21 de noviembre de 2018

Selección Nacional con nuevo estilo ---------------

LAS ENSEÑANZAS DEL FRACASO SON
MÁS DURAS QUE LAS DE LA VICTORIA
   Nunca se sabrá si la orden de encriptar al plantel de nuestra Selección Nacional de Fútbol de mediocre participación en Rusia 2018 vino del hiperdominado Sampaoli, de las autoridades afistas o fue una determinación adoptada por los jugadores de la representación argentina más cara -en cuanto a la cotización de sus integrantes- que recuerde la memoria.
   Más allá que no hubo  correlato entre el valor monetario y la posición alcanzada, sigue irritando el aislamiento de todo ese conjunto con relación a sus compatriotas. Ni los monjes tibetanos se encierran así, en sus propias e íntimas cárceles en una actitud más cercana al desprecio que a la necesaria concentración.
   Para algo sirvió el fracaso porque la realidad les enseñó a los millonarios engreídos que no son dioses ni patriarcas de un país sobrecargado de exitismo mediático, que se hartó de exagerar una certeza triunfalista no por patrioterismo, sino por ese fantasma de la conveniencia y la especulación económica que se posesionó de la mayoría de las actividades vinculadas con la participación argentina en el Mundial.
   Con su actual y casi inédito acercamiento a la gente, el renovado plantel ahora entenderá que el mejor pago por su esfuerzo es el cariño y la cercanía con quienes llegan a fanatizarse por nuestros colores y nuestros blasones. Cansados de halagos, de ofertas y borrachos de fama los encumbrados e inaccesibles personajes de aquel pasado ciclo de notoriedad e idolatría, cayeron a un previsible pozo donde la arrogancia se hizo añicos y pasó a ser infierno de indiferencia, allí donde arden y se consumen las humanas vanidades, la pedantería y los desplantes.
   Ahora es como si los sintiéramos más nuestros; más cercanos; humanamente más accesibles y  hermanados tanto entre ellos como hacia nosotros y ese es el milagro de brindarse y no de jugar a los misterios y a las escondidas.      
   Quiero arriesgar con una sentencia convertida en apuesta que seguramente me tendrá como perdedor. El fanatismo y su exacerbación es más poderoso que cualquier análisis a conciencia que se pretenda hacer acerca de este fenómeno de los que naufragaron en Rusia y a los que aplicaron su vocación por el silencio y el ocultamiento habría que meterles en las entrañas del alma este concepto: “Dichoso el que no ha conocido nunca el sabor de la fama; tenerla es un purgatorio y perderla, un infierno”. Lo dijo un tal George Bulwer Lytton y se me hace que fue una pelota que se las clavó en el ángulo de la fatuidad y la soberbia.

Gonio Ferrari

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