Desgrabación de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su
programa “Síganme los buenos” del 19-10-14 emitido por AM580 Radio Universidad
de Córdoba.
EL DIA DE ELLA, LA MAMÁ
Por coherencia en mi manera de pensar con la
forma de actuar, debo reconocer que es medio como improcedente limitar a un
día, el reconocimiento eterno y permanente que merecen las mamás.
Pero así son las reglas del consumo, lo que
no impide que en materia de homenajes, lo concentremos, si, en un día al año.
Y quiero comenzarlo con la ayuda de mi
memoria, recordando el final de unos hermosos versos de Isidoro Blastein.
“Adiós Mamá.
Hasta pronto.
Trázame un sendero con
tu voz y una estela luminosa con tu gesto, resérvame una gruta de ternura y
guárdame un lugar en tu regazo.
Yo llegaré hasta ti de
cuando en cuando a conversar contigo sentado en las estrellas.”
¿Por qué será que teniendo tanto para decir
de ella las palabras no alcanzan nunca?
¿Por qué será que el cariño, la admiración,
la ternura, el respeto, la lucha, el refugio o el amparo sirvan para
sintetizarla?
¿Por qué una caricia, una lágrima, una
mirada o un recuerdo basten para que tengamos la certeza casi absoluta y
milagrosa de su presencia?
Ella sabe, porque así lo siente, que el
sacrificio y la entrega son parte vital de su atávica vocación protectora.
Sabemos, y ella también lo sabe, que a la
hora de estar junto a nosotros no existen los enojos, las barreras ni las distancias.
Estuvimos muy dentro de su mundo, nutriéndonos
de su generosidad y de sus ansias por tenernos; por vernos nacer.
Es la que nos regala el mágico prodigio de
la vida, nos quita los miedos, espanta las sombras, comprende lo incomprensible
y ahuyenta nuestras penas.
Nada interesa si es casada o soltera, viuda
o divorciada.
Sus méritos como esposa, concubina o como le
quieran llamar poco cuentan, porque esa mujer, por encima de cualquier vetusto y
apolillado rótulo convencional, es Mamá.
Y si abrumados por la angustia, buscamos un motivo
que nos devuelva la alegría de vivir, más que a nosotros en nosotros la encontramos
a ella, así la tengamos o no.
Ese es el insondable sortilegio de su amor,
porque con ella tal sentimiento está más allá de lo terrenal; de lo explicable.
Podemos conocerla o no, pero estoy
convencido que aquellos que no la conocen, lo mismo respiran por ella y miran
por sus ojos.
Siempre está y estará allí peleando por
nosotros, cuidándonos, guiándonos, llevándonos de su mano.
Siempre cerca.
En la dicha y en la desgracia; en la risa y
en el llanto.
Presente.
Siempre nuestra y nosotros de ella, aunque
no la veamos volver.
Siempre… siempre.
Las imágenes de aquel octubre del ‘45 nos traen otra vez a la memoria el fervor de la gente por su líder, los pies inflamados por la caminata metidos allí en el agua de las fuentes de la Plaza de Mayo y el grito que nacía desde el fondo de cada pecho.
Es allí que con la memoria nos invade una nostálgica y apartidaria admiración.
Digo admiración por la convicción; por la lucha inicial contra una oligarquía terrateniente poderosa, soberbia, negrera y de nariz parada, casta que con frecuencia viajaba a Europa llevando su propia vaca en el barco para asegurarse la provisión de leche.
Aquellos agobiados trabajadores de rostros y cuerpos cansados por la explotación, bolsillos exhaustos, esperanzas en vías de extinción y derechos impunemente vulnerados fueron los que marcaron el rumbo hacia la redención, por entonces cercana al milagro.
Ellos, y nadie más, merecen quedar en la historia como legítimos forjadores de la lealtad: lealtad a sus principios, lealtad a su lucha, lealtad a su propio sacrificio; lealtad al valor inconmensurable de su compromiso con un ideal.
Los argentinos a veces cometemos la imprudencia de alterar y devaluar básicos conceptos,
Ese deporte nacional de endiosar casi al voleo ha llevado a la desilusión de muchos, habituados a fabricar patéticos dioses de cartón, charlatanes iluminados con alma mentirosa y demagógica.
La lealtad debe inclinarse hacia la honorabilidad de principios, hacia la ética, hacia la honestidad, hacia la sana y productiva cultura de la productividad y la creación; del esfuerzo y de una actitud constructiva hacia la sociedad.
Cuando lo que se impone es la generación de trabajo, no es positivo ni beneficia al país ser leales al bolsón, a la beca indigna, al subsidio politizado ni a ninguna expresión de dádiva.
Lealtad es el inclaudicable y honrado cumplimiento de las leyes, la fidelidad a la verdad y el ejercicio del honor y de la hombría de bien.
Lo contrario es politiquería no siempre barata.
Porque la historia, nuestra historia de siempre, nos viene enseñando y a veces con secuelas de dolor, que los espejismos nos han salido demasiado caros.
La lealtad a principios básicos de convivencia, es la mejor garantía que tenemos para recuperar todos los valores que se han ido perdiendo por los caminos de nuestra propia historia.
La lealtad no es un invento de nadie, ni es el himno o la bandera de ningún político.
La lealtad es simplemente una manera de obrar y de vivir.
POLICÍA
ESCONDEDORA
Me parece, objetivamente visto, que el jefe
de policía no puede ni debe cometer el error de enfrentar a la opinión pública
intentando sostener lo insostenible y negando que su fuerza esconda
información, cuando bien sabemos que eso se ha transformado en una costumbre,
como si al hacerlo,mágicamente desaparecieran los hechos delictivos.
Su jefe de prensa es un flor de tipo,
eficiente, profesional, respetuoso, servicial y buena persona, pero dentro de
la estructura policial, es uno de los tantos que recibe órdenes.
Dejando esto de lado, el ataque del que
resultara víctima el joven investigador del Conicet fue como un despertador que
sacó de su letargo a la policía cordobesa, por la gravedad del hecho y la
trascendencia de quien recibiera un balazo en Alta Córdoba, uno de los tantos
barrios asolados por la inseguridad.
Y después ocurrió lo de siempre, que ante la
falta de una política integral de seguridad se aplica el sistema de la frazada
corta: se cubren los pies y se descuida la cabeza, o se deja de lado la cabeza
para ocuparse de los pies.
Desde el día siguiente al hecho hay más
policías en las esquinas y calles de Alta Córdoba que en la mismísima Jefatura,
obviamente hasta que el clamor mediático y popular se apacigüe y la vigilancia de
saturación se mude a un sector donde haya ocurrido algún otro hecho resonante.
Así no se proteje a una ciudad amparando a
un sector crítico y librando a su suerte a buena parte de la planta urbana, que
es a donde se mudan los delincuentes para cometer sus maldades y fechorías.
En pocas palabras, lo único que hace la
policía de Córdoba -y que a eso no le llamen prevención- es molestar a los
enemigos de la ley obligándolos a una movilidad permanente, cuando lo ideal
sería que no los dejaran actuar y en el peor de los casos, que con la
aplicación de la ley terminaran con ellos.
No son tiempos para desfiles, sino para proceder
con la seriedad que exige la inseguridad, que lejos está de ser una sensación,
como quieren que creamos.
Hace casi un año cuando la policía nos
abandonó, sentimos el mismo espanto que ahora nos abruma, aunque se hagan ver
por unos días, como uniformadas estatuas en las esquinas.
Eso no es prevención.
Los técnicos le llaman marketing.
MIEDO
AL SIDA ¿ARGUMENTO DE CAMPAÑA?
El gobernador Alperovich en Tucumán parece
haber seguido las mismas instrucciones que este muchachita Alex Freyre, porque
en un discurso del último jueves, advirtió que si la gente se equivocaba al
votar, se podían terminar las jubilaciones y pensiones, los subsidios y los
medicamentos en los hospitales.
Dando vuelta el panorama debemos evaluar
asimismo como temerarias, amenazantes e imprudentes aunque en otro sentido, las
agorerías de muchos candidatos autotitulados opositores, que prometen derogar
algunas leyes propiciadas y promulgadas por el modelo kirchnerista.
La Sra. Presidenta, en una
actitud, llamémosla patriótica, reclamó a la dirigencia política que ayudara a
no tener miedo, por la postura de quienes -dijo la señora- buscan asustar para
ajustar, aunque ni una palabra para los impresentables que asustan para poder
quedarse.
Y procuremos no olvidar que fueron otros
candidatos justicialistas de años atrás, quienes instalaron en la sociedad una
alternativa sin escapatoria, cuando planteaban que eran ellos, o el caos.
Alex Freyre y su pareja, ambos funcionarios
rentados por el Congreso Nacional por intermedio de su develada amistad con Aimèe Boudou, e integrantes de una
costosa organización creada tres años atrás y que nadie sabe para qué sirve, se
fueron de mambo y uno por acción y el otro -u otra- por omisión, cayeron a la
institucionalización de la imbecilidad rodeados por el vergonzoso silencio de
quienes conocen los entretelones de la trama.
Si será éste el tono y el estilo de la
campaña proselitista a la que muchos ya se lanzaron, los argentinos podremos
comprobar, dolorosamente, que ninguno de nosotros ha llegado a colmar su
capacidad de asombro ni de asco.
Lo que sí, a Freyre y su consorte nadie
puede negarles el mérito.
Porque
para llegar a donde llegaron, también sería patriótico reconocer que bien se
rompieron el tugget.
MEGACAUSA
DEL REGISTRO
La verdad, hubiese resultado interesante,
después de tantas denuncias, ver a Falo sentado en el banquillo de los acusados,
juzgado por los numerosos cheques sin fondo expedidos.
Si además se hubiera realizado un juicio
diferente por cada cheque, posiblemente continuaría siendo noticia en los
medios y fuente de trabajo para alguna Cámara Judicial.
Sin embargo, la empeñosa investigación
fiscal, pese al reclamo de varios damnificados, determinó que no se podía
tipificar el delito por lo que nada más se supo ni se habló del tema.
Como contrapartida, en la causa del Registro
se dictó prisión preventiva sistemática y atípicamente y se atropellan los
juicios en los que se juzga una y otra vez a los mismos imputados, lo que, a
más de realizarse en la misma Cámara y por la misma comisión especial con el
consiguiente compromiso de la imparcialidad, resulta prueba inequívoca de que la Justicia no es igual para
todos, más aún cuando roza al poder.
Dice un reconocido jurista que derechos
fundamentales como la libertad no son negociables, y corresponden a todos en
igual medida.
No son expropiables ni limitables por otros
sujetos, comenzando por el Estado, y su violación es causa de invalidez de las
leyes y demás decisiones públicas.
Por ello lo que se reclama en la causa del
Registro es la aplicación de la ley tal y como la Constitución lo
establece, para que las decisiones sean válidas, para que ningún inocente
resulte chivo expiatorio de los delitos de otro y para que ningún culpable
quede impune.
Todo lo demás que se ha visto alrededor de
este curioso proceso, es solo pirotecnia jurídico-política.
SATELITE ARGENTINO
Ya tenemos nuestro satélite surcando el
espacio y sería una necedad, en la que muchos han caído, de negarle
trascendencia a un hecho tan importante especialmente para nuestro futuro.
Dejemos de lado eso que le llaman
prioridades porque a veces hay que pagar elevado precio por el progreso,
siempre y cuando nuestras miras vayan hacia un horizonte de grandeza y no a la
pequeñez de los enanos mentales.
La grandeza, cuando se la plantea como
objetivo y no con la mezquindad de considerarse sus únicos gestores, se
universaliza en beneficio general y destroza los egoísmos políticos e
ideológicos.
Esa mole tecnológica surgida de las mentes
privilegiadas de nuestros científicos, es un ejemplo en cuanto a que ese
progreso del que hablamos, tiene una sola bandera que es la de nuestros colores
patrios.
No se trata de chauvinismo, sino de nuestra obligación
de sentirnos testigos y protagonistas de una historia que con los años podremos
contar sin haber tocado de oído, como es la inveterada costumbre nacional.
Y de paso, ya que es parte del resultado de
haber conseguido la repatriación de un millar de científicos, que el gobierno
busque entre ellos, piensen políticamente como piensen, especialistas en
economía, en salud, en educación y en otras materias pendientes para la
sociedad.
Así, trabajando por el país que los formó,
serán ellos los que podrán decirles a las generaciones futuras, que la
consagración del bienestar nacional que proclama nuestro preámbulo, nació una
tarde de octubre del 2014, allá lejos, en la Guayana francesa, al amparo de nuestra bandera.
LA VIEJA
TRENZA UTA-FETAP
Es tan evidente la componenda, que sería una
grosería que cualquiera de las partes pretendiera desvirtuarla, porque su
repetición es lo que nos lleva a la certeza de su renovada existencia.
El lazo que une a sindicalistas y
empresarios es el moño de la angurria y la prepotencia, la burla al poder y la
seguridad de ambas partes por saber que tienen a miles de rehenes para
consolidar sus demandas y sus caprichos, que se reiteran frente a la impotencia
del poder concedente que es la Municipalidad.
Es el verso de siempre cuya primera estrofa
es un paro gremial por cualquier estupidez, luego el hipócrita pedido de
disculpas de la dirigencia, los empresarios lloran que no pueden afrontar lo
que piden los trabajadores y la municipalidad, atada de pies y manos, debe
bajarse los lienzos, total el aumento solo afecta a los usuarios, sostenedores
de un sistema perverso.
¿Hasta cuándo habrá que tolerar esta injuria
permanente y previsible?
Los cíclicos caprichos una vez son del
sector sindical y la vez siguiente de los empresarios y así se van alternando
en esta canallada que lleva ya demasiados años de oprobiosa vigencia.
Los subsidios que reciben las empresas les
abaratan notablemente los costos de combustible y al aplicarse la tarifa más
cara del país, está siempre asegurada la ganancia porque son ellos, siempre de
acuerdo, quienes manejan a su antojo las frecuencias y las utilidades.
Dijimos un par de meses atrás que para esta
altura del año inventarían un conflicto para iniciar el mecanismo del apriete y
así fue, que por una pedorra interna gremial, saltaron luego los empresarios
despachándose con un alocado pedido cercano a los 10 pesos el boleto.
Con esa tarifa, los pasajeros no pagarán por
el traslado, sino el precio de la caradurez, por un pacto malévolo y prepotente
que nadie se atreve a neutralizar.
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