LA SEMANA EN GRAGEAS DE RIGUROSA ACTUALIDAD
Megacausa Registro de la Propiedad
CURIOSAS SITUACIONES
QUE SE PRESENTAN
EN LAS AUDIENCIAS,
MUEVEN A SOSPECHAS
Para esta causa como
para cualquiera de los otros asuntos que abordamos radialmente durante varios
años en SLB, el hecho que “selectivamente” nos censuren no acallará la
continuidad del tema que abordamos desde tanto tiempo atrás.
Se dice que algo transparente
es claro, evidente y se comprende sin duda o ambigüedad, y que un cuerpo
transparente permite ver los objetos con nitidez a través de él. En la
causa del Registro de la Propiedad de Córdoba se pueden enumerar situaciones
bastante curiosas en las audiencias, como los casos en que testigos convocados
por la misma fiscalía declaren no conocer los hechos motivo del juicio o no
haber estado en el lugar, que no recuerden lo que habían declarado previamente,
o que su testimonio se base en cosas que escucharon decir.
Resulta llamativo que a lo
largo del proceso no se cite ni tampoco interrogue a ningún alto funcionario o
responsable de la repartición yquizás inédito, el hecho transformado en orden,
de apagar las cámaras de filmación televisiva en
un juicio, lo que casualmente es para pensar, al mencionarse ciertos
nombres.
Todo esto sumado al sello
particular de la prisión preventiva sistemática, la condena anticipada y la
comisión especial que la confirma, un tríptico convertido ya en su marca
registrada.
La Fundación para el Debido
Proceso Legal, organización con sede en Washington, destaca que la
transparencia es condición fundamental para la independencia judicial que
garantiza la justicia. Y analizando la definición, resulta poco claro,
nada evidente, y con muchas dudas y ambigüedades el accionar judicial en esta
causa.
Muy poco nítido puede verse a
su través.
Podría pensarse entonces que
algo empaña la transparencia judicial en este proceso y hasta tanto no se
limpie, será difícil y poco convincente hablar de justicia.
Injuria al bolsillo y fin al caos cèntrico
MUNICIPALES, PIQUETES Y EL BOLETO
DEL TRANSPORTE URBANO, CARÍSIMO
Bien sabemos que la permanente realidad cordobesa está siempre más
identificada con los conflictos que con la conformidad de su ciudadanía con
relación a las obligaciones que el poder debe cumplir para cumplir con las
promesas preelectorales y para asegurarse la continuidad del mandato, si los
resultados con un beneficio y no tan sólo una carga tributaria para la gente.
Es demasiado estresante eso de convivir la cotidianeidad del conflicto
callejero, de las limitaciones a la libertad individual que se consagran en
base a violencia y de los magros y lentos resultados que se logran mediante
tales procederes y las negativas derivaciones que se originan cuando las
protestas, por encima de lo que estatuyen las leyes, ordenanzas, decretos o lo
que fuere, no se aplican cuando el poder tiene la equívoca certeza que es la
única manera de neutralizar esas acciones perniciosas y devolverle la paz a la
ciudadanía.
De golpe y sin intervalos que suavicen la gravedad de la situación se
están dando el aumento del precio en el transporte urbano de pasajeros,
coincidentemente con el “quilombazo” que
concretaran las huestes del agresivo Rubén Daniele y los “chicos malos” de su
sindicato, que aunque puedan tener razón, la ciudadanía no tiene por qué pagar
tales desplantes y daños, especialmente porque es la que solventa esos gastos y
los reales y corrientes por intermedio del pago de impuestos, cargas que cada
día que pasa son más onerosas.
Dicen, anuncian y prometen desde las cúpulas gubernamentales, que el
precio del boleto en el transporte urbano sería menos costosos si las empresas
prestatarias recibieran los subsidios que gozan servicios similares en otras
importantes ciudades argentinas, y exhiben como ejemplo la injusticia de la que
se benefician en la capital del país con la ayuda económica que con algunas
demoras garantizan la prosperidad del empresariado de tales servicios, sin que
mejoren las prestaciones, consecuencia que también padecemos los usuarios
cordobeses.
El pibe Kiciloff no llegaría a evitarlo
ELECCIONES
EN BUENOS AIRES Y UN
‘POSIBLE
ACUERDO’ DE LLA Y EL PRO
Ha pasado a ser cuestión de “horas que se
pasan volando” las elecciones, al menos en el caso de la provincia de Buenos
Aires, donde entre el pibe Kicillof y su experimentado adversario en una
eventual interna, ya desde hace tiempo se conocen las cosquillas, los
caprichos, los errores y alguno que otro acierto.
No son tiempos -la verdad- de andarse definiendo por cualquiera de las dos
principales alternativas., sino que lo acertado e indiscutible sería una suma
de los electores de ambos o de lo contrario cualquier otro candidato, tanto de
la LLA o de algún otro segmento, se adjudicarán una dudosa victoria con el
único argumento de haber sido los únicos en oponerse y que dejaron al
adversario en terapia intensiva, cerca de la extremaunción y mordiendo la
bronca del fracaso.
Simplemente, basta con decir que la única
salida para entrar en la batalla de las urnas, sería la unión de ambos sectores
sin egoísmos, argumentos poco sustentables o simples deseos de mantener el
poder de la manera –cualquiera de ellas- que los lleve a ceñirse la corona
victoriosa.
Así que, muchachos, es la hora de la unión
tapándose ambos las narices frente a efluvios que les resultarían inaceptables
y sólo justificables, si a través de ellos se llega al cubo superior de los más
votados.
En este caso como en tantos otros, es de
simple y básica inteligencia obrar lealmente con honestidad porque es de
suponer que salgan como salgan, si resultan ganadores, podrán abrazarse lejos
de la hipocresía y unidos por haber logrado un objetivo, que si hubieran obrado
individualmente, ya era inalcanzable antes de la pelea.
Y serviría, de paso, para refirmar aquello
tan viejo aunque eterna e históricamente vigente, que sostiene -pese al
transcurrir de los años- que “la unión hace la fuerza”.
Estadísticas realmente inquietantes
EN MATERIA DE INSEGURIDAD,
LAS
CIFRAS GOLPEAN AL CORDOBESISMO
Obrar de manera honesta con una
policía profesionalizada es una obligación que cada gobierno asumió en su
momento y que se fue desdibujando con el paso del tiempo y de los penosos como
frecuentes casos de infidelidades que perpetraban los malos exponentes de la
fuerza, hijos de la improvisación.
Las urgencias de medidas para
terminar o al menos atenuar que todos prometieron e incumplieron se llaman
asaltos domiciliarios y callejeros, “motochoros”, entraderas y salideras,
arrebatos, robos a mansalva, aumento notable de la utilización de armas para
consumar los delitos y terminar de una buena vez, más allá de las promesas
incumplidas y de los procedimientos “agrandados” por el periodismo
publicitario, hijo de la pauta oficial, con uno de los más importantes
“laboratorios” de la delincuencia que se llama narcotráfico, porque no es
posible que siga creciendo en intensidad cuando cualquier cordobés sabe, conoce
y se asombra por la inacción policial, de la impune y enorme existencia de
“kioskos minoristas” donde se vende droga, de los “delivery” existentes y de
las fiestas clandestinas que desafían a la ley promocionándolas por las redes
sociales, que derriban la tranquilidad que antes gozaban algunos barrios de la
extendida ciudad y con creciente proyección al interior de la provincia.
La ley debe endurecerse frente
a los hechos de agresiones a efectivos policiales durante procedimientos o en
los controles de alcoholemia, velocidad, luces apagadas o verificaciones de
papeles del automotor que se practican especialmente en las circunvalaciones,
cuando tales acciones debieran ser parte de intensos patrullajes que reemplacen
a la tarea meramente recaudatoria, con puestos fijos en las estaciones de peaje
en lugar de recorrer los trazados en gestión preventiva por presencia.
La ciudadanía volverá a
respetar a su policía cuando desde el poder se esmeren en desalojar
definitivamente tanto a los malos exponentes como a las instaladas costumbres
de corrupción que lamentablemente y con penosa frecuencia, se vienen develando
en los últimos tiempos.
Será la única manera de
recuperar el respeto que tiempo atrás la ciudadanía profesaba a la policía,
cuando la fuerza azul era auténtica servidora pública y no el botín que se
transformaba en bolsa de trabajo para la militancia de una determinada
corriente política.
Resumiendo, la cuestión no
radica en que desde afuera y con estadísticas, pretendan enseñarnos a los
cordobeses lo que es vivir en un estado de permanente e incontrolada zozobra,
que viene a ser la inseguridad maliciosamente disfrazada de sensación.