18 de septiembre de 2022

S.L.B.: ENERGÍA AVASALLANTE DE LA JUVENTUD A UN PASO DE LA PRIMAVERA - NUEVO FRACASO DE LOS ENCUESTADORES PREELECTORALES - LA HIPOCRESÍA NO ES BUEN CAMINO HACIA LA CONCORDIA - MEGACAUSA Y FÚTBOL CON CIERTAS SEMEJANZAS - PÉSIMA COSTUMBRE DE HACER SINÓNIMOS POBREZA Y DELINCUENCIA - ALARMANTE CEGUERA DE NEGAR UNA REALIDAD QUE OPRIME - ¿LA INFLACIÓN ES UNA CONDENA A PERPETUIDAD?, ETC.

Desgrabación de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los buenos” edición nº 744 del domingo 18/09/22 emitido en dúplex por la AM580 y la FM88.5 ambas dependientes de Radio Universidad Nacional de Córdoba.
 
Dicho sea con algo de envidia…
A POCAS HORAS  DE LA  PRIMAVERA, ASOMA
LA AVASALLANTE ENERGÍA DE LA JUVENTUD
 
    Me provoca un enorme placer evocar las expectativas con que esperábamos cada 21 de septiembre, porque eran mayores que para la nochebuena, el año nuevo o el propio cumpleaños. Y más allá del clásico picnic junto al río, del acné, de la primera curda con sangría o del piquito que robamos a la compañera de banco, estaba aquella maravillosa actitud de saberse joven, mucho más joven que los anticuados y vetustos viejos de 30 años.
   Esperábamos ese día, el Día de la Primavera, el Día del Estudiante, sin conocer ni sospechar la preocupación de alguna profesora, que debía ingeniárselas para contener a esa banda mafiosa de 40 vándalos que aguardaban de ella algo más que el pancho, la medialuna y la coca, sino a veces descubrirla como mujer, hipnotizados en el escote o en las piernas.
   Bariloche estaba demasiado lejos, no era moda y entonces el Parque Sarmiento, los Pozos Verdes, la pileta San Cayetano, las costas del Lago San Roque o las orillas del Suquía en La Calera eran las accesibles metas de nuestra liberada, evidente, húmeda e irrefrenable revolución hormonal.
   Nadie por entonces tenía la idea del paco, del raviol ni del porro, sino la fijación del Saratoga o el Wilton a escondidas y del porrón, en los tiempos que el fernet era un remedio.
   La mayoría de los enfervorizados varones asumía en la secundaria -esperando que atendiera el farmacéutico- la sonrojada vergüenza de comprar un preservativo, dentro de la mayor ignorancia acerca de su colocación y uso práctico.
   ¡Eramos tan pavos!, como inequívoco signo de nuestra edad.
   Y ellas tan bellas, esquivas y deseables, como lo imponía nuestra libido en los gloriosos tiempos de su crecimiento y explosión.
   Pero ahora, antes de encarar la inevitable tarea de plumerear el nicho y por una cuestión de nostalgia, asumimos pese a todo la íntima llegada de la mejor estación del año, imaginando en sueños que los almanaques y los relojes se hubieran detenido.
   Porque es una cuestión de saber vivir.
   De saber crecer y madurar con dignidad, porque es una afrenta a los tiempos empeñarnos en ser eternamente jóvenes.
   Lo trascendente, es evitar la pena de sentirse viejo.
   Por esa juventud de hoy a la que miramos con el amor y el respeto de la inútil envidia, mi cariño y el brindis jubiloso.
   Como todos los jóvenes se lo merecen.
   Y que nosotros, alguna vez, también lo merecimos.
 
Encuestas preelectorales
FORTALECIENDO  UNA  CLARA  TENDENCIA
REITERARON SU INCLINACIÓN AL FRACASO
    Alguna vez aprenderemos a diferenciar dos resultados ampliamente diferentes en cualquier competencia, cuando debamos calificar a los pronósticos como errores, equivocaciones, procedimientos inadecuados o lisa y llanamente evitables papelones, como lo han venido siendo todos los sapos perpetrados por organizaciones dedicadas a las encuestas preelectorales a la luz de una realidad que pese a todo, algunos aún se empeñan en pasar por alto.
   Es claro: una cosa es errarle por algunas décimas, dos o tres puntos y muy diferente cuando con relación a los vaticinios, el resultado final muestra una diferencia casi alevosa que supera los 15 puntos.
   El más cercano de los ejemplos es lo acontecido en la elección de intendente municipal en un pueblo geográficamente alejado de las grandes urbes como lo es Marcos Juárez, en nuestra provincia, histórica cuna de la coalición que en su momento llevó a la presidencia de la Nación a Mauricio Macri, donde los rentados agoreros habían vaticinado en el peor de los casos eso del “empate técnico” que es una manera pretendidamente elegante de cubrirse de un error cuando se decide por escasas diferencias.
   Los casi 17 puntos de ventaja que obtuvo la fuerza política nacida allí, fue un duro golpe que le asestó el electorado a los gurúes que sostenían la existencia de cierta paridad que les permitía, salieran como salieran los números, mantenerse en un nivel medianamente decoroso ante la ciudadanía.
   Un resultado adverso que sembró un mal disimulado pánico en las filas de la corriente peronista kirchnerista e hizo estallar el entusiasmo de quienes por la calidad de su gestión, obtuvieron un resonante apoyo pese a la tenaz y onerosa campaña que se instrumentara y solventara desde el Panal, en realidad pagada por la ciudadanía más que por el partido político.
   Una demostración más, como si hubiera sido necesaria, que los mecanismos de las encuestas siguen mostrando más fisuras que coherencias y llevan a pensar con mayor firmeza, que las estimaciones previas tienden a satisfacer a quien las paga como que si al ser sinceras anticiparan una derrota, les impediría cobrar por tal servicio.
   En los últimos tiempos, esa impresión es la que ha venido ganando terreno de la mano de una verdad indiscutible, basada en una realidad que con anticipación y con cierto grado de eso que le llaman picardía política, se hubiera pretendido modificar.
   Y dentro de la maraña de pronósticos que se instalara en la mente ciudadana antes de las elecciones en Marcos Juarez, es justo destacar que la única encuestadora que acertó fue la consultora cordobesa Feedback liderada por Gastón Toro que anticipó la victoria de Majorel.
   No dejó de ser un baño de frescura en un panorama altamente competitivo, donde por lo general y a la luz de las experiencias, se anticipan triunfos como inducción al voto, aunque luego la realidad los despierte de un sueño que termina en pesadilla.
   Y si no, que alguien le pregunte al cordobesismo cuántos millones -que pagamos todos- les salió la joda.
 
Vocación por la incoherencia
NO HABRÁ DIÁLOGO NI ACERCAMIENTO SI
SE INSISTE EN PRACTICAR LA HIPOCRESÍA
 
   La novela con muchos ingredientes de suspenso, imaginación, creatividad e inventiva circula por distintos carriles de la comunidad argentina con dispar aceptación en cuanto a la veracidad o no de todo lo que se declara, de lo que se investiga y de las conclusiones que con cuentagotas están surgiendo y tomando estado público.
   Para muchos es un tema serio, preocupante, está en duda la calidad de protección para los más altos funcionarios y por otra parte se especula en que todo se armó con el propósito de llevar la situación a un límite tal de dudas, que electoralmente beneficien al oficialismo, tan golpeado y jaqueado en estos últimos meses por la inflación descontrolada, la caída del poder adquisitivo de nuestra moneda en un 70 por ciento según lo que sostienen los especialistas, la creciente e impune inseguridad con elevados índices que jamás nos habían tocado padecer, la desocupación, el crecimiento exponencial del narcotráfico y otros conflictos emergentes de la delicada situación económica que venimos padeciendo.
   Así las cosas como en toda puesta en escena, existen los libretos impecables pero también debemos dar espacio y atención a las sobreactuaciones y en tal sentido no son pocos los analistas que han tomado como simbólica muestra, una de las últimas expresiones de quien aparecía como víctima de una conjura para terminar con su vida y que vaya a saber por qué circunstancia, el sicario no exhibió calidad de tal sino que con su precariedad operativa y las imprudencias que habría cometido en la preparación del atentado, es casi como que ya hubiera confesado, sin presión externa alguna, la autoría del que fue intento de magnicidio con una pistola poco operativa.
   Sicarios eran los de antes, refería un novelista, al asegurar que nunca actúan en soledad sino que tienen apoyo para terminar con el encargo, en caso de alguna falla que impidiera la concreción de la tarea por la que cobraron una parte, y el resto se paga cuando se confirma el resultado letal.
   Es raro que aparezcan protectores divinos en esos momentos tan espantosos y cruciales porque si esa fuera la norma Kennedy se hubiera salvado, John Lennon también, Rucci otro tanto y hay otros varios ejemplos que nos refiere la historia más reciente.
   Pero agradecer la buena fortuna a Dios y a la Virgen, suena más a una injuria que a un milagro.
   ¿Por qué tal percepción?
   Simplemente porque si se quisiera incorporar esa afirmación divina a los campos de la hipocresía, sería bienvenida solamente por el rigor histórico del juicio que merecería quien la utilizara en beneficio propio.
   Basta con recordar esas asquerosas imágenes que recorrieron el mundo mostrando a militantes opositores tomando como baño para sus meos y sus cacas, el atrio del templo católico, apostólico y romano más venerado del país, en desacuerdo con ciertas medidas que se anunciaban, con las que no estaban de acuerdo, en tiro por elevación contra el bueno de Francisco.
   Porque a lo mejor por no saberlo -en este caso no cabe ni una pizca de ignorancia- que en esa casa, la casa de Dios, la Catedral porteña, habitan precisamente Dios y la Virgen, quienes con su bondad y el sentido cristiano del perdón, seguramente pasaron por alto una ofensa tan inmerecida.
   La hipocresía no es el mejor camino para llegar a la concordia imprescindible que aleje a los fantasmas de la desintegración social.
 
Megacausa del Registro de la Propiedad
SON CAMPANAS DE MADERA  LAS  QUEJAS
POR LOS ABUSOS DE PRISIÓN PREVENTIVA
 
   Un ingenioso texto compara al más popular de los deportes, el fútbol, con los conceptos de Justicia y Poder Judicial. Así expresa, por ejemplo, que el Poder Judicial está representado por el árbitro y los jueces de línea, el primero como el máximo representante de la justicia y los otros preservando los límites para que el juego no escape de su línea y, en situaciones dudosas, operando como consultores para introducir una cuota de deliberación en la decisión judicial.
   Dice que ningún juez es infalible, y que grandes son los árbitros, no cuando no cometen errores, sino cuando después del partido así lo reconocen. Pero lo más importante de todo, es que el árbitro no sólo debe aparecer como justo sino que además debe serlo. Si existe la sospecha de que el soplapitos ha sido "comprado" ya sea por una mafia o por un gobierno, el partido de fútbol está arruinado antes de su comienzo. 
   Si tomando ejemplo de tal texto, hacemos un pequeño paralelo con la causa del Registro de la Propiedad de Córdoba, nos encontramos con varias situaciones irregulares como la prisión preventiva sistemática en lugar de la excepción; la comisión especial para juzgar en lugar del sorteo; testigos anónimos en lugar de confrontables, condenas por convicción en lugar de pruebas o impunidad de funcionarios en lugar de igualdad ante la ley, por mencionar algunas.
   Dado que en la causa tanto organismos nacionales como internacionales han señalado errores (o que se escapó de la línea), sería bueno que estos árbitros judiciales, no infalibles, pudieran revisar lo actuado, y ser grandes, al reconocerlos.
   Lo grave no sería el error, sino que el árbitro haya sido "comprado", porque entonces la causa, (como el partido) está arruinada desde antes de comenzar.
 
Como si todos los pobres fueran ladrones
MALA COSTUMBRE DE HACER  SINÓNIMOS
ENTRE POBREZA E IMPUNE DELINCUENCIA
 
   Cometer la torpeza y la injusticia de hacer sinónimos entre pobreza y delincuencia aparte de ser una posición repudiable desde el punto de vista humano, desnuda un precario conocimiento de la realidad, y es imposible ocuparse precisamente de una realidad que nos agobia y no encuentra eco en materia de soluciones por parte del Estado, que falla en su ineludible obligación protectora.
   Es cierto que los mayores padecimientos se abaten sobre los más vulnerables económicamente hablando; sobre los sectores marginales de la sociedad, pese a que en parte con el indigno mecanismo de los bonos que reemplazan a la dignidad del esfuerzo, resulta algo atenuada la situación, y eso que en un país tan rico como lo es el nuestro, cabe aquello que “nadie se muere de hambre” porque aún no se han dado casos -tengo entendido- de desenlaces fatales no por comer menos, sino directamente por no comer, como sucede en otras geografías donde el hambre es elevado factor de mortandad.
   Atribuir a manera casi de disculpa por la propia incapacidad de aportar soluciones, que la delincuencia no es tan grave ni aumenta en Córdoba sosteniendo que tenemos la tasa delictiva más baja del país, es ofender la inteligencia de un pueblo que ya agotó su paciencia en materia de esperar una mejoría en cuanto a no saber, cada vez que el ciudadano sale a la calle, si va a regresar indemne, un pensamiento que comparte toda la familia en cualquier sector de la provincia, ahora una gigantesca zona roja donde reina el hampa.
   Ya cansamos con el gastado argumento que de nada sirven las onerosas inversiones en armamento, tecnología, movilidad y otros elementos que dicen son para combatir el delito, mientras no se diseñe, legisle, aplique y controle una política integral de seguridad que comience por la profesionalización de la fuerza azul, abandonando su sempiterna condición de bolsa de trabajo para los recomendados del poder.
   Lo peor de todo es que el funcionario encargado del área, tuvo la delicadeza de pronosticar algo positivo, al sostener que disminuyendo la pobreza en la inminente mejoría de la situación del país, también declinaría el accionar de los marginados de la ley.
   Si eso no es hacer sinónimo de pobreza con delincuencia, estamos todos locos, ofendiendo a la condición humana, el sacrificio, el sufrimiento y la honestidad de quienes siguen siendo pobres pero respetuosos de la ley.
 
Creen que negándolos, no existen…
ALARMANTE CEGUERA, JUSTIFICACIÓN DE
SILENCIOS OFENSIVOS E IMPERDONABLES
 
   Llegará el domingo en que en lugar de ocuparnos de algún episodio ilegal protagonizado por policías hablemos de cuestiones positivas, porque la depuración de la fuerza hubiera conseguido limpiar la mugre interna y es posible así encarar la lucha frontal y sostenida contra la delincuencia externa, reinstaurando aquella seguridad que supimos gozar años atrás, antes que factores desencadenantes como el narcotráfico y su impunidad, nos cambiaran la vida.
   Nos cambiaron los hábitos a quienes laburamos dignamente mientras que a otros vivillos que pese a ser como los esquimales que no transpiran nunca, gozan utilidades malhabidas, ventajas y otras prerrogativas que reciben, en elevada medida con el conocimiento de las autoridades y su selectivo vistagordismo.
   Hace pocas horas el ministro de seguridad, aunque debiera ser “de inseguridad” porque es lo que predomina, habló de infiltrados en la policía provincial a quienes cargó la responsabilidad de acciones delictivas recientes.
   Entonces es para preguntarnos, con mucho de inocencia cargada de candidez, cuáles son los filtros que fallan; quiénes son los dueños de los agujeros negros por donde se zampan -porque no cabe otro término- los que después resultan el contrapeso con relación a los probos, sacrificados, valientes y arriesgados policías que es de esperar sean mayoría en la fuerza.
   Si uno de esos hombres fue quien asesinó a un adolescente y casi desencadena una masacre, fue autorizado a estar en la calle y con arma, pese a un juicio en su contra por haber delinquido.
   ¿Se sabe quién le firmó el pasaporte a su impunidad?
   Sería lamentable que la responsabilidad para estos tremendos casos hubiera sido del área Recursos Humanos, porque es la Justicia, ahora, la que debe interrumpir ese flujo de equivocaciones que tanto perjudican a la sociedad cordobesa.
   El ministro Mosquera tiene en sus manos los instrumentos para ahondar en la búsqueda de los verdaderos responsables de la debacle institucional de la policía, aplicar los correctivos necesarios y luego recomenzar una ímproba tarea de saneamiento, en la calidad humana de todos los integrantes de la institución, desde el último de los “juanes” hasta la femenina cúpula.
   No es posible que los cordobeses tengamos que seguir soportando la inacción, las protecciones mal entendidas, las omisiones tan evidentes y el percudido discurso que la inseguridad dominante y descontrolada es sólo una sensación.
   Deberá obrar con premura, porque esa sensación a la que aluden, es probable que reviente las urnas cuando quienes la están descuidando pretendan eternizarse en un trono que no merecen.
 
Si es por “crecimiento”, el rubro principal.
¿SERÁ QUE LA INFLACIÓN ES UNA CONDENA
A PERPETUIDAD QUE DEBEMOS SOPORTAR?
 
   De vez en cuando en los momentos de ocio pero de pensamientos hacia adentro, nos cansamos de preguntarnos cómo vivíamos cuando no existía en nuestras vidas ni en el vocabulario corriente de los argentinos esa palabreja que ahora nos quita el sueño, devora los ahorros, desencadena quebrantos, destruye familias, escamotea miles de viviendas, obliga a vender autos propios a precio vil, lleva a remates, endeuda pueblos, capitales, provincias y termina azotando al poder nacional, de cualquiera de los signos políticos que nos tocaran en suerte últimamente y desde mediados del siglo pasado.
   Esa palabreja de solo 9 letras nos quita el sueño, adelgaza los bolsillos, mueve a privaciones y lo que más motiva es el insulto a los inútiles que no encuentran la manera de neutralizarla para bien de la recuperación nacional y a lo mejor también popular.
   Se han hecho decenas de experimentos y el único que dio resultado aunque ahora lo estemos pagando, fue el estilo implantado por el inefable Domingo Cavallo, prócer para muchos que lograron licuar sus abultadas deudas con el fisco y que le llamaron “convertibilidad” que duró algunos años.
   Y esa puta palabreja que por cábala a veces no queremos ni pronunciar, es “inflación”.  
  
Tengo entendido que lo sostiene el diario Clarín y por ende sospechado de inexactitud especialmente por el oficialismo gobernante y sus seguidores más fanatizados y consigna que para el presupuesto del 2023, año electoral, habrá otro “plan platita” porque el gobierno dispondrá un incremento en los planes sociales que supera el 100 por ciento, y creo que pocos se aventuran a pronosticar que asimismo algo instrumentaría el poder -como parte de la campaña proselitista- para la creación de demanda laboral por fuera del Estado.
   En definitiva y para ahorrarnos cálculos y especulaciones, nos abruma una verdad tan incontrastable como la dura sentencia de los números: en 1.000 días de gobierno del Dr. Alberto Fernández, la inflación nacional & popular que nos castiga creció un 221 por ciento.
   Y a tal exactitud, que la discuta Mongo…
 

 

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