13 de septiembre de 2020

S.L.B.: DEMASIADOS VAIVENES EN LA LUCHA CONTRA EL MALDITO VIRUS - REBELIÓN POLICIAL Y EL MAL RECUERDO DE 2013 - EL "CORDOBESISMO" Y SU VOCACIÓN POR ENDEUDARSE - CREACION CULINARIA EN EL MARCO DE LA MEGACAUSA - BUENOS AIRES, LA PREPOTENCIA Y EL "BOLSIQUEO" - RODRIGUEZ LARRETA CANDIDATO A LA TAPA DEL "VERAZ" - ES HORA DE TERMINAR CON MUERTES CAUSADAS POR LA BUROCRACIA, ETC.


Desgrabación de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los buenos” edición n° 638 difundido en dúplex el domingo 13/9/20 por AM580 y la FM88.5 ambas de Radio Universidad Nacional de Córdoba.

La eterna postergación del pico
EN LA DURA LUCHA CONTRA EL MALDITO VIRUS
VENIMOS SOPORTANDO DEMASIADOS VAIVENES
   Cuando tomamos realidad que llevamos casi 180 días de mal llamada cuarentena porque se acabaron los encierros, nos encontramos si lo analizamos íntimamente y sin apasionamientos científicos o ideológicos, con una realidad lastimosa que abarca desde lo social hasta lo económico, familiar y político de nuestro devenir como sociedad.
   Desde antes de mediados de marzo, dejando de lado aquel histórico exabrupto del inefable Ginés González García cuando sostenía que China estaba demasiado lejos para que el maldito bicho llegara hasta nosotros, que venimos navegando en una especie de consolidada incertidumbre por la ciclotimia advertida en una situación que nos descoloca, porque desde el poder siguen postergando el reconocimiento de haber llegado a la meseta, quedarnos en el pico y empezar a descender en la cantidad de infectados, de recuperados y de víctimas fatales.
   Los números son tan caprichosos o los vienen mostrando o manipulando como tales, que la reacción de la gente es paralela con esa incertidumbre que se manifiesta en los vaivenes de las conductas que un día aconsejan el encierro, más tarde la apertura de la que imprudentemente tanto se abusa, para caer luego al desencanto de regresar a imposiciones que más allá de limitar las libertades consagradas desnudan un alarmante nivel de improvisación, desorientación o lisa y llanamente desconocimiento de la realidad.
   Vaya a saber qué generaciones surgirán en la sociedad si la formación que reciben se basa en remiendos, aciertos, desaciertos, dudas y especulaciones sectoriales aparte de la utilización política e ideológica del mal que empecinadamente anida entre nosotros.
   La lucha frontal muestra alarmante desgaste seguramente por el propio cansancio y hartazgo que generan en el seno de la comunidad, agobiada inicialmente por las oscuras perspectivas y agravada luego por el emergente en desastre financiero, alocada escalada de precios que se pretende desconocer y ocultar, deterioro de las relaciones hogareñas, desconcierto para la contención de los hijos, secuelas todas virtualmente impensadas cuando se pretendió hacernos creer que el mal, una especie de gripe potenciada, pasaría como pasó, entre otros, el demonio de otras pestes.
   Pocos han sido los sesudos funcionarios que tuvieran la grandeza de referirse como problema eso de los daños colaterales, por la simple razón que no se avizora su real incidencia y menos aún las maneras de encararlos para superarlos y aportar tranquilidad a la población.
   Cuando las restricciones se moderan es penoso advertir algo muy cercano al desenfreno, al abuso de lo que se permite, en nombre de una marcada cesión a las presiones con las que coaccionan los sectores afectados ya sean empresarios, financieros, sociales, deportivos, partidistas o religiosos.
   El mal quedará superado a través de las vacunas cuando salgan de su propia trama de intrigas, dudas y escondrijos y cuando la sociedad tome en cuenta lo que no ha hecho en estos casi seis meses de angustia: asumir conciencia real, acabada, firme y convincente, que aún no ha llegado lo peor y que la lucha es minuto a minuto contra un enemigo desconocido que muchos se empeñan en negarle su destructivo y mortífero poder.

Rebelión policial
ACOSADOS  POR  AQUELLOS  FANTASMAS QUE EN
EL 2013 NOS LLEVARON AL BORDE DEL DESASTRE
   Vieja es aquella frase ya gastada y percudida pero que encierra más allá de las lastimosas nostalgias, el dolor de una sociedad humillada por una realidad agobiante: “parece que fue ayer”, cuando traemos a la memoria los terroríficos momentos que pasamos siete años atrás cuando la rebelión policial en Córdoba se cobró tan alto precio en vidas, daños, pérdidas de confianza y fortalecimiento –aunque pocos lo analicen así- de la desconfianza popular que ya había en una fuerza de seguridad como la policía, obligada a protegernos.
   Dejemos de lado la actitud asumida por el poder provincial que permitió que la situación incrementara su conflictividad, pero lo irracional fue el temperamento asumido desde el nivel nacional, que nos pasaba factura a los cordobeses por los resultados electorales adversos a ellos.
   Ni siquiera atendían el teléfono ante los urgentes pedidos de auxilio para terminar con una situación que derivó en saqueos siempre salvajes, mientras los sediciosos pretendían imponer sus demandas al precio de la inseguridad ciudadana y sus penosas consecuencias, hasta el punto que no fueron pocos los casos de vecinos que debieron armarse en defensa de sus casas o de comerciantes para impedir el ataque a sus locales.
   Cada noche fue de terrible incertidumbre, de dormir con un ojo abierto y los que podían, con un arma de fuego a mano.
   Y cuando el problema pasó a ser recuerdo con su solución a medias, quedó una institución mancillada por la inconducta y la indiferencia de sus cuadros frente al deber de amparar a la comunidad que paga elevados tributos y que no recibe la necesaria contraprestación en materia de prevención delictual por falta de una política integral de seguridad.
   Pero aunque no se tratara de la primera rebelión de un brazo armado de la ley como lo es la policía, cuando explotó la presión en la capital nacional incluyendo la tropelía de rodear la mismísima residencia presidencial, se produjeron dos fenómenos: uno allá y otro como eco en Córdoba y en otras provincias.
   Allá, en el puerto, tiraron y aflojaron hasta que cedieron a lo demandado, peso más o peso menos pero aquí en Córdoba ni fue necesario un remedo de aquellos terribles momentos que nos hicieran vivir el desacato y la inconciencia de quienes nos dejaron abandonados a nuestra suerte, porque en una sola jornada, el “cordobesismo” que sufriera aquel apriete del 2013 se despachó con dos aumentos como para abortar cualquier mala intención.
   Hasta ahora las cosas quedaron allí.
   Roguemos que la paz sea duradera.


Algún día habrá que pagarla…
EL “CORDOBESISMO” SIGUE ENGROSANDO DEUDA EN
PELIGROSA  PERSPECTIVA DE COMPLICAR EL FUTURO


   Debo antes que nada confesar algo muy íntimo y personal, pero es necesario hacerlo porque, seguramente invadiré terrenos del tecnicismo económico acerca de los cuales siento tanto respeto, como reconozco mi ignorancia que nace seguramente por mi aversión a las matemáticas, a los números, que son demasiado exactos para mi gusto y no ofrecen ninguna sorpresa.
   Dicho sea en síntesis, siento que los cordobeses estamos hasta los flecos en materia de deuda contraída tanto a nivel nacional como en operaciones de préstamos o como le quieran llamar, o créditos, todos concertados en moneda extranjera.
   En un país financieramente ciclotímico y caprichoso como lo es el nuestro, no pretendamos la inmovilidad de la cotización del billete verde, porque cuando uno  comenta sus variaciones en los últimos tiempos, que llegó a ser de uno a uno en su momento y ahora un solo dólar se consigue a 135 pesos, en muchas partes del mundo se me matan de risa.
   Sea como fuere, el tema radica en la vocación que podamos tener o no de endeudarnos, aunque sea con el propósito de encarar obras sobrefacturadas, caer en las sensuales redes de la demagogia o procurar por ese camino llegar a la perpetuidad en el poder, sin dejar de lado una motivación que bien pudiera ser patriótica, pensando en el bienestar de los cordobeses.
   Lo aceptemos como viene, con la mejor buena voluntad e indulgencia, pero el costado negativo radica en que todo lo que debamos, adentro o afuera, alguna vez tendremos que pagarlo y los prestamistas no son sociedades de beneficencia sino un negocio más que próspero, plagado de avidez y de exigencias que siempre, inevitablemente, llevan al alargamiento de los plazos y el consecuente encarecimiento del dinero.
   ¿Cuánto estamos debiendo en dólares los cordobeses?
   Me juego a sospechar que ni siquiera lo saben con precisión quienes firmaron cada papelerío para que nos prestaran, porque de lo contrario no se comprende cómo pueden cometer lo que uno, como ciudadano, califica al menos en grado de temeraria imprudencia.
   Porque los compromisos se hacen a tan largos plazos que se transforman en impagables en tiempos presentes pero parece no preocupar a los responsables de comprometernos de tal manera.
   Lo pagarán seguramente quienes vengan en reemplazo de los actuales, sean o no del palo y si no lo fueran, redoblaremos el dolor de saber que nos empernaron a sabiendas, total sería otro el que cumpliría con los compromisos.
   Don Aurelio García Elorrio, legislador de un partido minoritario, ha venido desmenuzando puntillosamente lo que venimos creciendo en deuda, pero pocos han tenido la respetuosa actitud de escucharlo y menos de corregir el rumbo.
   En consecuencia nos aprestemos a mediano plazo -y vuelvo a pedir disculpas por mi ignorancia en cuestiones económicas, tanto que tengo mi capital invertido en deudas- a enterarnos que nuestra situación queda al borde o ya dentro de eso que le llaman cesación de pagos.
   Y rogaremos que apareciera un elemento salvador, una óptima cosecha, un record de recaudación tributaria por impuestos astronómicos o cualquier otra bonanza y entonces con tal panorama, llegaríamos a una penosa conclusión.
   Aquellos que nos prometieran ponernos de pie, tendrán que curarnos las escoriaciones en las rodillas.

Megacausa del Registro de la Propiedad
CON LA PRIMAVERA SE POTENCIA EL PLACER DE
PALADEAR SABROSAS CREACIONES CULINARIAS
   Al mejor y más puro estilo gastronómico el Poder Judicial cordobés patentó como plato especial el “guiso mega del Registro”.
   ¿La receta? Vamos con los ingredientes: cientos de imputados, 15 años de investigación, algún problema de inmuebles, una comisión especial, tres años de prisión preventiva, miles de hojas de expedientes, kilos de juicios, mucha imaginación, bastante íntima convicción, condenas a gusto y abundante desborde mediático.
   Para la elaboración reúna a los imputados poniendo especial cuidado en la cantidad, ya que de ello dependerá el éxito del plato. Busque variedad y no tema agregar vecinos, amigos, parientes, conocidos o contactos telefónicos, pues a mayor número resultará más creíble y sustancioso.
   Anuncie un problema para investigar y tómese su tiempo, así podrá convertir cada palabra en una causa y alargará la duración del plato y su consecuente y duradero sabor.
   Para obtener un resonante éxito culinario, la forma deseada es que nombre una comisión especial, y no demore en asegurar la prisión preventiva para todos los imputados: comience con dos años y extienda hasta tres, y verá cómo se produce el efecto extorsivo.
   Dele rienda suelta a la imaginación para que el expediente leude y triplique su volumen, lo que dificultará su lectura y los detalles, muchos de ellos sabrosos, pasarán desapercibidos. Inicie y repita juicios con pequeñas variantes, cada caso parecerá uno nuevo y casi nadie notará la diferencia.
   No le tema a la falta de pruebas a la hora de condenar, ya que suficiente cantidad de íntima convicción le posibilitará lograr idénticos resultados.
   Finalmente publique con energía en página colorida y consagrará así el éxito tanto del plato como de la causa.   
En la práctica, la receta se repite tal cual, aunque no sepamos aún quiénes se benefician con esta sabrosa y apetecible comilona. 

Buenos Aires y su prepotencia
UN “BOLSIQUEO” COMO ÚNICA SALIDA A LOS
PROBLEMAS FINANCIEROS DE  LA PROVINCIA
   Vamos a los bifes, porque los tiempos apremian: el Decreto de Necesidad y Urgencia que modifica la coparticipación federal impacta duramente contra esta disposición de la Constitución Nacional:
   “El Poder Ejecutivo no podrá en ningún caso bajo pena de nulidad absoluta e insanable, emitir disposiciones de carácter legislativo.
   Solamente cuando circunstancias excepcionales hicieran imposible seguir los trámites ordinarios previstos por esta Constitución para la sanción de las leyes, y no se trate de normas que regulen materia penal, tributaria, electoral o de régimen de los partidos políticos, podrá dictar decretos por razones de necesidad y urgencia, los que serán decididos en acuerdo general de ministros que deberán refrendarlos, conjuntamente con el jefe de gabinete de ministros.” Según reza el Art. 99, 3 de nuestra Constitución Nacional.
   Si es que tenemos algún respeto por la historia y aplicamos el uso racional de la memoria, ahora resulta que la capital federal, regida durante poco más de 10 años por el macrismo y sus aliados, fue la rueda de auxilio para una administración provincial desmanejada a lo largo de alrededor de tres décadas por el peronismo en cualquiera de sus ramas y versiones que parten del tronco hacia la derecha y la izquierda.
   Hay que evaluar cuánto y cuándo crecieron la pobreza, la marginalidad y el festival de bonos y subsidios.
   No pretendamos el reconocimiento inmediato, porque el mejor aliado de la verdad suele ser el paso del tiempo, el valor de los resultados y el análisis desapasionado de las consecuencias.
   Es por eso que me permito utilizar, extraído del muro en faceboock de la Sra. Emilia Ferreyra Molina a quien de corazón le agradezco, una anécdota que viene al caso en su moraleja, que ya sin dudas es parte de la historia. Se las leo:
   "Después de convertirme en presidente, le pedí a algunos miembros de mi escolta que fuésemos a pasear por la ciudad y tras el paseo, fuimos a almorzar a un restaurante.
   Nos sentamos en uno de los más céntricos, y cada uno de nosotros pedimos lo que quiso... Después de un tiempo de espera apareció el camarero trayendo nuestros menús... Fue justo entonces cuando me di cuenta que en la mesa que estaba justo frente a la nuestra, había un hombre solo, esperando ser atendido...
   Cuando fue servido, le dije a uno de mis soldados: ve a pedirle a ese señor que se una a nosotros. El soldado fue y le transmitió mi invitación. El hombre se levantó, tomó su plato y se sentó justo a mi lado...
   Mientras comía, sus manos temblaban constantemente y no levantaba la cabeza de la comida. Cuando terminamos se despidió de mí sin apenas mirarme, le di la mano y se marchó. El soldado me comentó: ese hombre debía estar muy enfermo, ya que sus manos no paraban de temblar mientras comía…
  ¡No, en absoluto! la razón de su temblor es otra... Me miraron extrañados y les conté: Ese hombre era el guardián de la cárcel donde yo estuve encerrado... A menudo, después de las torturas a las que me sometían, yo gritaba y lloraba pidiendo un poco de agua y él venía, me humillaba, se reía de mí y en vez de darme agua, orinaba en mi cabeza. Él no estaba enfermo, lo que estaba era asustado y temblaba quizás esperando que yo, ahora que soy presidente de Sudáfrica, lo mandase a encarcelar y le hiciese lo mismo que él me hizo, torturarlo y humillarlo. Pero yo no soy así, esa conducta no forma parte de mi carácter, ni de mi ética. "Las mentes que buscan venganza destruyen los estados; mientras que las que buscan la reconciliación construyen Naciones."
   Es una pintura de la personalidad de Nelson Mandela, Presidente de Sudáfrica.
   Y bien vale reconocer en este caso la coherencia cívica de nuestro gobernador, quien no cedió -y esperamos de su firmeza- frente a las presiones y ninguneos que seguramente fueran los principales objetivos de los prepotentes.
   La coparticipación ha sido por lo general una cachiporra con la que el poder central golpeó, para obligar al herido a pedir clemencia, más medicamentos, menos presiones y respeto por el federalismo.
   Sin embargo, eso de la sumisión a los caprichos y encumbrados autoritarismos, no debiera ser de aplicación si es que por la Democracia conservamos aún algo de respeto.
   Porque debe ser horrible tomar íntima y avergonzada conciencia de haber claudicado en las propias convicciones.

La ciudad ¿autónoma? y su drama
LARRETA A UN PASO DE SALIR EN LA TAPA
DEL “VERAZ” ANTE  IMPOSICIÓN NACIONAL
   Lo único que en estos momentos debe estar agradeciendo Rodriguez Larreta es la campaña para posicionarlo en el principal escalón del podio que le están haciendo el presidente de la Nación y uno de sus pequeños delfines, Axel Kiciloff, quien acumuló votos en un conurbano que gobierna el peronismo desde el ’83 y por espacio de casi 30 años aunque todavía no tengan agua potable ni cloacas.
   Es que la indignación popular no fue pequeña, al menos en la capital federal, cuando se enteraron que a la ciudad autónoma y de un plumazo y sin anestesia, desde la Presidencia la despojaban de unos cuantos mangos como se pueden considerar a 35 mil millones.
   No es para malpensar que la administración bonaerense sea un desastre sino que aparte de representar una quita de la mitad del presupuesto para seguridad, varios objetivos oportunamente planteados y obviamente prometidos no se llegaron a realizar, y todo -porque a alguien siempre hay que echarle la culpa- como consecuencia de un reclamo policial que llegó a ocupar el frente de la residencia de Olivos, caso inédito en la historia de nuestro país.
   Había que echar mano a ciertas partidas, y haciendo como que el profesor universitario no conocía la Constitución Nacional, manoteó esos dineros y los hizo transferir para que los policías, miembros de una institución devaluada en su consideración ante la gente, arreglara sus problemas salariales y de otra índole no tan sólo heredados de doña Vidal, sino de todas las otras administraciones peronistas que se sucedieron por tres décadas.
   Y en una reacción previsible y sin dudas que habrá estado en las consideraciones de quienes dispusieron la apropiación, o mejor dicho expropiación, el jefe del gobierno de la Ciudad Autónoma adelantó que acudiría a la Corte Suprema de Justicia para que arbitre en la enojosa situación que en principio y por comentarios de los especialistas, se trataba de una medida abiertamente inconstitucional, aunque eso no represente ninguna garantía por los franeleos, desde todo el abanico político salvo contadísimas excepciones, a los que ha sido sometida nuestra Carta Magna.
   Habrá que esperar y en tal sentido los tiempos juegan un papel preponderante por eso del manejo de los relojes de la Justicia que no siempre están coordinados con las manecillas que mueven esos otros tiempos, los de la gente y en muchos casos de la lógica, de las urgencias, de las necesidades y de los apresuramientos.
   El tema es qué puede llegar a ocurrir si la Justicia dictamina que la medida de esa especie de embargo multimillonario fue adoptada sin respetar la ley y que sería de inaplicación o de resarcimiento inmediato si ya se hubiera materializado.
   Uno de los dos quedará “orsai”.
   Si finalmente el fallo beneficia al Presidente de todes les argentines, el ascendente jefe de gobierno capitalino tendrá que rebuscárselas de otra manera, cargando las agobiadas espaldas de sus contribuyentes con la obligación de nuevos tributos, la paralización de obras u otras maneras de ahorrar.
   Porque si no cumpliera, es más que seguro le embargarían sus recursos, lo ubicarían en la tapa de los informes del “Veraz” y por vía judicial la  tarea estaría a cargo de algún abogado o abogada exitosa aunque con certeza se inclinaría por esta última opción.
   Antecedentes valiosos no le faltan como exitosa: en pocos meses logró la libertad de demasiados presos…

No debe existir una injusticia mayor
HORA DE TERMINAR CON ESOS CASOS DE
MUERTES  ATRIBUIDAS A LA BUROCRACIA

   Lo más lamentable de los fracasos es cuando se generan situaciones luctuosas que pudieran haberse evitado, como es el caso de las muertes derivadas de una exacerbada costumbre de aplicar trabas, de imposibilitar soluciones, de impedir salidas decorosas y, en suma, de ejercer esa perniciosa práctica de la burocracia.
   Ya se han dado muchos casos en que la desgracia es hija de las demoras, de las indecisiones, de la falta de coordinación entre organismos ya sean estatales o privados, o del excesivo culto a transferir culpas con tal de salvarse de consecuencias muchas veces irreparables.
   Echarle la culpa a la pandemia para desatender a un paciente de otra patología tan evidente como apremiante, es un caso de irresponsabilidad mayúscula, como lo fue el impedir a un padre darle el abrazo final a su hija agonizante, al amparo de disposiciones mal coordinadas entre provincias.
   Es posible que algunos sostengan que para eso están las actuaciones posteriores de la Justicia, eso de deslindar responsabilidades y cargarlas en otros; eso de pretender salvar lo insalvable con una cifra de dinero de varios dígitos o con cualquier otro sistema que se pudiera aplicar.
   Lo trascendente de estos casos es lo irreversible de los resultados, porque el enfermo de apendicitis que pudo salvarse o la joven mujer que no pudo abrazar a su padre en los últimos instantes de la agonía, representan símbolos, penosos símbolos, de consecuencias que no tienen vuelta atrás.
   Alguna vez, si evolucionamos como sociedad y apartamos de nuestras mentes los egoísmos y esa pretensión de sentirnos superiores porque tenemos algún mínimo de autoridad, llegaremos a convencernos de las ventajas que muchas veces asume una actitud de poner los sentimientos y la sensibilidad por encima de las premuras, las prohibiciones o la ley misma.
   Todo lo que se haga sin esos básicos principios que alimenta la solidaridad, no tendrá ninguna razón de ser.


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