Desde
tiempo atrás, casi remontándonos al primer gobierno provincial del
PJ luego de la recuperación de la democracia, ha sido ímproba la
tarea de la oposición y de otros sectores de la sociedad alejados de
la política, por conocer cifras honestas acerca del endeudamiento
del Estado cordobés.
Imposible
saber actualmente los números de lo que se debe y no es cuestión de
andar averiguando con demasiada profundidad porque nos encontraríamos
con cientos de situaciones que a lo mejor son legales, pero
demuestran de qué desaprensiva manera se dilapidan los dineros que
mediante tributos, tasas, impuestos o como les quieran llamar, aporta
la sociedad.
Una
sociedad que está harta de reclamar por servicios que se cobran y no
se prestan, por una seguridad que se paga pero no existe, por una
salud comunitaria plagada de falencias, por una educación que no
llega nunca a cumplir con el calendario escolar, con caminos que no
se tienden, con viviendas que cuando se construyen al poco tiempo se
caen a pedazos, con una justicia pachorrienta por falta de
equipamiento tecnológico … y es posible seguir hasta casi el
infinito.
Pero
Córdoba se endeuda con obras y gastos tan inoportunos como
innecesarios, verdaderas ofensas al ausente sentido de las
prioridades que luce la mayoría de los más encumbrados
funcionarios.
Tenemos
un faro sin mar, puentes sin ríos, carnavales que pretendieron
inyectarnos una alegría de utilería, la penosa e inhumana
postergación del pago de jubilaciones, una vergüenza nacional con
lo que se pretende esconder el estallido financiero de la Caja y los
desmanejos partidistas que la llevaron a tal estado de calamidad; las
elevadas cifras que se erogan en innecesaria publicidad mediática
que solo persigue instalar al gobernador en una delirante aventura
presidencialista, como si pudiera arreglar el país dejando a Córdoba
en su actual estado de postración.
Es
más simple, barato y demagógico echarle la culpa a la Nación que
pensar con inteligencia y ponerse a trabajar para ver cómo ahorrar o
no malgastar.
Entonces
cuando llega la tormenta del reclamo social que es imposible
responder con obras y gestión, se apela a todo lo que pueda servir
para recaudar, en lugar de racionalizar el gasto, dejarse de meter
gente para que no haga nada pagando favores, y seguir diciendo que
son los mejores, declamaciones que surgen desde el pantano del propio
fracaso.
Remitir
al policíaco Veraz casi 100 mil multas de la policía Caminera
-muchas dudosas e inventadas- es una coacción sin precedentes,
porque supone el barato escrache contra quienes son sancionados por
la ley, virtualmente sin posibilidades de defenderse, por parte de un
gobierno que necesita con desesperación equilibrar sus números.
Promediando
el alevoso costo de las multas y haciendo un promedio de 3.000 pesos,
recaudarían más de 300 millones para achicar los miles de millones
que se deben y se me hace que se trata de una experiencia piloto para
“ir por más” con otros tributos.
No
se dan cuenta quienes gobiernan que el pueblo ya cansado de promesas
y de ver que en casi 15 años de justicialismo vamos para atrás, es
remiso a tributar porque advierte que esos dineros que para muchas
familias significa un sacrificio aportar, no se ven en lo que
debieran recibir por parte del Estado.
Es
una callada y no estructural rebelión fiscal, nacida de la
desesperación y la carencia frente al prepotente atropello de las
políticas recaudatorias apoyadas en la extorsión, a las que ni
siquiera apelaban los desgobiernos de facto.
Las
inhabilitaciones comerciales y de otras operaciones, emergentes de la
inclusión de deudores fiscales en el Veraz, le pueden resultar
demasiado caras a la Provincia no tan solo por las derivaciones
judiciales que pudieran tener, sino por el estilo patoteril -en lo
administrativo- de cobrarle a la gente por beneficios que no recibe.
Parte
de los temores del delasotismo y de la mala dirigencia del PJ en
general, está en la posibilidad de un cambio en el signo político
que gobierna a Córdoba.
Cualquier
otro que llegue y si no hay trenzas mediante que consagren la
impunidad, naturalmente lo primero que hará será investigar.
Y
Bouwer resultará insuficiente.
Gonio
Ferrari
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