ABURRIMIENTO, VICIO Y NECESIDAD SON LAS
TRES CALAMIDADES DE LAS QUE NOS LIBRA
Más que sabia, oportuna y eterna
es la sentencia de un tipo como Voltaire, que algo conocía de la vida y sus
avatares, razón por la cual bueno es tomarla como símbolo y brújula que nos
ayude a sobrellevar el esfuerzo, el sacrificio, la dedicación y el compromiso
que cada laburante asume por su mera condición de tal.
Aunque el gran pensador toma a la
tarea diaria y sostenida como insufrible, el hecho de asumirla deja de lado su
condición de necesaria actitud frente a la vida y a todo lo que demanda la
subsistencia, elementos que sumados a la dignidad conforman esa agradable y
placentera certeza de sentirnos útiles; de bregar por sacrificarnos en aras del
bienestar propio y de la familia, en la mayoría de los casos, sacralizando en
consecuencia aquel dicho, que creo se atribuyó a Perón, en el sentido que “no
hay dignidad más alta que el trabajo” lo que configura una gran verdad.
Hoy es el día en que los
laburantes -porque muchos trabajamos pese al feriado- rendiremos culto a ese
esfuerzo; a esa sana costumbre de considerar más que una obligación, la
profesión o la costumbre de tomarla como un vicio saludable, placentero, con la
certeza de sentirnos útiles a la sociedad con la que convivimos.
Porque más allá del obligado
locro, del festejo, de la amical reunión con los colegas, reivindicaremos el
sacrificio y el compromiso de aquellos que por imperio de circunstancias, con
resignación y mucho de impotencia se someten a malos tratos, postergaciones e
injusticias en los lugares donde trabajan, injuriados por salarios manipulados
al capricho de los que mandan, y sujetos a quitas tan ilegales como inoportunas,
demagógicas y delictivas.
Rindamos pues un homenaje hacia el
alma, allí donde anida ese íntimo orgullo del laburante que se esfuerza por
progresar, sostener a su familia y contribuir al merecido engrandecimiento de
nuestra amada Argentina celeste y blanca…
¿Qué merecemos estar mejor? Por
supuesto que es así, aunque los mercaderes del fracaso, de la miseria y de las
privaciones nos miren desde la cúpula de su opulencia y se olviden que alguna
vez fueron aprendices y luego pelecharon, hasta transformarse en ricachones
patrones de cartón, en gran medida y por angurria y vocación de eternidad,
responsables de los padecimientos de todos aquellos que sufren la injusticia de
la explotación.
Ellos, bien lo sabemos, al menos
hoy no merecen siquiera ser partícipes de ningún festejo.
Para aquellos que en el culto del trabajo, el sudor es su agua
bendita… ¡Feliz día!
Gonio Ferrari
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