28 de octubre de 2020

La palabra de moda

EL USO PROTOCOLAR
DEL PROMESÒMETRO
 
   Si el tema es dejarnos llevar por el respeto a nuestro castigado idioma conviene señalar como básico precepto que la Real Academia Española en la acepción principal del tèrmino “protocolo” lo establece como “serie ordenada de escrituras matrices y otros documentos que autoriza o custodia un escribano o notario” aunque también dentro de la rica sinonimia extiende su aplicación -entre otras- a rito, formalidad, etiqueta y ritual.
   Y en el terreno de la creatividad idiomàtica popular “promesòmetro” vendría a ser etimológicamente un imaginario aparato que se utiliza para medir todo lo relativo a las promesas y como primera acepción explicarìa: “mecanismo verbal con marcado acento demagógico utilizado para medir los abusos en los discursos políticos que anuncian grandes cosas que por lo general no se plasman”.
   Ambas palabrejas -protocolo y promesòmetro- cuando se manifiestan ligadas suelen cobrar resonante actualidad como ocurre ahora, si el tema que las hermana es la penosa situación de Còrdoba con relación a la seguridad, su carencia y el abuso de promesas protocolares que han llegado a tal reiteración que se asemeja a esos globos inflados, que mal anudados, poco a poco van perdiendo su condición de tales.
   Y basta con un solo y doloroso ejemplo: la Policìa de la Provincia y en la ascendente escala de poder hacia arriba pasando por el ministerio respectivo y hasta el sillòn mayor del Panal, se han ensañado en la aplicación de “protocolo” y “promesòmetro” hasta enervar al tejido social y hacer tambalear su propia tarima desde donde ellos ni siquiera parecen mirar una realidad que crece en dramatismo.
   Los hechos criminales protagonizados por efectivos de la fuerza azul derrumban todas las otras intenciones, aunque escasas, que alientan los correctos servidores que lucen tatuados a perpetuidad los valores propios o adquiridos de honestidad, rectitud y respeto por la vida ajena. Para el cordobés llano y
simple poco importan ahora los protocolos que se han cansado de recitar desde el poder, cada vez que una situación lo compromete en su desidia y en esa especie de abandono de aquel añejo compromiso de proteger que era parte de la imagen policial y del imperio de la Ley.
   Sin estar escritos, hay imaginarios protocolos que de por sì les obligan a cumplir con el amparo hacia la gente, su vida y sus bienes pero todo se diluye en la escasa calidad profesional y de consideración a los valores humanos, que lamentablemente y como lo viene mostrando lo casi cotidiano, son los componentes mayoritarios en la fuerza armada provincial.
   Y es para insistir en dos verdades: de nada sirven las cuantiosas sumas erogadas en armamento, tecnología, comunicaciones, movilidad, etc. si no existe una política integral de seguridad, su ejecución y el control de su aplicación. Y la otra, un acerto tan lamentable como reiterado pero inexcusable en su contenido: si la Policìa no puede, no sabe, no quiere o no la dejan limpiar la mugre de adentro, es absurdo que se pretenda que limpie la mugre de afuera.
   No tuvieron mucha trascendencia pero hay hechos que jamàs debieran ocurrir en una ciudad donde rigen ciertos protocolos meramente enunciativos y a la vez no se detiene el funcionamiento a pleno del promesòmetro: a una industria de Los Boulevares le robaron el techo en màs de 55 ocasiones en los últimos dos años y màs recientemente, robaron también el techo de un complejo deportivo vecino al anillo de circunvalación.
   ¿Siempre es necesario que alguien muera para que los dueños del poder se decidan a dejar la comodidad de su bien rentado letargo? Estàn “jugando con los bigotes del león” mientras la paciencia de la gente ya superò los lìmites de la tolerancia. En síntesis, ofende y molesta la vigencia de las “soluciones post mortem”, a las que se apela -siempre, siempre- después de algún hecho resonante por cuyas consecuencias la ciudadanía expresa su indignación frente al desamparo y por la actitud displicente de una fuerza desacreditada por su propia ineptitud, lo que es un reflejo de su errática conducciòn.
   La Policìa tiene que dejar de ser una acomodaticia bolsa de trabajo y requiere profesionalización de quienes quieran ingresar y prolija selección incluyendo prontuarios, certificaciones de capacitación y limpieza de antecedentes.
   ¿De los asesinatos perpetrados por policías en los últimos meses?
   Es complicado predecir en què pueden terminar esas causas, porque està en febril y apresurada preparaciòn un nuevo protocolo y la obligación de difundirlo a diestra y siniestra para que el promesòmetro ayude a que la gente vuelva a creer y a confiar que està protegida.  
 
Gonio Ferrari

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