NOS BASTA CON UNA
SOLA INDEPENDENCIA
Hoy celebramos un nuevo aniversario de nuestra independencia, que no
acaba de concretarse pese al paso de los años.
De alguna manera, seguimos dependiendo, y no poco.
En lo económico, por ejemplo, de los caprichos de la banca internacional
que nos tiene agarrados de allí.
En lo productivo, de lo que decidan el campo, la industria y otros
sectores en nombre de todos, como si todos tuviéramos soja, sembráramos trigo,
cosecháramos maíz o fabricáramos aviones, autos o motos.
En lo político, los del interior dependemos del humor porteño, de las
trenzas que se arman, de los acuerdos que se concretan, de las fidelidades que
se exijan, de las broncas que se generen o de las mentiras a las que estaríamos
obligados a tomar como verdades.
En lo deportivo, dependemos de cómo se estructuren los campeonatos, de
cómo se comporten los árbitros y de qué apoyo económico estatal reciban
nuestras instituciones.
En lo cultural, de qué música nos impongan como moda, qué ropa nos
insten a usar, qué comidas y bebidas nos sugieran casi como una obligación de
consumo.
Ahora estamos pisando los umbrales del delirio, cuando ese ilustre personaje designado a nivel nacional
para enseñarnos a pensar, quiere abrir impunemente las puertas de la historia.
En este sentido Ricardo Forster, principal referente de Carta Abierta,
núcleo del pensamiento ultra “K” y secretario de Coordinación Estratégica para
el Pensamiento Nacional, habló de “las dos independencias” sosteniendo que
ellas “son la fundacional, la que tiene en el 9 de julio su fecha emblemática”
y en referencia a la segunda dijo que “Sin dudas a partir de la llegada de
Néstor Kirchner comienza una nueva etapa en la vida contemporánea argentina”
desde que asumió la
Presidencia en 2003.
Según Forster, “Argentina maduró, renació en el interior de un proceso
histórico de estos 12 años que ha ido reparando la vida social, cultural,
democrática e institucional. Por eso pensamos que estamos en el interior de una
nueva emancipación con libertad e igualdad”.
Casi equiparando la grandeza de cruzar los Andes, libertar naciones,
pelear -en serio- en el campo de batalla, crear banderas o luchar a brazo
partido por la educación, este funcionario, evaluando su torpe pretensión,
debiera entender que los próceres no se fabrican por decreto ni son el
resultado de algún acto de prepotencia legislativa.
Resumiendo, seguiremos siendo dependientes de otros, tanto de afuera
como de adentro, mientras no asentemos nuestra propia identidad y aprendamos de
nuestra rica historia que el camino al procerato es arduo, sacrificado y
patriótico más allá de las apetencias materiales y la vocación por las
inclinaciones dinásticas.
Esto se resolverá cuando entendamos y obremos con coherencia de Nación y
sentido de argentinidad.
Aquel 9 de julio de 1816 en Tucumán conquistamos lo que todavía es uno
de los principales motivos de la lucha diaria de los actuales 40 millones de
argentinos.
No es necesario inventar prohombres ni fabricar más bronce del que nos señalan
el tiempo y la memoria.
Gonio
Ferrari
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