14 de octubre de 2018

S.L.B.: QUEJAS POR LA APLICACIÓN DE UNA NORMA IMPUESTA POR EL PERONISMO - LA CONDUCCIÓN DE EPEC HA CAIDO EN LA INSENSIBILIDAD SOCIAL - DE VIDO PURGARÁ 40 DÍAS Y MEDIO POR CADA MUERTO EN ONCE - LA MEGACAUSA Y EL CONCEPTO DE INOCENCIA - UTA, FETAP, LA MUNI Y LA PRÁCTICA DEL POLIAMOR - USURPADORES BUSCAN APARECER COMO LUCHADORES POR UNA CAUSA NOBLE, ETC.

Desgrabación de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los buenos” n° 538 del 14/10/18 emitido en dúplex por AM580 y FM88.5 ambas de Radio Universidad de Córdoba

Gas, retroactividad y marcha atrás -----------
NO CAYÓ BIEN LA APLICACIÓN DE UNA
NORMA IMPUESTA POR EL PERONISMO

   Apenas se conoció la intención del gobierno central de aplicar “correctivos” a las tarifas ya abonadas por la provisión de gas natural, lógicamente se alzaron las voces de protesta por una parte y de sorpresa por otra ya que llamaba la atención el alarmante índice de ignorancia y la falta de calidad institucional a la hora de comunicar.
   De entrada nomás el asunto ya asumía ribetes casi cómicos por aquello de que puede ser considerado inconstitucional, todo intento de aplicar leyes con efecto retroactivo por lo que la intención de recaudar más de lo legal se caía por su propio peso rayano en el absurdo.
   Pero no fue tan así, porque los cráneos de la gestión que manejan la elaboración de los decretos demostraron no ser tan tontos porque si nos llevamos por la historia medianamente reciente, con certeza que ellos sabían que allá por los tiempos en que la convertibilidad pasaba a ser historia, promediando el 1993 entró en vigencia y a nadie se le ocurrió derogarla, una ley de Carlos Saúl I de Anillaco y del Mingo Cavallo, que a las productoras de gas se les confería el derecho de ser compensadas ante una devaluación.
   Y así lo hicieron, sin violar la ley que pese a todo lo que se dispuso y no se está haciendo, continúa lozanamente vigente.
   Que el escenario, la ocasión y la crisis indicaban que su aplicación sería escandalosa, nadie lo ponía en duda, salvo los inútiles que manejaron una situación absurda, algo así como un parto sin embarazo previo porque de hecho -y a lo mejor incurro en un acto de ignorancia- el aumento aunque rigurosamente legal era absolutamente utópico.
   Y en un comentario de entresemana fijamos posición que el tema se derrumbaba, que no era posible la aplicación de ajustes sobre lo ya pagado y que dar un paso al costado a veces no es síntoma de cobardía o de cagazo sino el resultado de una tardía toma de conciencia.
   Y así fue.
   Nadie puede pagar por algo achacable a la ignorancia oficial, aunque haya actuado ajustado a una ley que a nadie se le ocurrió derogar o al menos actualizar para adecuarla a la realidad.
   Una realidad alarmante, porque aporta un importante caudal de dudas acerca de la capacidad de algunos niveles medios que nos gobiernan, que por esa necesidad de recaudar para cubrir errores propios y ajenos o antiguos, se cae a la ridiculez de pretender cobrar lo incobrable.
   Que esté dentro de la ley es una cosa, pero que haya sido un error tan grueso es imperdonable, aunque luego no haya rodado ninguna cabeza como hubiera sido lo correcto.
   De todas maneras no es una situación cómoda en la que ha quedado el gobierno, por la simple razón que pase lo que pase, al ajuste lo pagará el Estado.
   Y el Estado, aunque nos duela, somos todos nosotros.

LA CONDUCCIÓN DE EPEC SE VIENE ACERCANDO
PELIGROSAMENTE  A LA  INSENSIBILIDAD SOCIAL
   El hecho que la electricidad haya aumentado en el último año por encima de la inflación, es una especie de sincera confesión que hace la empresa proveedora -en este caso la EPEC- de su propia, alarmante y escondida ineficiencia, pese a lo cual muchos jerarcas cobran jugosas recompensas por no contar con ese atributo de la inteligencia y de la honradez profesional.
   Primero nos embadurnaron con la imprevista aplicación del cobro mensual para intentar suavizar el brutal incremento en el precio de la energía residencial, lo que llevó a colocarla en el pedestal nacional por ser la más cara del país.
   La inoperancia de la costosa e inconclusa Central Pilar que es una ofensa al bicentenario argentino, es otro de los ítems que los cordobeses venimos pagando para que se enriquezcan sus mentores y quienes seguramente lo mismo cobraron aunque la criatura que dijeron había nacido, ni siquiera abrió los ojos.
   Poco a poco nos fueron enhebrando con la tarifa, pese a los baches en las prestaciones originados por la desinversión en equipos, aunque se pregone actualización tecnológica que no se aprecia en el suministro ciclotímico, especialmente en los sectores de mayor densidad poblacional.
   Ahora resulta que los aumentos son por imposición de los transportadores de la energía y la gente no tiene idea de qué se trata, pero lo mismo debe pagar.
    Se viene otro incremento, se hará esa parodia teatral de la audiencia pública para cumplir con una formalidad que está más emparentada con la payasada política que con la realidad que nos toca vivir, todo para que el ERSEP le ponga la firma a una nueva suba que habrá que pagar si o si, por eso del monopolio en el suministro.
   ¿Qué haría la EPEC si existiera otro proveedor, como ocurre en cualquier país civilizado?
   No quiero ni pensarlo, porque en verdad se caería a pedazos si tuviera que competir en calidad y precio con cualquier otra alternativa.
   La cuestión es que habrá que aprontarse a las nuevas facturaciones que son una demostración cabal de insensibilidad social con el incremento que la empresa está reclamando, para consolidarse en el sitial más encumbrado en materia de costos, paralelo a su propia ineficiencia.
   Y a los cordobeses no nos quedará otra alternativa que pagar o acostumbrarnos a las tinieblas para lo cual la EPEC nos viene entrenando desde hace demasiado tiempo.
   Un detalle a tener muy en cuenta a la hora de votar…
  
La Justicia “le hizo precio” --------------------
DE VIDO PURGARÁ 40 DÍAS  Y  MEDIO
POR CADA VÍCTIMA DE LA TRAGEDIA
   Realmente es para pensar que este tiempo que lleva en la cárcel Julio De Vido es una ganga para el ex encumbrado personaje del kirchnerismo condenado por su responsabilidad en la tragedia de la estación Once de los ferrocarriles porteños, que arrojó el luctuoso saldo de 51 muertos y más de 700 heridos.
   Se salvó de la acusación de estrago culposo, pero deberá purgar 5 años y ocho meses de capacha, que llevado esto a las matemáticas nos deja un resumen de más o menos 40 días y medio por cada víctima fatal de una tragedia que bien pudo haberse evitado.
   Y por esas cosas de las leyes, de la benignidad y de otros detalles en la computación del paso de los tiempos, el bueno de Don Julio podrá, seguramente en un par de añitos o algo más o posiblemente también menos, gozar de la vida en libertad y vaya paradoja, no lo podrán hacer los inmolados por su inoperancia funcional.
   Demasiado tiempo duró el juicio y por más que De Vido y sus dependientes la sacaron barata, cualquier pena por más rigurosa que signifique para los culpables, de poco servirá para atenuar el enorme dolor de los familiares ni el sufrimiento de los que todavía luchan por recuperar su salud quebrantada por el desgobierno y la displicencia a la hora de gestionar.
   En verdad cinco años y unos meses no son nada en la vida de una persona que amparada en su poder de antaño eludió la responsabilidad de manejar correctamente un área tan sensible como es la de la prestación de esenciales servicios públicos.
   Son los que requieren al factor seguridad como uno de los más importantes de la prestación.
   ¿Si De Vido se enriqueció merced a las relaciones que tejió desde su función ministerial?
   Esa es una duda que seguramente se disipará cuando la Justicia avance en otras causas en las que el ex alto funcionario kirchnerista está involucrado y por las que en su momento deberá responder.
   Pero cuando está de por medio la vida de medio centenar de seres humanos y la integridad física de tantos y tantos otros heridos, no hay cárceles para los responsables que puedan mitigar el enorme dolor que provocaran las pérdidas tan irreparables como, ya lo dijimos, también evitables.
   De ahora en más cada 40 días y medio, Julio De Vido tendrá que tomar obligada conciencia que está dejando morir a un ser humano.
   Y esa puede ser la peor de las penas, si es que tiene conciencia, que no lo dejará vivir en paz.

LA MEGACAUSA DEL REGISTRO
Y  EL CONCEPTO DE INOCENCIA
   La inocencia se define como “condición libre de culpa o falta de malicia o mala intención”. La palabra deriva del término latín “innocens” y está formada por un prefijo negativo in y la palabra nocens que significa nocivo o dañino.
   En conclusión, un inocente es alguien “no dañino” o “que no hace mal”.  En la antigua Roma los primeros juristas se esforzaron por defender como “principio de inocencia” que toda persona debía ser considerada inocente, y tratada como tal,  hasta que un juez probara su culpa, y  de esta manera es reconocido y aceptado también hoy en nuestras leyes.
   Podría parecer que todo el mundo sabe esto, excepto los juzgadores de la causa del Registro  de la Propiedad de Córdoba. Basta la lectura de algunos escritos judiciales que reconocen no tener pruebas o no saber en qué o cómo habría participado un imputado, para entender la violación a este principio y a toda la ley, que se cometió al encerrar a estos acusados por largos años sin juicio alguno, cumpliendo condenas anticipadas.
   Aunque muchos lucharon sin tregua para defenderse y fueron reconocidos por dictámenes de las las ONG, de la Corte Suprema de Justicia de la Nación y de la propia  Organización de las Naciones Unidas, no podemos caer en el error de pensar qué otra cosa más  debieron hacer.
   Es muy claro nuestro Código Penal cuando afirma que es el Estado quien debe probar la culpa y no el acusado quien debe demostrar su inocencia, y que esa culpa debe probarse en juicio justo y sin encierro.
   Por qué ese orden se invirtió, arbitrariamente y en contra de la ley,  es algo que todavía el Poder Judicial debe explicar.
   Y los afectados por la injusticia, tienen derecho a saber por qué se los trató tan injustamente. 

Tres “patas de lana” para engañar al usuario
UTA, FETAP, LA MUNI Y ESA PRÁCTICA
POR SIEMPRE OCULTA DEL POLIAMOR
   Cuando se puso de moda no por nuevo sino por trascender superando todas las humanas hipocresías y desverguenzas eso del “poliamor”, que es más viejo que la espalda, se me apareció asociado a un padecimiento que los cordobeses venimos soportando con estoicismo y resignación.
   Ese sufrimiento que como algunos antibióticos se consume cada seis, ocho o doce horas por día, se llama transporte urbano de pasajeros, un drama que se viene reiterando y perfeccionando desde que la CATA ¿se acuerda? dejó las calles y los recorridos, para que entraran a volar las empresas que se presentaban a las licitaciones de servicios y ganaban con buenas propuestas, que nunca se materializaron en beneficio de los usuarios.
   Esa es, era y seguirá siendo una de las patas de este sainete, porque la otra es la UTA, el gremio que nuclea a los choferes de bondis ahora los mejor pagos del país por merecimientos propios, supongo, porque no debe ser grato estar a bordo de un ómnibus que cuando llega a cada parada los pasajeros miran al fercho con ganas de acomodarle un saque como si fuera el único culpable del desastre.
   El otro actor es el que llaman “poder concedente” que es la Municipalidad de Córdoba, desde donde se diagraman los recorridos, las exigencias de frecuencias y todo lo atinente al correcto y eficiente funcionamiento del servicio, que dicho sea también de paso, es el más caro del país si de transporte urbano estamos hablando.
   Ya están las tres patas de este poliamor apasionado que nos quita el sueño no por celos ni envidias, sino por indignación frente a las esperas cada vez más prolongadas, el precio cada vez más caro y los caprichos cada vez más demandantes, todo lo cual ha transformado en rehén a cada uno de los sufridos usuarios con lo que  es algo así como el concubinato normal entre empresarios y sindicalistas, que someten al pasajero que es la víctima por una simple cuestión de mayoría, de prepotencia compartida y de elemento de presión hacia quien legisla acerca del funcionamiento del servicio.
   Y la Muni, que viene a ser el último eslabón de este curioso “poliamor”.
   UTA y FETAP con sus intereses abiertamente similares y paralelos, vulneran al poder concedente por presión conjunta, al que no le queda otra que aflojar sus lienzos pese a que no se soportan y de vez en cuando se dan besitos de reconciliación.
   Y en este juego perverso de amor desenfrenado, es como si hubiera tres “pata de lana” que se burlan de la única víctima que es el pasajero usuario.
   Es a quien y dolorosamente para su bolsillo te toca pagar el telo, el brindis y todo lo que implica esa tardíamente descubierta práctica del poliamor en el transporte urbano.
   Y para colmo, ninguno de sus actores piensa en el divorcio…

USURPADORES  BUSCAN  APARECER  AHORA
COMO LUCHADORES POR UNA CAUSA NOBLE
   Por supuesto que los buenos entendedores comprendemos que las causas nobles son aquellas por las que se lucha de frente, sin antifaces ni ocultamientos, a cara descubierta y con declarados objetivos que no incluyan apetencias personales o delirios ideológicos.
   Pero si esas causas a las que se pretende rotular como nobles se las bastardea de cualquier manera, pierden la nobleza declamada desde el seno de sus ejecutores y se transforman en casi payasadas costosas para la cultura y para la sociedad.
   Porque en la usurpación de espacios de nuestra cuatrisecular Universidad se mezclaron en un absurdo cóctel algunas reivindicaciones atendibles con cuestiones como el aborto, lo que aún algunos consideran el secuestro, tortura y muerte del artesano Maldonado y otros temas tan descolgados como los que acabo de enunciar.
   El perjuicio emergente a terceros ajenos a los temas y diferencias universitarias es otro de los aspectos que se suma a los daños en el mobiliario, los sanitarios y otros detalles de los recintos donde durante un mes “se atrincheraron” estudiantes reales, estudiantes crónicos, dirigentes políticos y “zampados” como siempre ocurre en casos similares, que de ninguna manera podían justificar su presencia.
   Existió la cautela de no desalojarlos con las fuerzas de seguridad para no fabricar víctimas que imperiosamente necesitaban los mentores del movimiento.
   Pero la Justicia tardó demasiado tiempo en actuar de oficio, con cierta certeza por la inocultable afinidad ideológica de algún fiscal con los ocupantes ilegales.
   Finalmente los invasores se fueron llevándose sus colchones, enmascarados como activistas clandestinos y dejando un alto perjuicio económico para muchos, más allá del concesionario del comedor y de sus empleados.
   Muchos estudiantes, algunos extranjeros -se comenta- perdieron becas por negárseles el acceso a documentación que se guarda en el Rectorado y eso es imperdonable.
   Ahora la Justicia, aunque tardíamente, tiene la oportunidad de demostrar que es tal; que estamos dejando atrás los tiempos de las prepotencias y que todo debe ajustarse a los dictados de la ley.

   Es bueno que alguna vez, desde chiquitos, los argentinos vayamos tomando conciencia que es la única manera de honrar al respeto por la Democracia.

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