LATAM 487,EL VUELO DE LA
INDIFERENTE DISPLICENCIA
Es cierto el dicho popular
cuando sentencia que el avión es el medio de transporte más rápido para llegar
tarde y a eso lo están sufriendo decenas de pasajeros que ayer martes
aproximadamente a las 18,30 hicieron el preembarque desde Córdoba hacia Santiago
de Chile, sin imaginar que les tocaría
vivir esperas impensadas, pérdida de conexiones y otros manoseos evitables.
Ya acomodados en sus butacas,
se aprestaban a gozar el viaje que incluye la vista magnífica de la Cordillera
de los Andes porque el horario de salida era a las 19,50 con fulgurante luz
diurna, pero allí sobrevino la primera frustración porque cada 20 minutos les
anunciaban que ya salían… pero el Airbus permanecía quieto y así dos o tres
veces, mientras los pasajeros advertían movimientos de mecánicos junto a la
aeronave.
Llegaron las 22 de la noche y
se produjo la partida, aunque parezca fantasía, demorada por la pinchadura de
una rueda, detalle que seguramente se advirtió cuando la aeronave tocó tierra
en el Taravella, pero aunque se asemeje
a broma, no había un repuesto de cubierta, lo que equivale a que un
automovilista salga de viaje sin llevar la rueda de auxilio, lo que es
imperdonable.
Al arribo a Santiago de Chile
-aún no era medianoche- todos los pasajeros en tránsito buscaron raudamente los
mostradores para las distintas conexiones a otros destinos como por ejemplo Los
Angeles, con el detalle que el vuelo respectivo -de la misma línea aérea- aún
estaba en la plataforma, pero lacónicamente les hicieron saber que el vuelo
“estaba despachado” y era imposible abordarlo.
Abreviando, muchos perdieron
ese vuelo y a la vez el operativo receptivo en la ciudad norteamericana, el
hotel, automóvil alquilado, etc. pero eso nada les importó a las “caras de
poker” que decían atender a los frustrados viajeros que debieron realizar los
trámites aduaneros y de migraciones y luego acomodarse como pudieron, porque ¡para las 5
de esta madrugada de miércoles! (nunca mejor ni más acertada la coincidencia) los
llevarían a un lejano hotel mientras les reprogramaban el viaje, aunque muchos
optaron por dormir sentados en el Aeropuerto chileno de Pudahuel.
En verdad, una odisea demasiado
onerosa como para tomarla siquiera como “aventura”, porque la displicencia con
la que fueron tratados los frustrados pasajeros no condice con elementales
normas de respeto ni con la tradicional (aunque siempre fue dudosa)
hospitalidad trasandina con los argentinos.
Es probable que las decenas de
nuestros compatriotas que se vieron perjudicados por esa actitud apática e
indolente de Latam y su personal santiaguino, guarden dentro de sus peores
recuerdos cuando continuaron el viaje esta mañana, temperamento que por lo general
prevalece dejando atrás los sinsabores y los costos que debieron asumir de los
que Latam demostró no tomar conciencia empresaria ni hacerse cargo.
Alguien debiera explicar,
porque algunas razones deben existir, para que episodios de esta naturaleza se
puedan evitar con la simpleza de la previsión, pero advertimos que la política
del remiendo y la desconsideración hacia quienes utilizan sus servicios, no es
exclusividad como muchos piensan, de nuestra vapuleada línea de bandera.
Queda demostrado, por si hace
falta, que no todo lo foráneo es mejor que lo nuestro.
Y Latam, mientras tanto, sigue
“vendiendo” una imagen de puntualidad y correcta atención, que no son tan
ciertas.
Gonio Ferrari
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