LA APARATOSA DETENCIÓN DE
BOUDOU
No es simple dejar de lado todo el proceso
judicial que desencadenó la detención del ex vicepresidente de la Nación,
porque sus alternativas fueron tomando estado público a medida que
trabajosamente avanzaba la tarea de la fiscalía interviniente, como si
respondiera a una administración de los tiempos manejada desde el poder
ejecutivo.
Sospechas aparte y tomando en cuenta la
indignación que provocara en los sectores anti “K” todo lo que en forma de
sospechas se iba divulgando, paralelamente crecía el deseo de una marcada
mayoría de ver entre rejas a todos los sindicados como responsables de las
últimas tropelías que tanto daño les hicieron al pueblo argentino.
Finalmente un juez ordenó la detención del
joven rockero, la que se hizo efectiva de inmediato y pasado el amanecer, tanto
así como que sorprendieron a Aimée en chinelas y pantalón de gimnasia en su
coqueto departamento de Puerto Madero, allí donde anidaron muchos especímenes
del modelo nacional y en ese aspecto, no tan popular.
Le leyeron la acusación y sus derechos,
luego lo esposaron y se lo llevaron a
los tribunales de Comodoro Py a tomarle declaración, trámite tras del cual fue
derivado al penal de Ezeiza.
Con cierta razón desde algunos sectores se
cuestiona la divulgación del video con la secuencia completa de la captura y el
traslado porque si bien se puede sostener que su casa es parte de su
privacidad, hay que entender que Boudou sigue siendo una persona pública por su
condición de ex segunda autoridad de la República.
Se me ocurre que para evitar
descalificaciones del procedimiento se tuvo en cuenta todo lo acontecido con el
caso Maldonado y la supuesta actuación dolosa de la Gendarmería, pero es
absurdo comparar este caso con los comunes, cuando atrapan a ladronzuelos, motochorros
o arrebatadores y les preservan la identidad ante el público cubriendo sus
rostros con la propia ropa del detenido.
Hay que entender que tal proceder y como
parte de un estricto protocolo, se cumple para evitar una eventual apelación
por mostrar su cara antes de la realización de una ronda de reconocimiento.
Y es que entonces se plantean varios
interrogantes, empezando con la duda de si la Justicia es la misma de años
atrás.
¿Despertó de su siesta? Porque tiene
denuncias y causas apoliyadas desde el 2004 cuando las iniciales denuncias de
Lilita Carrió.
Otra, si fue funcional al kirchnerismo en
una curiosa actitud que mucha gente la tomó como encubrimiento o protección
mafiosa.
Ahora, con una prisa desusada, aparece la
dinámica que pareciera ser impulsada desde el gobierno.
¿La Justicia está pagando viejas demoras, o
ha pasado a ser una especie de agencia de marketing del PRO?
Todas estas lógicas dudas y suspicacias
tienen que develarse lo antes posible con la necesaria aceleración del proceso
rodeado de todas las garantías que consagra nuestra Constitución.
Es probable que no haya sido del todo
elegante el circo mediático montado oportunamente, pero quienes así lo piensen,
tienen la obligación cívica de recordar tantas memorables puestas en escena,
como en su momento lo supieron ser la misión a Angola con el tractor de cartón,
los aviones de Fadea que no volaron nunca, el tren bala que nos supieron
prometer y aquellos operativos que comandaba el inefable Guillermo Moreno
haciendo que todos los argentinos pagáramos el cotillón con el que buscaba
descalificar a un medio periodístico.
Y de todas las cadenas nacionales de radio y
televisión, mejor no hablemos.
A veces, para juzgar actitudes actuales,
suele ser saludable apelar a la memoria y es cuando las comparaciones no son
tan inoportunas.
Porque si es por circo, mejor optemos por la
amnesia o un piadoso silencio…
EL MENSAJE PRESIDENCIAL Y LAS CONTROVERSIAS
No es
necesario adentrarse demasiado en la historia de los padecimientos argentinos y
su cíclico catálogo de bonanzas porque los años recientes han sido pródigos en
ejemplos que entraron a la categoría de inolvidables.
En su momento y con la recuperación
de la Democracia (con mayúscula) Raúl Alfonsín buscó instaurar la ética de la
solidaridad para salir a flote después del desquicio militar y sus
consecuencias; Carlos Saúl I de Anillaco se inclinó por las privatizaciones que
aplaudieron y apoyaron muchos posteriores apóstatas que no midieron sus daños
colaterales; posteriormente De la Rua y su hibridez de aquella alianza y los
años del kirchnerismo masculino y femenino que optó por aquello que llamaron
“la recreación del Estado”.
Y así estamos como estamos con todas esas
rémoras.
Un nuevo capítulo cargado de
lógicas expectativas se abrió con los recientes anuncios del presidente Macri y
su intención de establecer un pretendidamente dinámico “reformismo permanente”
que ahuyente ogros y fantasmas que oscurecen el panorama nacional, lo que se
refuerza por esa inexplicable postura ante la equivocación y el fracaso que es
el ADN de aquellos que perdieron en las urnas y cayeron a la negación de esa
impensada realidad alejada de sus optimistas cálculos previos.
Antes que nada remover los
escombros para solidificar las bases de un nuevo intento, retirar los que aún
provocan remezones y encarar el futuro con objetivos tan ilusorios como
posibles de alcanzar siempre y cuando y paralelamente recobremos la capacidad
de diálogo, de debate, de consensos y de tolerancia que permitan al menos
achicar esa grieta que separa a los argentinos.
El planteo desde el simplismo
radica en terminar con los privilegios, luchar contra la pobreza, crear empleo
genuino y no desoír clamores como los de los jubilados y de otros sectores de
la comunidad. Así de sencillo.
Entonces “se nos cae la ficha” que
tenemos por ejemplo una desmesurada cantidad de gremios de los cuales un ínfimo
porcentaje discute salarios y convenios, una dirigencia sindical “pancista” y
aburguesada, sobrepoblación de empleados estatales (¡1700 en la biblioteca del
Congreso!) y un absurdo promedio de 80 dependientes por cada legislador, lo que
es una barbaridad.
Caímos en cuenta que la casta
judicial goza de casi 2 meses y medio de vacaciones anuales (feria de enero,
semana santa e invierno) mientras miles de causas duermen en los estanteS,
mueren en los archivos o engordan ratones, lo que lleva a suponer que es uno de
los impensados caminos que conducen a la impunidad.
El empresariado argentino creció en
avidez alentado por un estilo de gobierno que la fomentó con medidas
equivocadas o a través de marcadas omisiones. Se quejaron siempre de la presión
impositiva, mientras la mayoría perfeccionaba sus propios mecanismos de
evasión. Era y sigue siendo la lucha del gato (sin ninguna alusión) contra las
lauchas mientras los ratones siguen haciendo de las suyas, muchos de ellos con
enormes utilidades que hacen engordar en el exterior.
A veces la sinceridad no es bien
vista y se la descalifica por lo certera y agobiante pero es preferible al
reino de la mentira y la ensoñación, que luego nos golpea sin misericordia con
sus cachetazos de realidad.
¿Son acaso imposibles las metas
planteadas?
¿Son alocadas intenciones que no
van más allá de un acto en defensa de los propios errores que no son pocos?
Lo que es imprescindible y es para
pensar que en esto debemos ser coincidentes sin diferencias partidarias, es
seguir teniendo a la sinceridad como elemento primordial que nos permite pisar
un terreno conocido, con menos vacilaciones que si camináramos a ciegas como
casi siempre ocurrió.
Mientras el gobierno sea prolijo,
se ocupe de las prioridades de los más necesitados y encare reformas que no
signifiquen un desmesurado e impagable endeudamiento y la amenaza de
sacrificios ya vividos, con audacia y compromiso es posible salir de la
mentira, del estancamiento y del fracaso.
Maravillosa y apropiada la cita de
Lope de Vega: “Jamás será feliz un amante tímido porque la felicidad no es sino
el premio a la audacia”.
Vale repetirlo: los argentinos
después de tantas y tan dolorosas frustraciones, con todo lo que tenemos,
merecemos vivir bien.
Entonces me quiero permitir, al abordar la cuestión de la reforma en el
campo laboral, calificar de absolutamente respetable la opinión del Dr. Jorge
Sappia, uno de los más caracterizados laboralistas del país, ex secretario de
Trabajo del entonces presidente De la Rua, quien opina que “La responsabilidad
laboral solidaria y la indemnización es un tema difícil de abordar desde lo
ideológico. Es una visión sindicalista contra una empresarial.
Sappia la funda en el derecho y los otros en
la economía de la producción. Bien vale también la apreciación de Ricardo
Alfredo Castañeira, quien lo considera “difícil; pero creo que el hombre esta
por sobre todas las cosas y merece la protección laboral él y su familia. La
economía debe estar al servicio del hombre y no el hombre al servicio de la
economía.
Roguemos que más allá de todas las teorías,
la práctica nos aporte soluciones a todas las situaciones conflictivas que sin
dudas se han de generar.
MUERTE EN NUEVA YORK
Un loquito de los tantos que andan sueltos
por el mundo delirando con ese utópico universo yiadista, atropelló con su
camioneta a un grupo de ciclistas en Nueva York provocando casi una decena de
muertes, cinco de las cuales de otros tantos ciudadanos argentinos, vecinos de
la pujante ciudad de Rosario quienes estaban de festejo por 25 años de amistad,
allá en la enorme urbe cosmopolita, que parece no de gran altura, sino que nos
deja la impresión de una ciudad arriba de otra.
Fue un hijaputesco acto de alienados
fundamentalistas, equiparable a tantos otros que fueran perpetrados por el
terrorismo islámico en los últimos años y en varias latitudes del planeta.
Sin embargo, llamó la atención y es motivo
de indignación por indiferencia o discriminación ideológica, que ninguna
organización argentina de derechos humanos o partidos de izquierda, hayan
expresado su tristeza e indignación, en el caso que las hubieran sufrido.
Es para pensar en que nuestros
desafortunados compatriotas no merecían ser destinatarios de pesar, esos cinco
trabajadores de clase media, del interior de nuestro país, que cometieron el
error de irse de vacaciones al imperio del norte, en lugar de hacerlo a
Venezuela o al gran lagarto verde.
Al optar por el reinado de Trump, dejaron de
ser merecedores del dolor ajeno para un determinado aunque minoritario sector
de la ciudadanía.
LA MEGACAUSA Y EL
ENRIQUECIMIENTO
Se define al enriquecimiento ilícito como el incremento del
patrimonio de un funcionario público con significativo exceso respecto de sus
ingresos legítimos durante el ejercicio de sus funciones y que no pueda ser
razonablemente justificado.
En simple matemática la suma de lo que tiene y gasta es muchísimo más de
lo que gana. En algunos casos resulta tan evidente que la cuenta
podría realizarla cualquier alumno de primaria.
Por supuesto, configura un delito contemplado en muchas
legislaciones para luchar contra la corrupción política en el sector público.
Nuestro Código Penal lo incluye en su artículo 268 sancionando también la
frecuente existencia de testaferros o personas interpuestas para disimularlo.
Tal es la trascendencia, que en Córdoba se creó hace 13 años un Fuero
Anticorrupción para protegernos de estos casos. Pese a todas estas ayudas y a
que las denuncias han sobrado, nuestra provincia no produjo -lo subrayo, no
produjo- en este tiempo investigación alguna sobre la procedencia de bienes de
los altos funcionarios del gobierno.
La palabra condena ni siquiera se registra como posibilidad para ellos.
En contraposición, y al ser cuestionados, desde el Poder Judicial se pretendió
presentar a la causa del Registro de la Propiedad como ejemplo del
accionar anticorrupción, desatinado intento de justificación si tenemos en
cuenta que el grueso de los imputados en esa causa son trabajadores
comunes, sin fortuna y sin enriquecimientos, sin contactos ni cargos de
poder.
Escrachados mediáticamente con una prisión preventiva feroz e
inconstitucional, tan inconstitucional como la comisión única y especial
encargada de condenarlos, lo único real es que sirven de
conveniente pantalla para mantener la impunidad de los
verdaderos culpables.
Una impunidad a cuya merced la ciudadanía continúa expuesta por la
inacción de quienes deben detenerlos.
EL CISPREN, MOROSO CON SUS
EMPLEADOS
Las organizaciones sindicales, entre sus
objetivos principales, está el de luchar por el respeto al salario y la
puntualidad de su liquidación, obligación que se cumple cuando hay demoras, y
que el gremio soluciona la tardanza de alguna manera, con una mínima presión
sobre las patronales.
Por eso llama la atención que uno de esos
gremios como lo es el Círculo Sindical de la Prensa y la Comunicación de
Córdoba, resultado de la fusión a la que arribaran tiempo atrás el Círculo de
la Prensa y el Sindicato respectivo, ha caído en la deplorable tesitura de
incumplir precisamente en contra de sus postulados hacia afuera, porque ya les
está debiendo algo así como tres meses a sus empleados.
Algunos manejos que han sido oportunamente
cuestionados debieron ser denunciados ante la Justicia, mientras los afiliados
están pendientes del resultado de esa gestión, especialmente en lo concerniente
a la Obra Social, otrora modelo, que por falta de pago a los prestadores ha
generado lamentables situaciones por el corte de los servicios.
Es de esperar que las cosas se solucionen a
la brevedad, tanto la situación de la atención médica como el pago de los
sueldos a sus dependientes, al menos para desvirtuar ese mote que la
creatividad y el humor que caracteriza a los cordobeses le aplicó a su
secretario general: cariñosamente lo llaman “Gaucho ingrato”… porque se olvida
del pago.
BOLETO URBANO QUE MANEJAN LOS EMPRESARIOS
Cuando los usuarios advierten que el servicio del transporte urbano de
pasajeros en Córdoba acentúa sus costados de pésima calidad, es que también y
en forma paralela desde las empresas fortalecen la condición de rehenes que
tienen todos los pasajeros.
Y lo hacen quitando
frecuencias, alterando horarios, dejando de a pié a miles de cordobeses en las
horas pico, porque regulan el servicio para hacerlo más escandalosamente
rentable de lo habitual.
Es el mecanismo perverso que no
es nuevo sino llevado a la práctica hasta el hartazgo, aprovechándose de la
falta de controles por parte del poder concedente que pareciera estar en la
penosa tesitura de dejarse llevar de las narices.
El aumento más reciente es una
injuria a la población, porque sería lógico si la prestación fuera cuanto menos
moderadamente digna, pero en algunos corredores es deplorable con demoras de
hasta 40 minutos.
El estado de las unidades,
muchas con su eterna mugre, asientos rotos, frenos chirriantes y
otros detalles del deterioro, de ninguna manera se condice con el precio de un boleto que duplica a los valores de otras grandes ciudades y no me vengan con el verso del pasajero-kilómetro o la minuta de costos, porque son pretextos que cada empresa dibuja a su manera sin importarle un rábano por el pasajero, que es el sostén de este sistema lamentable.
otros detalles del deterioro, de ninguna manera se condice con el precio de un boleto que duplica a los valores de otras grandes ciudades y no me vengan con el verso del pasajero-kilómetro o la minuta de costos, porque son pretextos que cada empresa dibuja a su manera sin importarle un rábano por el pasajero, que es el sostén de este sistema lamentable.
Es probable que sea correcto
ajustarse a la inflación, pero si el boleto aumentó el 380 por ciento en los
últimos siete u ocho años, a esa inflación le viene ganando por muerte.
Para colmo de ahora en más,
pareciera que los concejales de la ciudad se hubieran asociado a la FETAP
porque habilitaron al joven intendente a poder aplicar aumentos por decreto.
Curioso el mecanismo, con el
agravante que ahora, y verán que no llegaremos a fin de año, sin que surja un
planteamiento gremial en demanda de actualización salarial.
¿Y qué pasará?
Que volveremos a la vieja
función del sainete, cuando se abrazan gremialistas y empresarios para apretar
a la Municipalidad y obtener ooootro aumento.
Me encantaría equivocarme en el
pronóstico.
BONUS TRACK:
EL COLECCIONISTA DE MIRADAS (La historia de Wally)
Anticipo de un
capítulo del libro de
Gonio Ferrari “25 Coleccionistas”,
cuentos basados en hechos reales
cuya presentación se estima para el
mes de marzo próximo en Córdoba.
Si tuviera que
hacer un retrato de Wally, diría que es un tipo más bien reservado, a veces
ciclotímico, que está por encima del medio siglo de vida, una vida con alegrías
y penurias; con amores y con adioses. Wally, pese a todo, es un adicto al
trabajo; un fervoroso laburante que ha ganado cientos de batallas en esta larga
guerra que es su natural e inmodificable manera de ver pasar los años.
Sus vecinos
lo querían y lo quieren por lo servicial, siempre dispuesto a dar una mano
En el barrio,
más que amores pasajeros o relaciones tipo delivery, no se le conocían a este
ex joven madurado a cascotazos, escritor vocacional, amante de la buena cocina
y de las eternas conversaciones políticas. Se iba y volvía a su trabajo
caminando, siempre a horas intempestivas porque los horarios rígidos no eran
parte de su personalidad de hombre libre, sin yugos ni ataduras.
Uno de sus
alimentos más deseados era la música y el otro una rareza no tan curiosa: los
ojos de ellas. Los ojos de cualquier color, pero que fueran expresivos, frescos
y accesibles a su manía, cercana al delirio, de escuchar las miradas.
Porque Wally
tenía y aún conserva intacta una excelsa
capacidad perceptiva que le permite oír colores, mirar música y tocar lo
inaccesible. Y nunca falta quien ponga a prueba tantas virtudes. Wally es un tímido no asumido, apasionado por el
trabajo, que tiene como -llamémosle entretenimientos- encerrarse en la música …
y otear en los ojos de las mujeres.
Era una
especie de melodía que lo invadía desde algún iris cercano y hasta se permitía
y aún se permite el lujo de saber si esa mirada es natural o cosmética. El
brillo especial no te engaña; las lentejuelas son artificiales y suele ser solo
un instante mágico el que te hace
llegar ese luminoso mensaje hasta el
alma, me dijo un día mientras caminábamos por una vereda de la Cañada.
Las miradas
azules me transmiten paz, las verdes erotismo, las negras un cúmulo de
misterios … me comentaba entusiasmado.
Y cada mirada
tiene su música.
Me mira
Vivaldi, me mira Bach, me mira Wagner, me mira Beethoven, me mira Grieg o me
mira Mozart.
Todas las
miradas, me dijo antes de darnos un abrazo y cada uno seguir su camino, tienen
la pirotecnia del estallido en algunos casos o de la mansedumbre en otros…
Wally tenía razón y me dejó tan pensativo que casi me atropella un auto al
cruzar la calle.
Wally jamás
dejó de ser un tipo sencillo, emprendedor, fanático del arte en general e
inveterado cultor de la música … que irradian los ojos de las mujeres.
Buscando
temas de Vivaldi los encontraba en los ojos azules o a Beethoven en los verdes.
Pero aquella
vez, pleno abril y en la calle guareciéndose de la lluvia en un umbral mientras
esperaba el ómnibus porque no estaba como para volverse caminando, Wally vio a
Mozart.
Bah… lo vio
es un decir, porque escuchó un Mozart dibujado en el despreocupado murmullo de
una flaquita con piernas largas y pollera corta, que se apoyaba en el hombro de
un muchachito adolescente.
El ómnibus
por supuesto demoraba, mientras la pieza de Mozart seguía penetrándole en el
alma. Hasta que en un movimiento lógico, en la estrechez de la vereda
descuidada se enfrentó con Mozart y con aquellos ojos increíbles.
Tenían el
color único e inimitable de la miel, con un tornasol de mínimos espejos y
mostacillas doradas.
Era el color
de Mozart; de su música; de su juventud; de su enorme talento creativo.
¿Saben lo que
es la desesperación por hablar con alguien que parece que te está esperando,
cuando justo llega el ómnibus y no hay cómo acercarse y cruzar un par de
palabras?
Pobre Wally …
La lluvia y
el desencanto lo llevaron a sospechar y esperanzarse que inexorablemente dentro
de siete días y en la misma parada, algo sucedería para cambiarle la vida …
Los días
eternos de aquel otoño pasaron y justo una semana después de mirar esos ojazos
y percibir en ellos a Mozart, Wally, el curioso y romántico espécimen que
escuchaba música en los ojos de las mujeres, la volvió a ver.
En el mismo
lugar, con el mismo muchachito que la acompañaba estaba ella, la pollera un
poquito más larga y las piernas tan bonitas como las soñara durante esos días.
No esperó que
llegara el ómnibus y venciendo su timidez casi de jardín de infantes, Wally se
animó a preguntarle, como al pasar y con la boba dimensión de un susurro, si le
gustaba Mozart. Sorprendida, ella le dijo que si, que era su predilecto, que la
acompañaba desde niña y se había transformado en la luz de sus penumbras.
El, ya enamorado
hasta la médula, recién cayó en cuenta que Mozart era toda la luz que no tenían
esos ojos condenados al eclipse.
Por eso,
desde entonces, buscó la manera de hacerle sentir lo que más amaba, cada vez
que pudiera y de las formas más inimaginables.
Por siempre le arrimaría los destellos
radiantes de Mozart para que sus ojos, esos ojos de increíble color miel,
escucharan la luz.
Cuando me lo
contó, la historia me pareció de novela.
Sobre todo,
porque hace más de cinco años que ellos están juntos y caminan la vida de la
mano, canturreando Mozart.
G.F.
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