Desgrabación
de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los
buenos” emitido por AM580 Radio Universidad el domingo 24/03/13.
A 37 AÑOS DE
UN DIA NEFASTO
Parece mentira.
Ya pasaron 37 años desde aquella noche en que un grupo de pretendidos
iluminados, con la mortal prepotencia de las armas, interrumpió la legitimidad
de un gobierno que, pese a sus carencias y errores, era el resultado de un
alicaído proceso democrático.
Fue el día inaugural de aquellos años de miedo, de terror a dos puntas,
como a dos puntas fueron el secuestro, la tortura y la muerte, sin que esto de
ninguna manera sea plantear o sustentar la teoría de los dos demonios, sino la
honesta y sincera enunciación de la realidad.
Las enormes ventajas aprovechadas por el terrorismo de estado terminaron
con una o dos generaciones de argentinos, románticos e ilusos patriotas para
unos, y guerrilleros o subversivos para otros.
La masacre es la masacre.
Los muertos y asesinados son asesinados y muertos cualquiera haya sido
su forma de pensar.
Fue un precio demasiado elevado, para darnos cuenta que la purificación
por la sangre es una irremediable forma de violencia que a nada conduce, salvo
a la desintegración social y la destrucción del país.
Es cierto eso de no perder la memoria, porque es lo que teóricamente
impide reiterar los errores del pasado, siempre y cuando sea una memoria total,
sin negaciones, escondrijos ni manipulaciones de la historia.
Hace tiempo se dijo que había llegado la hora de la recuperación
nacional, y sin embargo subsisten los viejos odios y aquellas heridas que
muchos se empeñan en no dejar que cicatricen.
Los argentinos que amamos a esta Patria, estamos convencidos que la
justicia es necesaria, tan necesaria como inútiles son la revancha o la
venganza.
Nadie pretende el olvido, siempre y cuando aquel ejercicio de la
memoria, sirva para unirnos y no para ahondar el odio y el desencuentro.
A mí no me la contaron.
Han pasado tantos años, que me parece que merecemos ser felices incluso
nosotros, los que hemos vivido el espanto, aquel espanto que ahora muchos
improvisados tocadores de oído, pretenden reflejar sin ponerse colorados.
Han sido 37 años en la búsqueda de la verdad, una lucha que se hizo, y
aún se hace, con el enorme componente político de las ideologías, tan
enfrentadas ahora como en aquellos tiempos.
No digo que sea necesario aquietar las pasiones, porque sería pretender
un arco iris en blanco y negro.
Pero si, dentro de lo posible y para alcanzar la paz integral que tanto
necesitamos, es imperioso recuperar el camino del respeto y de la grandeza de
pensamiento, sin mezquindades ni autoritarismos.
Pero sobre todo, dejando que la justicia haga lo suyo y la memoria no
circule en una sola dirección.
Porque la memoria parcial, bien lo sabemos, es una manera perversa y despreciable
de encubrir mentiras.
Y jamás olvidemos que el terrorismo de estado no se inició en 1976, sino
que los argentinos lo empezamos a padecer durante los gobiernos de Perón y de
su tercera esposa, en la primera parte de la década del 70.
Es una porción de nuestro drama.
Y es parte de la historia.
MAS ACERCA
DE LA MEGACAUSA
Héctor
Cejas, fue condenado en esta causa, aunque sin sentencia firme y recuperó su
libertad el 5 de febrero último, luego de haber denunciado por este espacio, el
intento casi extorsivo, de cobrarle una multa que no correspondía, como
condición para soltarlo.
El 21 de
este mes recibió en su domicilio una citación de Tribunales, de la Fiscalía que investiga
este asunto., donde se le informó que se lo imputaba en otra causa, razón por
la cual debía designar abogado.
Surgen
entonces varias cositas que llaman la atención: a Cejas se lo imputa
nuevamente agregándolo en una causa junto a otros imputados que están por
cumplir dos años de ilegítima prisión preventiva por la misma cuestión, y
a quiénes no conocía hasta antes de entrar a prisión.
Esa causa ya
está elevada a juicio, lo que significa que la investigación está terminada, y
a más de no haber aparecido ningún nuevo elemento probatorio, nada debería
tener que ver el fiscal.
Pero hay
más.
En Julio del
año pasado recuperó su libertad Julio Pacheco, y ¡oh casualidad! poco tiempo
después fue citado nuevamente por la Fiscalía para imputarlo en otra causa, bajo la
misma modalidad.
Sigamos
entonces con las casualidades: lo mismo le pasó a Pérez, a Segovia, y a varios
más.
Y no se
trata que hayan cometido ningún ilícito en el tiempo que estuvieron libres,
sino de hechos ocurridos en la misma época de aquellos por los que fueron
juzgados, y que además el Fiscal ya ha investigado largamente, pero que, oootra
casualidad, aproximadamente un mes después de que están libres, o unos días
antes de irse en libertad, al fiscal se le ocurre que tienen algo que ver.
Pero este es
un festival de las casualidades, dado que desde hace un buen tiempo, presos y
familiares están denunciando la existencia de graves irregularidades en el
manejo judicial de esta causa, que vulnera todas las garantías constitucionales
y del Debido Proceso.
La situación
así planteada, lleva inexorablemente a pensar que estas nuevas imputaciones,
buscan silenciar los reclamos y las declaraciones periodísticas, porque bien se
lo puede tomar como una encubierta amenaza de manera especial para los que
están imputados.
LOS “PAPISTAS” DE LA PRIMERA HORA
Realmente,
el nuestro es un país de memoria corta.
Como si la
gente estuviera ausente de una realidad divulgada hasta el cansancio, nos
enteramos que la inefable doña Hebe ha devenido en papista de la primera hora,
porque dice que ignoraba la tarea pastoral del ahora Santo Padre.
Si esa fue
una sorpresa que solo serviría para enriquecer el anecdotario argentino, sería
necesario apelar a los oficios de un sociólogo, para que explicara cómo puede
variar tanto una opinión de quien le negara catorce veces un pedido de
audiencia, y para ser recibida con toda humildad por el desairado, tuviera que
cruzar el Atlántico.
Es atendible
la emoción, las lágrimas, la conmoción y hasta el intercambio de regalos.
Un
paréntesis acerca de ese detalle: la señora regalona le indicaba como cebar un
buen cimarrón, a quien desde un par de décadas antes de su nacimiento, ya
mateaba amargos y dulces.
Pero dejando
eso al margen, el tiempo será el encargado de escudriñar en los anales del
camaleonismo, si la historia no tan solo argentina sino del mundo, registra
casos parecidos.
El contagio
alcanzó a otros altos funcionarios que ni siquiera se pusieron colorados al
panquequear sus opiniones, en una acción a la que ni la mismísima doña Petrona
se hubiera atrevido.
La política
es el arte de lo posible.
Y las
negociaciones que se hacen a la sombra de la política suelen deparar sorpresas
como estas, que llevan más a la desconfianza y la duda, que a la vocación por
hacer las cosas para beneficio del país.
En términos
matemáticos, una cosa es el apoyo de mas de la mitad del pueblo argentino, como
se divulgó siempre, y otro una grey de 1.200 millones que aplaude.
La humildad,
la sencillez, la mesura, la austeridad, son atributos que solo adornan a los
elegidos.
D’ELIA Y PIÑON FIJO, UN
SOLO CORAZON
Realmente es
para suponer que el intolerante, pendenciero y autoritario Luis D’Elía conserva
una importante porción de poder, de acuerdo con los logros que se adjudica.
Las
elecciones legislativas están previstas para octubre y era ilusión nacional,
acentuada en Córdoba y de manera espectacular en la zona de Cura Brochero, la
eventual visita del Papa Francisco, para los actos centrales de la
santificación del Cura José Gabriel Brochero.
Las
ceremonias cívico religiosas se habían previsto para antes del acto comicial, y
más de uno vislumbró el filón que podía representar la visita del heredero del
trono de Pedro.
Por otros
ámbitos, el alternativamente piquetero y funcionario Luis D’Elía, quien se
había cansado de insultar, menospreciar, acusar, degradar y ofender al que por
entonces era solo el cardenal Bergoglio, también cayó en cuenta que de alguna
manera tenía que sacar provecho de la situación.
Y lo hizo de
la forma más cómica, así haya sido verdad lo que sostiene haber mediado, pero
esta vez en beneficio del Santo Padre.
Salió a
decir a diestra y siniestra, ser el autor intelectual del consejo a Francisco,
para que postergara su visita hasta después de las elecciones, para no caer en
el riesgo de ser políticamente utilizado.
Alguien
debiera tomarle la temperatura a este muchacho D’Elía, porque seguramente es la
fiebre lo que lo lleva al delirio.
Piñón Fijo,
que es mi amigo, haciéndose carne en su personaje, jamás se permitiría hacer
creer que aconseja a gobernadores, ministros, presidentes (salvo que sean de
clubes) y embajadores, en cuestiones que requieren seriedad, porque se le
matarían de risa.
Lo mismo que
ahora, con el piquetero gubernamental.
UNA “PERRERIA” DE
VERBITSKY
Todo indica
que aunque no todo sea mentira, hay bastante de verdad en aquel asunto que
involucra a funcionarios de la diplomacia argentina, en una gestión para
desacreditar a quien en su momento, no era más que uno de los tantos candidatos
al sillón de Pedro.
Y los dardos
más agresivos recaen en la persona, el oficio y el prontuario de ese otrora
violento y ahora exitoso escritor, que es don Horacio Verbitsky.
No son pocos
los elementos que lo transforman en sospechoso, aparte de su histórica
inclinación por su estilo, para muchos, de neto corte mercenario.
Ya tuvo que
engullirse un par de sapos, cuando desde los curas victimizadas por el ex
militante montonero hasta el Premio Nobel de la
Paz Adolfo Perez Esquivel descalificaron
sus apreciaciones con relación a Bergoglio, a quien acusaba de haber entregado
a los sacerdotes jesuitas y a otros ciudadanos de quienes nunca más se tuvieron
noticias.
No hay nada
que nos lleve al asombro.
Para eso
existen los periodistas y escritores que asumieron una misión profesionalmente
propagandística, cobrando buen dinero por ello.
El problema
es cuando como en algunos casos somos nosotros -el Estado- el encargado de
hacerse cargo de sumas que no son de cuatro, sino a veces de cinco dígitos.
Cuando
alguien se equivoca, es éticamente saludable reconocer el error y pedir las
disculpas del caso.
Eso se llama
honestidad profesional y la sociedad lo toma como un síntoma de sinceridad que
enaltece y consolida a la persona como correcta.
Y más que
nada, como creíble.
En eso,
ahora, el señor Verbitsky con su obstinado silencio, ha naufragado
estrepitosamente.
EL OTOÑO
Es probable que para algunos sea la más triste de las estaciones, por
eso de las hojas amarillentas, el viento molesto y la aparición de las primeras
sensaciones distintas y opuestas al calor.
El otoño, aparte de ser uno de los cuatro segmentos del año, es también
una etapa trascendente en la vida de las personas, por aquello de llegar a los
umbrales del invierno, que es cuando mueren muchas plantas, el frío se nos mete
en los huesos y el calor juvenil que vemos alejarse del alma.
Sin embargo, para muchos, por ser el acceso a cosas distintas, el otoño
es maravillosamente bienvenido, portador de novedades e ilusiones que, a veces
con certeza, se concretarán después que pase el invierno.
En cuanto a lo estrictamente paisajístico, el otoño cordobés es algo así
como un paraíso de los ocres, con una explosión de tonalidades como para volver
loco a un daltónico.
Ya le abrimos las puertas, con la esperanza de ir viendo crecer la
luminosidad del cielo, la pureza del aire y un resurgimiento de esa poesía que
es pisar hojas secas, o sentir en la cara una brisa que dejó de ser molesta y
agobiante.
Nuestro otoño es único en los árboles, en el paisaje, en el aire, y en
el cielo.
Hagamos entonces que el otoño de la vida sea igual de placentero, un
regalo que nos debemos hacer a lo mejor no tanto por merecerlo, sino por tener
la inmensa dicha de gozarlo.
Con sufrimientos o no.
Con riquezas o no.
Con amores o no.
Con penas o no.
Con ausencias o no.
Solo con lo más importante: con la maravilla de saber que estamos vivos.
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