Lo que son
las cosas: un ex campeón mundial de boxeo, laburante, ciudadano ejemplar, buena
persona, se vio obligado a sentirse preso por haber pretendido cobrar un cheque
recibido en pago de una deuda, que resultó estar denunciado como robado, ¡por
el mismo librador!.
Ya en
primera lectura, es para que cualquier perejil cayera en cuenta que el mundialmente
aclamado deportista había sido víctima y no delincuente.
Pero así son
los prismas a través de los cuales ciertos fiscales miran una realidad
inexistente, u otra la que los compromisos y las presiones políticas les
obligan a ver.
Es
inexcusable establecer una especie de paralelo con lo que le tocara vivir al
bueno de Marcelito Falo, emisor serial de más de un centenar de cheques sin
fondos, incluso a sabiendas que su cuenta estaba cerrada, de acuerdo con lo que
comentan algunos maliciosos.
La enorme
diferencia entre ambas situaciones, radica en que “Falucho” Laciar fue al Banco
de Río Ceballos de cuerpo gentil, inocentemente y con la legítima carga de sus
laureles encima a cobrar lo que había ganado de buena fe, mientras que el ex
amigo, ex brazo derecho de De la
Sota, ex vocero, ex hombre de la máxima confianza del
exaltador del cordobesismo, ex legislador, ex manejador de la publicidad
política, ex alto funcionario pagado por los impuestos abusivos y extorsivos
que oblamos los cordobeses, gastó más de diez biromes firmando compromisos
voladores de mala leche por cientos de miles de pesos, y pescado “in fraganti”
ni siquiera le pintaron los dedos.
Pero los
administradores de justicia suelen ser demasiado benévolos con algunos
figurones y los códigos argentinos, más que rigurosos cuando se trata de un
cualquiera de a pié.
Es más, se
me ocurre que Marcelito en algunas declaraciones inútilmente exculpatorias,
deslizó la necesidad que le pidiéramos disculpas.
Marcelito, avezado
y angurriento piloto de aerocheques, recaudador de ahora anónimos y
desentendidos beneficiarios, nunca perdió la libertad, a lo mejor por aquel
anuncio de que estaba honrando sus deudas.
Peor aún,
fue premiado con un trabajo que le ofreciera otro personaje ligado entre otras
cosas con grandes proyectos y algunas realizaciones inmobiliarias,
privilegiadamente vinculado en la
Megacausa del Registro de la Propiedad, pero gozando
también de libertad y sin estar sometido a la inhumana coacción de la prisión
preventiva.
Es que
cuando Falo cayó parcialmente en desgracia (porque desgracia total es que te
metan preso) el pope de Gama (¿por qué algunos maliciosos sostienen que ese
nombre es en realidad una sigla de Gabriela Medina Allende, si ella ni su
afamado papá nada tienen que ver?) de apellido Petrone, anunció que incorporaba
a Falo a su empresa, aunque sin detallar las funciones que ¿le confiarían?.
Seguro que
como recaudador, no lo habilitarían.
Volviendo al
sainete de estas últimas horas, por fortuna esa gloria cordobesa que es
“Falucho” quedó en libertad, una libertad que ningún fiscal en su sano juicio
tendría que haber violentado, por lo menos al conocerse las explicaciones del retirado
y laureado púgil.
Y si a los
dos -Falo y Laciar- les hiciéramos compartir el ring, nos encontraríamos con
que al final de la breve pelea el ahora ex amigo del poder saldría con su puño
en alto, triunfador por fuera de combate.
Porque en la
arena de la indecencia, en el reino del amiguismo, en la política de las
complicidades, en la camarilla del manejo de dinero ajeno y en el cuadrilátero de
los pactos de mutismo, la historia viene demostrando que el mánager es más
importante o más carteludo que el boxeador.
“Falucho”,
acusado de encubridor, ni siquiera tiene mánager.
Y el mánager
de Falo es su propio y encubridor silencio.
Qué bueno es tener memoria!!!!
ResponderBorrarYa nadie se acuerda del ex-ex y sus alados cheques. Las camarillas y amigos del ex ex, agradecidos.