25 de mayo de 2021

25 de Mayo, Día de la Patria

 “POR ALGO HAY CIELO EN LA BANDERA Y UN
GESTO NOBLE Y FRATERNAL EN EL ESCUDO”
 
   Hemos celebrado más de dos siglos como Nación y la realidad pone en duda que hubiéramos aprovechado como patriótico beneficio las lecciones de nuestra propia historia.   
   Nos vienen metiendo en la cabeza desde allá lejos en la escuela primaria algo parecido a la simpleza sin complicaciones, procurando hacernos entender que la Patria es la bandera, la escarapela, el escudo o el Himno Nacional, respetables aunque insuficientes símbolos. Los políticos correctos coinciden, pensando a la Patria como la construcción de una gigantesca obra para nuestro bienestar y para todos los hombres de buena voluntad que quieran habitar su suelo.
   Y cada 25 de Mayo desde que me acuerdo, hoy a 211 años de aquella gesta, vuelvo a considerar oportuno pensar en voz alta a mi modesto entender qué es la Patria, desde mi simple condición de ciudadano, lo que vengo sosteniendo desde chiquito y jamás me cansaré de repetir.
   Debe ser la Patria el paraíso donde podamos vivir en paz y en libertad porque representa decencia, trabajo, sacrificio y compromiso.
   La Patria no es el bolsón, el subsidio o la beca para no trabajar. Es honestidad a ultranza; entrega, amor por las raíces y generosidad con nuestro prójimo.
   La Patria es construir y no mentir.
   Es buscar el bien común como asimismo gobernar y obrar sin soberbia ni autoritarismo.
   La Patria es administrar honradamente lo que tenemos y elaborar aquello que necesitamos.
   La Patria, por muchos burdamente devaluada en su concepto, es educación, seguridad, justicia, trabajo, vivienda digna y salud para todos, sin privilegiados ni marginados.
   La Patria también es el respeto a los que piensan distinto y fortalezcamos en consecuencia la convicción que a la Patria la hacemos en la ciudad y en el campo, que la transpiramos en la calle, en las escuelas y en el surco.
   Más nos demandará llegar a gozarla cuanto más tardemos en empezar a construirla, quitándole las muletas aportadas por la ocasional y tantas veces encumbrada mediocridad.
   Peligrosamente nos estamos resignando a perder demasiado tiempo mientras seguimos aguardando la bonanza de aquella Revolución que se inició en 1810.
   La Patria no crece porque mediáticamente se lo declame ni es un reñidero para que desborden las pasiones y triunfe la intolerancia, porque al costo en sangre ya lo hemos pagado y con creces.
   La Patria es el diálogo, el debate, el disenso, la discusión.
   No es de civiles ni de militares, sino de argentinos.
   La Patria no es vocinglería oficialista ni opositora y tampoco lo es el periodismo militante nacional y popular.
   La Patria no es Menéndez ni Videla, pero tampoco lo son Firmenich ni los jóvenes setentistas que se proclamaban románticos.
   No lo es de los ricos ni de los pobres, sino de los ciudadanos probos y honestos.
   Alguna vez asumamos que a la Patria la dignificamos con el trabajo, y cuando disminuye o no hay es necesario crearlo, porque la Patria es producción más que dádivas y es apego a la cultura del esfuerzo y del sacrificio.
   La Patria es también rebeldía ante la injusticia, cariño por lo nuestro y respeto hacia el prójimo.
   La Patria envilecida por la corrupción, solo se cura con justicia honestamente independiente y no con la obediencia debida de algunos jueces ni con la “domesticación” de la Justicia dicha con mayúsculas.
   Esta Patria será grande cuando estemos unidos y juntos derrotemos a los fantasmas de la discordia y las miserias que se fortalecen con los resentimientos.
   Parece cosa de locos y para sociólogos, que la Patria todavía no tenga definida su identidad.
   La va a tener, cuando podamos coincidir y abrazarnos pobres y ricos, ciudad y campo, profesionales y estudiantes, civiles y militares, peronistas y radicales, izquierdosos y liberales, rubios y morochos, para convencernos que la única bandera del país debe ser el común esfuerzo con decencia.
   Será el día maravilloso y mágico que marcará la verdadera fecha de nuestro alumbramiento como Nación.
   En estos duros tiempos de pandemia con angustias, sufrimientos, frustraciones y adioses sin despedidas, que al menos sea que el destino de grandeza que largamente merecemos nos encuentre unidos en la lucha fraternal contra la pestosa amenaza viral que se ha cobrado ya las vidas de tantos compatriotas.
   El título y el final de este comentario son aislados versos del poema “Patria” de Francisco Luis Bernardez y contienen una fuerza enorme.
   Entonces trabajemos hermanados codo a codo y empecemos ya, ahora, entendiendo que el tiempo no se detiene y lo hagamos desde arriba hacia abajo para que la desunión, la absurda grieta y los desencuentros no sigan siendo más rápidos que los relojes ni más letales que el virus.
   “¡Gracias, Señor, por esta tierra de bendición y porque somos hijos suyos!”
Gonio Ferrari
 

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