"POR ALGO HAY CIELO EN LA BANDERA Y UN
GESTO NOBLE Y FRATERNAL EN EL ESCUDO"
Cuando de símbolos se habla, los argentinos no somos lo que se dice un ejemplo, porque enarbolamos la bandera si la recibimos de regalo por alguna promoción comercial, no cantamos el himno sino que hacemos playback y ponernos una escarapela es para muchos insensibles como si les violaran el corazón.
Muchos argentinos harían un papelón si les
pidiéramos, simplemente, que hicieran tan solo una somera descripción de
nuestro Escudo Nacional.
Esto no es un ataque de nacionalismo, sino
la enunciación de una realidad, que por lo general tratamos de pasar por alto
cuando somos mayores porque si hacemos memoria, advertimos cuán pocos se
ocuparon de que sintiéramos en el alma los colores celeste y blanco.
Los intentos de la escuela no siempre se
ajustan a una normativa, o no alcanzan.
Es en el hogar donde se deben fortalecer los
lazos entre la persona y la Patria en la
enseñanza diaria, en lo cotidiano, en
lo simple, para no llegar a lo que ahora vemos, que se considera más a la
bandera de un partido político, una corriente ideológica, un grupúsculo de
mercenarios o de un equipo de fútbol, que a la enseña nacional.
Nuestra Bandera merece respeto y reverencia.
Y la mejor manera de respetarla es ser
fieles a los principios, preceptos, derechos y también obligaciones que
encierra en sus pliegues ese sagrado trozo de tela, símbolo que creara Manuel
Belgrano, de cuya muerte se cumplen hoy dos siglos y en homenaje a su memoria fue instituido el 20 de Junio
como Día de la Bandera.
Sin embargo, en nada se equivoca el pensador
Jaime Barylko al sostener que “El abanderado tiene sentido si se integra a todos
los elementos simbólicos. Hoy las fiestas patrias son para lavar el auto”.
Si a veces duele ver tamaña indiferencia, que es la hermana menor
de aquella otra tortura a la que muchos le llaman olvido.
Gonio Ferrari
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Su comentario será valorado