Julio Serbali sostenía su feudo ligándose comercialmente con los gobiernos que iban pasando y haciendo buenas migas con algunos funcionarios que le abrían caminos. Otros, de la misma actividad, navegaban en el mar del conformismo y se limitaban a establecer buenas relaciones con el poder aunque sin obtener mayores beneficios, salvo algún carguito honorario con lustre internacional.
En verdad, el acoso de la Justicia para encarrilar a Zapata con relación a juicios laborales que iba perdiendo, le hicieron cambiar varias veces la conformación legal de su sociedad comercial, pero siempre insistió en la misma actividad, en el mismo lugar y con los mismos productos, a los que maquilló con leves cambios.
Pero siguió adelante con tesón e inteligencia, escapando a ejecuciones de sentencias, escondiendo tecnología secuestrable y chicaneando para esquivarle el tugget a la jeringa de una mujer con los ojos vendados que lo perseguía, con una balanza en la otra mano.
A Jorge Zapata se lo puede discutir, se le puede reclamar, se lo puede juzgar y es probable que hubiera merecido más de una condena, digamos dineraria.
Pero nadie, que más o menos conozca la realidad de nuestra TV, puede negarlo como el más prolífico, creativo y arriesgado hacedor de televisión.
Instaló posiblemente sin quererlo una universidad sin aulas ni colaciones de grado, porque desde sus empresas surgieron calificados profesionales que hoy revistan en importantes televisoras de todo el país: periodistas, productores, camarógrafos, sonidistas, técnicos, iluminadores, asistentes de piso, maquilladoras, publicistas, conductores y conductoras y toda la gama laboral que integra el mundillo de la que era pantalla chica y debió rendirse ante los plasmas.
No fueron pocos los que se restregaron las manos al ver que "El Zar" iba perdiendo terreno porque sus producciones ya no eran tantas y su geografía artística se había reducido a dos o tres productos de regular difusión.
Es probable que su caprichoso metejón con un canal propio en la TV abierta jamás llegue a ser realidad.
Pero Jorge Zapata siempre estuvo como adivinando los tiempos que se venían encima y ahora encaró, al parecer con firmeza y capital, lo que será su ingreso -de esto no tengo dudas- a la televisión del futuro, que entrará a las casas sin antena, sin cable, sin abono y formando parte de un paquete que manejará un solo proveedor, como para ver tanto un canal de Punta Arenas, de Choele Choel, de La Carlota, de Villa El Libertador o de Formosa, de Buenos Aires, de Frankfurt, de Saudi Arabia o de Noruega.
Se me hace que el pre bautismo de llamar "Z" a esa idea-emprendimiento, es otra travesura de Zapata.
En honor a su apellido, o al viejo apodo.
Los que se frotaban las manos, comprendieron ahora que Zapata no había muerto.
Que solo estaba durmiendo una siestita.
Gonio Ferrari
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