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18 de noviembre de 2018

S.L.B.: ELEVADO AUMENTO EN EL PRECIO DEL BOLETO URBANO - SEPULCRO DE MAR PARA NUESTROS 44 MÁRTIRES - LA MEGACAUSA DEL REGISTRO, SIEMPRE EN MOVIMIENTO - ATENTADOS Y ESA FEA SENSACIÓN DE REVIVIR TIEMPOS PASADOS - BONO PLAGADO DE IMPRECISIONES Y DUDAS, ETC

Desgrabación de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los buenos” emitido en dúplex por AM580 y la 88.5FM ambas de Radio Universidad Nacional de Córdoba, el domingo 18 de noviembre de 2018.

OTRO “BOLETAZO” EN EL TRANSPORTE URBANO
   Otra vez ocupa la escena de las indignaciones cordobesas el nuevo y desmedido incremento aplicado a la tarifa del viaje en el servicio urbano de pasajeros, tan caro como si fuera eficiente o los empresarios estuvieran al borde de la quiebra y en tal sentido no se comprende por qué, si el negocio no es rentable como lo lloriquean, no dejan los bondis y se dedican a otra actividad.
   La discusión por los subsidios es el mayor elemento de presión con que cuentan los empresarios del sector, porque es allí de donde proviene el grueso de sus utilidades y en ese aspecto se supone que el Estado nacional ha disminuido sus obsequios que hacían descender el costo que paga el pasajero y de paso tanto empresarios como trabajadores del sector se benefician.
   Se benefician todos, eso sí, menos el pasajero que sigue siendo rehén de exigencias y caprichos frente a un poder concedente que es la Municipalidad, que suele tardar semanas sin resolver el agudo problema de las deficientes prestaciones del transporte de pasajeros que viene desde varios años atrás derrapando en cuanto a calidad.
   Pero en estos convulsionados tiempos que vivimos, no es tan solo la FETAP la que eleva su llanto al cielo sino que como de costumbre la acompaña la dirigencia de la UTA que se prende en todas y más cuando de mejorar los salarios se trata.
   Así este curioso ariete con mucho de concubinato condiciona a la Muni y la acorrala hasta que vía Concejo Deliberante y su evidente obediencia política debida, accede a cada demanda del sector sin exhibir siquiera un pedacito de sensibilidad social para una cuestión tan delicada como lo es transportar a una enorme masa de usuarios, en su gran mayoría trabajadores.
   Vemos cíclicamente que cuando se ponen de acuerdo los sectores empresario y sindical, la Municipalidad debe aflojar, para lo cual instruye a su cuerpo de ediles adictos en el sentido de reajustar el precio del boleto.
   Si hay protestas de la gente de nada sirven porque ya es una determinación añeja eso de ceder a las demandas de la FETAP consolidada por apremios paralelos provenientes de la dirigencia gremial.
   Porque en definitiva y apilando recuerdos, a esta película la hemos visto demasiadas veces y aunque los actores hayan ido pasando de moda, el final ha sido siempre el mismo.

SEPULCRO DE MAR PARA NUESTROS 44 MÁRTIRES
   Duele la manera cargada de vileza con la que desde distintos sectores de opinión se politizó un drama que caló muy hondo en la sociedad argentina, como lo fue la tragedia del submarino Ara San Juan con 44 compatriotas a bordo, un año atrás.
   Las conjeturas ganaron la calle y los aprovechados de siempre las insertaron en los medios adictos, que aún responden al remanente de derrotados del sistema de gobierno que debió entregar el poder tres años atrás.
   Se llegó al delirio de sostener con vehemencia que la nave había sido torpedeada por los ingleses, que los servicios de inteligencia soviéticos habían aportado datos que permitían darle verosimilitud a esa patraña y que incluso los chinos habían intervenido en el asunto.
   Personajes que supieron ser autoridades se encargaban de alimentar dudas entre los familiares de los ahora mártires y sembraban cizaña acerca de la intervención estatal en el tema, calificándola de ineficiente, tardía, equivocada y políticamente tendenciosa.
   Y ahora, con el hallazgo del submarino muy lejos de donde los delirantes aseguraban que había sido hundido, se posesionó en un sector de la sociedad ese curioso síndrome argentino del gataflorismo, descalificando todo lo que se hizo, se investigó, se consultó o se comentó privada o públicamente en torno de la suerte corrida por el ARA San Juan y sus 44 tripulantes.
   Se buscaba a toda costa instaurar semejanzas con las desapariciones y se instrumentaron acciones para recrear “la gran mapuche” pero en alta mar porque lo importante fue, es y será entorpecer todo lo que humana y profesionalmente se haga en procura de que no queden dudas acerca de todo lo que rodeó a la tragedia del submarino.
   Se utilizaron como estandarte todas las expresiones de dolor de los familiares que lógicamente reclamaban que no cesara la búsqueda, mientras participaban de los rastreos naves de distintas partes del mundo, en una acción conmovedora de solidaridad frente al dolor ajeno.
   Pero nada alcanzaba a los inventores de novelas que ahora se supone arriarán sus banderas de discordia, meterán violín en bolsa y dejarán que la Justicia y los técnicos tanto propios como extranjeros diluciden todo lo que fue un enorme misterio sepultado en las aguas del Atlántico.
   Se podrá ahora elaborar el duelo y optar por el luto vitalicio frente a la magnitud de la pérdida humana, pero quedarán también al descubierto los dueños y patriarcas de las novelas y mentiras que pretendían vender como parte de una realidad lejana.
   Los acostumbrados a lucrar con los ataúdes de la desgracia se quedaron sin material como para seguir transformando el dolor de los argentinos en beneficio de sus oscuridades ideológicas y devaneos políticos.
   Honremos a los 44 compatriotas con el respeto por su holocausto; por su entrega, por su patriotismo y tratemos que la ciencia descubra finalmente quiénes fueron los responsables del naufragio, los que aseguraron años atrás que la navegabilidad del ARA San Juan no estaba en riesgo y que podía hacerse a la mar.
   Lo mismo para quienes en los trabajos de mantenimiento realizados más cerca en el tiempo y a muy elevado costo, que no tuvieron la capacidad de evaluar los peligros y sus consecuencias que ahora estamos sufriendo y llevó a la muerte a 44 argentinos.
   Les rindamos a ellos el homenaje de nuestra admiración y a sus familias, el reconocimiento por el temple.
   Después de todo, bien vale citar a Leopoldo Lugones y aquella sentencia en uno de sus poemas: “…y entre el mar y el cielo quedó por mucho tiempo suspendido, el silencioso adiós de tu pañuelo”.
   Para los 44, el honor y la gloria ante su sacrificio por la Patria.
   Para el gobierno y la oposición, que alguna vez sean leales con la verdad y en homenaje a esos marinos y a la memoria, que no busquen modificar la historia porque será la historia el juez más inapelable a donde seguramente irá a parar esta causa.

LA MEGACAUSA Y SU PERMANENTE ACTUALIDAD
   Nuestro país ha sido incluido en un estudio referido a la independencia judicial realizado por el Centro de Estudios de Justicia de las Américas (CEJA) donde se destacan como problemas del Poder Judicial que se busca  ser afín a  intereses externos, que no existe verdadero interés en revisar el propio funcionamiento ni cultura de “automejoramiento”; que no se receptan los intereses de la población y que no se evalúa el desempeño de los jueces de modo habitual para poder corregir situaciones antes que demanden la necesidad de un juicio político y la remoción del magistrado.
   Con respecto a la evaluación, algo muy similar planteamos el domingo pasado cuando compartimos un escrito del señor  Andrés Pérez, en el que manifestaba su inquietud  por la falta de valoración y control  de las acciones de los funcionarios judiciales a cargo de la causa del Registro de la Propiedad de Córdoba, en especial, el irregular abuso de la prisión preventiva, los encarcelamientos sin pruebas y los  juicios repetidos a cargo de una única comisión especial.   
   Estas irregularidades, que semanalmente repetimos desde hace más de un lustro, han sido reconocidas y reprochadas  por numerosos organismos del derecho,  incluida la propia Corte Suprema de Justicia de la Nación.  
   Decía San Agustín que no es el tamaño ni la fuerza, sino la presencia de la justicia lo que diferencia a un estado de una banda de delincuentes. 
   No hace falta aclarar entonces, la urgencia de hacer presente la justicia en esta causa, para que nuestro Estado no lo sea.

ATENTADOS: UNA FEA MIRADA AL PASADO
   Se me erizan hasta los pelitos de la nuca cuando la memoria nos lleva a evocar aquellos oscuros años en que nos despertábamos algunos con la bomba de las 2 y media, otros con la de las 4 y 20 y no faltaban los que referían más explosiones en distintos puntos de la ciudad, todos como resultado de atentados que perpetraban las organizaciones de todo tipo que se disputaban la supremacía de sus ideas ante la sociedad, de un modo tan catastrófico y repudiable por la cobardía de encender la mecha, provocar la explosión y causar estragos.
   Pero allá por los últimos tramos de la democrática gestión de la Sra. María Estela Martinez de Perón a cargo de la Presidencia de la Nación -para muchos aún inexplicablemente-  cuando la Triple “A” de su protegido Lopez Rega instauró el prólogo del espantoso terrorismo de Estado, comenzamos a vivir como parte de la habitualidad la bomba en domicilios, en comisarías, en industrias, en sindicatos, en organizaciones barriales y en todo aquel sitio que pudiera ser considerado, por los sectores en pugna, como un objetivo a dañar o destruir.
   Los tiempos pasaron, la ciencia en materia de explosivos ha evolucionado para mal porque ahora con un aparatito del tamaño de una uña es posible perpetrar grandes perjuicios, y es entonces que se daba al atentado explosivo como una acción pasada de moda.
   Pero sin dudas es la falta de recursos financieros lo que mueve a recrear viejos y caseros métodos como lo son el caño con explosivos, la utilización de la pólvora casera y el resurgimiento de la vieja y a veces deshilachada mecha, madre de muchas desgracias.
   En estos últimos días en el porteño, coqueto y turístico Cementerio de la Recoleta, un par de pájaros de segunda categoría que se dice eran anarquistas, cuando a lo mejor ni saben lo que eso significa, cometieron la bajeza de atacar un sepulcro para ellos simbólico porque allí descansan los restos de alguien que fuera un bravo como cuestionado jefe de policía.
   No lo hicieron bien, parece que ella -una mujer como parte del reducido comando- encendió la mecha y con el propósito de pasar con su imagen a la posteridad, se preparó velozmente para hacerse una selfie.
   Pero la mecha fue más rápida que ella y le voló media cara, tres dedos, la dejó hecha una piltrafa a quien no le cabían más moretones y a su compañero lo trató con mayor benevolencia porque sólo le dejó un ojo en compota.
   Pasó, afortunadamente y roguemos que se trate de un caso aislado como también debe haber sido otro atentado menor contra el Juez Bonadío.
   Lo que ustedes quieran pueden pensar, pero por un momento me hizo viajar en el tiempo y recordar que esa, la sucesión de bombas, solía ser el umbral de ataques más violentos y muchas veces escudados por ciertas ideologías y ciertos personajes.
   Roguemos que esta vez, haya sido un caso aislado de una pareja que pretendió conseguir alguna secreta notoriedad y terminó más escrachada que el cura Grassi.

UN BONO PLAGADO DE DUDAS
   A los fines de establecer cuáles han sido las motivaciones que empujaron al gobierno nacional a perpetrar un inusitado caso de parcial generosidad, bueno sería conocer qué componentes se movieron para llegar al exceso de disponer selectivamente el pago de 5.000 pesos no remunerativos no a todo el mundo, pero con el seguro afán de desactivar un paro general que se veía no tan solo asomando sino formalmente anunciando.
   Tuvo su resultado porque un sector de la dirigencia gremial claudicó frente a esa suma, algo así como 100 dólares y algunas monedas que si bien no enriquecen, para mucha gente no deja de ser un paliativo.
   El problema de los que van a recibir esa suma ya está resuelto porque nadie seguramente se negará a cobrarla.
   El drama está en los excluídos que son miles y miles, contando hasta ahora a los jubilados, el sector más vulnerable y más postergado de nuestra sociedad, destinatario de permanentes injusticias por aquello de la condición de “descartables” como muchos los consideran a los viejos que se pelaron el tugges, aportaron buena plata durante años y ahora reciben del Estado algunas monedas que ni siquiera les hacen llegar a la mitad de lo que se llega a considerarse pobre.
   Bueno sería que como medida producto de un estudio real de la situación, y hasta se aceptaría que se tratara de una medida abiertamente demagógica, que se dispusiera urbe et orbe al menos en el territorio nacional, que todo empleado privado o estatal recibiera esa suma antes del 20 de diciembre, de un solo saque, como se dice.
   La mayoría del empresariado está en condiciones de asumir ese compromiso, solo con que se resignen a ganar menos y el Estado por su parte tiene la maquinita, esa que tanto amaba Boudou, para echarla a imprimir y mejorar mínimamente la crítica situación.
   Total se gasta tanto dinero en estupideces que no son prioritarias, que darse alguna vez una ducha de bondad, realidad y generosidad, le cambiaría al menos el rictus de desencanto con el que mucha gente se despierta, pasa el día y se va a dormir.


COMO CADA DOMINGO, LOS COMENTARIOS QUE HICIERA EN EL “MITRE CLUB” DE RADIO AM 810 CONDUCIDO POR EL COLEGA PABLO COLAZO

  
 Los domingos por la mañana y en mi condición de periodista independiente, continúo comentando algún tema de actualidad en el programa “Mitre Club” que conduce el colega Pablo Colazo en Radio Mitre 810. La columna ocupa unos pocos minutos entre las 10,30 y las 11 y este día 18 de noviembre abordé dos temas de actualidad: el hallazgo del ARA San Juan y la situación emergente del abusivo aumento en el precio del transporte urbano en la ciudad de Córdoba. A continuación, las desgrabaciones de dichos comentarios:



ARA San Juan ----------------------------------------------
SALVANDO LAS DISTANCIAS PASARON MÁS
DE 70 AÑOS  PARA  ENCONTRAR AL TITANIC

   Siempre que se dan diferencias que llevan a la doble o triple lectura de una situación o de un hecho, es cuando más abruman las dudas pero también suele ocurrir que en la misma medida son más comprensibles las certezas.
   Fue necesario que transcurriera un año para que finalmente, si no es una enorme mentira para ganar tiempo o disipar inquietudes, fuera encontrada esa metálica tumba donde seguramente permanecen los  44 compatriotas, héroes maltratados por el destino, la inoperancia, la corrupción o la desgracia en cualquiera de sus formas conocidas.
   Ahora viene el tiempo de las dudas; de las constancias acerca del mantenimiento del ARA San Juan, de quienes autorizaron su partida, de cuánto y por orden de quien o de quienes pagamos por su reparación y qué controles se hicieron para garantizar la seguridad de su navegabilidad.
   Porque más allá de lo estricta y necesariamente técnico está el factor político y si espulgamos hacia adentro surge el otro factor, el partidista con sus prismas caprichosos que sobre el tema ofrece visiones tan interesadas como distintas.
   Desde el día de la desaparición del submarino las usinas del rumor y del chisme lanzaron hacia la opinión pública tantas como variadas versiones, que fueron desde un ataque con torpedos británicos hasta la injerencia rusa, china y de cualquier otra potencia. Se habló de impericia militar, se aventuraron hipótesis delirantes y suposiciones alocadas dejando para un segundo e intrascendente plano la cuestión humana, el sufrimiento, el sacrificio y ese dolor de no verlos volver…
   La contención a la familia de los marinos desaparecidos tuvo picos positivos y caídas empujadas por la desesperación, la carencia de información técnica accesible y las especulaciones de todos los desalmados que tejieron burdas historias de espionajes, sabotajes y otros disparates. El aprovechamiento de la desgracia, a decir verdad, igualó con su rasero de angustia al oficialismo y la oposición, como si fuera una carrera de consolidar honestamente posiciones en lugar de enfocar la cuestión, dejando de lado ciertas humanas miserias, con el respeto que se merecen las tragedias cuando están cargadas de esperanzas por una parte y de pesimismo por la otra.
   Ya lo encontraron y al menos sabemos dónde está después de un año de su desaparición y de poco sirve la casi inevitable comparación, que para ubicar al Titanic hundido transcurrieron más de siete décadas, porque la tecnología actual casi todo lo puede. Viene ahora el sacro respeto por el postergado duelo no tan sólo de las familias de los tripulantes, sino de la sociedad en su conjunto y no son tiempos de andar disputándose la propiedad de una verdad que por ahora está en las oscuras profundidades oceánicas y no en los despachos de los políticos de cualquier color.
   La mejor manera de honrar la memoria y el sacrificio de los mártires es no utilizarlos como estandarte de ninguna ideología, sino de rendirles homenaje a su compromiso con la Patria.
   Y como todo llega, vendrá la imprescindible, complicada pero no imposible como seguramente algunos lo sostienen, tarea del rescate que es lo que allanará el camino hacia una verdad que todos ansiamos conocer. Y al costo que fuere menester, porque es lo que nos permitirá despejar las dudas acerca de quiénes son honestos y también desenmascarar a los otros, los que desde el momento de la desaparición del ARA San Juan recrearon “la gran mapuche” pero en alta mar.
   No somos nosotros, míseros mortales, quienes manejamos los tiempos sino el dueño de todos los relojes, a quien muchos le llaman Destino, el que sabiamente dispone esos tiempos, tanto los de la vida como de los adioses…

Electricidad y transporte urbano --
CORDOBESES,  CONDENADOS
A SER RECORDS NACIONALES

   Seguramente y aunque nadie se haya molestado en homologarlos, tengo la convicción que los cordobeses en muchas cosas somos indiscutibles e insuperables récords nacionales, como por ejemplo en el consumo de fernet, en los bailes de cuarteto, en el histórico nivel de rebeldía, en la fabricación de automóviles o en la elaboración de alfajores.
   Y en los últimos tiempos, como si nos faltaran galardones que nos transformen en parte de la historia hemos sumado un par de récords: llega hasta nuestros hogares, comercios e industrias, la electricidad más ciclotímica y más costosa del país y estamos en condiciones de enorgullecernos por contar con el boleto de ómnibus de mayor precio de toda Argentina, para un servicio urbano que calificarlo de lamentable, sería un acto de generosidad ciudadana.
   Los hechos y las consecuencias demuestran que existe un curioso concubinato sin amor pero con dinero, entre los empresarios y la dirigencia sindical de la UTA porque ambos viven alternándose en la protesta, los reclamos y los caprichos y luego pasan juntos por ventanilla a cobrar las utilidades.
   Y el poder concedente que es la Municipalidad capitalina es un mero observador que juega el poco simpático papel del tercero en discordia, amante desairado o pata de lana descubierto infraganti con sus lienzos al ras del piso y vaya Dios a saber en condición de qué.
   Y por una renovada imposición de circunstancias, el pasajero ya sabe que le están robando su dinero, porque el servicio es exageradamente caro y para colmo con injuriantes esperas y algunos coches que más merecen el destino de gallineros que de transportadores de personas.
    Un grupo de ediles que casi con certeza jamás controló el cumplimiento de los empresarios y de los choferes en cualquier parada céntrica o de barrio, levantó su mano enyesada y consumó el despojo por obediencia partidaria debida. Allá lejos y en los terrenos de la nostalgia quedaron aquellos tiempos felices, cuando el transporte de pasajeros en nuestra sorprendente ciudad se brindaba ajustado a exigencias cuya inobservancia no era justificable por ninguna razón.
   Es cierto que todo aumenta y negarlo sería un acto de ceguera y necedad, pero la coyuntura demanda, a la vez, una cuota de sensibilidad social que sirva al menos para atenuar los efectos de una suba desproporcionada con relación a la calidad de las prestaciones.
   El aumento en el precio del boleto ya está y al pasajero poco le importa el intrincado juego de los subsidios.
   Los empresarios desde hace tiempo vienen regulando a su conveniencia las frecuencias y el espacio de tiempo entre las unidades virtualmente se ha duplicado.
   Las empresas siguen embolsando utilidades a costillas de las frustraciones y las carencias de quienes son obligados sostenes de un sistema cercano a lo perverso, porque en algunas instancias de severo conflicto se instauró esa no deseada lucha de pobres contra pobres.
   Aunque en realidad, si evaluamos a unos y a otros en cuanto a lo que perciben a fin de mes, la mayoría de los pasajeros pierde por escándalo tanto frente a los choferes, como ante los dueños de las unidades a quienes habría que preguntarles por qué no cambian de actividad si no es rentable lo que están haciendo.
   Lo malo es que ahora han vuelto a prometer que regularizarán las prestaciones, pese a que la experiencia nos recuerda que esto siempre sucede durante un tiempo demasiado breve.
   Tan breve que durará hasta el próximo capricho, porque si algo les sobra a la FETAP y a la dirigencia de la UTA, son los rehenes.
   Y para el caso del transporte, estoy seguro que a la Muni también…