Tardío
pero merecido desagravio
ANTAÑO EL
MES DE
AGOSTO NO ERA DE
MORIR SIN
QUE HICIÉRAMOS BARRILETES
No es lo mismo, pero así como
esperábamos Nochebuena, Navidad, el año nuevo y los carnavales, las ansias por
apresurar la llegada de agosto solían ser superiores en cuanto a nuestras
expectativas: el eólico agosto de los vientos, mes que nos remontaba a las
alturas pendiendo de la debilidad de un hilo, la fragilidad del papel, la
elasticidad de las cañas y los trapos inútiles que de por sí, bien estaban
destinados a la cola.
Sin etapas intermedias en el
tiempo pasábamos a ser hermanos del engrudo y de las cañas, dejábamos los
trompos, las figuritas y otros inocentes pasatiempos esperando los vendavales
de aquel aire tibio, que no era necesario para subir la temperatura de nuestras
primeras incursiones como si las ráfagas nos empujaran hacia ellas, las bonitas
del barrio que coloreaban sus cachetes sin necesidad del cómplice sol.
Sin etapas intermedias en el tiempo pasábamos a
ser hermanos del engrudo y de las cañas, dejábamos los trompos, las figuritas y
otros inocentes pasatiempos esperando los vendavales de aquel aire tibio, que
no era necesario para subir la temperatura de nuestras primeras incursiones,
como si las ráfagas nos empujaran en aqellos entonces cuando me tocó vivir una
de las décadas más flices e inolvidables, viviendo a la mitad justa el Pasaje
Italia, a media cuadra de la arbolada Augusto López cuando los primeros sofocones
de naciente virilidad nos coloreaban los cachetes sin necesidad del cómplice
sol.
Nuestros enemigos dejaban de ser los insoportables vecinos de la otra
cuadra, o de otro barrio, o de la “barra” antagónica que vivía provocándonos y
de manera especial a aquellos que tenían hermanas de la misma edad que
nosotros, pero de más avanzado desarrollo hormonal, nacientes curvas y polleras
cada vez más breves estimuladas por las ráfagas calientes que contribuían a
nuestro placer cuando se nos alejaba la niñez.
Renacía
en nosotros ese oculto artesano que dormía once meses y se despertaba cada año
en agosto, cuando volaban los flequillos y los pelados se agarraban la frente
no sé para qué.
Buscábamos cañas y todo lo
necesario incluyendo los trapos para la cola, a veces yapada con hilachas de
ropas o con algunas tiras de escondidas prendas íntimas, porque los hacíamos
nosotros y el placer era fabricar nuestros propios sueños de volar sin alas
propias.
La aérea sinfonía de mediomundos,
estrellas, papagayos o cuadrados invadía de colores las alturas cuando la
pericia se demostraba en el “tinquéo” del hilo, en los cabeceos de la pandorga,
tratando de esquivar los ramazos y en la velocidad de los “mensajes” que
enviábamos en papelitos aleteando por el cordel hasta los tiradores, mientras
los bramadores hacían escuchar su ondulante grito autoritario.
Allá arriba la distancia nos
igualaba a los barriletes de papel de seda con los modestos modelos que lucían
páginas de La Voz del Interior, de Los Principios o del Córdoba. Y estaban los otros más
impersonales con tenuemente amarronado papel
de estrasa, ese que usaban en el almacén para envolver.
Y solían quedarse bien arriba
deleitándonos casi inmóviles o balanceándose en todas direcciones para nuestra
delicia que casi nos embalsamaba los ojos con aquel paisaje.
Esa era la dulce fascinación,
nuestra inocente hipnosis de emborracharnos precozmente de ilusiones en cada
agosto, mes mágico en el que envidiábamos a los pájaros.
Siendo mocoso, el barrilete me hacía sentir
que era dueño de un pedacito de cielo y que podía caminar entre las nubes…
Nada
mejor que las gratas y vívidas ausencias para tener ese enorme placer de
recordarlas hoy, cuando aquel agosto ya viajó en el viento.
Pretendo, simplemente, evitar la injusticia del olvido...
GONIO FERRARI
Periodista memorioso
Llegó la hora de volver a la
normalidad
ES TAN PÉSIMO COMO RIDÍCULO QUE
EL
CAOS Y LA MENTIRA SEAN LOS CAMINOS
Es
absolutamente certero e indiscutible aquello que el apuro engendra
indiscutiblemente el error en todo, y que de esa rapidez que es asimismo una virtud,
engendra por su parte un vicio que es la prisa y es por eso que no pretendo
apresurarme para no caer, involuntariamente pero a sabiendas de un error, que
por y con rapidez, me empuje a caer en conceptos, acusaciones y sospechas que
me trasladen sin escalas al ri
Aunque
si llegara a tal extremo me consuela haber leído que la sabiduría, que era un
adorno del genial Willy Shakespeare, proclamaba que quien va demasiado aprisa,
llega tan tarde como el que va muy despacio.
Bahh,
yo me entiendo, aunque trasladando mis dudas a la realidad nacional, quedo más
en ayunas que el más empedernido, fanático y religioso de los fakires hambreados
por su propia y sacralizada voluntad.
Por
todo este palabrerío, confuso e incoherente hasta pisar lo inentendible, es que
no alcanzo a comprender a dónde, por dónde y cuándo pretenden llegar a
normalizar la marcha del país con posturas tan enfrentadas como las de Milei,
quien ya había anunciado en su campaña, motosierra en mano, todo, todo lo que
haría pero sin caer en dramatismos ni incitaciones al suicidio masivo, en
contraposición a lo que con enfermiza calma anuncian desde el poder, en este
caso nacional pero impopular, que no dejarán la protesta callejera, las
presiones dentro de los organismos estatales, los monumentales gastos de dinero
aplicable a otros destinos, pero en este caso para ensobrar a ciertos
ejemplares del periodismo rentado extra, que todos conocemos, pese a que en la
vereda del oficialismo también existen…
¿Es
para malpensar, entonces, que la imaginación, el conocimiento, la experiencia y
la honestidad de quienes nos conducen o creen hacerlo, son virtudes en desuso, que
jamás tuvieron o que las malgastaron en fracasos cuando les tocara ser gobierno
y no siempre apelaban a las armas legales sino en muchos casos a las letales?
Si algún funcionario quisiera tener
la bondad de aportar una respuesta, se lo
agradecería de alma.
Realmente, la pregunta surge porque vetar el aumento a los hambrientos y
maltratados jubilados que ex ella les otorgara y ellos, los viejos ya habían
gastado a cuenta, con la seguridad que les hicieron esa patraña esperando que
creparan en masa… Es de terror pero que alguien, alguna vez, fundamente una
medida tan criminal como lo que encerró aquella, que ahora parece quereremular
un presidente que pone en dudas casi diariamente, estar en sus cabales. Los
legisladores nacionales o la mayoría de ellos optó por la comodidad cívica
aunque humanamente comprensible- de hacerse los osos con la indiferencia de no
arrepentirse de sus caras maquilladas con cemento que fueron acumulando con el
tiempo.
Que la
inflación parece estar casi dominada parcialmente ya es un éxito plausible que
aporta un cierto grado de beneficio popular, porque es como si fuéramos
lentamente hacia la normalización del valor de nuestra alicaída moneda, porque
ya caminábamos hacia una devaluación que nos llevaría al ridículo y al
enriquecimiento… del hambre y de las privaciones.
Los
medicamentos en muchos casos tienen precios inalcanzables para la mayoría de la
población; los capos de las compras masivas de remedios siguen engordando sus
billeteras, las cuentas de ahorro y seguramente tienen “embutes” en el exterior
porque deben asegurarse un futuro placentero y sin privaciones, como ahora
están gozando mientras las carencias crecen sin solución cercana.
Hay
muchos dichos de los sabios que es necesario hacérselos conocer a los
gobernantes; a los políticos en general, como por ejemplo conceptos de
Nietzsche: “Lo que me molesta no es que me hayas mentido, sino que de aquí en
adelante, ya no podré creer en ti” o esa enormidad que era Sófocles al expresar,
sin vacilar, que “una mentira nunca vive hasta hacerse vieja” aunque un
proverbio judío asegura que “con una mentira puede irse muy lejos, pero sin
esperanza de volver”.
Tratemos
entonces de elegir a quienes no nos mienten, o que al menos sean menos
fabuladores y embusteros, expertos en rascarse para adentro sin importarles las
angustias ni las estrecheces que deben afrontar cada día más argentinos
privados de ayuda estatal, de sustento diario, de trabajo digno, de salud
pública sin beneficios para los funcionarios que la administran, con la
seguridad de un techo acorde con las riquezas argentinas, de la seguridad de
salir de tu casa y saber que regresas ileso, en fin, de buscar las formas y los
caminos que nos lleven a una auténtica reconciliación.
Los
argentinos no merecemos vivir de sobresalto en sobresalto; de crisis en crisis,
de peste tras peste, de despojo en despojo agravado porque lo hacen “en nombre
de la Patria”, de angustia en angustia…
Parece
mentira que a los popes del poder no les entre en sus cabezas, en sus corazones
ni en lo recóndito de sus almas, que estamos cansados de engaños, de trampas,
de mentiras, de actitudes teatrales, de desprecios y pérdidas de confianza.
También agotada nuestra paciencia frente a imposiciones absurdas, de
privaciones inmerecidas.
El
Estado tiene la obligación cívica y moral, vale repetirlo una vez más, de
legislar acerca el funcionamiento dinerario de los sindicatos, gremios o como
les quieran llamar, para terminar con esa dolorosa dicotomía de saber que hay
dirigentes llamados a la conducción por la eternidad, que vacacionan y pasean
en el costoso exterior con familiares y algunas cercanas amistades, poseen más
propiedades que el aloe Vera, los yuyos serranos, también autos, lanchas y
aviones para dirigir a una pléyade de hambreados obreros que para colmo, los
reeligen hasta el hartazgo.
Y para
el final de un tema tan espinoso como lo es el ejercicio y la práctica
descarada de la demagogia, prefiero citar a Napoleón para que quienes nos
gobiernan o creen que lo están haciendo, lo tomen y asuman como una verdad
bíblica: “Es más fácil engañar que desengañar”.
Los
argentinos ya estamos molecularmente hartos, de hacer el triste papel de
misérrimos habitantes de un suelo óptimo, productivo, exuberante y copioso,
aprovechado por arribistas aunque en su mayoría, para el exterior y mucho y
también en nuestro rico interior, sostienen que son esquimales, porque nunca
transpiraron.
Roguemos que pese a tantas penurias, podamos llegar a que la paz, la
concordia y la justicia sean para todos y no tan sólo para un conjunto de
afortunados que saben aprovechar descuidos ajenos.
Aprendamos, por lo menos, a ser más cuidadosos…
Los
“arribistas” son como las cucarachas: nunca se terminan…
GONIO FERRARI
Periodista censurado
*
NOS CONMUEVE LA COMPROMETIDA
ACTITUD DE NUESTRA AUDIENCIA
Gonio
Ferrari junto a
su sacrificado, respetuoso y profesional equipo de Producción agradecen,
al igual que a técnicos, operadores/as, a la numerosa audiencia que nos venía y
nos sigue acompañando, esa actitud de seriedad y consideración por las
realizaciones cuyos contenidos buscan unir y no afectar la marcha de la
democracia reinstaurada años atrás por Raúl Ricardo Alfonsín. El reconocimiento
incluye a los apoyos publicitarios pero no a los organismos oficiales, de cuyas
arcas no nos beneficiamos ni con un centavo, para conservar nuestra categoría
de personas impolutas, libres de compromisos partidarios, de sobres y de otros
beneficios como gangas que a tantos y tantas enriquecieron. Mil gracias también
a quienes nos siguieron, esperando que esa fidelidad no decline, hasta que los
hagamos partícipes de gratas novedades en cuanto a nuestro regreso al mundo de
la información, el comentario, la crítica y el respeto sin medida hacia quienes
piensan distinto. Escrìbannos lo que quieran a gonio.ferrari@gmail.com
Querido Gonio, me complace seguir leyendo tus ideas, pero me da mucha bronca no poder escucharlas, más bronca que no es porque te hayas quedado mudo o yo hipoacusico, si, porque conociéndote, fuiste al frente y al hueso contra estos miserables. Espero de corazón volver a compartir las sobremesas del asadito de domingo con tus reflexiones y verdades. Abrazo extensivo a su equipo de producción y a la amena voz de Mariela. Saludos desde Malagueño, Diego.
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