25 de octubre de 2020

S.L.B.: EL DÒLAR A $ 195 ES UNA ALARMANTE SEÑAL DE DESCONFIANZA – VALIOSAS ENSEÑANZAS DEL FUEGO, DE LAS CENIZAS Y DE LA ANGUSTIA – LOS ARGENTINOS POCO HEMOS CAMBIADO – MEGACAUSA: ¡QUERELLANTES SON LAS VÌCTIMAS! – LA MAGIA DE ELIMINAR LA CORRUPCIÒN POR NO ATACARLA – PRECIOS ALOCADOS, INVISIBLES PARA EL PODER – PENSAR EN LAS VACACIONES SE ACERCA A LA UTOPÌA, ETC.

Desgrabaciòn de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su programa “Sìganme los buenos” edición nº 644 del 25/10/20 emitido en dúplex por AM580 y 88.5FM ambas de Radio Universidad Nacional de Còrdoba.

Una realidad que nos vive superando…
A MUCHOS  LES  DUELE  EL  DÒLAR A $ 195 POR
NO RECONOCER QUE ES LA MONEDA NACIONAL
 
   Dejemos de empujar la calesita sabiendo que tiene una sola, reducida y determinada dirección y reconozcamos en homenaje a la verdad històrica de la que formamos parte esencial, que ìntima o abiertamente los argentinos nos hemos rendido a su majestad el dólar yanky, en su indiscutible condición de moneda foraneo-adoptiva con peso propio y directa incidencia en la economía que por ahora luce, si es que puede lucirla, su condición nacional & popular.
   La moda no es de ahora sino que la venimos arrastrando desde tiempo atrás, no me
pregunten detalladamente desde cuàndo, si alguien puede ayudarme en este sentido, pero en mis años mozos al menos allà por mediados del siglo pasado hablar del dólar nos remitìa a geografías lejanas, a Far West, a películas de cowboys, a Alan Ladd y otros artistas de entonces y los casinos de Las Vegas..
   Pero nuestro dinero era el peso que con el correr de los años fue tomando otros nombres y asì como fueron Patacones en la antigüedad, nosotros les llamàbamos “fragatas” a los de 100 o de mil que eran los màs costosos, pero el dólar no figuraba en nuestro vocabulario.
   En tiempos de Peròn se comenzó a expandir eso del dólar, hasta llegar a inquietar al General del Ejèrcito Argentino -lo que ahora muchos no recuerdan-  devenido luego en
exitoso político y tres veces Presidente de la Naciòn, fundador de un movimiento de masas que està venciendo a los tiempos.
   En cierta ocasión Peròn, de raigambre nacionalista, supo preguntarse “para què hablan del dólar, si nunca vieron uno” desalentando de esa manera su expansión en el vocabulario de los argentinos.
   Su uso fue creciendo en las operaciones corrientes, todo se ajustaba a su valor desde los alquileres, los negocios inmobiliarios, la compraventa de vehículos y el precio de cualquier artículo de origen extranjero.
   Hasta los sueldos se acomodaron al valor del billete verde y los bancos comenzaron a recibir depósitos en esa moneda pagando intereses bajos, pero siempre en dólares. Hasta los jugadores profesionales de fútbol que se compraban y se vendìan de club en club especialmente extranjeros, se cotizaban en dólares.
   Con todos esos antecedentes, lo que se acentuò cuando los argentinos comprendimos que una buena manera de no desvalorizar los ahorros era comprando dólares, toda la economía en un país apegado a la libertad y alejado al menos en las intenciones a la dependencia extranjera, generalizò la costumbre de manejarse con dólares.
   En mucho colaboraron también las crecientes y casi fabulosas operaciones de exportación del que fuera “granero del mundo” y con planteles inconmensurables de ganado vacuno.
   ¿Còmo pretendemos ahora, entonces, abandonar aquella seguridad que nos metieron en el
alma y que muchos gobiernos se encargaron de consolidar, que nuestra moneda poco valìa y la única manera que tenìamos de proteger los ahorros no eran la alcancìa, debajo del colchòn o en otros escondrijos?
   Lo que consiguieron es el resultado que ahora es parte de nuestros diarios padecimientos: pensamos en dólares, compramos en dólares, cobramos en dólares y sufrimos por el dólar.
   Si el billete verde pasò a ser parte de nuestra cultura, las culpas son compartidas porque las costumbres cuando se imponen desde arriba hacia abajo, es muy difícil desarraigarlas y para colmo, pocos se han dado cuenta eso de haber contribuido a sepultar el respeto por nuestra moneda nacional.
 
Los previsibles incendios de cada año
NO DEJARON TAN SÒLO CENIZAS Y ANGUSTIAS 
SINO  QUE  FUERON UNA VALIOSA  ENSEÑANZA
 
   Un nuevo capìtulo en la penosa historia de los grandes incendios hemos vuelto a escribir los cordobeses, después de la repetición anual de tantos episodios que aùn no se sabe si han sido el maquiavélico resultado de la malignidad y la angurria del hombre u otro origen atribuible a la furia divina o al Destino que todo lo maneja tanto en el bien como en la desgracia.
   Jamàs las llamas habían devorado tanta superficie como en estos duros días en que los
sacrificados hombres y mujeres de los cuarteles de bomberos les ganaban al cansancio, al peligro y a las llamas que nada perdonan, esta desigual batalla a brazo partido que se libra con elementos que no alcanzan, con lluvias que no llegan, con angustias e impotencia frente a los desatados elementos que asociados al fuego no saben de treguas, de vallas ni de sufrimientos, como los que padecen aquellos que se quedaron sin nada en lo material, salvo la horrenda certeza del desamparo y del compromiso de volver a empezar.
   No se trata ahora de encolumnarnos en el batallón de los quejosos; de los que salpican de culpas al poder que no asumió el compromiso de la prevención oportuna, que desarticulò las alertas tempranas y después pretendió que la Naturaleza se aliara con su desidia enviando la panacea de la lluvia salvadora que llegó tarde. Es la hora de la evaluaciòn crìtica -aunque ahora inútil frente al drama consumado- pero que de algo puede servir para evitar que la calamidad se reitere.
   ¿Se conocen identidades y acusaciones a responsables de la iniciación de cada incendio?
No es tan cierto eso de la espontaneidad en todos los casos, aunque la maldita costumbre de los piromanìacos se vio dolorosamente reiterada con su siembra de ruina y catástrofe, que en mucha medida encontrò contención en el solidario compromiso de cada bombero; de cada vecino que aportò lo suyo mientras seguían y todavìa siguen rondando
los fantasmas de las dudas acerca del destino de tanto dinero que el poder acumulò al aplicar un impuesto que se dijo “para el manejo del fuego” cuando debió ser destinado a la prevención, ese fundamental aspecto que de nuevo fue el gran ausente.
   Las vidas inmoladas fueron sacrificios que pudieran haberse evitado precisamente apelando al simple y efectivo mecanismo de esa prevención que volvió a fallar, y allì la culpable no es la Naturaleza y sus caprichos, sino los hombres con su incapacidad, su burocracia y la desidia que es parte de su histórica inoperancia.
   Ahora son tiempos de mirar hacia adelante, pero sin olvidar el tendal de efectos negativos que dejaron el mar de fuego y el oscuro testimonio de las cenizas, esas eternas guardianas de la repetición de la desgracia.
   Es probable que alguna vez, cuando madure de verdad el imperio de la responsabilidad frente al desastre, podamos tener la dicha de pelearle a los incendios esperándolos con todos
los elementos que la tecnología tiene para ayudar a tantos hombres y mujeres a sentirse orgullosos de las ampollas, del tizne y de los pelos chamuscados, porque es la mejor condecoración que la ciudadanía puede reconocerles.
   Esto, siempre que el Estado tenga la grandeza de destinar los cuantiosos fondos que recauda, a la prevención y a la lucha contra el imperio de las hogueras, los resplandores y el humo abrasador y no los desvìe a destinos tan inciertos como inexplicables.
   Que el patriótico desprecio por la propia vida siga siendo de los bomberos, debe transformarse en el detonante de una imprescindible actitud gubernamental de luchar para que la desgracia no se vuelva a repetir.

 
Existen ciertos indicadores…
NO ES ATINADO PENSAR QUE LOS ARGENTINOS
HAYAMOS CAMBIADO  NUESTRA IDIOSINCRASIA
 
   Eso que la historia vuelve a repetirse no es privativo de la inspiración tanguera porque existen tantos ejemplos en tal sentido, que no se hace necesario escarbar en la música rioplatense para transformarnos en protagonistas de episodios que pese al transcurrir de los años, muestran una marcada vocación por la reiteración como si se buscara que de esa manera algo cambiara la idiosincracia de un pueblo.
   Y por ser el nuestro un crisol de razas por esa generosidad de anfitriones que destaca a los
argentinos es que sería imposible encasillarnos en una definición que nos mostrara como criollos, americanos, europeos, asiáticos, arios o cualquiera de las otras variantes.
   Los argentinos somos como somos aunque el paso del tiempo se empeñe a veces en mostrar cambios que ni siquiera percibimos desde adentro y un gran estudioso de esos devenires ha sido el genial Tato Bores, que en sus jugosos monólogos desnudaba sin pudor esa forma de ser que tanto nos distingue.
   Para quienes no están convencidos de lo piolas que somos històricamente los argentinos, escuchemos a Tato, de hace un montòn de años atrás pero es como si lo estuviera diciendo en estos momentos:
(El segmento de audio al que se hace referencia puede ser ubicado en el sector respectivo, situado en la parte superior de la columna de la derecha de este blog)
 
La megacausa del Registro
SIEMPRE VIGENTE PORQUE NUNCA FALTAN
AQUELLOS QUE NECESITAN  ALIMENTARLA

   El querellante en una causa judicial es la víctima, el ofendido, el damnificado y afectado por el delito acusado. Su participación en el proceso le permite conocer y controlar la persecución penal por parte del Ministerio Público.
   En la causa del Registro de la Propiedad de Córdoba en la que se investigan delitos de falsedad documental para la apropiación de inmuebles, bien lógico sería que las víctimas sean los titulares de esos inmuebles falseados, pero curiosamente estos damnificados, que debieran ser querellantes particulares, casi no existen en los procesos, llegando al extremo que en uno de los juicios el verdadero dueño es el mismísimo condenado, a quien, luego de mandarlo a la cárcel, le devolvieron su tierra.
   Realmente se trata de un verdadero desafío al sano raciocinio y para agregarle mayor confusión como si fuera necesario, quien aparece sentado a la par del acusador y adueñado del papel de ofendido es el Estado provincial.  
   A ningún observador sensato escapa la obviedad que los delitos cometidos en el seno del Registro no pudieron perpetrarse sin la participación del poder, ni el detalle que varios nombres de altos funcionarios se han ventilado en las audiencias. 
   Por ello, la Provincia no puede ser querellante ni tampoco mero espectador y por el contrario, debe asumir su responsabilidad entre los investigados, situación que claramente debiera marcar la Justicia. 
   Si el rol de querellante permite conocer y controlar la persecución penal, es fácil concluir que la asignación de ese rol a la parte equivocada, por distracción, mandato o lo que fuere, asegura la impunidad para los verdaderos culpables.  
 
¿Escasez de presupuesto?
CUALQUIER  OTRA  EXCUSA ERA  VÀLIDA PARA
TERMINAR  CON EL ABUSO DE LA CORRUPCIÒN
 
   La verdad, si vamos a referirnos a un tema en el que se entrometen intereses políticos, diferencias ideológicas, manos en la lata, coimas y otras malas costumbres que no pasan de moda, es bueno advertir que cuando se mezclan los términos desconfianza, denuncias, encubrimientos, corrupción, complicidades, presupuesto, impunidad y otros que por lo general confluyen, lo mejor es poner el alma en paz, pensar, evaluar y luego producir la ìntima y propia definiciòn de un contrasentido.
   Y hablo de contrasentido porque precisamente desde el poder, que tiene la obligaciòn moral
y cívica de preservar la honradez, la corrección y el impecable desempeño de sus funcionarios, se optò ahora por abortar causas pendientes que reposaban en un organismo anticorrupción, bajo la infantil y fantasiosa excusa de la falta de presupuesto y de personal precisamente en un ámbito siempre dispendioso donde con curiosa lozanìa impera la malsana burocracia.
   Que la corrupción debe ser erradicada es parte de cualquier encendido discurso de campaña, cuando el elemento promesa es el màs utilizado como también resulta el menos respetado con el paso del tiempo, cuando los poderosos de la política ya se han apoltronado y en su aburguesamiento tienden a ser vìctimas de olvidos y de amnesias.
   Debe ser para evitar esa penosa alternativa, que los países donde la seriedad institucional es parte de la función, prestan especial atención a todo lo que pueda tener aunque fuera un pequeño componente de esa lacra cívica que es la corrupción.
   Y por lo que se advierte, no es el caso argentino porque mediante una disposición se dio destino de archivo que es el aposento de los olvidos y la desmemoria, a sonados casos que involucraban a encumbrados dirigentes en turbios manejos punibles por la ley.
   En Còrdoba tiempo atrás ocurrió algo similar y la Fiscalìa Anticorrupciòn se fagocitò en su propia inoperancia, ya que manejaba dos o tres causas aisladas que quedaron en las tinieblas de las negligencias que conducen a las ansiadas prescripciones.
   Cuando es la credibilidad en un sistema la base del respeto por parte de la comunidad, es
cuando se cometen esos abusos que socavan los cimientos de la democracia; de la convivencia y del respeto por la ley.
   Un país que cierra las puertas a la Justicia hacia dentro del seno de su cúpula gubernativa no inspira confianza, con las penosas consecuencias que acarrea ese concepto que en este caso merece Argentina.
   No nos preguntemos después y menos aùn mostremos sorpresa, cuando vemos que nos aislamos de la comunidad internacional y que ni siquiera nos tienen en cuenta para cubrir las emergencias que generamos, precisamente, por nuestra propia falta de autocrìtica, de sentido común y tambien, por què no reconocerlo, de eso que le llaman patriotismo.
   Y asì estamos con una clase media diezmada por el descontrol económico, una clase alta que invierte en el exterior sus utilidades, un pobrerìo que aumenta dìa a dìa, se lo asiste y después vota y un poder al que parece no preocuparle la grave situación.
   Porque si le preocupara, al menos hubiera dado muestras de achicar el Estado en todo lo demás que se gasta a raudales, pero nunca debió hacerlo anulando a quienes asumieron la obligación de adecentar la función pública.
   Màs de uno, y de una, han comenzado a respirar màs profundo en estos ùltimos días…
 
Descontrol, abusos, etc.
LOS  PRECIOS  ALOCADOS  SE  NOTAN EN LA
CASA PERO SON INVISIBLES PARA EL PODER
 
   Realmente, aparte de no provocar ya la sorpresa que tiempo atrás solìa acompañar a la difusión del dibujo que el Indec elaboraba en los patéticos informes mensuales sobre la inflación, el advertir ahora que los precios como casi siempre ha ocurrido, pero ahora en pandemia màs se nota se han desmadrado, nos desubica la actitud casi displicente del gobierno frente a la incontenible escalada en todos los rubros.
   Dejemos de lado por su carácter no de poco seria sino de còmica, la estimación de un
incremento del 2.8 por ciento difundida para septiembre, porque seguramente ese aumento se operò en el precio de las hélices para helicópteros, la tapa de carburador del Ford coupè modelo 45 o del sorgo hìbrido de las Bahamas.
   Porque lo que es aquí, en la pandèmica Argentina de estos días la estampida ha sido tan brutal que no existen parámetros numéricos como para graficarla, porque supera todo lo que ya ocurriera en años anteriores con relación al descontrol de precios.
   Si pensamos solamente que los combustibles aumentaron alrededor del 3 por ciento, que me digan cuàl ha sido el milagro para que esos valores se abstuvieran de plegarse a los
precios aunque el incremento se haya dispuesto pocos días atrás.
   Muchos colegios privados se fueron con sus cuotas a las nubes pese a que no se dictan clases; las frutas y verduras por su condición de estacionales ahora se venden en incòmodas cuotas y es cada vez màs complicado el asado de arroz o de fideos a la parrilla porque la carne ha encontrado en la polenta màs barata su reemplazante en la dieta de los menos afortunados.
   A todo esto, duele y molesta advertir la ausencia del Estado protector que se limita a

intentar que creamos eso del 2.8 de inflación mensual y vayamos sonrientes y complacidos a que nos arranquen la cabeza en el supermercado, en la carnicerìa, en la verdulerìa lo mismo que en Gas del Estado, en la EPEC o en CableVisiòn.
   Cuando se impone la presencia estatal para evitar los abusos, es la instancia en que màs se notan las ausencias, que sin dudas tendrán sus mecanismos de revancha en las campañas preelectorales que se avecinan para el año 2021 cercano, en el que se aspira la concreción del milagro de respetar precios máximos que se volverá a reiterar.
   Y somos tan crédulos que posiblemente volvamos a confiar en ellos.
   Total, los lamentos vendrán después.
   Y màs caros…
 
Diciembre y enero estàn pròximos
VAYAMOS  JUNTANDO LÀGRIMAS Y BRONCA
PARA SOLTAR TODO DURANTE VACACIONES
 
   ¿Se acuerda cuando no mucho tiempo atrás, digamos menos de un año, a esta altura del almanaque la mayoría de los argentinos ya teníamos diseñadas hasta en sus mínimos detalles las soñadas y merecidas vacaciones veraniegas de la familia?
   En una amplia gama de posibilidades que iban desde el crucero por el Caribe incluyendo
una llegada a Miami, pasando por una quincena en Mar del Plata, Iguazù o Bariloche o la modestia de plantar la carpa en un camping de Mina Clavero o de Tanti, eran todos proyectos que surgían y se alimentaban dentro de la factibilidad económica de cada familia.
   Existìa al menos aquella magia de la ensoñación, de imaginar días soleados y felices trayendo los caracoles de recuerdo, alguna baratija regional que después nadie encuentra y el bronceado para la envidia de esas vecinas que en todo se fijan y comentan.
   Lamentablemente y por imperio de circunstancias por lo general adversas, ahora todo eso se mezcla en la bruma de los barbijos, la neblina de ver el detalle del resumen de la tarjeta de crèdito y de ir apilando las facturas por impuestos y servicios que no perdonan ni entienden de tiempos de peste ni de carencias, como lo son el temido ingreso a las huestes de los desocupados o a la nunca deseada incorporación a la pobreza o la indigencia.
   Es de calcular que para la mayoría de los argentinos el tema de las vacaciones no es la prioridad, superada por otras exigencias màs acuciantes como lo son la escuela de los chicos, la diaria subsistencia dentro de nuestra convivencia con la inflaciòn, la presión por el pago de impuestos y servicios, la atención de la salud y todo lo que se mueve en derredor de un hogar, que se agrega a nuestra cotidiana lucha por la subsistencia.
  Cuando todavía subsisten las férreas limitaciones a la circulación, se busca instalar al turismo como vàlida y casi imprescindible alternativa, pero respetando el martirio que està padeciendo el sector empresario de esa actividad se advierte que para volver a las condiciones de libertad absoluta es mucho lo que falta de recuperar.
   Que haya o no espectáculos es sòlo una inquietud
sectorial en la mayoría de los casos alentada desde Buenos Aires al igual que las actividades deportivas en el marco del quehacer turístico.
   Roguemos que la normalidad se recupere naturalmente cuando podamos volver al placer de desplazarnos por el país sin las limitaciones que odiosa pero necesariamente imponen los tiempos de pandemia.
   Los apresuramientos suelen ser penosos por sus consecuencias y es saludable respetar una sentencia de Jefferson relacionada con el placer: no morder el cebo hasta asegurarnos que no oculta un anzuelo.

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