extraño silencio
de onerosa Unicameral)

 

 

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