ES
DE BUEN GAUCHO SABER TIRARLA PARA NO CAER EN EL PAPELÓN
Días
pasados en una ceremonia llevada a cabo junto al gigantesco rallador
de queso que es la nueva, poco funcional y costosa Casa de Gobierno
(algunos le llaman El Panal) no fueron muchos los que cayeron en
cuenta que nuestro gobernador lucía una bota de yeso, prolijamente
ajustada a su pié izquierdo.
Más
que fácil y poco creativo era emparentar esa imagen con la película
que tan magistralmente protagonizara Daniel Day-Lewis sobre la vida
real de Christy Brown, quien solo manejaba esa extremidad por culpa
de una parálisis cerebral de nacimiento.
Y
tratando de articular analogías sin ofensas, surgió la proximidad
de un acto de trascendencia más que doméstica, provincial, nacional
o continental: mundial porque no cualquier universidad se da el lujo
de cumplir 400 años y es maravilloso que sus autoridades -las que se
fueron y quienes vinieron- hayan decidido cada uno en su momento
tirar la casa por la ventana en los festejos.
Volviendo
al pié izquierdo, como un “flash” en la asociación de ideas se
mezclaron ese impedimento físico, fácilmente superable con muletas
(de fiesta y con lentejuelas) o la utilización de una silla de
ruedas, ataviada convenientemente, si en el ánimo del afectado no
existe la posibilidad de apelar a esa infantil excusa con tal de no
encontrarse con quien es su presidenta y la de todos, inclusive de
quienes no la votaron.
Porque
este miércoles, es la Córdoba reformista, combativa, contestararia,
industrial, algo docta y maravillosa, la dueña de un festejo
cuatrisecular que no se da con mucha frecuencia, salvo para aquellos
que pudieran tener vocación de eternidad y esperen el medio millar.
Las
peleas políticas, las diferencias ideológicas, los reclamos
recíprocos, las ofensas de ida y vuelta, las descalificaciones y las
pasadas de facturas, que se guarden para otro momento lo que no
equivale a una actitud hipócrita sino una tregua madura y de
grandeza por ambas partes.
Que
nadie caiga en la torpeza de hacer prevalecer sus odios particulares
y pretensiones partidistas por encima de una innegable solemnidad
histórica.
Si
nuestro gobernador comete el desaire de no asistir por motivos
atribuibles a su pié izquierdo, bueno sería recordarle que en
campaña supo recorrer miles de kilómetros con gripe, fiebre y otros
trastornos de su salud, más severos que un esguince.
El
lugar de la ceremonia, un símbolo de orgullo y pecho henchido para
todos los cordobeses, no puede ser tomado como reñidero para
desplumarse o castigar a nadie con el arma de la ausencia.
Allí,
en nuestra Universidad Nacional, se ha dado una muestra cabal del
patriótico ejercicio de la democracia, tanto en la última elección
de sus autoridades como en los comicios recientes.
Uno
de los huesos del pié izquierdo es el astrágalo, comúnmente
llamado taba.
Viene
desde el fondo de la historia que los gauchos jugaban, y aún lo
hacen, preparando ese hueso de modo tal que al arrojarlo, dos de las
maneras que tiene para quedar en el piso se denominan “suerte” o
“culo” y gana lógicamente el afortunado.
Ojo
entonces al usar el astrágalo para que caiga bien a la sociedad, así
todos estamos contentos y celebramos los cuatro siglos, aunque
después los partícipes del juego se vuelvan a trenzar por todo lo
que los separa.
Es
una pena y una ofensa para la sociedad, que ninguno tenga la grandeza
de entender aquello que la unión hace la fuerza.
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