4 de agosto de 2024

S.L.B.: ANTES QUE NADA UN MERECIDO Y JUSTO AGRADECIMIENTO – LOS CORDOBESES SIEMPRE SOBRESALIMOS, PERO AHORA ¡POR DEUDORES BILLONARIOS! – LA MEGACAUSA DEL REGISTRO, TEMA OBLIGADO A URGENTE RESOLUCIÓN CON JUSTICIA REAL – IMPUNES Y DESALMADOS TODAVÍA EXISTEN Y SON DE LO PEOR – SIEMPRE ESTÁN EN DUDA LOS RESULTADOS QUE COSECHAN ENTRE “PAREJAS DESPAREJAS”, ETC.

 Desgrabaciones de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los buenos”, edición nº 842 del 4/8/2024 emitido por la AM580 Radio Universidad Nacional de Córdoba.
 
Una expresión de cariño y solidaridad
LA VERDAD DE POR QUÉ HOY ESTOY AQUÍ CON
USTEDES,  Y UN  MERECIDO  AGRADECIMIENTO
 
   Los médicos hermanos Carlos y Fernando Oulton, generosos sembradores de esa no muy conocida semilla de la solidaridad, que en un tiempo supieron dejar su esfuerzo y desinteresada entrega en algunas necesitadas poblaciones del interior cordobés, a través de una Fundación con su apellido, fueron dos de las tres patas en las que tuve la fortuna de apoyarme para superar un mal que no perdona, porque su madre putativa viene a ser la fatiga de material, mecánica explicación que dulcifica la definición de vejez o ancianidad.
 Ellos, los Oulton, pusieron tiempo atrás todo su cariño que me tocase cosechar por años; la enorme y apabullante tecnología de su Instituto y el personal, su amoroso sentido del afecto, el respeto y la profesionalidad.
   Y tuve también la desmedida suerte que el joven y experimentado médico, elneuroradiólogo intervencionista, profesor Dr. Gustavo Foa Torres, estuviera en Córdoba y no en Nueva York, Roma, Londres, Barcelona o cualquier otra lejana geografía porque estaba aquí, en Córdoba y en el Instituto Oulton de Avda. Vélez Sársfield al 500.
   Fueron ellos los que me devolvieron esa íntima dignidad sumada al placer de sentirme vivo y sano, para lo que no alcanzan todas las expresiones de agradecimiento que se me pudieran ocurrir y que ellos ampliamente merecen.
    Debo también destacar la celeridad de la Apross en la provisión de los insumos imprescindibles, para que mi vida volviera a ser maravillosamente digna de ser gozada, en salud y plenitud, cuando me acerco a las nueve décadas...
   A ellos y a todos quienes se preocuparon por mí, el eterno y justo agradecimiento, para el cual, en este caso, lo reitero dese el alma, no alcanzan las palabras.
   Que el Supremo Hacedor, como quieran llamarlo, les regale de mi parte, el reconocimiento a su generosa grandeza y su elevado compromiso con la sociedad.
 
¿Acaso henchidos de orgullo?
LOS CORDOBESES SIEMPRE SOBRESALIMOS Y
LO SOMOS POR SER DEUDORES  BILLONARIOS
 
   Eso que le llaman orgullo tiene varios comentarios de notables personajes de la historia universal, porque por ejemplo Shakespeare  sentenciaba que  “el orgulloso  se devora a si mismo” mientras que Franklin  pontificaba que el orgulloso detesta el orgullo, pero el orgullo de los demás.
   Mucho hay para comentar acerca de tal sentimiento, que supongo integra la íntima personalidad de cada ser humano que se rinde a sentirse así, o que censura que su prójimo esté sindicado como orgulloso de algo, sea lo que fuere.
   Pero entrando a otro plano en este caso definitorio de una situación, no es posible que los cordobeses lleguemos a enorgullecernos de haber ingresado -empujados por el poder actual y su herencia- al “status” de deudores billonarios, escúcheme bien: bi-llo-na-rios porque los números de lo que debemos a diestra y siniestra necesitan no recuerdo cuántos dígitos en cantidad tal, que debo confesar,  junto al odio que siento por las matemáticas por ser demasiado exactas y sin sorpresas, y no la he podido alcanzar a leer correctamente -me refiero a esa cifra monstruosa- apegado a ese concepto que cualquiera que se tome demasiado en serio corre el riesgo de parecer ridículo, aunque lo asuma como es mi caso, aunque no siempre ocurre lo mismo con quien siempre es capaz de reírse de sí mismo, lo que también es una de mis, llamémosla, virtudes o debilidades.
   Le debemos al mundo una cifra tal y en moneda que permanentemente crece mientras la nuestra adelgaza- que no debe existir tecnología que me permita digitarla desde el comienzo hasta el fin para transformarla en algo más accesible a su lectura y comprensión como puede ser en pesos argentinos, pero sería más doloroso todavía, porque buena parte de esos exagerados compromisos que debemos afrontar -porque lo haremos nosotros, la gente, y no el poder- en el correr del tiempo, con lo que estaremos empernados por décadas y décadas, hasta que algún cobrador internacional se enoje y también a nosotros por vía indirecta, nos haga tronar el escarmiento.
   Chésterton no era un escritor cómico ni gracioso pero sí supinamente creativo, y se le ocurrió sostener que “toda persona generosa convendrá en que la única clase de orgullo que es totalmente condenable, es el orgullo del hombre que tiene algo de qué enorgullecerse. Así no le hace daño a un hombre enorgullecerse de su país y relativamente poco daño enorgullecerse de sus remotos antepasados. Algo más daño le hace enorgullecerse de haber ganado mucho dinero, porque en ello tiene un poco más de motivo para el orgullo.
   Más daño le hace enorgullecerse de aquello que es más noble que la moneda -el intelecto-  Y le daña por encima de todo  el preciarse de la cosa más preciada de la Tierra, que es la bondad. El hombre que se enorgullece  de lo que realmente le hace honor es el fariseo, el hombre a quien el mismo Cristo no pudo abstenerse de condenar”.
   Realmente contundente y atemporal en lo conceptual, porque es comprensible sin necesidad de ser parte de selectos grupos de analistas económicos ni de políticos con ínfulas de entendidos en el escenario de  la macro economía, sino que la simpleza de Chésterton es comprensible y evaluable para cualquier ciudadano.
   Es por eso que nos inquieta, trayéndonos una preocupación de la que creíamos estar alejados, de lo cuesta arriba que se nos hará a los cordobeses pagar caminos que no recorremos porque la nafta es carísima, el turismo interno adelgaza, y la inversión en materia de tiempo la tenemos reservada para tareas productivas si las conseguimos y no para mundanas disipaciones que nos desburren de la inhumana presión que estamos padeciendo -y que sigue en aumento- con los precios en general, los apremios impositivos, la tarifa de electricidad que es un abuso pese a ciertas ventajas para quienes la suministran, administran y no actualizan tecnológicamente, el costo de los alquileres, del gas, del agua y de cualquier otro servicio que humanamente necesitemos para no sentirnos habitantes del Sahara o de algún país azotado sin límites por la indigencia.
   Dejando de lado a los coterráneos que viven bien y están contentos, pensemos en la mayoría padeciendo privaciones en muchos casos inéditas, que no se solucionan con esas vacunas contra la pobreza que son ciertos planes y subsidios, en los que se insiste en lugar de implementar o instrumentar planes productivos que de paso, contribuyan a recuperar eso que se le llamaba la dignidad del esfuerzo que es el trabajo.
   El “cordobesismo”· mientras tanto, que parece no recibir los latigazos del apremio en cuanto a la alimentación, la educación, la salud, la seguridad y otros rubros pendientes, sigue expandiendo sus planes y acciones de maquillaje, los gastos no prioritarios y esa permanente campaña autolaudatoria de quién tiene a su cargo tales gestiones, como si fueran una condecoración para la gente, que lejos está de serlo.
   Ya se inició aunque para mucha gente no considera que es tal, la campaña preocomicial con miras a las urnas del año que viene mientras en el hoy, en el triste ahora, muchos cordobeses no llegan ni siquiera a ubicarse en los límites entre pobreza e indigencia ew
n simultaneidad con las clases dominantes que parecen privilegiar los proyectos de ascensos a niveles superiores de conducción, mientras queda el tendal de quienes padecen privaciones.
  Bueno sería y se me ocurre que no pocos aprobarían una acción en tal sentido, adelantar las elecciones para antes que finalizara este 2024 para que desde todos los niveles de la sociedad se puedan comparar tiempos y situaciones; ventajas y logros en contraposición a promesas y gastos desconsiderados; realidad actual y no el barato y penoso argumento de prometernos un futuro de grandeza, mientras nadamos o navegamos en un actualizado y tormentoso mar, convulsionado por las privaciones de una penosa mayoría sufriente.
   Eso no es gobernar, sino intentar al menos la salvación de unos pocos…
   El problema radica en que a las urnas vamos muchos, demasiados en algunos casos, aunque no sea esa la inquietud de todos los enfermos por la avidez de poder y su vigencia hacia la eternidad…
 
Registro de la propiedad
MEGACAUSA SIGUE SIENDO TEMA OBLIGADO EN
LA ESPERANZA DE UN FINAL CON JUSTICIA REAL
 
   Quizás como respuesta a la particular costumbre de accionar de la justicia cordobesa en la meneada e interminable causa del Registro de la Propiedad que ya superó largamente la década, costumbre bastante alejada de nuestra Constitución, hace ya un tiempo familiares de imputados en este tema protagonizaron frente a Tribunales una especie de obra teatral en la que un médico, correctamente ataviado como tal, le recetaba a esta justicia, comprimidos de Constitucionex Forte, para curar sus patologías.
   El imaginativo medicamento cuenta con varios componentes incluyendo libertad, para evitar el abuso de la prisión preventiva; racionalidad para evitar la imputación indiscriminada a compañeros, vecinos y conocidos como nuevos sospechosos; legalidad para evitar actuar fuera de los mandatos constitucionales; igualdad parta evitar privilegios hacia los conocidos o amigos del poder político y judicial; sinceridad para evitar el pomposo y por ende oneroso márketing mediático; imparcialidad para evitar la creación de una nueva comisión especial  juzgadora; objetividad para evitar la íntima convicción como fundamento de sentencias absurdas; independencia, para evitar la impunidad de los poderosos y honestidad para no acceder a la inmortalidad de la causa.
   La verdad, suena como urgente e indispensable la necesidad de esta fórmula para conseguir la sana justicia que se requiere en la causa, aunque constituye un desafío a la más avezada imaginación, descubrir cómo administrar a la Justicia esta mágica pìldorita.
   Tal vez y a título de sugerencia, una exhaustiva revisión de cada accionar por organismos de expertos independientes,  pueda llegar a ser una manera de lograrlo.
   Y por qué, sobre todo porque es gratis, no soñar para un futuro con el desarrollo de una vacuna que inmunice a los funcionarios contra cualquier intento de perniciosas y evitables influencias, amiguismos que suelen sobrar, parcialidad o conveniencias en cualquiera de sus formas, presentaciones y aplicaciones.
   Y que las dosis de tal mágico medicamento no sean de elevado costo ni sujetas a su actualización por inflación u otros riesgos de los que abundan, porque tampoco es cuestión de condenar a nadie a que realice gastos fuera de su presupuesto…
 
Todavía hay impunes y desalmados
REALMENTE  HABÍAMOS CREIDO QUE EL RESPETO
POR LOS ADULTOS Y LO AJENO TODAVÍA EXISTÍAN
 
   Vivimos de sorpresa en sorpresa en esta Córdoba pujante, maravillosa por la mayoría de quienes la habitamos, atractiva para los visitantes, graciosa por su humor, estruendosa por su música cuartetera y el atractivo especial de su tonada que los extraños todavía no consiguieron establecer su origen y muchos, en especial los porteños, se ridiculizan intentando imitarla.
   Pero malandras, mala gente, narcos, contrabandistas, productores, vendedores al mayoreo y de a puchos de una variedad asombrosa de sustancias prohibidas tanto naturales como elaboradas, también conviven con el resto de una sociedad cambiante por las enormes influencias de su ubicación centralmente estratégica en el país, por sus universidades, la pujanza algo apocada de su industria y otros atractivos urbanos de los que gozamos mientras podemos.
   Pero malandras e insensibles desalmados han existido siempre y no existen vacunas que nos inmunicen contra ellos, ni métodos preventivos ni persuasivos que amainen su actuación las 24 horas de cada día, los 12 meses de cada año y así proyectados hacia lo inconmensurable de los tiempos por venir.
   Les traigo dos ejemplos con lo que podemos cerrar una idea de la actuación de esos malandras, de la desprotección en la que vivimos y de la escasa respuesta que aportan las autoridades para terminar o al menos amenguar los efectos de tanta maldad.
   En la esquina de Antonio del Viso y Urquiza, a una cuadra de la siempre concurrida Plaza Rivadavia, corazón de Alta Córdoba y a escasos 50 metros de una comisaría policial que aún se la llama “la séptima” y aunque usted lo dude o no lo crea, se afanaron la reja redonda de un acceso a los desagües, que
imagino debe pesar lo menos unos 40 kilos o más y se supone está resguardada por algún sistema que la proteja de los crecientes ladrones de metales que luego, mediante la complicidad de quienes les compran, transforman en sustancias prohibidas que son para muchos una dosis de criminal valentía para delinquir.
   Para afanarse una pieza de tales características es de suponer que trabajaron uno, dos o más personas por así decirlo al menos una media hora, pero nadie vio ni escuchó nada; nunca pasó por allí algún vehículo policial ni vecinos que vieran lo que sucedía o prefirieron la complicidad de su silencio.
   En fin, a la tapa se la llevaron y fue reemplazada por el vencido tronco de un viejo árbol para restarle a la abertura su peligro de trampa, porque está junto al cordón y en parte de la senda para peatones, por algún vecino comedido y ciudadano ejemplar.
  Pero el otro caso es peor: un señor mayor, de alrededor de 90 años, cometió la imprudencia mientras visitaba a la siesta la Plaza Rivadavia, de distraerse un momento y dejó virtualmente a su lado el bastón que utilizaba como ayuda para desplazarse por los veredones del paseo.
   Aunque usted tampoco lo crea, se lo afanaron y tampoco nadie vio nada, nadie dijo nada, muchos se condolían con el anciano, pero el señor seguía tambaleándose en la inseguridad de sus añosas piernas.
   Es para pensar demasiado en venganzas o en medidas ejemplarizadoras, pero en estos casos, para el señor del bastón, se impone el pedido para quien le sobre por cualquier motivo un bastón, se lo acerquemos al afectado, al menos para que piense que no todo está perdido.
   Y menos todavía, que se hubiera perdido el cordobés sentido de la solidaridad.
   Pero por lo que podemos advertir, los desalmados siguen en la suya y no hay muchas esperanzas, por lo que vivimos, de superar nuestro estado de indefensión, alimentada por la impunidad que el poder le regala a la delincuencia.
 
¿Aciertos o rumores de conventillo?
SIEMPRE ESTÁN  EN  DUDA LOS RESULTADOS
QUE ALCANCEN LAS “PAREJAS DESPAREJAS”
 
      “Si los casados han de divorciarse por incompatibilidad de temperamento no puedo imaginar por qué no se han divorciado todos. Cualquier hombre y cualquier mujer tienen temperamentos incompatibles; es la misma definición de sexo”, con lo que vuelvo a citar a Chésterton, maestro en el arte de plantear dudas fundamentadas.
   Nadie quiera pensar que estoy en vías de transformarme en instigador de acercamientos para aquellos que intenten rehacer relaciones magulladas por cualquier causa, o que procuren acercarse a un ser tan opuesto con miras a conseguir sus objetivos y transformarlos en logros.
   En la política no siempre han salido airosos aquellos que mediaron en situaciones de enfrentamientos ideológicos o de otras razones, porque la incompatibilidad de los dos o más y sus principios respetados hasta el fanatismo, fueron los impedimentos que al menos supieron trascender a un periodismo ávido de primicias y novedades.
   Nada raro está ocurriendo en mi mente como para intentar siquiera una aproximación a ese cometido porque se camina por un desfiladero humano donde el precipicio está más dispuesto a recibir a quienes se aventuren, y la salvación nunca es para ninguno de los tres, o sea los contendientes y las corrientes que los apoyan.
   Me refiero a lo que se comenta de una asociación entre Mauricio Macri y Javier Milei, para la construcción de un frente que al menos intente sacarnos del barro en el que poco a poco y casi sin que nos demos cuenta, nos están metiendo.
   Para la actualidad de los argentinos, es imposible que en tal disputa pueda incorporarse un tercer -o tercera- protagonista de lo que todos necesitamos: un acuerdo adulto, respetuoso, patriótico, sin aventuras ni demagogias  y viable,  que por fin despierte al gigante que cada argentino lleva en su pecho.
 
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Debido a inconvenientes que subsisten para la entrega en cada una de estas páginas de los audios completos de cada edición, nos vemos en la obligación de reiterar nuestro pedido de disculpas por una omisión que escapa al control de los responsables de la producción. En pocas horas la grabación completa del programa de este domingo 4 de agosto, estrará a disposición de nuestros lectores aquí, en el blog de SLB.

G.F. y la producción de Síganme los buenos
 
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