18 de junio de 2013

La Taba

ES DE BUEN GAUCHO SABER TIRARLA PARA NO CAER EN EL PAPELÓN 

Días pasados en una ceremonia llevada a cabo junto al gigantesco rallador de queso que es la nueva, poco funcional y costosa Casa de Gobierno (algunos le llaman El Panal) no fueron muchos los que cayeron en cuenta que nuestro gobernador lucía una bota de yeso, prolijamente ajustada a su pié izquierdo.
Más que fácil y poco creativo era emparentar esa imagen con la película que tan magistralmente protagonizara Daniel Day-Lewis sobre la vida real de Christy Brown, quien solo manejaba esa extremidad por culpa de una parálisis cerebral de nacimiento.
Y tratando de articular analogías sin ofensas, surgió la proximidad de un acto de trascendencia más que doméstica, provincial, nacional o continental: mundial porque no cualquier universidad se da el lujo de cumplir 400 años y es maravilloso que sus autoridades -las que se fueron y quienes vinieron- hayan decidido cada uno en su momento tirar la casa por la ventana en los festejos.
Volviendo al pié izquierdo, como un “flash” en la asociación de ideas se mezclaron ese impedimento físico, fácilmente superable con muletas (de fiesta y con lentejuelas) o la utilización de una silla de ruedas, ataviada convenientemente, si en el ánimo del afectado no existe la posibilidad de apelar a esa infantil excusa con tal de no encontrarse con quien es su presidenta y la de todos, inclusive de quienes no la votaron.
Porque este miércoles, es la Córdoba reformista, combativa, contestararia, industrial, algo docta y maravillosa, la dueña de un festejo cuatrisecular que no se da con mucha frecuencia, salvo para aquellos que pudieran tener vocación de eternidad y esperen el medio millar.
Las peleas políticas, las diferencias ideológicas, los reclamos recíprocos, las ofensas de ida y vuelta, las descalificaciones y las pasadas de facturas, que se guarden para otro momento lo que no equivale a una actitud hipócrita sino una tregua madura y de grandeza por ambas partes.
Que nadie caiga en la torpeza de hacer prevalecer sus odios particulares y pretensiones partidistas por encima de una innegable solemnidad histórica.
Si nuestro gobernador comete el desaire de no asistir por motivos atribuibles a su pié izquierdo, bueno sería recordarle que en campaña supo recorrer miles de kilómetros con gripe, fiebre y otros trastornos de su salud, más severos que un esguince.
El lugar de la ceremonia, un símbolo de orgullo y pecho henchido para todos los cordobeses, no puede ser tomado como reñidero para desplumarse o castigar a nadie con el arma de la ausencia.
Allí, en nuestra Universidad Nacional, se ha dado una muestra cabal del patriótico ejercicio de la democracia, tanto en la última elección de sus autoridades como en los comicios recientes.
Uno de los huesos del pié izquierdo es el astrágalo, comúnmente llamado taba.
Viene desde el fondo de la historia que los gauchos jugaban, y aún lo hacen, preparando ese hueso de modo tal que al arrojarlo, dos de las maneras que tiene para quedar en el piso se denominan “suerte” o “culo” y gana lógicamente el afortunado.
Ojo entonces al usar el astrágalo para que caiga bien a la sociedad, así todos estamos contentos y celebramos los cuatro siglos, aunque después los partícipes del juego se vuelvan a trenzar por todo lo que los separa.
Es una pena y una ofensa para la sociedad, que ninguno tenga la grandeza de entender aquello que la unión hace la fuerza.
 

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