DECIDIO QUE LOS
JUBILADOS PAGUEN LAS DEUDAS
QUE FIRMÓ POR LAS FLORCITAS Y OTROS DERROCHES
Ya
pasaron las elecciones tan temidas que mostrarían -y mostraron- para alegrías y
desencantos un rostro anticipado de lo que puede ser el futuro al menos de los
sufridos cordobeses, y de manera especial para esa posición etaria a la que son
-somos- obligados los que podemos sentirnos bien de motor hasta que nos
levantan el capot, o dispuestos a caminar, manifestar y protestar mientras no
nos revisen el cuore, las gambas, el colesterol, la presión y otros indicadores
de los que es mejor ni tomarlos en cuenta, porque la medicina “social” actual
resulta más cara que morir especialmente porque a las deudas -si sobreviven-
las asumen los que quedan…
Un punto a
favor del mister se aflojó unos
puntitos el torniquete de sus absurdas, abyectas y perfumadas o hediondas pretensiones -según se las huela- y bueno
sería saber si es por “consejo de sus mayores” o una simple manifestación de lo
que los latinos de los tiempos de Esopo y sus adláteres solían llamarle “cagazus
emergéntibus”.
Corre
también una versión que bien puede ser considerada antojadiza: que cuando se
enteraron en Washington que muchos de los verdes que históricamente nos vienen
asignando cono fraternal ayuda frente al descalabro “nacional y popular”, por
eso de la vía caprichosa e indirecta de la ”coparticipación”, con sus abusos
portuarios y sus mezquindades interiores, buena parte de esas sumas que
envidiaría más de uno -y una en particular- no se destinaban a la ayuda
solidaria para los hambrientos, los “destechados”, los privados de sus trabajos
y todos los demás sufrientes argentinos (sin contar a los vecinos de fronteras
y otros “colados”) sino a evitables, absurdos aunque vistosos maquillajes en
este caso mediterráneos, como lo es nuestra amada y vapuleada Córdoba. Y eso
que no menciono la generosidad de los kuaitíes quienes a lo mejor todavía están
esperando -no creo que con apuro- si les van a devolver lo que nos prestaron
años atrás con la garantía firmada allá lejos, en el rico emirato -se supone-
de Schiaretti en persona.
(“Bajemos
entonces el despojo exagerado y nos inclinemos por un modesto 4 por ciento que
no molestaría a nadie, supongo…”) Dicen que se habría comentado en la mismísima
cúpula del ahora ajado y desteñido “cordobesismo”, un pronóstico ya percudido
desde que se anunciara como potencial salida de emergencia frente a los
nubarrones oscuros que se acercaban, porque desde el poder no advirtieron que
así o afectan solamente a los jubilados sin poder, músculos, garganta ni piernas
como para seguir clamando por un derecho que año tras año -fueron más de 30-
que les vendieron el verso del 82 por ciento inventado por alguna mente que de
“trapo con piojos” pasó a ser quien diseñara con su alquimia numerológica un
galimatías sólo entendible por mentes desesperadas y afiebradas, y no por
quienes hasta festejaban lo que consideraban una valiosa conquista, como lo
fuera algún posicionamiento gremial. Hasta que se dieron cuenta que también era
una lenta incursión por sus chequeras, sus bolsillos y los cospeles de los
afiliados.
En un
momento -debo confesarlo por honestidad- que mi certeza era que mensualmente
mientras estábamos en actividad legal y no marginal, sin figurar, prestábamos un
cierto porcentaje de nuestros haberes para la Caja que en brillante y límpido
accionar los administrara y asignara con determinados y santos fines. Al
diluirse esa creencia, caímos en cuenta que a nivel nacional pagábamos “fútbol
para todos”, “autos o motos para todos”, “vacaciones para todos” y otras
variadas ofertas que mediante una orden del máximo poder lograban los fondos
suficientes como para honrar ese sano cuan pernicioso ejercicio de la
demagogia… pagada por los viejos y de manera especial cuando se aproximaba
alguna consulta electoral.
¿Es
necesario que detalle lo que en tanto ocurría aquí …?
¿En la
Córdoba doctoral, reformista, batalladora, guerrera y contestataria?
“En la
utopía de ayer se incubó la realidad de hoy, así como en la utopía de mañana
palpitarán nuevas realidades” supo pontificar con notable acierto José
Ingenieros muchas décadas atrás, antes de los ciclos:victoria-debacle-recuperación-desastre-calamidad-naufragio
y actual promesa de resurrección.
Debo
reconocer que me queda por pecar de ladrón intelectual haciendo propias, con
pocas pero maravillosas palabras, una genialidad del gigante Ernesto Sábato:
“Les propongo, entonces, con las palabras finales de la vida que nos abracemos
en un compromiso… sólo quienes, serán aptos para el combate decisivo, el de
recuperar cuanto de humanidad hayamos perdido”.
Òptimo si
fuéramos capaces de sostener la utopía.
Sería para
este periodista un final de maravillas, que al llegar a cierta edad (tengo 86
añitos y aún pienso y siento) todos, todas y todEs, del ‘status’ gubernamental que fuere, entendieran e hicieran un
íntimo reconocimiento que la vejez empieza cuando los recuerdos y la memoria
pesan más que las esperanzas.
GONIO FERRARI
(Periodista censurado,
con el extraño
silencio
de onerosa Unicameral)
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