25 de marzo de 2013

SLB-240313-A 37 AÑOS DE UN DIA NEFASTO - LOS PAPISTAS DE LA PRIMERA HORA - D'ELIA Y PIÑON FIJO, UN SOLO CORAZON - CURIOSIDADES DE LA MEGACAUSA - UNA PERRERIA DE VERBITSKY- EL OTOÑO


Desgrabación de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los buenos” emitido por AM580 Radio Universidad el domingo 24/03/13.


A 37 AÑOS DE UN DIA NEFASTO

   Parece mentira.
   Ya pasaron 37 años desde aquella noche en que un grupo de pretendidos iluminados, con la mortal prepotencia de las armas, interrumpió la legitimidad de un gobierno que, pese a sus carencias y errores, era el resultado de un alicaído proceso democrático.
   Fue el día inaugural de aquellos años de miedo, de terror a dos puntas, como a dos puntas fueron el secuestro, la tortura y la muerte, sin que esto de ninguna manera sea plantear o sustentar la teoría de los dos demonios, sino la honesta y sincera enunciación de la realidad.
   Las enormes ventajas aprovechadas por el terrorismo de estado terminaron con una o dos generaciones de argentinos, románticos e ilusos patriotas para unos, y guerrilleros o subversivos para otros.
   La masacre es la masacre.
   Los muertos y asesinados son asesinados y muertos cualquiera haya sido su forma de pensar.
   Fue un precio demasiado elevado, para darnos cuenta que la purificación por la sangre es una irremediable forma de violencia que a nada conduce, salvo a la desintegración social y la destrucción del país.
   Es cierto eso de no perder la memoria, porque es lo que teóricamente impide reiterar los errores del pasado, siempre y cuando sea una memoria total, sin negaciones, escondrijos ni manipulaciones de la historia.
   Hace tiempo se dijo que había llegado la hora de la recuperación nacional, y sin embargo subsisten los viejos odios y aquellas heridas que muchos se empeñan en no dejar que cicatricen.
   Los argentinos que amamos a esta Patria, estamos convencidos que la justicia es necesaria, tan necesaria como inútiles son la revancha o la venganza.
   Nadie pretende el olvido, siempre y cuando aquel ejercicio de la memoria, sirva para unirnos y no para ahondar el odio y el desencuentro.
   A mí no me la contaron.
   Han pasado tantos años, que me parece que merecemos ser felices incluso nosotros, los que hemos vivido el espanto, aquel espanto que ahora muchos improvisados tocadores de oído, pretenden reflejar sin ponerse colorados.
   Han sido 37 años en la búsqueda de la verdad, una lucha que se hizo, y aún se hace, con el enorme componente político de las ideologías, tan enfrentadas ahora como en aquellos tiempos.
   No digo que sea necesario aquietar las pasiones, porque sería pretender un arco iris en blanco y negro.
   Pero si, dentro de lo posible y para alcanzar la paz integral que tanto necesitamos, es imperioso recuperar el camino del respeto y de la grandeza de pensamiento, sin mezquindades ni autoritarismos.
   Pero sobre todo, dejando que la justicia haga lo suyo y la memoria no circule en una sola dirección.
   Porque la memoria parcial, bien lo sabemos, es una manera perversa y despreciable de encubrir mentiras.
   Y jamás olvidemos que el terrorismo de estado no se inició en 1976, sino que los argentinos lo empezamos a padecer durante los gobiernos de Perón y de su tercera esposa, en la primera parte de la década del 70.
   Es una porción de nuestro drama.
   Y es parte de la historia.

MAS ACERCA DE LA MEGACAUSA

   Héctor Cejas, fue condenado en esta causa, aunque sin sentencia firme y recuperó su libertad el 5 de febrero último, luego de haber denunciado por este espacio, el intento casi extorsivo, de cobrarle una multa que no correspondía, como condición para soltarlo.
   El 21 de este mes recibió en su domicilio una citación de Tribunales, de la Fiscalía que investiga este asunto., donde se le informó que se lo imputaba en otra causa, razón por la cual debía designar abogado.
   Surgen entonces varias cositas que llaman la atención: a Cejas se lo imputa nuevamente  agregándolo en una causa junto a otros imputados que están por cumplir dos años de ilegítima  prisión preventiva por la misma cuestión, y a quiénes no conocía hasta antes de entrar a prisión.
   Esa causa ya está elevada a juicio, lo que significa que la investigación está terminada, y a más de no haber aparecido ningún nuevo elemento probatorio, nada debería tener que ver  el fiscal.
   Pero hay más.
   En Julio del año pasado recuperó su libertad Julio Pacheco, y ¡oh casualidad! poco tiempo después fue citado nuevamente por la Fiscalía para imputarlo en otra causa, bajo la misma modalidad.
   Sigamos entonces con las casualidades: lo mismo le pasó a Pérez, a Segovia, y a varios más.
   Y no se trata que hayan cometido ningún ilícito en el tiempo que estuvieron libres, sino de hechos ocurridos en la misma época de aquellos por los que fueron juzgados, y que además el Fiscal ya ha investigado largamente, pero que, oootra casualidad, aproximadamente un mes después de que están libres, o unos días antes de irse en libertad, al fiscal se le ocurre que tienen algo que ver.
   Pero este es un festival de las casualidades, dado que desde hace un buen tiempo, presos y familiares están denunciando la existencia de graves irregularidades en el manejo judicial de esta causa, que vulnera todas las garantías constitucionales y del Debido Proceso.
   La situación así planteada, lleva inexorablemente a pensar que estas nuevas imputaciones, buscan silenciar los reclamos y las declaraciones periodísticas, porque bien se lo puede tomar como una encubierta amenaza de manera especial para los que están imputados.

LOS “PAPISTAS” DE LA PRIMERA HORA

   Realmente, el nuestro es un país de memoria corta.
   Como si la gente estuviera ausente de una realidad divulgada hasta el cansancio, nos enteramos que la inefable doña Hebe ha devenido en papista de la primera hora, porque dice que ignoraba la tarea pastoral del ahora Santo Padre.
   Si esa fue una sorpresa que solo serviría para enriquecer el anecdotario argentino, sería necesario apelar a los oficios de un sociólogo, para que explicara cómo puede variar tanto una opinión de quien le negara catorce veces un pedido de audiencia, y para ser recibida con toda humildad por el desairado, tuviera que cruzar el Atlántico.
   Es atendible la emoción, las lágrimas, la conmoción y hasta el intercambio de regalos.
   Un paréntesis acerca de ese detalle: la señora regalona le indicaba como cebar un buen cimarrón, a quien desde un par de décadas antes de su nacimiento, ya mateaba amargos y dulces.
   Pero dejando eso al margen, el tiempo será el encargado de escudriñar en los anales del camaleonismo, si la historia no tan solo argentina sino del mundo, registra casos parecidos.
   El contagio alcanzó a otros altos funcionarios que ni siquiera se pusieron colorados al panquequear sus opiniones, en una acción a la que ni la mismísima doña Petrona se hubiera atrevido.
   La política es el arte de lo posible.
   Y las negociaciones que se hacen a la sombra de la política suelen deparar sorpresas como estas, que llevan más a la desconfianza y la duda, que a la vocación por hacer las cosas para beneficio del país.
   En términos matemáticos, una cosa es el apoyo de mas de la mitad del pueblo argentino, como se divulgó siempre, y otro una grey de 1.200 millones que aplaude.
   La humildad, la sencillez, la mesura, la austeridad, son atributos que solo adornan a los elegidos.

D’ELIA Y PIÑON FIJO, UN SOLO CORAZON

   Realmente es para suponer que el intolerante, pendenciero y autoritario Luis D’Elía conserva una importante porción de poder, de acuerdo con los logros que se adjudica.
   Las elecciones legislativas están previstas para octubre y era ilusión nacional, acentuada en Córdoba y de manera espectacular en la zona de Cura Brochero, la eventual visita del Papa Francisco, para los actos centrales de la santificación del Cura José Gabriel Brochero.
   Las ceremonias cívico religiosas se habían previsto para antes del acto comicial, y más de uno vislumbró el filón que podía representar la visita del heredero del trono de Pedro.
   Por otros ámbitos, el alternativamente piquetero y funcionario Luis D’Elía, quien se había cansado de insultar, menospreciar, acusar, degradar y ofender al que por entonces era solo el cardenal Bergoglio, también cayó en cuenta que de alguna manera tenía que sacar provecho de la situación.
   Y lo hizo de la forma más cómica, así haya sido verdad lo que sostiene haber mediado, pero esta vez en beneficio del Santo Padre.
   Salió a decir a diestra y siniestra, ser el autor intelectual del consejo a Francisco, para que postergara su visita hasta después de las elecciones, para no caer en el riesgo de ser políticamente utilizado.
   Alguien debiera tomarle la temperatura a este muchacho D’Elía, porque seguramente es la fiebre lo que lo lleva al delirio.
   Piñón Fijo, que es mi amigo, haciéndose carne en su personaje, jamás se permitiría hacer creer que aconseja a gobernadores, ministros, presidentes (salvo que sean de clubes) y embajadores, en cuestiones que requieren seriedad, porque se le matarían de risa.
  Lo mismo que ahora, con el piquetero gubernamental.

UNA “PERRERIA” DE VERBITSKY

   Todo indica que aunque no todo sea mentira, hay bastante de verdad en aquel asunto que involucra a funcionarios de la diplomacia argentina, en una gestión para desacreditar a quien en su momento, no era más que uno de los tantos candidatos al sillón de Pedro.
   Y los dardos más agresivos recaen en la persona, el oficio y el prontuario de ese otrora violento y ahora exitoso escritor, que es don Horacio Verbitsky.
   No son pocos los elementos que lo transforman en sospechoso, aparte de su histórica inclinación por su estilo, para muchos, de neto corte mercenario.
   Ya tuvo que engullirse un par de sapos, cuando desde los curas victimizadas por el ex militante montonero hasta el Premio Nobel de la Paz Adolfo Perez Esquivel descalificaron sus apreciaciones con relación a Bergoglio, a quien acusaba de haber entregado a los sacerdotes jesuitas y a otros ciudadanos de quienes nunca más se tuvieron noticias.
   No hay nada que nos lleve al asombro.
   Para eso existen los periodistas y escritores que asumieron una misión profesionalmente propagandística, cobrando buen dinero por ello.
   El problema es cuando como en algunos casos somos nosotros -el Estado- el encargado de hacerse cargo de sumas que no son de cuatro, sino a veces de cinco dígitos.
   Cuando alguien se equivoca, es éticamente saludable reconocer el error y pedir las disculpas del caso.
   Eso se llama honestidad profesional y la sociedad lo toma como un síntoma de sinceridad que enaltece y consolida a la persona como correcta.
   Y más que nada, como creíble.
   En eso, ahora, el señor Verbitsky con su obstinado silencio, ha naufragado estrepitosamente.
   
EL OTOÑO

   Es probable que para algunos sea la más triste de las estaciones, por eso de las hojas amarillentas, el viento molesto y la aparición de las primeras sensaciones distintas y opuestas al calor.
   El otoño, aparte de ser uno de los cuatro segmentos del año, es también una etapa trascendente en la vida de las personas, por aquello de llegar a los umbrales del invierno, que es cuando mueren muchas plantas, el frío se nos mete en los huesos y el calor juvenil que vemos alejarse del alma.
   Sin embargo, para muchos, por ser el acceso a cosas distintas, el otoño es maravillosamente bienvenido, portador de novedades e ilusiones que, a veces con certeza, se concretarán después que pase el invierno.
   En cuanto a lo estrictamente paisajístico, el otoño cordobés es algo así como un paraíso de los ocres, con una explosión de tonalidades como para volver loco a un daltónico.
   Ya le abrimos las puertas, con la esperanza de ir viendo crecer la luminosidad del cielo, la pureza del aire y un resurgimiento de esa poesía que es pisar hojas secas, o sentir en la cara una brisa que dejó de ser molesta y agobiante.
   Nuestro otoño es único en los árboles, en el paisaje, en el aire, y en el cielo.
   Hagamos entonces que el otoño de la vida sea igual de placentero, un regalo que nos debemos hacer a lo mejor no tanto por merecerlo, sino por tener la inmensa dicha de gozarlo.
   Con sufrimientos o no.
   Con riquezas o no.
   Con amores o no.
   Con penas o no.
   Con ausencias o no.
   Solo con lo más importante: con la maravilla de saber que estamos vivos.


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