6 de septiembre de 2020

S.L.B.: A 13 AÑOS DE LA MUERTE DE LUCIANO PAVAROTTI – CONVERSACIÓN CON LA DIP. NACIONAL SOHER EL SUCARÍA - LA EXTRAÑA MEGACAUSA DEL REGISTRO DE LA PROPIEDAD AÚN SORPRENDE – EL IMPUESTO A LAS GANANCIAS Y LA BUENA MEMORIA – ¿LA PANDEMIA SE AGRAVA O SE BLANQUEAN OCULTAMIENTOS? – RUGGERI Y UN ATAQUE DE SINCERIDAD, ETC.

Desgrabación de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los buenos” del 6/9/20 emitido en dúplex por AM580 y la FM88.5 ambas de Radio Universidad Nacional de Córdoba.

Luciano Pavarotti, tenor enorme  
SALÍA DE NOCHE A LOS ENSAYOS, DISFRAZADO Y
CON BARBA POSTIZA. SU HIJA LO CREÍA  LADRÓN
   Hay momentos en la vida de los grandes personajes incorporados a la historia universal que asoman como intrascendentes, pero que dejan su marca indeleble. Cuando cierta vez le preguntaron a la pequeña hija de Luciano Pavarotti, por entonces ignoto, a qué se dedicaba su padre, la pequeña supo admitir con mucha pena, que su papá era un ladrón, pues salía de casa siempre en la noche y usaba unos disfraces y barbas postizas.
   Era cuando Pavarotti salía a ensayar sus óperas en los comienzos de su carrera antes de convertirse en una celebridad que se transformó ahora en leyenda.
   Nació en Módena (Italia) en 1935 y creció deleitándose al escuchar a Fernando, su padre, un panadero que cantaba en el coro de la iglesia y que para Luciano siempre fue muchísimo mejor que él. Su padre supo recomendarle estudiar algo ya que sostenía que ganarse la vida con la música era bastante difícil, por lo que decidió ser maestro de escuela, pero cuando llegó el momento de decidir su trayectoria profesional, cuenta la historia que su madre le pidió que se decidiera por el canto, pues cuando cantaba ella sentía algo hermoso que no notaba cuando escuchaba a su padre.
   En un documental divulgado hace poco tiempo cuenta anécdotas imperdibles de Pavarotti como por ejemplo que recorriendo el caudaloso río Amazonas para llegar al Teatro de Manaos, escenario icónico de la ópera mundial donde cantó Enrico Caruso, su ídolo de infancia, vivió un curioso episodio.
   “¡Conocer el teatro y no cantar es un pecado!”, dicen que exclamó a lo mejor agregando alguna maldición, al verlo cerrado.
   Buscaron a alguien que abriere el teatro, que parecía abandonado y frente a un público de cinco o siete personas, entre ellas el personal de limpieza, y acompañado de un piano, cantó una opereta y ese 1 de marzo de 1995 fue la única vez que Pavarotti cantó en el majestuoso escenario de la ciudad brasileña, evento registrado en una pequeña cámara que llevaba su segunda esposa, Nicoletta Mantovani.
   Es tanto y tanto lo que hay para comentar de este baluarte de la lírica que consiguiera quitarle ese aire de elitismo con que fuera distinguida especialmente en la vieja Europa, hasta transformarla en pasión de multitudes compuesta por gente de todos los estratos sociales.
   Para ello integró a varios artistas de otros géneros con los que compartió escenarios y consolidó amistades que perduran aún más allá de los tiempos.

¿Fue dentro de la legalidad?
LA CURIOSA “SESIÓN” EN DIPUTADOS, DONDE MASSA
DEBIÓ ENFRENTAR DURÍSIMAS CRÍTICAS EN SOLEDAD
   Realmente por el hecho que la situación viene ocupando más discusiones e interpretaciones que certezas, todavía aparece en la bruma de las dudas lo que ocurriera en la última sesión de la Cámara de Diputados de la Nación presidida por un impersonal y abúlico Sergio Massa, quien debió soportar que muchos le dijeran lo que en realidad es un clamor de la curiosidad nacional: alguna definición acerca de la legalidad o no de aquella convocatoria y su realización, digamos mixta, entre presencial y remota.
   No fueron exitosas nuestras gestiones por obtener la palabra de algún representante kirchnerista o peronista, al parecer inclinados hacia un voto de silencio y como muy comentada fue la participación de la legisladora macrista por Córdoba, Soher El Sukaría, quien se despachó con algunas duras consideraciones, le vamos a interrumpir ahora la obligada cuarentena, encierro o como le quieran llamar, para tener al menos una palabra nacida desde el interior del problema que augura impredecibles consecuencias.
El audio de la conversación entre la legisladora nacional Soher El Sucaría y el periodista Gonio Ferrari puede ser escuchado buscándolo en la columna correspondiente, ubicada en
 la parte superior, lateral derecho de este blog.

Más sobre la vida de Pavarotti  
ERA HIJO DE UN PANADERO CON QUIEN DEBUTÓ
CANTANDO EN  EL CORO DE  SU MÓDENA NATAL
   Luciano Pavarotti era un tipo orondo, de elevada estatura, feliz de apariencia, dueño de una maravillosa voz de tenor lírico y se familiarizó con la ópera gracias a su padre, lo que comentamos hace unos minutos y la primera vez que enfrentó con su arte al público, lo hizo precisamente junto al viejo panadero en el coro de su ciudad natal.
   No consta que hubiera sido un éxito o un fracaso, pero siguiendo consejos de sus mayores estudió hasta ser maestro de escuela de lo que se ocupó durante un par de años pero sin abdicar de su sueño juvenil de llegar a ser arquero en un equipo profesional de fútbol, preferentemente de la Juventus, equipo por entonces de sus amores donde ahora entre otros luce nuestro comprovinciano el ex baluarte de “la gloria”, Paulo Dybala.  
   A lo mejor estoy salteando unos cuantos años, pero es dulce saber que allá por 1968 con 33 años el telón de la ópera de Berlín se levantó -escuche bien que no se trata de un error- nada menos que 165 veces mientras duraban los aplausos que durante 67 minutos, si, más de una hora, el público le reconocía su talento en la interpretación, en esa ocasión, de El elixir de amor, de Donizetti.
   Pavarotti poseía un elevado magnetismo acrecentado por haber conquistado a todos los públicos partiendo de una base por muchos considerada insólita: la ópera era para sectores socialmente encumbrados, admiradores de los encantos físicos pero Luciano no tenía la estampa de un conquistador.
   Remontándonos en los tiempos, es para recordar que la nodriza que lo amamantó desde niño también hizo lo propio con la gran soprano Mirella Freni, su contemporánea y con quien, amiga inseparable, deleitara en cientos de recitales, conciertos y presentaciones en todo el mundo.   
   Las canciones populares hicieron de él un ídolo en Estados Unidos, país en el que frecuentaba grandes shows televisivos y congregaba multitudes a cielo abierto. En Módena convocaba a las estrellas del rock y del pop -U2, Clapton, Celine Dion- a la vez que se erigía en desinteresado benefactor de los conciertos solidarios.
   Era una especie de contrafigura de Plácido Domingo hasta que la leucemia que atacara a José Carreras los reconciliara en un memorable recital brindado en las Termas de Caracalla allá por el año 1990 a raíz del cual sobrevino el fenómeno de los tres tenores. 
   Las giras y los millones de dólares tendieron a multiplicarse consolidándose entre ellos una fraternidad que se advertía en las interpretaciones, aunque en una de esas giras ciertas audaces imágenes de Pavarotti con su asistente en una excursión por Barbados destaparon un adulterio que removió la prensa chismosa y la familia de Luciano, quien terminaría desposando a Nicoletta Mantovani -34 años más joven como tantos casos parecidos- tendría un hija con ella y perdería otro. Un pasaje doloroso al que se añadiría el repudio de las tres hijas que concibió con su primera esposa, Adua Veroni de quien se divorció. Ella elogiaba la grandeza artística de Luciano, pero también lo retrató como un hombre inmaduro y arbitrario, a la vez alegre y triste.   
   Pavarotti fue un inmenso cantante, personaje mundano al que unió una profunda amistad con Lady Di, pero también un tipo caprichoso, arrogante, inestable y angustiado, hasta el extremo de que su pañuelo al viento en la mano izquierda tantas veces parecía una bandera blanca, reivindicando un armisticio, una tregua, una llamada de náufrago en la marea de los espectadores que lo idolatraban sin saber quién era.

“Extraña” Megacausa del Registro
UN TEMA VIGENTE QUE HA SUPERADO
LA DÉCADA Y PARECE  NO  TENER FIN

   Lo extraño es lo ajeno a lo propio, algo así como ser ajeno a la naturaleza de lo que forma parte. Así las cosas, se definiría como “extraña” la prisión preventiva sistemática utilizada en la causa del Registro de la Propiedad de Córdoba, cuando el Código que rige el accionar judicial indica que tal medida debe ser una excepción y no una regla.
   “Extraña” decisión también que todos los juicios de esta causa estén a cargo de una comisión especial única, cuando la normativa vigente ordena que los jueces sean designados por sorteo para garantizar la imparcialidad.  
   Más “extraño” resulta que llegado el juicio los centenares de imputados deban demostrar que no cometieron el delito que se les atribuye, cuando lo establecido es que el acusador pruebe los hechos que acusa.
   Y “extrañísimo”, ya que estamos, que se encarcele a empleados de bajo rango, con muy difícil acceso a la información y/o contactos necesarios para cometer los ilícitos investigados y que funcionarios de altos cargos, con poder e influencias no sean ni siquiera sospechados.
   Y esto sin mencionar la abismal distancia entre los magros bolsillos de los trabajadores encerrados y los abultados patrimonios de los poderosos y orondos impunes. Y como frutilla del postre, la “extraña” reiteración cíclica de procesos a los mismos condenados, sin aportar nada nuevo más que el mantenimiento en el tapete de la sonada causa.
   Un funcionamiento extraño, ajeno a leyes, ajeno al accionar judicial idóneo, ajeno a la búsqueda de verdad.
   Tan ajeno, la verdad como otra extrañeza, que resulta poco razonable concluir que haya en esto algo de justicia.  

Impuesto a las ganancias
A VECES ES BUENO ANALIZAR CIERTAS
CURIOSAS Y RISIBLES  INCOHERENCIAS

   Durante largo tiempo incluyendo parte de la administración macrista, el tema del descuento del impuesto a las ganancias a los trabajadores e inclusive a los jubilados, fue tema de controversias, denuncias, presentaciones judiciales, fallos, apelaciones y mil maneras más de reclamar por los afectados y de chicanear por parte de un Estado, que incluso permitió y aún lo permite, que los privilegiados magistrados de la justicia, no fueran tomados como sujetos a contribución por el mismo tributo, más cercano a la confiscación.
   Tengo entendido que incluso en algunos casos, la Corte Suprema falló a favor de los despojados, pero fue como si el tema les hubiera pasado por alto a los dueños del poder y más aún frente al desquicio de la economía, cuyos operadores políticos no sabían de dónde manotear para que los números no les resultaran tan inalcanzables como objetivos y tan mezquinos en cuanto al concepto que de ellos tenía y aún conserva la sociedad.
   Por supuesto que el tema se prestaba y todavía se presta como apetitoso postre a la hora de la demagogia en tanto desde todos los sectores se pregona la abolición de tal tributo por no considerarlo ganancia, sino salario.
   Algunos otros entendidos en la materia sostenía y no se cansan de pregonar que las mensualidades que reciben los jubilados son algo así como la devolución que el Estado les hace por el dinero que prestaron para que ese Estado lo administrara hasta llegar el momento del jubileo, que lo tendrían que devolver ya utilizado.
   Las interpretaciones son muchas, pero por eso de la trascendencia de los archivos, era común que los candidatos a puestos de relevancia en la administración estatal, apelaran a promesas que el tiempo se encargó de transformar en utopías, pero que en su momento fueron básicas en las plataformas de esos candidatos, plagadas de buenas intenciones en la batalla por conseguir votos.
   Volviendo a la cuestión de los archivos, que vienen a ser una dosis de “memorex” para la historia, se da la coincidencia que en una de las mesas donde doña Mirta Legrand demostraba que tenía sus años y los sobrellevaba con envidiable lucidez, coincidieron dos de los postulantes más relevantes de hace poquitos años.
   En esa ocasión la diva tocó el tema del impuesto a las ganancias y vale la pena escuchar los conceptos tanto del actual Presidente de la Nación, el penalista Dr. Alberto Fernández y de quien ahora preside la Cámara de Diputados de la Nación, el joven y zigzagueante Sergio Massa.
   Realmente, vale la pena escucharlos…

El audio al que se hace referencia, del que participan Mirta Legrand, el Dr. Fernández y el Dip. Nacional Sergio Massa puede ser escuchado buscándolo en la columna correspondiente, ubicada en la parte superior, lateral derecho de este blog.

Tiempos de pandemia y desorientación
NO SABEMOS SI LA SITUACIÓN SE AGRAVA
O SI EL PODER BLANQUÉA OCULTAMIENTO
   No me nieguen lo que primero nos asaltaba como una sensación pero con el correr de los días, del encierro, de las ansiedades y del manejo caprichoso y politizado de las estadísticas, nos encontramos con un panorama sanitario desolador, que transformó aquella percepción en un duro impacto de la realidad.
   Idas y vueltas, desorientación, improvisaciones y parches a lo largo y a lo ancho del país, en un escenario donde Capital Federal, Provincia de Buenos Aires y el resto del territorio nacional han sido y siguen siendo una especie de conflictuado y pestoso campo de batalla donde se dirimen posturas políticas e ideológicas más que objetivos sanitarios.
   Desde un comienzo incierto y olvidable aunque para muchos será lo contrario, históricamente inolvidable, que el virus desde China no llegaría de acuerdo con la científica percepción del ministro de Salud que habían colocado allí para subsanar aquel enorme error macrista de transformar ese organismo en una simple secretaría.
   La cuestión es que ministerio o como lo podamos calificar, entró en una etapa de ciclotimia operativa hasta llegar al colmo de transformar a la Argentina en uno de los países del mundo con mayor incidencia de la peste, mientras el aplanamiento de las curvas se sigue postergando y para peor, agravándose en buena parte del territorio nacional.
   ¿Volver a la fase “uno” del encierro total? ¿Habilitar gimnasios, peluquerías, algunos deportes, caminatas y funcionamientos de los casinos? Todo eso era y siguen siendo también parte de las diarias sorpresas que nos depara el tratamiento de la pandemia. Mientras todo eso ocurre y sólo Dios o como le quieran llamar al Supremo sabe, nuestros legisladores en su mayoría siguen apoltronados en sus casas, les encanta mirarse por televisión y creen que debaten.
   Y la rueda sigue girando en un escenario de ridículas y perniciosas dudas que nos acercan peligrosamente a un incipiente estado de anarquía, hasta el punto que se están multiplicando las ocupaciones de tierras privadas y otras invasiones parecidas, que vienen originalmente paridas en el Vaticano y ejecutadas por los que se creen guiados por la luz divina, jugando con ser los iluminados salvadores de la indigencia y de la hambruna.
   Se me ocurre que ha llegado la hora de dejarse de joder, de buscar otra manera de distraernos del desastre de nuestra economía, del aumento brutal de la pobreza, de la desocupación creciente, del crak financiero de las pymes, de la evasión de muchas empresas, de la inflación tan incontrolable como negada y escondida y de todas las otras consecuencias derivadas de los errores actuales que buscan disimularse y atenuarse en otros errores, igual de inocultables, los de la gestión anterior.
   Se cacarea con el arreglo de la deuda, aunque sólo haya sido eso de “patearla para adelante” como obsequio explosivo para quien le toque gobernar desde el 2025 y aunque exista continuidad de lo que le llaman “gestión”.
   No estamos bien, hay un empecinamiento en tenernos encerrados mientras las estadísticas se manipulan como si los argentinos fuéramos un conjunto de imbéciles que creemos todo lo que nos cuentan,
   Para colmo, la mayoría de los argentinos tienen o mejor dicho tenemos, la desventaja de no contar con la maquinita, esa que Boudou quería vender, que es la que nos podía también imprimir la felicidad.
   El, al menos, ya la tiene bien guardada.  
  Sanitariamente no sabemos si la situación se agrava o si el poder blanquea ocultamientos de lo que venía ocurriendo desde el lejano marzo pasado, sí, de este año.

La ventaja de poder decirlo…
AL  CABEZÓN RUGGERI NO “SE  LE SALIÓ LA
CADENA”: TUVO UN ATAQUE DE SINCERIDAD
   Los que seguimos algunos programas deportivos que difunde la televisión donde se generan debates a veces interesantes y otras con una notable carga de agresividad, bien sabemos que el “Cabezón” Ruggeri es un calentón y poco cuesta sacarlo de sus casillas, lo que se acentúa porque al no lucir pelos en su lengua, aplica su lenguaje tribunero y más de uno de quienes compartieron el panel se ha mostrado sorprendido.
   Partiendo de esa base como para que lo conozcan quienes piensan que Ruggeri sólo jugaba al fútbol, siempre con temperamento hirviente y pierna fuerte, tendrán al escuchar y evaluar una de sus participaciones televisivas, una idea más acabada de su personalidad.
   Un futbolista punzante y por momentos bravucón puede llegar a ser cáustico a la hora de evaluar la realidad que nos toca vivir y viene al caso entonces recordar de no hace mucho tiempo, cuando el “Cabezón” Ruggeri en un panel televisivo, tuvo un ataque de sinceridad a la hora de evaluar momentos y situaciones que vivía el país.
   Por lo que se advierte, hoy me toca pecar de nostalgioso y aferrado por imperio de circunstancias a ese enorme valor documental que en la vida moderna y como homenaje a la historia, tienen los archivos.
   Lo escuchemos…

El audio con la participación de Ruggeri en el panel televisivo de un interesante programa deportivo al que se hace referencia, puede ser escuchado buscándolo en la columna correspondiente, ubicada en la parte superior, lateral derecho de este blog.

Pavarotti derribó el muro del elitismo 
UNA PERSONALIDAD SOLIDARIA Y SENSIBLE EN UN
SER  DOTADO  DEL  PRIVILEGIO DE PODER AYUDAR

   La fama  alcanzó a Pavarotti cuando el público lo veía llegar a un Do agudo con muchísima facilidad y desde entonces, la vida del tenor se convertiría en un mágico recorrido que lo acercó a todo tipo de música y artistas, como los casos de U2, Eros Ramazzotti, Sting, Andrea Bocelli, Celine Dion, Elton John, Frank Sinatra, Michael Jackson, Barry White, Bryan Adams, Spice Girls y hasta la mismísima Mercedes Sosa, entre otros.
   También fue un filántropo, conversaba e ilustraba a los jovencitos inclinados hacia la lírica e hizo escuelas de canto en zonas de guerra, como la que construyó en Bosnia en medio de la Guerra de los Balcanes, y se volvió íntimo amigo de grandes líderes mundiales como la princesa Diana de Gales, Bono y Nelson Mandela. Viajó a todos los rincones del mundo, casi siempre alejado de su familia, con el único propósito de llevar la ópera hasta los más recónditos lugares del planeta.
   Su objetivo en la vida era expandir la lírica al mundo para que más gente se enamorara de la ópera. Por ejemplo, la llevó por primera vez a China y llenó sin problemas el Madison Square Garden haciendo recitales líricos y no óperas. Aunque Pavarotti murió en el 2007, sigue siendo un artista excepcional con una personalidad fascinante y una historia de vida poco conocida.
   El tiempo y la fama hicieron que Pavarotti se convirtiera en uno de los intérpretes más grandes de la historia de la ópera y una celebridad icónica de los años 90.

BONUS TRACK

   Por falta de tiempo pese a pasar por alto dos tandas comerciales y dos o tres temas musicales interpretados por Pavarotti, incluimos ahora el último de los comentarios que estaba previsto en el homenaje al enorme tenor, a 13 años de su desaparición física:

Ya pasaron 13 años de su ausencia 
LOS ÚLTIMOS AÑOS DEL GRAN TENOR FUERON
DE  CAMBIOS Y DESENCUENTROS  FAMILIARES
   Diez años se cumplen hoy, 6 de septiembre, del fallecimiento de uno de los más grandes tenores de todos los tiempos, Luciano Pavarotti, quien falleció casi a punto de cumplir setenta y dos años víctima de un cáncer de páncreas complicado con una neumonía.
   Con los años, su fama traspasaría los escenarios europeos para triunfar prácticamente en todo el mundo, allí donde tuvieran un teatro apropiado para el género que practicaba. Célebres fueron sus conciertos junto a Plácido Domingo y José Carreras, en un espectáculo titulado "Los 3 Tenores", que representaron en varias ciudades, con cifras espectaculares de audiencia, que también se difundiría en grabaciones disco y videográficas. Con Plácido tuvo "sus más y sus menos", en declaraciones donde el ego del italiano quedaba sobradamente conocido, aunque preguntado por las razones de su encono con el madrileño él resolvía respondiendo que sólo era debido a una cuestión de rivalidad, propia de primeras figuras del arte lírico.
   Tras la apariencia de un ser duro, curtido en el sacrificio de su profesión, se escondía probablemente su disimulada ternura. Y un carácter firme, que podía soportar todo tipo de
 contratiempos. Porque ya desde niño vivió los estertores de la II Guerra Mundial, cayó enfermo y tuvieron que suministrarle la extremaunción en cinco ocasiones. Todavía en 1975 pasó por otro inesperado e inolvidable trance al salir ileso de un accidente aéreo.

   Su vida sentimental parecía tranquila al lado de Adua Veroni, con quien contrajo matrimonio en 1961. Treinta y nueve años de aparente felicidad en un hogar al que fueron llegando tres hijas: Giuliana, Cristina y Lorenza. Pero terminó cayendo en las redes amatorias de la atractiva secretaría que tenía, Nicoletta Mantovani, 34 años más joven que él.  
   Enterada su esposa de que le ponía los cuernos se fue directamente hasta su rival y la  sorprendió en el camerino que ocupaba su marido en el Albert Hall, de Londres y allí se entrecruzaron palabras fáciles de imaginar, tratándose sobre todo de dos vehementes tanas.
   El asunto se zanjó cuando Nicoletta dijo a su oponente: "Señora Veroni, es cierto lo que usted sospecha: Luciano y yo nos amamos". Unas fotografías de la adúltera pareja en las islas Barbados en actitud que no admitía dudas determinaron que Adua Veroni pusiera a su esposo de patitas a la calle. Y pidió la separación y el consiguiente divorcio.
   Pavarotti y su secretaria se casaron civilmente en 2003. Tendrían dos hijos, los gemelos Alice y Riccardo; este último falleció a poco de nacer. Como todo divo que se precie, tenía sus costumbres y manías. Nunca viajaba con menos de cuarenta valijas. Su habitación de hotel tendría que estar recubierta en sus ventanas por papel metálico, con el fin de que no se filtrara el menor rayo de luz. Las sábanas, de color negro. El somier, con una tabla de madera encima, para que soportara sus muchos kilos de peso.
   En la "suite" dispondría de un frigorífico de grandes dimensiones, conteniendo buena parte de los alimentos que viajaban con él. Pues él mismo llegaba a cocinar sus platos favoritos, sobre todo pasta, cuando se encontraba de gira. Quienes conocieron a Luciano Pavarotti lo consideraron un hombre generoso y solidario, que aportaba importantes cantidades de dinero a la Cruz Roja, a ONGs que velaran por los refugiados y a otras fundaciones benéficas.
   A Pavarotti se le debe, entre otros, el enorme logro de llevar la ópera y la lírica en general a sectores de todo el mundo, a quienes esa maravilla del arte les estaba vedada lo que no es poco, en estos tiempos donde las desigualdades en muchos casos son una moda, o la exaltación del esnobismo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Su comentario será valorado