Desgrabación de los comentarios del
periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los buenos” del 26/07/2015
emitido por AM580 Radio Universidad de Córdoba.
EVA PERÓN, A 63 AÑOS
Con toda certeza que la historia, madre implacable de todas las verdades
incontrastables que se amuran en el tiempo, será la encargada de guardar y
reflejar la realidad documentada de aquella época especial para nuestro país,
que fue la década -se sabrá si ganada o perdida- del 45 al 55 del pasado siglo.
Al reseñar algunos aspectos de la corta vida
de María Eva Duarte, segunda esposa del que fuera general Juan Domingo Perón,
solamente podemos resumir las pasiones que inspiraba, entre la admiración y el
recelo, según fuera quien opinara, porque la historia aunque parezca mentira es
demasiado reciente como para poner en la balanza los criterios citados por
tantos autores que, sin dudas, abrazan disímiles ideologías y corrientes de
pensamiento.
Pero esta noche a las 20 y 25, cuando transcurra un nuevo aniversario de su muerte,
el número 63, miraremos otra vez en todas direcciones para llegar al
convencimiento que no fueron muchos los homenajes ni las recordaciones como lo
eran tiempo atrás.
Esto, pese a la denominación hace poco
tiempo asignada de haber sido para la óptica kirchnerista, La Mujer del Bicentenario.
Y hurgando en los recuerdos no muy lejanos,
tampoco me consta haber visto su retrato, otrora omnipresente, al igual que el
del General, en cada acto de los que ahora dicen ser sus fervientes seguidores
y continuadores.
El signo político que gobierna a la
provincia, enfrascado en sus agudos problemas de índole social, la inseguridad
tan negada como inmanejable, sus ansias de mayoría propia en la unicameral y en
otras cuestiones francamente traumáticas, se ha sumergido en la omisión o en la
desmemoria.
La señera figura de Eva Perón, Santa Evita,
abanderada de los humildes, Jefa Espiritual de la Nación , líder de los
descamisados aunque ahora solo usen Dior o Yves Saint Laurent, no merece ser
parte de ningún olvido.
Amada desde una de las veredas y odiada
desde la otra, es innegable que fue un jalón trascendente de nuestra historia.
Desde el siglo pasado y aún en los tiempos
que corren se la puede amar, discutir, imitar, tomar como ejemplo o repudiar.
Pero nunca ignorarla.
Y a lo peor que se puede llegar, es a
esconderla.
Los auténticos peronistas no lo hacen, como
lo hacen todos los resentidos setentistas que se disfrazaron de peronistas.
Y eso que si viviera, según algunos
cánticos, sería como ellos.
¿TAJ
MAHAL O CAMINO A EL CUADRADO?
Quiero comentar algo de historia, de una
historia muy vieja, porque a veces nos encontramos con hechos actuales que bien
pueden estar entrelazados, casi sin que nos demos cuenta.
Allá por el año 1600 y pico el príncipe
Mohamed, hombre de riqueza ilimitada, paseaba -lo que ahora es andar de
shopping mirando vidrieras- por un bazar de la India.
En eso andaba cuando vio a una niña de 15
años que se probaba un collar y de pecho, el príncipe encaró al vendedor
preguntándole cuando costaba esa fantasía.
¿Fantasía? Le preguntó ofendido el
comerciante, a la vez que le mostraba una factura legalizada por la Afip de entonces, donde
estaba certificado que se trataba de diamantes que costaban diez mil rupias,
toda una fortuna.
El príncipe ni se mosquió, pidió que le
envolvieran el collar para regalo y con una reverencia se lo entregó a la
mocosa, llamada Arjumand Mahal, que lógicamente se hizo pis de gusto,
conquistada por tamaña galantería.
Se pusieron de novios y respetando las
costumbres de la época que por suerte no duraron hasta estos tiempos, no se
vieron ni una vez durante cinco años hasta que se casaron en 1612.
Vivieron contentos sin preocuparse por los
aumentos de precios ni por las incursiones de algunos vándalos, resguardados
como ricos que eran ellos.
Lamentablemente ella murió luego del parto
de su hijo número 14, pero antes de partir alcanzó a pedirle a su ex príncipe
que ya era rey, que construyera en su memoria un monumento sin igual en el
mundo, que sería su mausoleo.
Más de 20 mil obreros trabajaron durante más
de 22 años con mármoles, lapizlázuli, turquesas, oro y otros elementos hasta
que terminaron el ahora llamado Taj Mahal, en Agra, cerca de Nueva Delhi en la India milenaria.
Todos los trabajos y materiales se pagaron,
no se endeudó el Estado de entonces ni fue necesario repararlo en plena
construcción porque la dirigieron prominentes arquitectos de la época guiados
por honestos mandatarios.
Es una de las maravillas del mundo, digna de
ser visitada y recorrida, porque equivale a entrar a un templo del amor eterno
y perdurable.
Aquí entre nosotros tenemos para ofrecer
como equivalencia negativa el camino de El Cuadrado, que se rompió un montón de
veces antes de ser habilitado, que se inutilizó hace como ocho meses estando
precariamente en uso, ahora no se puede utilizar y a los cordobeses nos salió
muchísimo más caro, proporcionalmente, que el Taj Mahal.
Este, lamentablemente, no es un monumento al
amor sino a la burocracia política que en proporción de su avidez, supera
ampliamente a lo eterno y perdurable que los hindúes ven en aquel maravilloso
mausoleo.
MIRTA
FRONTAL
La señora de los almuerzos y ahora también
de cenas sabatinas, cometió la torpeza de calificar como “dictadora” a nuestra
presidenta, cayendo cuanto menos al pecado de la exageración.
Y me suena a exageración porque algunas de
sus medidas resistidas por una minoría de la sociedad argentina -recordemos
aquel lejano 54 por ciento- de ninguna forma adquirieron el rango de lo que
imponen los dictadores, de esos que hemos tenido tanto con carácter, como de
pacotilla.
La doña de las comidas fashion, donde
aparecen la biblia y el calefón si los comparamos con los invitados, no se
desdijo de sus apreciaciones, apelando a la explicación etimológica de los
vocablos que utilizara al realizar la crítica tan resistida por los círculos
“K”.
Me comentaron que incluso “la Chiqui ” reconoció haber
exagerado al emplear el calificativo de “dictadora”.
Distinto hubiera sido que recordara las
presiones a la justicia, la exageración en las cadenas nacionales para campaña
partidaria, el fútbol para todos, el festival de subsidios, la falta de
reuniones con periodistas de todos los medios durante su mandato, el veto al 82
por ciento a los jubilados, el sostenimiento de Aerolíneas Argentinas, la
vigencia creciente de la inflación, el desarrollo vergonzoso del narcotráfico,
los pactos secretos con Irán, el aliento al espionaje interno y otras
cuestiones enojosas.
De esa manera, doña Mirta no hubiera
arrastrado en su contra la acusación que motorizó un proyecto de repudio o de declararla persona no grata o algo
parecido, surgido por el arrebato de una legisladora kirchnerista de Entre
Rios.
Si Mirta se hubiera limitado a considerar
autoritaria a la dama que nos preside, seguramente estaría a salvo de la
andanada de sopapos que se le vino encima.
Todo es cuestión, simplemente, de no ignorar
todo lo que sobre las palabras dice la Real Academia Española.
Como si fuera un blooper, la escribana
detenida poco tiempo atrás en la causa del Registro debió ser liberada debido a
que su causa no era nueva, y ya habría sido valorada y sobreseída
anteriormente.
La situación no sorprende si recordamos que
el año pasado un imputado que ya estaba en libertad luego de haber cumplido
completamente la condena, recibió en su domicilio una graciosa notificación que
le informaba que obtendría la libertad el siguiente 30 de febrero.
En el mismo año los jueces de la Cámara Décima fueron
denunciados por un abogado defensor por haberle dictado prisión preventiva a
una escribana que ya había cumplido el excepcional máximo permitido de tres
años.
En el marco de estos curiosos y repetidos
"errores" cobra relevancia lo que ocurre en muchos juicios cuando, al
ser interrogado el imputado por sus antecedentes penales y responder que no
tiene (porque nunca antes ha tenido un conflicto judicial), el Fiscal replica
aportando como antecedentes distintas causas en las que él mismo lo acusa,
considerando a unas como antecedentes de las otras aunque ni siquiera hayan
sido juzgadas.
Entre otras acepciones, se define al término
perseguir como buscar a una persona por todas partes molestándola e
importunándola, algo así equivalente al acoso.
En el rompecabezas de esta causa
desconcierta que muchas acciones para con los imputados, siempre los mismos,
trascienden el límite de la tarea judicial caminando peligrosamente en el
límite de la obcecada persecución.
Y lo más preocupante es la aparentemente
firme actitud de moverse siempre en el mismo lugar, sin animarse a mirar hacia
arriba, que es donde muy posiblemente puedan encontrarse los verdaderos
responsables.
ROBOS A MANSALVA
No era necesario ser
adivino, perceptivo, brujo, intuitivo ni milagrero, para predecir lo que
ocurriría con la seguridad urbana apenas pasaran las elecciones provinciales,
en cuya campaña el poder se cansó de prometer a futuro lo que no supo, no quiso
o no pudo instrumentar durante más de una década y media y sigue con su brújula
desorientada.
Si hasta era un primor ver a tantos agentes molestándose entre ellos en las esquinas, caminando los barrios, luciendo los coquetos y fulgurantes chalequitos, esos de hacerse ver, y patrullando en sus coches desbordantes de luces, aunque carentes de conducción operativa por falta de políticas.
Las reacciones frente a delitos callejeros tuvieron rutilantes y mediatizados resultados, durante los últimos días previos a la contienda cívica y se instaló en la gente, en ese caso sí, una sensación tan momentánea como atractiva, de volver a los tiempos en que el paseo por las calles era una costumbre vecinal.
Pasaron las elecciones, ganaron los que ganaron, festejaron los que festejaron aliviados por la continuidad y aquella alucinación de sentirnos protegidos, fue desapareciendo a medida que la televisión, los diarios y las radios nos acercaban noticias de un sensible recrudecimiento de la actividad delictiva.
La tregua que impuso por unos días la presencia policial ya estaba quebrada y las consecuencias a la vista, mientras las autoridades miran hacia otra parte, y en lugar de asumir responsabilidades y obrar en consecuencia, le echan la culpa a cualquiera con tal de desligarse de la situación que no saben controlar y que los sumerge otra vez en el descrédito y en la desconfianza ciudadana.
Nueva Córdoba, el centro y barrios históricamente acosados por el delito eran vergeles de uniformes, motos y patrulleros, un desusado espectáculo que duró hasta que los números le otorgaron el triunfo al oficialismo.
Ya pasó el susto en El Panal.
Ahora el susto, el temor, la desconfianza, los rompepuertas, las patotas, los arrebatadores y todas las formas de la delincuencia han vuelto renovadas y con hambre alimentado por la impunidad, a los barrios y al centro, donde ya no existen las “zonas rojas” porque ese triste rótulo tiene penosa vigencia en toda la ciudad incluyendo a los barrios cerrados.
La policía ni siquiera pudo neutralizar a una patota de casi medio centenar de muchachos y chicas -que con el estilo de los “arrastrones” de los faveleros cariocas- durante demasiado tiempo hicieron y todavía hacen desastres de madrugada en Nueva Córdoba, generando hechos brutales que son vergüenza nacional.
Después, entonces, que no salgan a endurecer posiciones quienes se oponen a que el ciudadano se defienda por su cuenta, cuando el Estado deja de cumplir con su obligación de asegurarle amparo a su vida y a sus bienes.
No nos asombremos: crecerán los karatekas, los cultores de la katana y quienes, con todos los riesgos que ello implica, se ven cada día más obligados a armarse en ejercicio y uso de su propia y legítima defensa.
Si hasta era un primor ver a tantos agentes molestándose entre ellos en las esquinas, caminando los barrios, luciendo los coquetos y fulgurantes chalequitos, esos de hacerse ver, y patrullando en sus coches desbordantes de luces, aunque carentes de conducción operativa por falta de políticas.
Las reacciones frente a delitos callejeros tuvieron rutilantes y mediatizados resultados, durante los últimos días previos a la contienda cívica y se instaló en la gente, en ese caso sí, una sensación tan momentánea como atractiva, de volver a los tiempos en que el paseo por las calles era una costumbre vecinal.
Pasaron las elecciones, ganaron los que ganaron, festejaron los que festejaron aliviados por la continuidad y aquella alucinación de sentirnos protegidos, fue desapareciendo a medida que la televisión, los diarios y las radios nos acercaban noticias de un sensible recrudecimiento de la actividad delictiva.
La tregua que impuso por unos días la presencia policial ya estaba quebrada y las consecuencias a la vista, mientras las autoridades miran hacia otra parte, y en lugar de asumir responsabilidades y obrar en consecuencia, le echan la culpa a cualquiera con tal de desligarse de la situación que no saben controlar y que los sumerge otra vez en el descrédito y en la desconfianza ciudadana.
Nueva Córdoba, el centro y barrios históricamente acosados por el delito eran vergeles de uniformes, motos y patrulleros, un desusado espectáculo que duró hasta que los números le otorgaron el triunfo al oficialismo.
Ya pasó el susto en El Panal.
Ahora el susto, el temor, la desconfianza, los rompepuertas, las patotas, los arrebatadores y todas las formas de la delincuencia han vuelto renovadas y con hambre alimentado por la impunidad, a los barrios y al centro, donde ya no existen las “zonas rojas” porque ese triste rótulo tiene penosa vigencia en toda la ciudad incluyendo a los barrios cerrados.
La policía ni siquiera pudo neutralizar a una patota de casi medio centenar de muchachos y chicas -que con el estilo de los “arrastrones” de los faveleros cariocas- durante demasiado tiempo hicieron y todavía hacen desastres de madrugada en Nueva Córdoba, generando hechos brutales que son vergüenza nacional.
Después, entonces, que no salgan a endurecer posiciones quienes se oponen a que el ciudadano se defienda por su cuenta, cuando el Estado deja de cumplir con su obligación de asegurarle amparo a su vida y a sus bienes.
No nos asombremos: crecerán los karatekas, los cultores de la katana y quienes, con todos los riesgos que ello implica, se ven cada día más obligados a armarse en ejercicio y uso de su propia y legítima defensa.
PARRILLI, GUARDABOSQUE
MÁS QUE ESPÍA
Todo el andamiaje
preparado y sostenido por gobiernos anteriores para fisgonear teléfonos y
contactos de políticos, empresarios, obispos, abogados, militares, periodistas,
deportistas y toda persona notable, con seguridad sigue perfectamente aceitado
aunque respondiendo a otros patrones.
Es por eso que provoca reacciones
encontradas el anuncio que el organismo que antes era de espías, ahora dejará
de serlo para asumir otras tareas vinculadas con la seguridad de los
argentinos.
Hubo sin dudas un par de objetivos claros y
precisos: por una parte resguardar todo lo que se había averiguado con pelos y
señales de todo el arco opositor, y preparar ahora con tropa propia lo que vendría
en caso de cambio en el signo partidario de la conducción nacional.
Por esas razones, es para suponer sin que
sea palabra santa, que don Parrilli, viejo conocedor del arte de andar
espiando, hará de las suyas hacia adentro por lo menos hasta el 10 de diciembre.
En consecuencia y aunque haya asegurado que
los teléfonos no serán intervenidos, habrá que cuidarse de dar nombres y números
y recordar, por ejemplo, que no es correcto enviar a nadie a las partes
pudendas de la lora o equivocarse con la castidad de la mamá de nadie.
Por ahora, don Parrilli se limitará a dejar
pasar el tiempo.
Después, veremos …
“LA MUNI ” ESCRACHADORA
Era imposible implementar antes esta
particular y alcahuetísima manera de obligar a los dueños de vehículos a que
realicen la inspección técnica vehicular, ese negocio que tiempo atrás
instrumentara la
Municipalidad de Córdoba para que recaudaran las empresas
concesionarias y en la práctica, que no sirviera para otra cosa.
Los vehículos salían triunfantes de las
plantas de verificación luciendo las obleas, andaban unas pocas cuadras y los
elásticos, las llantas y las gomas iniciaban su coro de lamentos y heridas
debido al calamitoso estado y (des)conservación de las calles.
No se hizo antes porque ese deplorable
catálogo de baches está siendo atendido ahora de manera precipitada e
improlija, especialmente por la proximidad de las elecciones donde se presentan
varios candidatos, todos los cuales prometen hacer cosas para los vecinos,
algunas nuevas y otras pendientes.
Y los cordobeses capitalinos no salen de su
asombro al enterarse que mediante una burda "botoneada" dudosamente nacida
de los cerebros municipales que no aplican tamaña sabiduría e imaginación para
casos mucho más acuciantes que el estado de los coches (la propia flota
municipal es un desastre), habrían buscado presionar a los que aún no
cumplieron con la ITV
mediante el escarnio público, de la mano de la altamente rentable empresa que
hace los controles.
Es por eso que han comenzado a imaginarse las
réplicas, exigiendo que “La Muni ”
cumpla sus promesas, para adherir en las paredes del Palacio 6 de Julio, en los
CPC, en los ómnibus, en las inútiles columnas de alumbrado, en los canteros de
la peatonal y en todo otro lugar visible.
A su enorme cantidad de falencias los
funcionarios ya las conocen, pero es bueno que sepan que la gente que les paga
sus sueldos, también las conocen y las registran en su chip ciudadano y
preelectoral.
Como también incorporan lo bien hecho, que
es una obligación de los gobernantes.
Porque a la hora de votar, los vecinos lo
hacen con la boleta, con la bronca y con la memoria.
Las huellas del poder omnipotente, la soberbia y el derroche que dejaron Peròn y su tan "humilde", "desinteresada" como "benefactora" esposa -no asociar con la Rabollini, Cirio o alguna otra modesta "primera dama...", dejaron sus nefastas consecuencias en la historia argentina.
ResponderBorrar