“LA PAZ Y LA ABUNDANCIA ENGENDRAN
COBARDES; LA NECESIDAD FUE SIEMPRE
MADRE DE LA AUDACIA” (SHAKESPEARE)
No es necesario adentrarse demasiado en la
historia de los padecimientos argentinos y su cíclico catálogo de bonanzas
porque los años recientes han sido pródigos en ejemplos que entraron a la
categoría de inolvidables.
En su momento y con la recuperación de la
Democracia (con mayúscula) Raúl Alfonsín buscó instaurar la ética de la
solidaridad para salir a flote después del desquicio militar y sus
consecuencias; Carlos Saúl I de Anillaco se inclinó por las privatizaciones que
aplaudieron y apoyaron muchos posteriores apóstatas que no midieron sus daños
colaterales; posteriormente De la Rua y su hibridez de aquella alianza y los
años del kirchnerismo masculino y femenino que optó por aquello que llamaron
“la recreación del Estado”.
Y así estamos como estamos con todas esas
rémoras.
Un nuevo capítulo cargado de lógicas
expectativas se abrió con los recientes anuncios del presidente Macri y su
intención de establecer un pretendidamente dinámico “reformismo permanente” que
ahuyente ogros y fantasmas que oscurecen el panorama nacional, lo que se
refuerza por esa inexplicable postura ante la equivocación y el fracaso que es
el ADN de aquellos que perdieron en las urnas y cayeron a la negación de esa impensada
realidad alejada de sus optimistas cálculos previos.
Antes que nada remover los escombros para
solidificar las bases de un nuevo intento, retirar los que aún provocan
remezones y encarar el futuro con objetivos tan ilusorios como posibles de
alcanzar siempre y cuando y paralelamente recobremos la capacidad de diálogo,
de debate, de consensos y de tolerancia que permitan al menos achicar esa
grieta que separa a los argentinos.
El planteo desde el simplismo radica en
terminar con los privilegios, luchar contra la pobreza, crear empleo genuino y no
desoír clamores como los de los jubilados y de otros sectores de la comunidad.
Así de sencillo.
Entonces “se nos cae la ficha” que tenemos
por ejemplo una desmesurada cantidad de gremios de los cuales un ínfimo
porcentaje discute salarios y convenios, una dirigencia sindical “pancista” y
aburguesada, sobrepoblación de empleados estatales (¡1700 en la biblioteca del
Congreso!) y un absurdo promedio de 80 dependientes por cada legislador, lo que
es una barbaridad.
Caímos en cuenta que la casta judicial goza
de casi 2 meses y medio de vacaciones anuales (feria de enero, semana santa e
invierno) mientras miles de causas duermen en los estantes o mueren en los
archivos, lo que lleva a suponer que es uno de los impensados caminos que
conducen a la impunidad.
El empresariado argentino creció en avidez
alentado por un estilo de gobierno que la fomentó con medidas equivocadas o a
través de marcadas omisiones. Se quejaron siempre de la presión impositiva,
mientras la mayoría perfeccionaba sus propios mecanismos de evasión. Era y
sigue siendo la lucha del gato (sin ninguna alusión) contra las lauchas
mientras los ratones siguen haciendo de las suyas, muchos de ellos con enormes
utilidades que hacen engordar en el exterior.
A veces la sinceridad no es bien vista y se
la descalifica por lo certera y agobiante pero es preferible al reino de la
mentira y la ensoñación, que luego nos golpea sin misericordia con sus
cachetazos de realidad.
¿Son acaso imposibles las metas planteadas?
¿Son alocadas intenciones que no van más
allá de un acto en defensa de los propios errores que no son pocos?
Lo que es imprescindible y es para pensar
que en esto debemos ser coincidentes sin diferencias partidarias, es seguir
teniendo a la sinceridad como elemento primordial que nos permite pisar un
terreno conocido, con menos vacilaciones que si camináramos a ciegas como casi
siempre ocurrió.
Mientras el gobierno sea prolijo, se ocupe
de las prioridades de los más necesitados y encare reformas que no signifiquen un
desmesurado e impagable endeudamiento y la amenaza de sacrificios ya vividos, con
audacia y compromiso es posible salir de la mentira, del estancamiento y del
fracaso.
Maravillosa y apropiada la cita de Lope de
Vega: “Jamás será feliz un amante tímido porque la felicidad no es sino el
premio a la audacia”.
Vale repetirlo: los argentinos después de
tantas y tan dolorosas frustraciones, con todo lo que tenemos, merecemos vivir
bien.
Gonio Ferrari
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