Desgrabación de comentarios del periodista Gonio Ferrari en su
programa “Síganme los buenos” del 12-10-14 emitido por AM580 Radio Universidad
de Córdoba.
EN
LAS NARICES POLICIALES
Fue penoso para los cordobeses de la
capital, recordar el recitado del jefe de policía cuando basándose en
estadísticas que vaya a saber quién cuernos elaboró, sostuvo que los delitos
perpetrados por motochoros habían declinado de manera espectacular.
Lo atribuyó a los previsibles controles que
se realizan en los accesos al casco céntrico y el pasado domingo, entre otras
cosas, comentábamos que la policía había logrado como resultado, desplazar al
delito hacia los barrios.
El tema es que tanto el jefe de la fuerza
como yo, nos equivocamos.
Primero, que los asaltos a plena luz del día
se suceden y el más emblemático, el que perpetraran en una joyería de la Avenida General Paz, incluso
con el uso de un arma de fuego que por fortuna no hirió a nadie.
Ergo, el delito no se apartó del casco chico
de la ciudad.
Pero el otro caso más suena a burla, a
cargada, a ridiculizar a una policía errática y desorientada por falta de
conducción y de implementación de una genuina política de seguridad, que
termine con los remiendos y los parches.
Asaltaron un rapipago en la calle Santa
Rosa, justo calle de por medio con la Comisaría tercera en el barrio Clínicas y
separados por cinco metros de calle, a menos de cien metros de la central de
policía, y las fuerzas del orden y del resguardo ciudadano tardaron 15 minutos
en llegar.
No es
una joda para Tinelli ni una pesada broma de mal gusto: es un penoso reflejo de
la abrumadora realidad que castiga a los cordobeses en materia de inseguridad,
esa que según el gobierno es solo una sensación.
La verdad, la sensación que me ocupa la
cabeza, es que el jefe de policía, por una simple cuestión de honestidad
funcional, tendría que guardar el uniforme, colgar el correaje y dejarle el
lugar a alguien que al menos tenga más grande su sentido de la autocrítica que
la bocaza para intentar vendernos vidrios de colores.
¡Qué sería, si se conocieran todos los
hechos delictivos!
EL
ASADO SIN FESTEJO
Que el asado para festejar el cumpleaños de
Fadea haya costado una ponchada de plata, es solo una cuestión anecdótica y
millón más o millón menos carece de trascendencia en este mundo vertiginoso, a
la hora de gastar lo que no es propio, sino de la gente.
El dinero es un tema secundario porque son
los dueños de la maquinita, del poder, de la usina de promesas y de la íntima
verdad de saber que no producen nada, que hace años no sale un avión hecho allí,
y de la bronca de ser concientes que Embraer de Brasil fabrica grandes jet’s
para cien pasajeros que surcan los cielos, en el que nuestros vecinos son la
tercera potencia en el mundo que produce grandes aeronaves.
Pero hay que entender la buena onda: Fadea
tiene como dos mil empleados más o menos, creo que para manufacturar el panel
de un avión mediano y nada más y si no es así, bueno sería saberlo para no caer
en injusticias.
Volviendo al tema del asado al que
concurrieron casi dos millares de comensales, no fueron pocos los que se
preguntaron qué festejaban, con la presencia del ministro de Defensa Agustín
Rossi, si el único avión que años atrás armaron fue el Pampa III que nunca voló
y lo terminaron solo para que le sacaran fotos.
La jodita gastronómica nos costó 646 mil
pesos, aunque no fue el único gasto alocado en esa fábrica de humo, otrora
gloria de la industria nacional: un año atrás el entonces titular de Fadea,
Raul Argañaraz pagó casi 43 mil pesos a la actriz Florencia Peña, por una
actuación de tres horas en el Día de la Mujer.
El mismo Argañaraz que como director
financiero de Enarsa aprobó el pago a la empresa Royal Class, por el avión que
utilizó el venezolano Antonini Wilson para cargar aquella mentada valija con
casi 800 mil dólares que estaban destinados a una campaña presidencial.
La conducción de Fadea es de La Cámpora y de la agrupación
Unidos y Organizados, ambas como ya se sabe con idéntico origen kirchnerista.
De aquel glorioso pasado; de aquella madre
de industrias que forjara la visión del brigadier Juan Ignacio San Martín; del
mítico IA 22 “Dele dele” de 1944; de los Pulqui, mucha fue el agua que pasó
bajo el puente hasta llegar a los actuales jirones de un desteñido presente.
Si al menos con semejante estructura
fabricaran aviones para cuidar nuestras fronteras, luchar contra el
narcotráfico o los incendios, juro que nosotros también nos plegaríamos al
jubileo.
Pero la verdad sea dicha, Fadea es, más que
nada, una bolsa de trabajo muy bien rentado para los militantes camporistas y por
eso la pregunta inevitable frente a un gasto impropio para tiempos de crisis:
¿qué festejaban a un precio tan elevado?
Y será la propia historia quien, en su
momento, les pase una factura que estos directivos actuales, inoportunos y
dispendiosos no podrán pagar.
Aunque en verdad, ya la pagamos nosotros,
sin haber comido ni un mísero bocado.
POBLACIONES
FUERA DEL MAPA
Hay veces, y lamentablemente son muchas las
veces, que la geografía juega en contra de poblaciones alejadas o no de los
grandes centros urbanos, que por su exigua cantidad de habitantes están
condenadas al anonimato.
Es común que no figuren en los mapas
escolares aunque en los mapas que manejan los partidos políticos aparecen más
que con la cantidad de habitantes, con su potencial electoral, qué corriente
los gobierna en la actualidad y los resultados del último acto electoral.
Resumiendo, forman parte más importante en
el plano de los cálculos que en el de sus necesidades en materia de salud,
educación, seguridad y otros servicios básicos que el Estado tiene la
obligación de proveer.
En su momento el bueno de Mingo Cavallo y la
ceguera menemista le dieron una mano enorme a los empresarios camioneros y con
las carencias que teníamos en materia de rutas, consiguieron aumentar
dramáticamente las estadísticas de accidentes camineros.
Lo hicieron cerrando ramales ferroviarios,
obviamente fuera del económicamente portentoso territorio bonaerense, para
decretar de un plumazo la muerte de muchas poblaciones que vivían del tren; que
respiraban por esas vías; que habían superado el injusto aislamiento de años
atrás.
Esos pueblos parias, relegados y marginados,
se debaten frente a la indiferencia del poder, que no los atiende porque son
pocos votos y por lo general están habitados solo por niños y ancianos ya que
los jóvenes de edades intermedias huyeron del caos y del olvido para buscar
trabajo en otras latitudes.
Una injusticia que alguna vez los
gobernantes tendrían que atender y no lo hacen por una simple razón: los malos
políticos no ven personas.
Ellos, solo calculan votos.
PROTESTAS
CALLEJERAS
Juro que había muchos más policías que
manifestantes en la tradicional esquina de las avenidas Colón y General Paz,
siempre agraviada por cualquiera que se le ocurra protestar por algo o demandar
algo, pero menos para pedir trabajo.
Volvemos entonces a preguntarnos quién
resguarda la libertad de circular que tenemos los ciudadanos y no tan solo el
transporte público al que le habilitan media calzada.
Los comerciantes acosados por los impuestos
están hartos con algunos feriados de cierre obligatorio, las protestas
callejeras que los aíslan y los impagables daños que producen los ya conocidos
violentos de siempre.
Nadie pretende que con la ordenanza vigente
que prohíbe el uso de explosivos y pirotecnia peligrosa, algún zorro gris la
aplique e impida su utilización o le haga la boleta a los gremios que organizan
esos cortes y atemorizan con su pirotecnia.
Esa ordenanza es inútil, demagógica e inapropiada
a menos que algún funcionario se anime y pensando en la gente afectada, utilice
el rigor de una prohibición que no es autoritaria sino imprescindible, si de
resguardar la tranquilidad ciudadana se trata.
Nadie se opone a la protesta civilizada,
siempre y cuando se realicen con respeto por el prójimo que nada tiene que ver
con los motivos convocantes.
Es hora que superemos los tiempos en que
cuatro loquitos, necesitados, oportunistas o caprichosos, paren el pulso de una
ciudad, aunque les asistan razones para quejarse.
Porque las razones de los vecinos, su
derecho a la tranquilidad y la libertad para desplazarse, también son
conquistas cívicas innegociables.
Y de una amplia mayoría que ya agotó su
paciencia.
LA
MEGACAUSA
Concluyeron esta semana las audiencias del
juicio número 39 de la causa Registro de la Propiedad que aguardará
hasta el martes próximo para tener sentencia.
El relato se ha convertido en rutina: una
lista de imputados encabezada por el clan Cerdá, ya que el fiscal de siempre ha
pedido esta vez penas de sólo un año, posiblemente para no superar los casi
cien acumulados con los juicios reiterados, más algunos otros, para quienes
siempre el mismo fiscal solicita las condenas que deberá resolver la también
sempiterna y única Cámara Décima.
Desde la Nación ha sido noticia el anuncio de las reformas
al Código Penal, necesaria según dicen, para lograr un sistema judicial más
ágil y transparente.
Afirman que las encuestas indican que más de
la mitad de los presos no tiene condena, encontrándose en prisión preventiva,
medida que debiera ser excepcional pero es norma, y que los procesos son largos
y burocráticos.
Los números indican que Argentina ocupa el
puesto 18 en el mundo en cantidad de personas bajo prisión preventiva,
alcanzando el 59 por ciento del total de presos.
Las reformas incluyen acortar plazos y
oralizar las audiencias y que las tareas de investigar y dictar prisión
preventiva no sean ejercidas por la misma persona, a fin de resguardar la
imparcialidad, y es con esta misma finalidad que nuestra Constitución Nacional
prohíbe la formación de comisiones especiales para juzgar y la intervención de
cualquier juez que conociera previamente la causa.
Volcado esto a la realidad de la causa
Registro de la Propiedad,
el uso de la prisión preventiva superó el 70 por ciento, cifra que colocaría a
la justicia cordobesa encabezando el ranking mundial y que ya fue noticia
cuando la Corte
dictaminó que estaba siendo mal aplicada.
Sin embargo, y pese a la expresa
prohibición, los juicios continúan aún en manos de una única "comisión
especial" y se repiten los jueces, ya conocedores de la causa.
Por esto, para que un sistema judicial resulte
confiable, el único camino posible es cumplir con lo que la ley establece.
Lo contrario nos lleva a establecer récords
de los que no es elegante ni sensato sentirnos orgullosos.
¿LA OPOSICIÓN ALETARGADA?
Antes que nada, se hace necesario un acto de
patriótico sincericidio en la obligación de reconocer que en líneas generales,
la oposición al modelo nacional y popular viene demostrando, penosamente, que
no se le escapa ni se le cae una idea ni de casualidad o por descuido.
Como si el tema fuera una especie de tiranía
al revés, con el permanente capricho de oponerse porque sí, con alarmante
carencia de argumentos valiosos y coherentes que le aporten seriedad y
credibilidad a sus pretensiones.
La lucha ahora, más que contra un modelo que
consideran en crisis y virtualmente caduco, es para activar los mecanismos que
le permitan, a esa mala dirigencia que sí es caduca, seguir ocupando cargos que
le quedan enormes y despachos que casi no pisan porque viven de campaña buscando
afanosamente -un término más que adecuado- su propia permanencia.
Conversando con un político de la vieja
guardia, de las olvidadas luchas, de los enfrentamientos de ideas, de los
nocturnos mitines callejeros ahora reemplazados por la tecnología y las redes
sociales, no pudo contener su amargura que encerró algo parecido a una duda o
una confesión.
Quisiera saber -me dijo con su voz ronca de
discursos y de arengas- si la oposición de ahora está resignada, está
adormecida o está comprada.
Vaya alternativas que acosan la mente de
muchos de los que tuvieron la grandeza de retirarse a tiempo.
EL
ESTACIONAMIENTO, UN ABUSO
Por allí uno piensa que desde el poder
tienen razón al ponernos en un plano de igualdad con países más avanzados que
el nuestro, mejor posicionados en el plano internacional, o con ciudades que
son modelos urbanos: en esos casos, el estacionamiento de autos es más barato
que aquí, con el agravante que si comparamos los ingresos, perdemos como en la
guerra.
Más allá que se trate de un asunto de libre
competencia, los abusos que se cometen con las tarifas están sin dudas apoyados
por dos factores determinantes: el crecimiento del parque automotor y la
consecuente falta de lugares para estacionar.
Pagar 25 pesos por hora, por ejemplo en los
subsuelos del Patio Olmos y en lugares similares, equivale a tres dólares al
cambio oficial y casi dos dólares si pensamos en blue, un exceso si hacemos
parangones con otros puntos del mundo tanto en los Estados Unidos como en la
vieja Europa.
Vez pasada, y este fue un hecho que me tuvo
como protagonista, me negué a dejar mi autito porque en una playa céntrica no
había baños, no se veían matafuegos, el piso estaba destruido y entregaban un
papelito truchísimo como comprobante de la guarda.
Le comenté al encargado que en esas
condiciones tendrían problemas con la municipalidad, y el muchacho se limitó a
un lacónico “¿los inspectores? por aquí hace meses que ni siquiera pasan”.
Alguien tiene que controlar que los
servicios que se prestan en esas playas, no tan solo cuesten sino que valgan
los 25 pesos que cobran por hora.
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