6 de julio de 2022

La ciudad cumple 449 años

ARGENTINA ES MI PAÍS PERO
CÓRDOBA, MI PATRIA AMADA
  
   Desde que  puedo contar con la memoria que es el infalible antídoto contra la maldita peste del olvido, sostengo y reitero con orgullo porque así me lo grabé en el alma, que Argentina es mi país pero Córdoba es mi Patria. 
   Porque camino los años de los que nos vamos haciendo viejos no tan sabios como se comenta y lo digo sin pena, amando a Córdoba como es: sensual y anárquica; desordenada y doctoral, con humor de exportación que hace enojar a los mediocres y un cierto malhumor social que es preciso atender.
   Ciudad abofeteada por la desidia de los que dicen que mandan y por la confusión que permiten esos mismos, los que siguen creyendo que la gobiernan.
   Aquí en Córdoba anidan el añejo orgullo de las raíces, la proverbial y callejera arrogancia de sus luchas, la humildad mediterránea y las industrias de los autos, del cuarteto, del apodo, de los diplomas y del fernet.
   Y porque somos sus hijos amamos a esta nuestra Córdoba romántica,  única, magnética, mágica y soberbia.
   Ciudad con faro, pero sin mar.
   Ciudad sin nieve pero con demasiados pechos fríos.
   Amamos a esta Córdoba avasallante que ejerce idéntica atracción en sus hijos adoptivos, en los que la visitan para después quedarse y en los que se aquerencian, a veces mintiendo que están estudiando porque Córdoba tiene la protectora calidez de una mamá que puede ser biológica o sustituta.
   Ciudad símbolo, ruidosa, altiva, maltratada, insegura y sorprendente.   
   Realmente hay un lujurioso placer que se renueva al abrazar ese improlijo laberinto de tus barrios, los rumorosos bares de mil esquinas, el desorden de tus avenidas, la histeria de tu tránsito, los colores de tus clubes, el caro y esquivo transporte urbano, los candados de tus conventos, la pasión de tus políticos con su vocación de eternizarse, la dañina insolencia de tu río cuando crece, esa insuperable y lacerante intemperie de tus villas, la convocante sonoridad de tus campanas, el interminable catálogo de tus baches, el histórico y permanente estado de asamblea de los municipales, la siestera e invariable pachorra de tu Justicia, la mentirosa solemnidad de tus doctores, la inimitable contundencia de tu tonada, la frescura de tus estudiantes, las sedientas tipas que se inclinan sobre el hilo de agua que cruza el centro, la invadida peatonal criadero de palomas y de falsos artesanos, la añosa certidumbre de tus templos, tu maravillosa y amarillenta lozanía en el otoño, el silencioso abrigo del invierno…
   ¿Qué más puedo decirte que no lo sepas?
   Para cada uno de tus cumpleaños, siento la necesidad y la urgencia, como si fuera por decreto, de confesarte todo lo que te amo, con votos que hace tiempo me propuse renovar en cada uno de tus cumpleaños.
   Te amo por la hospitalidad de tu gente, por las bulliciosas campanas de tus templos, por la inhumana y ofensiva indiferencia hacia tus barrios orilleros, por la columna vertebral de tu Cañada, por la pegajosa humedad de tus veranos, las narices coloradas de tu invierno, tu floral explosión de primavera y el ocre estallido de cada otoño.
   Te amo por el mundano egoísmo de sentirte mía.
   Te amo porque a veces me aturden tus silencios que alertan de   
 algo grande.
   Te amo porque te sueño y odio que me despierten tus bocinas.
   Te amo por la dulzura de extrañarte estando lejos.
   Te cuido y te mimo porque te amé y te mimé siempre.
   Te camino y te evoco porque te descubro a cada paso.
   Te escucho en los piquetes masticar tu rebeldía.
   Te admiro en las tribunas cuando gritas tus colores.
   Córdoba te amo por la ausente cicatriz de tu tonada, el desaprovechado esplendor de tu industria y de tus fábricas, los vulnerables candados de tus cárceles y las eternas penumbras que juegan a las escondidas en tus afueras alejadas del caótico centro.
   ¿Cómo no amarte con tantos atractivos? si hasta los ciegos cantan tus bellezas…
   Por la generosa hospitalidad de tu tierra.
   Por el linaje de esas pesadas y dulces cadenas que atan mi alma a tu historia, a tus blasones y a tu gente …
   En este cumpleaños, ¡Salud, mi ciudad!
   Patria de siempre …
Gonio Ferrari

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