SUELE SER SALUDABLE SACUDIR LA MODORRA DE
LA MEMORIA Y SACAR A PASEAR LAS NOSTALGIAS
Algunos encumbrados personajes
del periodismo de años atrás, cometían la poco elegante imprudencia de
considerar “un arte menor” dentro de la profesión de informar, a la rama que se
especializaba en los deportes. Craso error subsanado por el tiempo y los
valederos ejemplos, que sitúan a ese periodismo de las disciplinas del músculo
en el merecido sitial que pese a la evaluación de los intelectuales de la
noticia y la opinión, aparecen en un plano de igualdad ante los “consumidores”
de la actualidad no tan sólo deportiva.
Comentaristas de fútbol tuvimos muchos en Córdoba, como los recordados Víctor Brizuela, Rubén “Chino” Torry, Elio Rossi, Sergio Albarrán, Carlos Garó, los hermanos Marchini y otros a los que segura e injustamente puedo estar olvidando por lo que pido las disculpas del caso. Pero uno, ese “uno” en especial que fue el actual Dr. José Adéman Rodriguez radicado hace años en Barcelona, impuso una virtud a la hora de evaluar especialmente al fútbol y sus protagonistas: lo poetizó aportándole definiciones inéditas, ocurrencias memorables, calificativos ya en desuso e intelectualidad como para ponerle un esmoquin al más sudoroso y popular de los deportes.
Adéman, de fuertes convicciones ideológicas e inclinado a la maravillosa costumbre de no callarse, fue siempre un cultor de la salvaje libertad de expresarse y por eso, cuando llegó a mi poder uno de sus guardados secretos vivenciales, se me ocurrió hacerlo trascender en este blog, con el consentimiento de su autor y del Dr. Carlos Zimerman, calificado y creativo responsable de hurgar en el pasado periodístico de Córdoba a través de su interesante e invitante portal de internet, (https://diariocordoba.com.ar) muy aconsejable consultar en homenaje a la memoria, que es el lápiz de la historia.
El final, con unos versos del
esencial poeta, libretista y periodista Francisco “Pancho” Berra es maravilloso
por su condición de atemporal.
Gonio Ferrari
Trascendencia de la memoria…
EVOCACIÓN DE UN “ACTO ELECCIONARIO” EN LA
RADIO DURANTE UNA DICTADURA MILITAR Y COMO
CONSECUENCIA, LA “DEPORTACIÓN” DE SU AUTOR
LA MEMORIA Y SACAR A PASEAR LAS NOSTALGIAS
Comentaristas de fútbol tuvimos muchos en Córdoba, como los recordados Víctor Brizuela, Rubén “Chino” Torry, Elio Rossi, Sergio Albarrán, Carlos Garó, los hermanos Marchini y otros a los que segura e injustamente puedo estar olvidando por lo que pido las disculpas del caso. Pero uno, ese “uno” en especial que fue el actual Dr. José Adéman Rodriguez radicado hace años en Barcelona, impuso una virtud a la hora de evaluar especialmente al fútbol y sus protagonistas: lo poetizó aportándole definiciones inéditas, ocurrencias memorables, calificativos ya en desuso e intelectualidad como para ponerle un esmoquin al más sudoroso y popular de los deportes.
Adéman, de fuertes convicciones ideológicas e inclinado a la maravillosa costumbre de no callarse, fue siempre un cultor de la salvaje libertad de expresarse y por eso, cuando llegó a mi poder uno de sus guardados secretos vivenciales, se me ocurrió hacerlo trascender en este blog, con el consentimiento de su autor y del Dr. Carlos Zimerman, calificado y creativo responsable de hurgar en el pasado periodístico de Córdoba a través de su interesante e invitante portal de internet, (https://diariocordoba.com.ar) muy aconsejable consultar en homenaje a la memoria, que es el lápiz de la historia.
Gonio Ferrari
EVOCACIÓN DE UN “ACTO ELECCIONARIO” EN LA
RADIO DURANTE UNA DICTADURA MILITAR Y COMO
CONSECUENCIA, LA “DEPORTACIÓN” DE SU AUTOR
El “pueblo” es el que más se equivoca. Sus ciudadanos tienen un arma invalorable, que por ignorancia los hace dueños del secreto más estúpido: el del voto. Es el sujeto del borreguismo y diluye las nociones de responsabilidad civil y humana en grandes mareas callejeras a la hora del escrutinio, el pueblo no cambia nada, ni siquiera la TV. Lo único que pueden cambiar es el canal que están viendo. Es inducido siempre por mercaderes de nacionalismos, falsos ídolos, quimeras irreconciliables con la realidad cotidiana, etc., etc., etc.
En la intimidad los capitostes de poder le denominan “la negrada”. Hasta en las manifestaciones “pacifistas” de los “no a la guerra” se demuestra lo inservible que es la oleada tumultuaria. Hay que blasfemar contra América, boicotear sus productos... total, que todos seguirán fumando Marlboro, bebiendo la cerveza del pico de la botella como ellos nos enseñaron, haciendo colas en los cines de la Warner, comprarán bragas y corpiños con los colores de su bandera, pondrán los pies sobre la mesa, comerán hamburguesas con Coca Cola, todo con la secreta aspiración de ser como ellos: dorados analfabetos del consumismo, divinizadores del objeto, marcados corderitos del mercado. Eso es lo que quieren los amos: el rebaño dócil, pacífico, con declaraciones estentóreas que no van más allá del grito o la “cacerolada”, que fue un invento de la derecha chilena pinochetista para expresar su repudio a la democracia de Salvador Allende. ¡Que se rompan contenedores, se quemen algunos bancos! (serán siempre algunos infiltrados, utilizados políticamente, etc., etc., etc... como siempre dice la prensa comprada).
En suma, la masificación obra en los cuerpos de poder como un antibiótico, pero sin la dosis a la hora justa, por lo cual se robustece, gana en anticuerpos. Es solo un pellizco, son moscas alrededor del león, pero como todo es relativo, no manifestarse también es contraproducente. La masa tendría que tomar estado de hervor, de efervescencia, rabiosamente destructora, ¡que arda la ciudad!, que sea un mal mayor para los criminales del poder.
¿Quién sabe más mentiras que el pueblo que las vivió en carne propia? Y sin embargo, sigue sumando sentimientos y restando razonamientos, que ya lo decía Maquiavelo que el que quiera engañar encontrará siempre quien se deje engañar. ¿Y si todo el pueblo fuera culto? Sería insolidario, pesimista ilustrado y no optimista ilusionado, además votaría de acuerdo a sus intereses sectarios. En definitiva, siempre se cagarían los pobres que tienen que servir al mandamás, pues ellos no van a clase. El pueblo, en realidad, debería ser una horizontalizada sociedad civil.
Pero, por un momento, sobrevolemos encima del pueblo-rebaño y pongamos los focos en una oveja negra; o sea, en mi caso particular. Porque, resulta que una vez más, fui alejado de los micrófonos de la radio (de LV3, de cuando esa radio era integrante de la Cadena de Emisoras de Radio el Mundo de Buenos Aires).
Llegué a ser un grano debajo del micrófono que le había florecido a LV3 de Córdoba, sin que lograran extirparme. Es peligroso durante la juventud tener una lengua incontrolada y alma de saboteador, o buscar la razón en medio de los que ya creen tenerla de antemano, que ésos no perdonan. Son tan cerrados que hasta pareciera guardaran celosamente el secreto del día que se van a morir para que nadie les pueda joder. Que nunca ocurriría, porque conviven sin afectos de ninguna clase con una sonrisa en los labios. La cordialidad ya está pactada de antemano, en mutua aceptación, sobre todo a la hora de prodigarse galardones que, andando el tiempo, y si no dicen nada importante, seguro le darán alguna estatuilla “a la trayectoria”, que es la dura habilidad anodina del mediocre. Todo con voz ridículamente postiza, por la gran ansia de que parezca natural. En radio (el más rápido y eficaz medio de deformación cultural y espiritual) se da la mayor cantidad de amigos que se odian, y también la paradoja de que quien realmente sabe no habla, y que quien habla no sabe.
Con todo, no se les puede guardar rencor, porque son inocuos: no pueden hacer ni bien ni mal. Su propia pequeñez los anula para grandes maldades y, como sufren mucho por sus ambiciones desmedidas, es para comprenderles y rogar por ellos con profunda piedad. No han podido salir del círculo de su sabiduría de bolsillo donde se calla lo importante por desconocimiento y se grita lo superfluo, e invalidan su propio juicio al no poseerlo. Algunos pueden ser personas buenísimas, al no tener otro remedio. ¿Quién no quiere ser artista, locutor de radio... o hacer algunos pinitos en el mundo del espectáculo? Casi todos fuimos cegados por tentaciones...
A raíz de lo que me iba a pasar (con la anécdota que les voy a relatar), muchos compañeros se solidarizaron conmigo. Daniel Gentile, la mejor voz del informativo y talentoso crítico; Gonio Ferrari, periodista de huevos, talento y testosterona. Muchos se acordarán de su célebre reportaje, desde la cárcel, almás despiadado y paranoico de los asesinos en serie de la época: Roberto Carmona. Psicópata digno de las películas de terror. Para el pueblo fue un alivio, pero los otros presos llegaron a temerle como al mismo diablo. Pues, Gonio decidió y consiguió meterse en la celda del cruel asesino, sin custodia, para entrevistarle cara a cara. También me acuerdo del apoyo de Cacho Mamertino, lector de informativo; de Pascual Miraca, portero de la radio; de Don Nestor Cesar Miguenz, extraordinario poeta; o de Norma Landi, y su amor por los pobres de Córdoba... todos, grandes personas que tuve el lujo de conocer.
Así que, corría el año 1972, Carlos Franco dirigía el programa “Radio verano '72” en carácter de animador y yo, también formaba parte del equipo como tertuliano. Un día nos juntamos a comer y a medio almuerzo me dijo:
- "Negro, está muy chato el programa... O anodino, o... ¡que sé yo! Para colmo, es en la hora de la siesta y no podemos dormir a la gente. Así que, o nos ponemos las pilas ¡o nos vamos a la mierda!".
- "No hay problema" -le contesté yo. "¿Querés el monopolio total de la audiencia? Hagamos una elección al aire, pero te la tenés que aguantar porque está prohibido por la secretaría de Radiodifusión. Pero piensa que seguro que colapsamos la Radio y así te demostraré qué fácil es la tan codiciada audiencia de los profesionales del gremio".
- "Seguro que no habrá problema, ¿no?... ¿No nos meterán en cana?" -dijo él, sorprendido.
- "¡Y... quilombo va a haber...! Pero no te hagás problemas que yo me encargo. Soy independiente, no tengo relación de dependencia ni contractual con la Radio. Además, estoy avalado por una cuestión ética, pues gané un concurso de oposición en el año '64, gracias al cual entré a trabajar acá."- asentí firmemente y seguí: - ‘’Sí, ya sé que a eso no le dan bola... y que algún culo tiene que sangrar y que el hilo se corta por lo más débil...’’
- ‘’Bueno... ¡adelante...! Hagámoslo... Pero vamos ya, que nos pondremos en pedo’’.- concluyó con el tema.
Les recuerdo que Lanusse había asumido como presidente en marzo del 1971 y se propuso ''moderadamente'' colocar a los partidos políticos y preparar unas elecciones en el marco de la constitución. Pero, me anticipé.
¿Se imaginan el pobre operador...? Quien, en esa ocasión era el desaparecido y querido “Negro” Ricardo Sandoval, que grababa todas las llamadas para evitar filtraciones de grupos terroristas, proclamas subversivas, chistosos de turno, guarangos y un largo etcétera.
Noten, de paso, que la movilización insurreccional, derivada del “rosariazo”, “cordobazo”, “viborazo”, tenía tantas denominaciones como sólo un kilombo argentinista podía tener. Mientras en Italia existían las Brigadas Rojas, en Irlanda el IRA, la Bader Mein Hoff en Alemania, los talibanes en Afganistán o la ETA en España, en nuestro país las organizaciones político-militares, entre otras, eran éstas: FAP, FAR, Montoneros, Descamisados, FAL, ERP, MRA, CARP, GEL, FRP, etc., etc., etc. ¡Agrandados hasta para la guerrilla!
Nosotros sufrimos un bombardeo de llamadas. ¡Se colapsó el teléfono de la Radio en menos de cinco minutos!
Se la hago corta, ganó Perón, por supuesto. Algunos votaron también por Lanusse.
En esos tiempos, todos los programas eran grabados por los servicios de información. Y no falló, pidieron mi cabeza a la Radio. De hecho, desde otra sala, me llamó un compañero con tono de preocupación: ''¡Ademan! te llaman del tercer cuerpo de ejército!'' - me dijo. ''¡Que me chupen un huevo!'' - fue mi respuesta, creyendo que era una broma.
Observé que el compañero quedó pálido.
''Es que pidieron hablar con la dirección...''.
No hacían falta más palabras... Otra vez a la calle.
Pensé, ¡que se jodan!, seguiremos escuchando la cantinela de siempre ante los golpes de estado: “Interrumpimos nuestro programa musical para dar lectura a un comunicado de las Fuerzas Armadas de la Nación: “Ante el clima de inseguridad social…”.
¿Y el pueblo? ¿Dónde estaba? Bien, gracias… A comer soberanos asados, encerrarse a jugar a las cartas y comprar fideos por las dudas, todo con comunicados militares y música de Wagner por Radio Nacional, y casi todos contentos... en una de esas, los milicos lo echen a su jefe. Por todo esto que les he reseñado, me atrevo a decir que el pueblo es el que más se equivoca. ''♪ El pueblo, u-nido, siempre será ven-cido ♫''
Un periodista y poeta que me estaba escuchando esta tarde de "elecciones", Francisco Berra, me invitó a callar. Sólo al mirarlo comprendí que lo mejor era apartar la palabra a un costado por temor a interrumpirle. Su decir quedo y lacio convidaba a deletrear la sabiduría. Entonces me di cuenta que mi parloteo era un simple accesorio para las transmisiones deportivas. Como decía, me invitó a callar con estos versos sin dobleces:
AL QUE TENGO EL HONOR DE LLAMAR MI AMIGO, José Ademan Rodríguez:
y ésa fue la vertiente de tus males;
en un mundo que está patas arriba
es malo andar diciendo las verdades.
Es malo para el lucro y el soborno,
es malo para el hambre de la carne,
es malo para el miedo que somete
y que degrada sin cesar la sangre.
terreno con tus crónicas radiales,
se quejan los que mienten por oficio,
se quejan un sin fin de miserables.
Porque el oro que compra las conciencias
no ha podido alcanzarte,
dicen los turbios mercaderes de atrios
que debes silenciarte.
¡que no salgan al aire!
Porque el aire es de todos y los justos
podrían escucharte.
Y no es bueno que arruines el negocio
de unos pocos rufianes.
José Ademan, no pierdas la cabeza,
¡mejor es que te calles!
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