13 de noviembre de 2018

Oportuna reivindicación --------------

PARA UN MARTES 13 EL MEJOR
ANTÍDOTO ES UN GATO NEGRO
No son más silenciosos los espejos
ni más furtiva el alba aventurera…
Eres, bajo la luna esa pantera
que nos es dado divisar de lejos.
(J.L.Borges, A un gato)

   Así como suele ser doloroso saber que alguien es considerado “mufa” por algún episodio desafortunado que lo hubiera llevado a esa condición, no es menos lamentable en muchos casos advertir que esos temores parten de personas a las que consideramos al menos sospechadas de inteligentes.
   Y como esas maledicencias han llevado incluso a suicidios -y no es exageración- lo mejor es tomar para el chiste lo del martes 13, con aquello de no pasar debajo de una escalera, hacer viajar el salero de mano en mano, levantarse con el pié derecho, apretarse el izquierdo o la izquierda (no precisamente el pié en este caso) y otras creencias del imaginario popular, que se suma a la pésima suerte y la mala prensa que adorna a los gatos negros.
   Este martes 13 es repetición de varios que ya tuvimos, a la medianoche se termina y se aleja del almanaque para regresar en agosto del próximo año, dándonos hasta entonces el tiempo suficiente de pensar seriamente y no distraer nuestro sentido de la preocupación en pavadas y supersticiones.
   Por las dudas, después de haber viajado en la línea 13 anaranjada, haber subido en ascensor hasta el piso 13 de un edificio, haber pasado el salero de mano en mano durante un desayuno “americano” de 13 personas, haber reservado para mañana la butaca “A” de la fila 13 en un vuelo, haber pasado por debajo de 13 escaleras y haber nombrado por sus nombres y apellidos a 13 reconocidos “mufas” de diferentes ámbitos -colegas periodistas, políticos, empresarios, deportistas, funcionarios, artistas, etc.- volví a mi cueva del trabajo cotidiano y allí apreté en un fraternal abrazo a Fellini, mi gato-pantera negro y lo agasajé con una copita de leche tibia con gotas de champán que no despreció.
   Ese bicho al que sólo le falta hablar -y a veces creo que lo hace-  desde su inteligente irracionalidad me enseñó con la suerte, la felicidad y la ronrroneante compañía que diariamente me regala, que todo lo de las supersticiones y las descalificaciones a los “yetas” son puras patrañas.
   ¡Aguantemos… aunque vengan vientos, inflaciones y  tormentas!

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