Desgrabación de los
comentarios del periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los buenos”
edición n° 638 difundido en dúplex el domingo 13/9/20 por AM580 y la FM88.5
ambas de Radio Universidad Nacional de Córdoba.
La eterna postergación del pico
EN LA
DURA LUCHA CONTRA EL MALDITO VIRUS
VENIMOS
SOPORTANDO DEMASIADOS VAIVENES
Cuando tomamos realidad que llevamos casi 180 días de mal llamada
cuarentena porque se acabaron los encierros, nos encontramos si lo analizamos
íntimamente y sin apasionamientos científicos o ideológicos, con una realidad
lastimosa que abarca desde lo social has ta lo económico, familiar y político de
nuestro devenir como sociedad.
Desde antes de mediados de marzo, dejando de lado aquel histórico
exabrupto del inefable Ginés González García cuando sostenía que China estaba
demasiado lejos para que el maldito bicho llegara hasta nosotros, que venimos
navegando en una especie de consolidada incertidumbre por la ciclotimia
advertida en una situación que nos descoloca, porque desde el poder siguen
postergando el reconocimiento de haber llegado a la meseta, quedarnos en el
pico y empezar a descender en la cantidad de infectados, de recuperados y de
víctimas fatales.
Los
números son tan caprichosos o los vienen mostrando o manipulando como tales,
que la reacción de la gente es paralela con esa incertidumbre que se manifiesta
en los vaivenes de las conductas que un día aconsejan el encierro, más tarde la
apertura de la que imprudentemente tanto se abusa, para caer luego al
desencanto de regresar a imposiciones que más allá de limitar las libertades
consagradas desnudan un alarmante nivel de improvisación, desorientación o lisa
y llanamente desconocimiento de la realidad.
Vaya
a saber qué generaciones surgirán en la sociedad si la formación que reciben se
basa en remiendos, aciertos, desaciertos, dudas y especulaciones sectoriales
aparte de la utilización política e ideológica del mal que empecinadamente
anida entre nosotros.
La
lucha frontal muestra alarmante desgaste seguramente por el propio cansancio y
hartazgo que generan en el seno de la comunidad, agobiada inicialmente por las
oscuras perspectivas y agravada luego por el emergente en desastre financiero,
alocada escalada de precios que se pretende desconocer y ocultar, deterioro de
las relaciones hogareñas, desconcierto para la contención de los hijos,
secuelas todas virtualmente impensadas cuando se pretendió hacernos creer que
el mal, una especie de gripe potenciada, pasaría como pasó, entre otros, el
demonio de otras pestes.
Pocos han sido los sesudos funcionarios que tuvieran la grandeza de referirse
como problema eso de los daños colaterales, por la simple razón que no se
avizora su real incidencia y menos aún las maneras de encararlos para
superarlos y aportar tranquilidad a la población.
Cuando las restricciones se moderan es penoso advertir algo muy cercano
al desenfreno, al abuso de lo que se permite, en nombre de una marcada cesión a
las presiones con las que coaccionan los sectores afectados ya sean
empresarios, financieros, sociales, deportivos, partidistas o religiosos.
El
mal quedará superado a través de las vacunas cuando salgan de su propia trama
de intrigas, dudas y escondrijos y cuando la sociedad tome en cuenta lo que no
ha hecho en estos casi seis meses de angustia: asumir conciencia real, acabada,
firme y convincente, que aún no ha llegado lo peor y que la lucha es minuto a
minuto contra un enemigo desconocido que muchos se empeñan en negarle su
destructivo y mortífero poder.
Rebelión policial
ACOSADOS POR
AQUELLOS FANTASMAS QUE EN
EL 2013
NOS LLEVARON AL BORDE DEL DESASTRE
Vieja es aquella frase ya gastada y percudida pero que encierra más allá
de las lastimosas nostalgias, el dolor de una sociedad humillada por una
realidad agobiante: “parece que fue ayer”, cuando traemos a la memoria los
terroríficos momentos que pasamos siete años atrás cuando la rebelión policial
en Córdoba se cobró tan alto precio en vidas, daños, pérdidas de confianza y
fortalecimiento –aunque pocos lo analicen así- de la desconfianza popular que
ya había en una fuerza de seguridad como la policía, obligada a protegernos.
Dejemos de lado la actitud asumida por el poder provincial que permitió
que la situación incrementara su conflictividad, pero lo irracional fue el
temperamento asumido desde el nivel nacional, que nos pasaba factura a los cordobeses
por los resultados electorales adversos a ellos.
Ni
siquiera atendían el teléfono ante los urgentes pedidos de auxilio para
terminar con una situación que derivó en saqueos siempre salvajes, mientras los
sediciosos pretendían imponer sus demandas al precio de la inseguridad
ciudadana y sus penosas consecuencias, hasta el punto que no fueron pocos los
casos de vecinos que debieron armarse en defensa de sus casas o de comerciantes
para impedir el ataque a sus locales.
Cada
noche fue de terrible incertidumbre, de dormir con un ojo abierto y los que
podían, con un arma de fuego a mano.
Y
cuando el problema pasó a ser recuerdo con su solución a medias, quedó una
institución mancillada por la inconducta y la indiferencia de sus cuadros
frente al deber de amparar a la comunidad que paga elevados tributos y que no
recibe la necesaria contraprestación en materia de prevención delictual por
falta de una política integral de seguridad.
Pero
aunque no se tratara de la primera rebelión de un brazo armado de la ley como
lo es la policía, cuando explotó la presión en la capital nacional incluyendo
la tropelía de rodear la mismísima residencia presidencial, se produjeron dos
fenómenos: uno allá y otro como eco en Córdoba y en otras provincias.
Allá, en el puerto, tiraron y aflojaron hasta que cedieron a lo
demandado, peso más o peso menos pero aquí en Córdoba ni fue necesario un
remedo de aquellos terribles momentos que nos hicieran vivir el desacato y la
inconciencia de quienes nos dejaron abandonados a nuestra suerte, porque en una
sola jornada, el “cordobesismo” que sufriera aquel apriete del 2013 se despachó
con dos aumentos como para abortar cualquier mala intención.
Hasta ahora las cosas quedaron allí.
Roguemos que la paz sea duradera.
Algún día habrá que pagarla…
EL
“CORDOBESISMO” SIGUE ENGROSANDO DEUDA EN
PELIGROSA
PERSPECTIVA DE COMPLICAR EL FUTURO
Debo
antes que nada confesar algo muy íntimo y personal, pero es necesario hacerlo
porque, seguramente invadiré terrenos del tecnicismo económico acerca de los
cuales siento tanto respeto, como reconozco mi ignorancia que nace seguramente
por mi aversión a las matemáticas, a los números, que son demasiado exactos
para mi gusto y no ofrecen ninguna sorpresa.
Dicho sea en síntesis, siento que los cordobeses estamos hasta los
flecos en materia de deuda contraída tanto a nivel nacional como en operaciones
de préstamos o como le quieran llamar, o créditos, todos concertados en moneda
extranjera.
En
un país financieramente ciclotímico y caprichoso como lo es el nuestro, no
pretendamos la inmovilidad de la cotización del billete verde, porque cuando
uno comenta sus variaciones en los
últimos tiempos, que llegó a ser de uno a uno en su momento y ahora un solo
dólar se consigue a 135 pesos, en muchas partes del mundo se me matan de risa.
Sea
como fuere, el tema radica en la vocación que podamos tener o no de
endeudarnos, aunque sea con el propósito de encarar obras sobrefacturadas, caer
en las sensuales redes de la demagogia o procurar por ese camino llegar a la
perpetuidad en el poder, sin dejar de lado una motivación que bien pudiera ser
patriótica, pensando en el bienestar de los cordobeses.
Lo
aceptemos como viene, con la mejor buena voluntad e indulgencia, pero el
costado negativo radica en que todo lo que debamos, adentro o afuera, alguna
vez tendremos que pagarlo y los prestamistas no son sociedades de beneficencia
sino un negocio más que próspero, plagado de avidez y de exigencias que
siempre, inevitablemente, llevan al alargamiento de los plazos y el consecuente
encarecimiento del dinero.
¿Cuánto estamos debiendo en dólares los cordobeses?
Me
juego a sospechar que ni siquiera lo saben con precisión quienes firmaron cada
papelerío para que nos prestaran, porque de lo contrario no se comprende cómo
pueden cometer lo que uno, como ciudadano, califica al menos en grado de temeraria
imprudencia.
Porque los compromisos se hacen a tan largos plazos que se transforman
en impagables en tiempos presentes pero parece no preocupar a los responsables
de comprometernos de tal manera.
Lo
pagarán seguramente quienes vengan en reemplazo de los actuales, sean o no del
palo y si no lo fueran, redoblaremos el dolor de saber que nos empernaron a
sabiendas, total sería otro el que cumpliría con los compromisos.
Don
Aurelio García Elorrio, legislador de un partido minoritario, ha venido
desmenuzando puntillosamente lo que venimos creciendo en deuda, pero pocos han
tenido la respetuosa actitud de escucharlo y menos de corregir el rumbo.
En
consecuencia nos aprestemos a mediano plazo -y vuelvo a pedir disculpas por mi
ignorancia en cuestiones económicas, tanto que tengo mi capital invertido en
deudas- a enterarnos que nuestra situación queda al borde o ya dentro de eso
que le llaman cesación de pagos.
Y rogaremos
que apareciera un elemento salvador, una óptima cosecha, un record de
recaudación tributaria por impuestos astronómicos o cualquier otra bonanza y
entonces con tal panorama, llegaríamos a una penosa conclusión.
Aquellos que nos prometieran ponernos de pie, tendrán que curarnos las
escoriaciones en las rodillas.
Megacausa del Registro de la Propiedad
CON LA PRIMAVERA SE POTENCIA EL PLACER DE
PALADEAR SABROSAS CREACIONES CULINARIAS
Al mejor y más puro estilo gastronómico el Poder Judicial cordobés
patentó como plato especial el “guiso mega del Registro”.
¿La receta? Vamos con los ingredientes: cientos de imputados, 15
años de investigación, algún problema de inmuebles, una comisión especial, tres
años de prisión preventiva, miles de hojas de expedientes, kilos
de juicios, mucha imaginación, bastante íntima convicción, condenas a
gusto y abundante desborde mediático.
Para la elaboración reúna a los imputados poniendo especial cuidado en
la cantidad, ya que de ello dependerá el éxito del plato. Busque variedad y no
tema agregar vecinos, amigos, parientes, conocidos o contactos telefónicos,
pues a mayor número resultará más creíble y sustancioso.
Anuncie un problema para investigar y tómese su tiempo, así podrá
convertir cada palabra en una causa y alargará la duración del plato y su
consecuente y duradero sabor.
Para obtener un resonante éxito culinario, la forma deseada es que
nombre una comisión especial, y no demore en asegurar la prisión preventiva
para todos los imputados: comience con dos años y extienda hasta tres, y verá
cómo se produce el efecto extorsivo.
Dele rienda suelta a la imaginación para que el expediente leude y
triplique su volumen, lo que dificultará su lectura y los detalles, muchos de
ellos sabrosos, pasarán desapercibidos. Inicie y repita juicios con pequeñas
variantes, cada caso parecerá uno nuevo y casi nadie notará la diferencia.
No le tema a la falta de pruebas a la hora de condenar, ya que
suficiente cantidad de íntima convicción le posibilitará lograr idénticos
resultados.
Finalmente publique con energía en página colorida y consagrará así el
éxito tanto del plato como de la causa.
En la práctica, la receta se repite tal
cual, aunque no sepamos aún quiénes se benefician con esta sabrosa y apetecible
comilona.
Buenos Aires y su prepotencia
UN
“BOLSIQUEO” COMO ÚNICA SALIDA A LOS
PROBLEMAS
FINANCIEROS DE LA PROVINCIA
Vamos a
los bifes, porque los tiempos apremian: el Decreto de Necesidad y Urgencia que
modifica la coparticipación federal impacta duramente contra esta disposición
de la Constitución Nacional:
“El
Poder Ejecutivo no podrá en ningún caso bajo pena de nulidad absoluta e
insanable, emitir disposiciones de carácter legislativo.
Solamente cuando circunstancias excepcionales hicieran imposible seguir
los trámites ordinarios previstos por esta Constitución para la sanción de las
leyes, y no se trate de normas que regulen materia penal, tributaria, electoral
o de régimen de los partidos políticos, podrá dictar decretos por razones de
necesidad y urgencia, los que serán decididos en acuerdo general de ministros
que deberán refrendarlos, conjuntamente con el jefe de gabinete de ministros.”
Según reza el Art. 99, 3 de nuestra Constitución Nacional.
Si
es que tenemos algún respeto por la historia y aplicamos el uso racional de la
memoria, ahora resulta que la capital federal, regida durante poco más de 10
años por el macrismo y sus aliados, fue la rueda de auxilio para una
administración provincial desmanejada a lo largo de alrededor de tres décadas
por el peronismo en cualquiera de sus ramas y versiones que parten del tronco
hacia la derecha y la izquierda.
Hay
que evaluar cuánto y cuándo crecieron la pobreza, la marginalidad y el festival
de bonos y subsidios.
No
pretendamos el reconocimiento inmediato, porque el mejor aliado de la verdad
suele ser el paso del tiempo, el valor de los resultados y el análisis
desapasionado de las consecuencias.
Es
por eso que me permito utilizar, extraído del muro en faceboock de la Sra.
Emilia Ferreyra Molina a quien de corazón le agradezco, una anécdota que viene
al caso en su moraleja, que ya sin dudas es parte de la historia. Se las leo:
"Después de convertirme en presidente, le pedí a algunos miembros
de mi escolta que fuésemos a pasear por la ciudad y tras el paseo, fuimos a
almorzar a un restaurante.
Nos
sentamos en uno de los más céntricos, y cada uno de nosotros pedimos lo que
quiso... Después de un tiempo de espera apareció el camarero trayendo nuestros
menús... Fue justo entonces cuando me di cuenta que en la mesa que estaba justo
frente a la nuestra, había un hombre solo, esperando ser atendido...
Cuando fue servido, le dije a uno de mis soldados: ve a pedirle a ese
señor que se una a nosotros. El soldado fue y le transmitió mi invitación. El
hombre se levantó, tomó su plato y se sentó justo a mi lado...
Mientras comía, sus manos temblaban constantemente y no levantaba la
cabeza de la comida. Cuando terminamos se despidió de mí sin apenas mirarme, le
di la mano y se marchó. El soldado me comentó: ese hombre debía estar muy
enfermo, ya que sus manos no paraban de temblar mientras comía…
¡No,
en absoluto! la razón de su temblor es otra... Me miraron extrañados y les
conté: Ese hombre era el guardián de la cárcel donde yo estuve encerrado... A menudo,
después de las torturas a las que me sometían, yo gritaba y lloraba pidiendo un
poco de agua y él venía, me humillaba, se reía de mí y en vez de darme agua, orinaba
en mi cabeza. Él no estaba enfermo, lo que estaba era asustado y temblaba
quizás esperando que yo, ahora que soy presidente de Sudáfrica, lo mandase a
encarcelar y le hiciese lo mismo que él me hizo, torturarlo y humillarlo. Pero
yo no soy así, esa conducta no forma parte de mi carácter, ni de mi ética.
"Las mentes que buscan venganza destruyen los estados; mientras que las
que buscan la reconciliación construyen Naciones."
Es
una pintura de la personalidad de Nelson Mandela, Presidente de Sudáfrica.
Y bien
vale reconocer en este caso la coherencia cívica de nuestro gobernador, quien
no cedió -y esperamos de su firmeza- frente a las presiones y ninguneos que
seguramente fueran los principales objetivos de los prepotentes.
La coparticipación ha sido por lo general una
cachiporra con la que el poder central golpeó, para obligar al herido a pedir
clemencia, más medicamentos, menos presiones y respeto por el federalismo.
Sin
embargo, eso de la sumisión a los caprichos y encumbrados autoritarismos, no
debiera ser de aplicación si es que por la Democracia conservamos aún algo de
respeto.
Porque debe ser horrible tomar íntima y avergonzada conciencia de haber
claudicado en las propias convicciones.
La ciudad ¿autónoma? y su drama
LARRETA
A UN PASO DE SALIR EN LA TAPA
DEL
“VERAZ” ANTE IMPOSICIÓN NACIONAL
Lo
único que en estos momentos debe estar agradeciendo Rodriguez Larreta es la
campaña para posicionarlo en el principal escalón del podio que le están
haciendo el presidente de la Nación y uno de sus pequeños delfines, Axel
Kiciloff, quien acumuló votos en un conurbano que gobierna el peronismo desde
el ’83 y por espacio de casi 30 años aunque todavía no tengan agua potable ni
cloacas.
Es
que la indignación popular no fue pequeña, al menos en la capital federal,
cuando se enteraron que a la ciudad autónoma y de un plumazo y sin anestesia,
desde la Presidencia la despojaban de unos cuantos mangos como se pueden
considerar a 35 mil millones.
No
es para malpensar que la administración bonaerense sea un desastre sino que
aparte de representar una quita de la mitad del presupuesto para seguridad,
varios objetivos oportunamente planteados y obviamente prometidos no se
llegaron a realizar, y todo -porque a alguien siempre hay que echarle la culpa-
como consecuencia de un reclamo policial que llegó a ocupar el frente de la
residencia de Olivos, caso inédito en la historia de nuestro país.
Había que echar mano a ciertas partidas, y haciendo como que el profesor
universitario no conocía la Constitución Nacional, manoteó esos dineros y los
hizo transferir para que los policías, miembros de una institución devaluada en
su consideración ante la gente, arreglara sus problemas salariales y de otra
índole no tan sólo heredados de doña Vidal, sino de todas las otras
administraciones peronistas que se sucedieron por tres décadas.
Y en
una reacción previsible y sin dudas que habrá estado en las consideraciones de
quienes dispusieron la apropiación, o mejor dicho expropiación, el jefe del
gobierno de la Ciudad Autónoma adelantó que acudiría a la Corte Suprema de Justicia
para que arbitre en la enojosa situación que en principio y por comentarios de
los especialistas, se trataba de una medida abiertamente inconstitucional,
aunque eso no represente ninguna garantía por los franeleos, desde todo el
abanico político salvo contadísimas excepciones, a los que ha sido sometida
nuestra Carta Magna.
Habrá que esperar y en tal sentido los tiempos juegan un papel
preponderante por eso del manejo de los relojes de la Justicia que no siempre
están coordinados con las manecillas que mueven esos otros tiempos, los de la
gente y en muchos casos de la lógica, de las urgencias, de las necesidades y de
los apresuramientos.
El
tema es qué puede llegar a ocurrir si la Justicia dictamina que la medida de
esa especie de embargo multimillonario fue adoptada sin respetar la ley y que
sería de inaplicación o de resarcimiento inmediato si ya se hubiera
materializado.
Uno
de los dos quedará “orsai”.
Si
finalmente el fallo beneficia al Presidente de todes les argentines, el
ascendente jefe de gobierno capitalino tendrá que rebuscárselas de otra manera,
cargando las agobiadas espaldas de sus contribuyentes con la obligación de
nuevos tributos, la paralización de obras u otras maneras de ahorrar.
Porque si no cumpliera, es más que seguro le embargarían sus recursos,
lo ubicarían en la tapa de los informes del “Veraz” y por vía judicial la tarea estaría a cargo de algún abogado o
abogada exitosa aunque con certeza se inclinaría por esta última opción.
Antecedentes valiosos no le faltan como exitosa: en pocos meses logró la
libertad de demasiados presos…
No debe existir una injusticia mayor
HORA DE
TERMINAR CON ESOS CASOS DE
MUERTES ATRIBUIDAS A LA BUROCRACIA
Lo
más lamentable de los fracasos es cuando se generan situaciones luctuosas que
pudieran haberse evitado, como es el caso de las muertes derivadas de una
exacerbada costumbre de aplicar trabas, de imposibilitar soluciones, de impedir
salidas decorosas y, en suma, de ejercer esa perniciosa práctica de la
burocracia.
Ya
se han dado muchos casos en que la desgracia es hija de las demoras, de las
indecisiones, de la falta de coordinación entre organismos ya sean estatales o
privados, o del excesivo culto a transferir culpas con tal de salvarse de
consecuencias muchas veces irreparables.
Echarle la culpa a la pandemia para desatender a un paciente de otra
patología tan evidente como apremiante, es un caso de irresponsabilidad
mayúscula, como lo fue el impedir a un padre darle el abrazo final a su hija
agonizante, al amparo de disposiciones mal coordinadas entre provincias.
Es
posible que algunos sostengan que para eso están las actuaciones posteriores de
la Justicia, eso de deslindar responsabilidades y cargarlas en otros; eso de
pretender salvar lo insalvable con una cifra de dinero de varios dígitos o con
cualquier otro sistema que se pudiera aplicar.
Lo
trascendente de estos casos es lo irreversible de los resultados, porque el
enfermo de apendicitis que pudo salvarse o la joven mujer que no pudo abrazar a
su padre en los últimos instantes de la agonía, representan símbolos, penosos
símbolos, de consecuencias que no tienen vuelta atrás.
Alguna vez, si evolucionamos como sociedad y apartamos de nuestras mentes
los egoísmos y esa pretensión de sentirnos superiores porque tenemos algún
mínimo de autoridad, llegaremos a convencernos de las ventajas que muchas veces
asume una actitud de poner los sentimientos y la sensibilidad por encima de las
premuras, las prohibiciones o la ley misma.
Todo
lo que se haga sin esos básicos principios que alimenta la solidaridad, no
tendrá ninguna razón de ser.
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