Desgrabación de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su
programa “Síganme los buenos” del domingo 13-04-14 por AM580 Radio Universidad
de Córdoba.
LA
METAMORFOSIS DE
MOYANO
El poder y su elenco estable de aplaudidores
se lanzaron a descalificar y minimizar el análisis del paro que este último
jueves mostrara elevada adhesión, aunque eso se atribuya a la falta
generalizada de transporte, lo que en cierta medida es verdad.
Lo que es una incoherencia, que ese mismo
poder ahora con la sartén por el mango, cuestione una modalidad que la columna
vertebral del justicialismo, que es el movimiento obrero, utilizara en muchos
casos con salvajismo en tiempos de ser oposición.
También el mismo poder, atacado de selectiva
amnesia, olvida que los mismos personajes que lo enfrentaron con esta medida de
fuerza, eran los que al ser solapada parte del gobierno, bloqueaban puertas de
fábricas, impedían la salida de diarios y caotizaban el derecho constitucional
de la libre circulación tanto de vehículos como de ciudadanos a lo largo y a lo
ancho de la geografía nacional.
Eran aquellos tiempos en que apareciera el
milagro de ver al camionero como rubio de ojos claros, baluarte de la oposición
a las “corpo”, la Sociedad Rural,
el campo, los caceroleros, la concentración mediática y toda aquella
manifestación que no comulgara con los postulados del modelo nacional y
popular.
Moyano se arriesgó a programar la
paralización en un día jueves, porque hacerlo el viernes lo transformaría en
“paro matero” y comienzo de un largo, atractivo y tentador fin de semana.
El bueno de Capitanich, que pese a su
autobombo de sostener que gobernó su provincia con más del 60 por ciento de
adhesión popular, no pudo o no supo superar las condiciones infrazoológicas de
los famélicos del Chaco.
Fue ese ministro fanático de la muletilla
“en ese contexto” quien descargó en la
debilidad y el ganado desprestigio de Barrionuevo, el peso mayor de la
convocatoria a dejar de trabajar por un día.
Fue también este superministro quien lanzó
la imaginativa calificación que el paro general fue solo un gran piquete,
desoyendo la señal color anaranjado de alarma, pacífico grito de la sociedad
que está harta de inflación, despojo a los trabajadores con el impuesto a las
ganancias, inseguridad, corrupción, inacción, justicia caprichosa, devaluación
del haber jubilatorio, ajustes por doquier y crecimiento de la desocupación,
entre todos los tantos males que afligen al país y a su gente.
Pocos son los que salen a la calle para
agradecer, reconocer y valorar los aciertos cuando los hay.
Y cuando Moyano pasó a ser oposición, se
transformó de buenas a primeras -dejando de lado esa maravilla de la
“inclusión”- en un peyorativo y discriminatorio “negro protestón” que solo
persigue fines políticos, como si la conducción sindical argentina en los
últimos tiempos no utilizara la defensa de los derechos laborales como
plataforma para sus apetencias personales.
Es probable, si evaluamos la situación con
sinceridad y sin falsas pasiones, que la incidencia de la falta de transporte
haya sido determinante en el ausentismo.
Si no pasamos por alto que los piquetes que
actuaron lo hicieron en nombre y bajo las banderas de una izquierda que no
sintoniza la frecuencia ideológica del gobierno, caemos en cuenta que además,
no hubo convocatoria a concentraciones masivas que terminan, siempre, siempre,
con un gastado discurso de barricada que los dirigentes tienen incorporado en
el alma con el papel corbónico de su reiteración.
Si se me permite apelar a la súper síntesis,
este paro general fue algo así como un silencioso cacerolazo sin ollas.
¿SE
ACABÓ LA SATURACIÓN?
El malestar social y las estadísticas
convencieron finalmente a las autoridades provinciales que la seguridad
continuaba en un pronunciado tobogán, y no por culpa de los medios que difunden
los hechos, sino por la falta de prevención que alimenta su reiteración.
Y con rapidez de reflejos -una rapidez
mentirosa porque fue pos mortem- lanzaron la policía a las calles, se hicieron
ver en los puentes y se apostaron en puntos críticos con despliegues de
vehículos y balizas.
Lo de los puentes, por una lógica puramente
numérica, duró dos o tres días, hasta que colmaron los corralones y otros
depósitos, con motocicletas flojas de papeles.
Pero la cantidad y gravedad de hechos
delictivos no ha disminuido, o al menos que algo se note en la actitud de la
gente, que sigue siendo temerosa de andar por la calle no tan solo en donde la
policía dice que son zonas rojas, sino en cualquier punto de la ciudad.
Poco se ha sabido de procedimientos
antidroga, o al menos a los medios no llegaron noticias, cuando la droga es la
madre de por lo menos la mitad de los hechos delictivos que se siguen
perpetrando como si la policía no existiera, al punto que se registran hechos a
pocos metros de asentamientos policiales.
Por unos días hubo exceso de policías y
ahora es como si hubieran regresado a guardarse en sus destinos.
Esta no es una expresión del clásico
gataflorismo nacional, sino el reflejo de una realidad que nos sigue provocando
angustias y pesares.
La policía tiene la obligación de estar
siempre, siempre en las calles, casi como parte del mobiliario urbano porque es
la presencia lo que aleja a los delincuentes, a diferencia de la política
actual de saltar de un sitio a otro pretendiendo ganar por sorpresa, a un hampa
que tiene demasiado tiempo para cuidarse hacia adentro.
La policía operativa enclaustrada en las
comisarías no sirve, como tampoco sirven los patrulleros quietos.
Ya vimos lo que es la saturación, en la que
la mayoría se transforma en sospechosa.
La policía ya tiene todo: personal,
patrulleros, armas, balas, nafta, comunicaciones, sueldos dignos y toda la
tecnología necesaria, como para dejarse de perder tiempo en marketing y
anuncios.
Porque el tiempo que ellos pierden, se
transforma en la vida o en la muerte de la gente.
ABAJO
EL PUCHO Y ARRIBA EL PORRO
El Indec ha dado a conocer cifras elocuentes
con relación al consumo de tabaco y de marihuana en el país, con cifras que
mueven a reflexiones y análisis más allá de las especulaciones políticas que se
puedan elaborar.
En los últimos años se ha reducido la
cantidad de fumadores y estadísticamente ha trepado sensiblemente el consumo de
marihuana, hasta el punto que hoy casi un 25 por ciento de chicos secundarios
han fumado un porro, contra el 16 por ciento que lo hacía en el año 2007.
Algunos atribuyen esta realidad a las
campañas contra el cigarrillo y la nueva percepción existente en la sociedad
con relación al cannabis.
Los técnicos tienen mil argumentos para
intentar una explicación con respecto al tema, pero se me ocurre que mucho
tienen que ver en esto los controles que se instrumentan para hacer cumplir las
prohibiciones existentes.
El tabaco está cercado publicitariamente al
igual, pero en menor medida, que el alcohol cuando entra en el campo de las
prohibiciones.
La droga en general no, porque
indirectamente la está publicitando la llamativa ausencia de lucha contra su
consumo, que se hace de manera selectiva como si protegiera a algunos con la
desgracia de otros, y en esto me refiero a los narcotraficantes.
No es poca la impunidad impuesta por el
terror, el dinero y el propio vicio, que beneficia a los comerciantes del
terror que se dan el costoso lujo de codearse con las corruptas autoridades y la Justicia comprometida en
su negocio.
Antes que nada, sería prudente y aconsejable
limpiar por completo y sin ocultamientos, amiguismos ni relaciones, a los malos
policías, a los deshonestos del campo judicial y a los distribuidores, porque
bien sabemos que en estos tres niveles la información acerca de sus identidades
no es poca.
Apresando a los responsables del menudeo o a
esas víctimas que son al fin los consumidores, nada serio se conseguirá.
No todo está perdido, en la confianza que en
esta lucha sórdida y tremenda, el triunfo será de la honestidad y del sentido
común.
Porque ninguna sociedad es tan imbécil como
para caminar a sabiendas que tiene un destino de precipicio.
LA MEGACAUSA
NO TERMINÓ
El reciente fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación determinando que una
persona no puede estar en prisión preventiva sin condena previa y firme, no
hizo más que ratificar lo que nuestra Constitución y los Tratados Internacionales
establecen como norma a seguir, representando un llamado de atención a la
postura judicial cordobesa acerca de esta delicada cuestión.
El fallo provocó cierta conmoción en el
partido oficialista, que en tiempo récord salió a proponer un proyecto para ser
rápidamente debatido en la
Unicameral, por el cual se modificaría el Código Procesal
Penal de la Provincia
con vistas a incorporar nuevas causales para la detención preventiva,
manifestando el presidente del bloque estar convencido de la conveniencia del
proyecto.
Destacados penalistas se han pronunciado por
la inconstitucionalidad de lo propuesto, que viola la Declaración
Interamericana de Derechos Humanos y va en contra de la
obligación de los magistrados de responder a la ley y a la Constitución.
El presidente del Colegio de Abogados de
Córdoba expresó que no debería existir una modificación en un código de la
materia, sin que tengan participación los Colegios de Abogados y las facultades
de Derecho.
Una investigación realizada en 2012 por el INECIP sobre el manejo de la
prisión preventiva en distintas provincias, destacó lo inexplicable que resulta
en Córdoba el hecho de que el acusador, que es el fiscal, sea quien también
dicta la prisión preventiva, y sólo frente a la oposición de la defensa, un
juez intervenga para verificar si la decisión es acertada, llamando a esto un
equívoco de la norma procesal.
También aclaró que existen muchas medidas
alternativas para asegurar los fines del proceso, siendo la prisión preventiva
la última y más grave.
En este apurado y "acomodado"
proyecto no se propone debatir sobre otras medidas que puedan garantizar los
derechos de todos, sobre los tiempos de las investigaciones o sobre un
plazo razonable para la prisión preventiva, que, en el caso de la causa
Registro, se extendió por casi tres años sin juicio en la mayoría de los casos.
Es claro que una discusión tan importante no
puede consumarse con apuros ni entre gallos y medianoche, porque debe
realizarse dentro del marco de la ley y en el seno de las instituciones idóneas
para ello, como única manera de garantizar que los beneficiados sean realmente
los ciudadanos.
Y que el fin no sean el lucro político ni el
partidista.
HAY
QUE IR AL SUPERMERCADO
El imaginario popular, tan variado como
certero, suele proponerse lo ideal que sería el manejo de la economía nacional
por parte de una simple y llana ama de casa, cabal conocedora de la realidad
cotidiana y hábil manejadora de los números hogareños.
Pero la política y las malas costumbres
imponen otro estilo y los gobiernos se inclinan por los tecnócratas, sabihondos
a veces graduados en importantes universidades extranjeras, que con el correr
del tiempo vienen a recalar por estas pampas ávidas de conducción hacia la
grandeza, aunque esos técnicos por lo general nos han llevado a indeseados
abismos.
Martinez de Hoz, Cavallo, Rodrigo y tantos
otros sabían una enormidad según se decía, pero con ellos y con todos los
demás, en general nos fue como el tugget y así estamos, sobremuriendo en esta
ridícula certeza de contabilizar tantos pobres y decaída clase media en un país
inmensamente rico.
Ahora, los vientos modernosos que soplan los
setentosos optaron por una conducción K-marxista de nuestra economía, a lo
mejor por eso que suponían el conocimiento de la realidad no por estudios sino
por calle, por asfalto, por experiencias vivenciales más que por las aulas y
las bibliotecas.
Nuestra actualidad económica no es
floreciente, la desocupación se oculta ahora como hasta hace poco la inflación
hasta que reventó, la desindustrialización es patente, las automotrices han
empezado a suspender gente, Fadea -por ejemplo- es un monstruo que fue
laborioso modelo y ahora no fabrica ni un tornillo, la demanda bajó a niveles
alarmantes, la inflación ya le viene mordiendo el traste a las paritarias y
otros asuntitos poco gratos que conforman nuestra sufrida cotidianeidad
nacional.
De las cosas buenas que se hicieron, aunque
no sean tantas, no hay que hablar porque el gobierno tiene la obligación de
hacerlas sin esperar que lo aplaudan, porque para eso lo votaron.
Pero si el manejo de la economía, desde la
postura macro hasta la micro-hogareña está manejada por quien dice haber
comprado a buen precio una docena de tomates, estamos en el horno y por eso no
extrañaría que pidiera cotización de los huevos por kilo y los tallarines por
metro.
Más allá de lo risueño y casi tierno de la
anécdota, subyace lo patético e impresentable de alguien que diciéndose
técnico, ha perdido el rumbo y ni siquiera sabe a qué destino nos va a
conducir.
Y para quienes se enojen por esto, recuerden
otra vez a Perón: “La única verdad es la realidad”.
EL
ESTADO CONFISCADOR
Entre aportes jubilatorios, obra social y
gravamen a las ganancias si cobra más del mínimo no imponible, el empleado debe
resignar pagando tributos, más del 40 por ciento de su sueldo.
Parece cosa de locos, pero no son pocos los
trabajadores que están rogando no superar el límite para tributar ganancias,
porque esa obligación les costará más de lo que se consiga penosamente en
paritarias.
Rezan para que no les aumenten, pero de
todas maneras tampoco ansían con una buena jubilación, porque en este reino del
ridículo, a los ya retirados les confiscan el impuesto a las ganancias, como si
lo que cobran fuera tal.
El día en que se sinceren de manera integral
las grises relaciones entre el Estado y sus dependientes, puede que podamos
crecer en seriedad y en honestidad.
Pero mientras el Estado busca aplausos por
haber aumentado los sueldos, se queja cuando lo acusan por su voracidad fiscal
que no siempre es un retorno en servicios y otras obligaciones existentes con
la ciudadanía.
Es para suponer que de ninguna manera esto
tiene algo que ver con la acusación judicial que pesa sobre el titular de la Afip, don Ricardo Echegaray.
Dicen que por lo fulminante y vertiginoso
crecimiento de su patrimonio, debe responder en Tribunales por supuesto
enriquecimiento ilícito.
Al ser solo un empleado estatal, ¿será para
tanto?
EL
BACHEO Y MAS LUCES
Cualquier señora demasiado maltratada por el
rigor de
los almanaques, y últimamente muchos señores también, recurren al
bisturí quienes pueden, al maquillaje los menos afortunados y a la resignación
la enorme mayoría.
Y como los cordobeses para nada somos
resignados, nosotros y ellas, todos, venimos optando por las otras dos
alternativas y en mínima medida a la última.
La cirugía mayor es con las cloacas que se
hacen aunque no se vean y otras obras que van bajo tierra y el maquillaje son
las flores y los canteros en las plazas, el borrado de paredes ensuciadas, la
pintura de señales en las calles y otras obras que pueden considerarse menores
aunque necesarias.
Dentro de ellas, asimismo, debemos ubicar el
bacheo que siempre es culpa de las lluvias aunque haya otros factores que
deterioran el piso, y la iluminación que es como cuando las mujeres se pintan
los ojos para seducir.
Los únicos que prefieren seducir con las tinieblas
son los ladrones, porque incluso los románticos preferimos la media luz, el
foquito único en la cuadra o la complicidad de los apagones de la EPEC.
Casi olvidaba a los otros, los resignados.
Los que esperan que mejore en serio el
transporte con los últimos cambios, los que claman por ver que los empleados
municipales están para servir por encima de sus caprichos, los que quieren
volver a sentir que el Hospital de Urgencias es ejemplo a seguir, los que
padecen el caos irremediable del tránsito y la ilegal ocupación de la peatonal.
Tomada en serio la situación, si lo que
vemos con el bacheo y las cloacas es un comienzo, bien vale el aplauso aunque
sería preferible, cuando todo se logre si se logra, la más estruendosa ovación.
RESPETO
EN LAS REDES SOCIALES
Las redes sociales son un formidable
mecanismo para relacionarse, conocerse, pelearse, debatir, enamorarse,
reencontrarse o alejarse.
Pero cuando es vehículo de insultos y
descalificaciones, deja de ser útil para transformarse en un elemento cercano
al ejercicio del masoquismo.
Las redes sociales no son el reino del
anonimato aunque algunos vivillos fabrican identidades a través de las cuales
atacan, disocian, insultan y ofenden de mil maneras.
Para eso existe el mecanismo del bloqueo,
cuando alguno de sus integrantes cree que puede impunemente insultar, ser torpe
y grosero, pretendiendo disfrazar esas bajas actitudes en el democrático
ejercicio de la crítica.
Como no es así, es bueno en casos como estos
bloquear a quien ofende, sin explicaciones porque quien ofende ya lo sabe,
esperando un formal pedido de disculpas quew amerite el retomar la relación.
Mientras no exista la hombría y la humildad
de reconocer errores, quien ofende no merece, ni por asomo, una segunda oportunidad
de usar tu muro para expresarse cuando en el de él no lo lee nadie.
De estos casos, por lo que conozco, hay
cientos.
Y si pretendemos que nuestra sociedad crezca
y madure con respeto, es una estupidez que esto siga ocurriendo.
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