Desgrabación de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los buenos” edición nº 864 del domingo 5 de enero de 2025, difundido por la AM580 Radio Universidad Nacional de Córdoba.
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5 de enero de 2025
S.L.B.: EN CÓRDOBA HAY DEMANDAS SILENCIADAS – CON EL RIESGO PAÍS, DÓLAR BLUE, ÍNDICE DE POBREZA E INFLACIÓN EN BAJA NO MEJORAN EL PANORAMA SOCIAL – LA MEGACAUSA Y UNA ESPERANZADA CARTITA – LA MUERTE DE LANATA – LA DE HOY, MÁGICA NOCHE DE DUDAS Y ESPERAS – DESPEDIDA CON BRILLANTES CONCEPTOS DE BORGES, ETC.
4 de agosto de 2024
S.L.B.: ANTES QUE NADA UN MERECIDO Y JUSTO AGRADECIMIENTO – LOS CORDOBESES SIEMPRE SOBRESALIMOS, PERO AHORA ¡POR DEUDORES BILLONARIOS! – LA MEGACAUSA DEL REGISTRO, TEMA OBLIGADO A URGENTE RESOLUCIÓN CON JUSTICIA REAL – IMPUNES Y DESALMADOS TODAVÍA EXISTEN Y SON DE LO PEOR – SIEMPRE ESTÁN EN DUDA LOS RESULTADOS QUE COSECHAN ENTRE “PAREJAS DESPAREJAS”, ETC.
Desgrabaciones
de los comentarios del periodista Gonio Ferrari en su programa “Síganme los
buenos”, edición nº 842 del 4/8/2024 emitido por la AM580 Radio Universidad
Nacional de Córdoba.
Una
expresión de cariño y solidaridad
LA VERDAD DE POR QUÉ HOY
ESTOY AQUÍ CON
USTEDES, Y UN
MERECIDO AGRADECIMIENTO
Los médicos hermanos Carlos y Fernando Oulton,
generosos sembradores de esa no muy conocida semilla de la solidaridad, que en
un tiempo supieron dejar su esfuerzo y desinteresada entrega en algunas
necesitadas poblaciones del interior cordobés, a través de una Fundación con su
apellido, fueron dos de las tres patas en las que tuve la fortuna de apoyarme
para superar un mal que no perdona, porque su madre putativa viene a ser la fatiga
de material, mecánica explicación que dulcifica la definición de vejez o ancianidad.
Ellos,
los Oulton, pusieron tiempo atrás todo su cariño que me tocase cosechar por años;
la enorme y apabullante tecnología de su Instituto y el personal, su amoroso
sentido del afecto, el respeto y la profesionalidad.
Y
tuve también la desmedida suerte que el joven y experimentado médico, elneuroradiólogo intervencionista, profesor Dr. Gustavo Foa Torres, estuviera en
Córdoba y no en Nueva York, Roma, Londres, Barcelona o cualquier otra lejana
geografía porque estaba aquí, en Córdoba y en el Instituto Oulton de Avda. Vélez
Sársfield al 500.
Fueron ellos los que me devolvieron esa íntima dignidad sumada al placer
de sentirme vivo y sano, para lo que no alcanzan todas las expresiones de
agradecimiento que se me pudieran ocurrir y que ellos ampliamente merecen.
A
ellos y a todos quienes se preocuparon por mí, el eterno y justo agradecimiento,
para el cual, en este caso, lo reitero dese el alma, no alcanzan las palabras.
Que
el Supremo Hacedor, como quieran llamarlo, les regale de mi parte, el reconocimiento
a su generosa grandeza y su elevado compromiso con la sociedad.
¿Acaso
henchidos de orgullo?
LOS CORDOBESES
SIEMPRE SOBRESALIMOS Y
LO SOMOS POR SER
DEUDORES BILLONARIOS
Eso
que le llaman orgullo tiene varios comentarios de notables personajes de la
historia universal, porque por ejemplo Shakespeare sentenciaba que “el orgulloso
se devora a si mismo” mientras que Franklin pontificaba que el orgulloso detesta el orgullo,
pero el orgullo de los demás.
Mucho hay para comentar acerca de tal sentimiento, que supongo integra
la íntima personalidad de cada ser humano que se rinde a sentirse así, o que
censura que su prójimo esté sindicado como orgulloso de algo, sea lo que fuere.
Pero
entrando a otro plano en este caso definitorio de una situación, no es posible
que los cordobeses lleguemos a enorgullecernos de haber ingresado -empujados
por el poder actual y su herencia- al “status” de deudores billonarios,
escúcheme bien: bi-llo-na-rios porque los números de lo que debemos a diestra y
siniestra necesitan no recuerdo cuántos dígitos en cantidad tal, que debo
confesar, junto al odio que siento por
las matemáticas por ser demasiado exactas y sin sorpresas, y no la he podido
alcanzar a leer correctamente -me refiero a esa cifra monstruosa- apegado a ese
concepto que cualquiera que se tome demasiado en serio corre el riesgo de
parecer ridículo, aunque lo asuma como es mi caso, aunque no siempre ocurre lo
mismo con quien siempre es capaz de reírse de sí mismo, lo que también es una
de mis, llamémosla, virtudes o debilidades.
Le
debemos al mundo una cifra tal y en moneda que permanentemente crece mientras
la nuestra adelgaza- que no debe existir tecnología que me permita digitarla
desde el comienzo hasta el fin para transformarla en algo más accesible a su
lectura y comprensión como puede ser en pesos argentinos, pero sería más
doloroso todavía, porque buena parte de esos exagerados compromisos que debemos
afrontar -porque lo haremos nosotros, la gente, y no el poder- en el correr del
tiempo, con lo que estaremos empernados por décadas y décadas, hasta que algún
cobrador internacional se enoje y también a nosotros por vía indirecta, nos
haga tronar el escarmiento.
Chésterton no era un escritor cómico ni gracioso pero sí supinamente
creativo, y se le ocurrió sostener que “toda persona generosa convendrá en que
la única clase de orgullo que es totalmente condenable, es el orgullo del
hombre que tiene algo de qué enorgullecerse. Así no le hace daño a un hombre
enorgullecerse de su país y relativamente poco daño enorgullecerse de sus
remotos antepasados. Algo más daño le hace enorgullecerse de haber ganado mucho
dinero, porque en ello tiene un poco más de motivo para el orgullo.
Más
daño le hace enorgullecerse de aquello que es más noble que la moneda -el
intelecto- Y le daña por encima de
todo el preciarse de la cosa más
preciada de la Tierra, que es la bondad. El hombre que se enorgullece de lo que realmente le hace honor es el
fariseo, el hombre a quien el mismo Cristo no pudo abstenerse de condenar”.
Realmente contundente y atemporal en lo conceptual, porque es
comprensible sin necesidad de ser parte de selectos grupos de analistas
económicos ni de políticos con ínfulas de entendidos en el escenario de la macro economía, sino que la simpleza de
Chésterton es comprensible y evaluable para cualquier ciudadano.
Es
por eso que nos inquieta, trayéndonos una preocupación de la que creíamos estar
alejados, de lo cuesta arriba que se nos hará a los cordobeses pagar caminos
que no recorremos porque la nafta es carísima, el turismo interno adelgaza, y
la inversión en materia de tiempo la tenemos reservada para tareas productivas
si las conseguimos y no para mundanas disipaciones que nos desburren de la
inhumana presión que estamos padeciendo -y que sigue en aumento- con los
precios en general, los apremios impositivos, la tarifa de electricidad que es
un abuso pese a ciertas ventajas para quienes la suministran, administran y no
actualizan tecnológicamente, el costo de los alquileres, del gas, del agua y de
cualquier otro servicio que humanamente necesitemos para no sentirnos
habitantes del Sahara o de algún país azotado sin límites por la indigencia.
Dejando de lado a los coterráneos que viven bien y están contentos,
pensemos en la mayoría padeciendo privaciones en muchos casos inéditas, que no
se solucionan con esas vacunas contra la pobreza que son ciertos planes y
subsidios, en los que se insiste en lugar de implementar o instrumentar planes
productivos que de paso, contribuyan a recuperar eso que se le llamaba la
dignidad del esfuerzo que es el trabajo.
El
“cordobesismo”· mientras tanto, que parece no recibir los latigazos del apremio
en cuanto a la alimentación, la educación, la salud, la seguridad y otros
rubros pendientes, sigue expandiendo sus planes y acciones de maquillaje, los
gastos no prioritarios y esa permanente campaña autolaudatoria de quién tiene a
su cargo tales gestiones, como si fueran una condecoración para la gente, que
lejos está de serlo.
Ya
se inició aunque para mucha gente no considera que es tal, la campaña
preocomicial con miras a las urnas del año que viene mientras en el hoy, en el
triste ahora, muchos cordobeses no llegan ni siquiera a ubicarse en los límites
entre pobreza e indigencia ew
n simultaneidad con las clases dominantes que
parecen privilegiar los proyectos de ascensos a niveles superiores de
conducción, mientras queda el tendal de quienes padecen privaciones.
Bueno
sería y se me ocurre que no pocos aprobarían una acción en tal sentido,
adelantar las elecciones para antes que finalizara este 2024 para que desde
todos los niveles de la sociedad se puedan comparar tiempos y situaciones;
ventajas y logros en contraposición a promesas y gastos desconsiderados;
realidad actual y no el barato y penoso argumento de prometernos un futuro de
grandeza, mientras nadamos o navegamos en un actualizado y tormentoso mar,
convulsionado por las privaciones de una penosa mayoría sufriente.
Eso no
es gobernar, sino intentar al menos la salvación de unos pocos…
El
problema radica en que a las urnas vamos muchos, demasiados en algunos casos,
aunque no sea esa la inquietud de todos los enfermos por la avidez de poder y
su vigencia hacia la eternidad…
Registro
de la propiedad
MEGACAUSA SIGUE
SIENDO TEMA OBLIGADO EN
LA ESPERANZA DE UN
FINAL CON JUSTICIA REAL
Quizás como respuesta a la particular costumbre de accionar de la
justicia cordobesa en la meneada e interminable causa del Registro de la Propiedad
que ya superó largamente la década, costumbre bastante alejada de nuestra
Constitución, hace ya un tiempo familiares de imputados en este tema
protagonizaron frente a Tribunales una especie de obra teatral en la que un
médico, correctamente ataviado como tal, le recetaba a esta justicia,
comprimidos de Constitucionex Forte, para curar sus patologías.
El
imaginativo medicamento cuenta con varios componentes incluyendo libertad, para
evitar el abuso de la prisión preventiva; racionalidad para evitar la
imputación indiscriminada a compañeros, vecinos y conocidos como nuevos
sospechosos; legalidad para evitar actuar fuera de los mandatos constitucionales;
igualdad parta evitar privilegios hacia los conocidos o amigos del poder político
y judicial; sinceridad para evitar el pomposo y por ende oneroso márketing
mediático; imparcialidad para evitar la creación de una nueva comisión especial juzgadora; objetividad para evitar la íntima
convicción como fundamento de sentencias absurdas; independencia, para evitar
la impunidad de los poderosos y honestidad para no acceder a la inmortalidad de
la causa.
La
verdad, suena como urgente e indispensable la necesidad de esta fórmula para
conseguir la sana justicia que se requiere en la causa, aunque constituye un
desafío a la más avezada imaginación, descubrir cómo administrar a la Justicia
esta mágica pìldorita.
Tal
vez y a título de sugerencia, una exhaustiva revisión de cada accionar por organismos
de expertos independientes, pueda llegar
a ser una manera de lograrlo.
Y
por qué, sobre todo porque es gratis, no soñar para un futuro con el desarrollo
de una vacuna que inmunice a los funcionarios contra cualquier intento de perniciosas
y evitables influencias, amiguismos que suelen sobrar, parcialidad o
conveniencias en cualquiera de sus formas, presentaciones y aplicaciones.
Y
que las dosis de tal mágico medicamento no sean de elevado costo ni sujetas a
su actualización por inflación u otros riesgos de los que abundan, porque tampoco
es cuestión de condenar a nadie a que realice gastos fuera de su presupuesto…
Todavía
hay impunes y desalmados
REALMENTE HABÍAMOS CREIDO QUE EL RESPETO
POR LOS ADULTOS Y LO
AJENO TODAVÍA EXISTÍAN
Vivimos de sorpresa en sorpresa en esta Córdoba pujante, maravillosa por
la mayoría de quienes la habitamos, atractiva para los visitantes, graciosa por
su humor, estruendosa por su música cuartetera y el atractivo especial de su
tonada que los extraños todavía no consiguieron establecer su origen y muchos,
en especial los porteños, se ridiculizan intentando imitarla.
Pero
malandras, mala gente, narcos, contrabandistas, productores, vendedores al
mayoreo y de a puchos de una variedad asombrosa de sustancias prohibidas tanto
naturales como elaboradas, también conviven con el resto de una sociedad
cambiante por las enormes influencias de su ubicación centralmente estratégica
en el país, por sus universidades, la pujanza algo apocada de su industria y
otros atractivos urbanos de los que gozamos mientras podemos.
Pero
malandras e insensibles desalmados han existido siempre y no existen vacunas
que nos inmunicen contra ellos, ni métodos preventivos ni persuasivos que
amainen su actuación las 24 horas de cada día, los 12 meses de cada año y así
proyectados hacia lo inconmensurable de los tiempos por venir.
Les
traigo dos ejemplos con lo que podemos cerrar una idea de la actuación de esos
malandras, de la desprotección en la que vivimos y de la escasa respuesta que
aportan las autoridades para terminar o al menos amenguar los efectos de tanta
maldad.
En
la esquina de Antonio del Viso y Urquiza, a una cuadra de la siempre concurrida
Plaza Rivadavia, corazón de Alta Córdoba y a escasos 50 metros de una comisaría
policial que aún se la llama “la séptima” y aunque usted lo dude o no lo crea,
se afanaron la reja redonda de un acceso a los desagües, que imagino debe pesar
lo menos unos 40 kilos o más y se supone está resguardada por algún sistema que
la proteja de los crecientes ladrones de metales que luego, mediante la
complicidad de quienes les compran, transforman en sustancias prohibidas que
son para muchos una dosis de criminal valentía para delinquir.
Para
afanarse una pieza de tales características es de suponer que trabajaron uno,
dos o más personas por así decirlo al menos una media hora, pero nadie vio ni
escuchó nada; nunca pasó por allí algún vehículo policial ni vecinos que vieran
lo que sucedía o prefirieron la complicidad de su silencio.
En
fin, a la tapa se la llevaron y fue reemplazada por el vencido tronco de un
viejo árbol para restarle a la abertura su peligro de trampa, porque está junto
al cordón y en parte de la senda para peatones, por algún vecino comedido y
ciudadano ejemplar.
Pero
el otro caso es peor: un señor mayor, de alrededor de 90 años, cometió la
imprudencia mientras visitaba a la siesta la Plaza Rivadavia, de distraerse un
momento y dejó virtualmente a su lado el bastón que utilizaba como ayuda para
desplazarse por los veredones del paseo.
Aunque usted tampoco lo crea, se lo afanaron y tampoco nadie vio nada,
nadie dijo nada, muchos se condolían con el anciano, pero el señor seguía
tambaleándose en la inseguridad de sus añosas piernas.
Es
para pensar demasiado en venganzas o en medidas ejemplarizadoras, pero en estos
casos, para el señor del bastón, se impone el pedido para quien le sobre por
cualquier motivo un bastón, se lo acerquemos al afectado, al menos para que
piense que no todo está perdido.
Y
menos todavía, que se hubiera perdido el cordobés sentido de la solidaridad.
Pero
por lo que podemos advertir, los desalmados siguen en la suya y no hay muchas
esperanzas, por lo que vivimos, de superar nuestro estado de indefensión,
alimentada por la impunidad que el poder le regala a la delincuencia.
¿Aciertos
o rumores de conventillo?
SIEMPRE ESTÁN EN DUDA
LOS RESULTADOS
QUE ALCANCEN LAS
“PAREJAS DESPAREJAS”
“Si
los casados han de divorciarse por incompatibilidad de temperamento no puedo
imaginar por qué no se han divorciado todos. Cualquier hombre y cualquier mujer
tienen temperamentos incompatibles; es la misma definición de sexo”, con lo que
vuelvo a citar a Chésterton, maestro en el arte de plantear dudas
fundamentadas.
Nadie quiera pensar que estoy en vías de transformarme en instigador de
acercamientos para aquellos que intenten rehacer relaciones magulladas por
cualquier causa, o que procuren acercarse a un ser tan opuesto con miras a
conseguir sus objetivos y transformarlos en logros.
En
la política no siempre han salido airosos aquellos que mediaron en situaciones
de enfrentamientos ideológicos o de otras razones, porque la incompatibilidad
de los dos o más y sus principios respetados hasta el fanatismo, fueron los
impedimentos que al menos supieron trascender a un periodismo ávido de
primicias y novedades.
Nada
raro está ocurriendo en mi mente como para intentar siquiera una aproximación a
ese cometido porque se camina por un desfiladero humano donde el precipicio
está más dispuesto a recibir a quienes se aventuren, y la salvación nunca es
para ninguno de los tres, o sea los contendientes y las corrientes que los
apoyan.
Me
refiero a lo que se comenta de una asociación entre Mauricio Macri y Javier Milei,
para la construcción de un frente que al menos intente sacarnos del barro en el
que poco a poco y casi sin que nos demos cuenta, nos están metiendo.
Para
la actualidad de los argentinos, es imposible que en tal disputa pueda
incorporarse un tercer -o tercera- protagonista de lo que todos necesitamos: un
acuerdo adulto, respetuoso, patriótico, sin aventuras ni demagogias y viable, que por fin despierte al gigante que cada
argentino lleva en su pecho.
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Debido a inconvenientes que
subsisten para la entrega en cada una de estas páginas de los audios completos de
cada edición, nos vemos en la obligación de reiterar nuestro pedido de
disculpas por una omisión que escapa al control de los responsables de la producción.
En pocas horas la grabación completa del programa de este domingo 4 de agosto,
estrará a disposición de nuestros lectores aquí, en el blog de SLB.
G.F.
y la producción de Síganme los buenos
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7 de julio de 2024
S.L.B.: CÓRDOBA CUMPLIÓ FELIZMENTE 451 AÑOS - ¿MARCHAMOS HACIA LA NORMALIDAD QUE MERECEMOS? - DUDAS QUE EL MINISTRO DE SEGURIDAD CONOZCA LA INSEGURIDAD QUE NOS RODEA- TERMINARÁ LA ESTIGMATIZACION DE UN PROCESO JUDICIAL – ES BUENO HABLAR DE LOS MIEDOS QUE NOS ACOSAN – NIÑOS, VERDADEROS REHENES DE UNA DEMANDA SALARIAL, ETC.
Desgrabación de los comentarios del periodista cordobés
Gonio Ferrari difundidos en su programa “Síganme los buenos” edición nº 838 del
domingo 7 de julio de 2024 emitido por
la AM580 Radio Universidad Nacional de Córdoba.
CUMPLIÓ LA CIUDAD UN NUEVO ANIVERSARIO DE
SU FUNDACIÓN MÁS DE 4 SIGLOS Y MEDIO ATRÁS
Cordobés no es tan solo ser cuartetero, haber vivido en
El Abrojal, gustar del fernet, tomar mate con peperina, bañarse en las dudosas aguas del Suquía, saberse protagonista de la gesta de mayo del ’69, sentir orgullo por la reforma universitaria, evocar etílicas trasnochadas en “L’escargot” o en “El Príncipe”, incursiones por el 990, los corsos de San Vicente, las exposiciones en el Pabellón de las Industrias, la chetura de Los Pozos Verdes y el Parque Autóctono o los bailes en la pista “Teneme el chico”, el Sargento Cabral o “La Toscana”; haber leído Los Principios, Meridiano y el Córdoba y todavía leer lo que queda de La Voz del Interior en estos vertiginosos tiempos en que Internet te abre las puertas del mundo y te deja hojear sin medida diarios y revistas tanto cordobesas como de cualquier otro confín geográfico.
Se me antoja que ser cordobés incluye también otras sensaciones, placeres y nostalgias no tan sólo dignas de la memoria.
Ser cordobés contiene en tan pocas letras -sólo 11- también el espanto de las crecientes de su inestable río parcialmente urbanizado, de su tránsito caótico, de la impostada solemnidad de sus políticos, como los simples placeres de fanatizarse con el folklore de sus colores deportivos, de los íconos ciudadanos que el tiempo aporta en recuerdos, del concierto de campanas en cualquier mediodía…
Ser cordobés supone la rebeldía mediterránea llevada a las nubes de su práctica, ejercicio y consecuencias como una especie de rito casi, casi fundamentalista que se identifica con el placer cotidiano de sentirlo así.
Y como en un rezo me encanta hacer retumbar en mis oídos y en todos los rincones del alma esa especie de oración de amor, de entrega, de agradecimiento por sentirme genuinamente cordobés en toda la enorme pureza étnica y documentada de la condición de tal.
Porque desde que me acuerdo, y que no son pocos años ahora más cerca del “no me extrañen” que del “hola varón…”, lo digo desde el alma y con orgullo porque así lo siento: Argentina es mi país, pero Córdoba es mi Patria.
Simple y cariñosamente porque crecemos amando a la ciudad como es: anárquica y sensual; desordenada y doctoral, con humor de sobra para exportar y un agrio y desoído malhumor social para atender de lo que el poder suele ocuparse frente a la inminencia de elecciones y cíclicamente hasta el cansancio de la gente.
Aquí en Córdoba anidan el orgullo de las raíces, la histórica arrogancia de sus luchas, la humildad mediterránea y entre otras, las industrias del humor, del apodo y de los yuyos no tan sólo aquellos para infusiones.
Porque somos sus hijos, amamos a esta Córdoba magnética, romántica, mágica y soberbia, aunque la descuiden los que debieran mimarla y hermosearla y aunque otros pretendan certificar autenticidad de origen pese a que vienen de lejanías.
Córdoba tiene la protectora calidez de una mamá.
También asume su condición de genuina madre sustituta.
Ciudad símbolo, ruidosa, altiva, insegura y sorprendente, quiero abrazar ese poco prolijo laberinto de tus barrios, los rumorosos bares de cada esquina, la estridencia de tus avenidas, los colores de tus clubes, el malo y caro transporte urbano, los candados de tus conventos, la pasión de tus políticos, la dañina insolencia de tu río cuando crece, la intemperie de tus villas, la sonoridad de tus campanas, el catálogo de tus baches, la penosa sorpresa de los cortes de luz, la casi permanente asamblea de los municipales, la fiestera pachorra de tu Justicia, la inimitable contundencia de tu tonada, la frescura de tus estudiantes, la protocolar etiqueta de tus doctores, la columna vertebral de tu Cañada, la mugre sabatina de tu invadida peatonal, la añosa certidumbre de tus templos, tu maravillosa lozanía en el otoño, el silencioso abrigo del invierno…
Quiero más que nada, confesarte cuánto te amo.
Por la generosa hospitalidad de tu tierra.
Por el linaje de esas cadenas que me ataron férreamente a tu historia, a tus días y a tu gente…
En este cumpleaños, y aunque vayan muriéndose los siglos, ¡salud mi ciudad, patria de siempre…!
¿Es necesario que lo repita? Porque Argentina es mi país, pero Córdoba es mi Patria…
Los molestos dolores del crecimiento
¿ESTAMOS MARCHANDO HACIA LA NORMALIDAD
QUE MERECEMOS Y SE EMPEÑA EN NO LLEGAR?
Esa se me ocurre que es la síntesis de la situación en la que nos encontramos la mayoría de los argentinos, en la tensa y casi eterna como histórica espera de tiempos mejores, como adhiriendo en la mayoría de los casos sin saberlo, a lo que Aristóteles sostenía que “la esperanza es el sueño del hombre despierto”, aunque otro gran pensador como lo era Gustavo Le Bon asegurara que los pueblos viven sobre todo de esperanzas, y que sus revoluciones tienen por objeto sustituir con esperanzas nuevas a las antiguas que perdieron su fuerza.
Pero está demostrado en la misma historia de la humanidad que la esperanza misma deja de ser felicidad -si pretendemos que lo sea- si su compañía y cómplices son la impaciencia y la falta de soluciones.
Tendríamos que ingresar a la evaluación de la seriedad o no que asuman eso que les llaman milagros, como manera válida de seguir aferrados a la idea que la única alternativa para salir de las frustraciones y los tiempos adversos está condicionada a la aparición, precisamente de un milagro, dado que las otras alternativas ya vividas no han dado los resultados que ansiamos, esperamos y merecemos por esa inacabable inclinación al aguante que tenemos nosotros como sociedad.
Vivimos dominados por innumerables promesas de cambios que reparten todos los colores políticos con apetencias de poder y de vocación por la eternidad.
Votamos influenciados por la demagogia en cualquiera de sus manifestaciones y somos demasiado lentos para reaccionar, frente a los derrapes y fracasos como si estuviéramos obligados a tolerar errores y carencias de las tantas que nos toman como objetivo, porque los poderosos no fracasan, sino que las culpas son nuestras, de los que sospechamos que vamos a fracasar.
La oración cívica con la que el restaurador de nuestra democracia cerraba cada uno de sus discursos de campaña, allá por los albores de la década del ’80 en el pasado siglo, pregonaba que con la democracia comíamos, trabajábamos, estudiábamos, nos curábamos, crecíamos y algunas otras utilidades que nos aportaba ese estilo tan vulnerado en los últimos tiempos.
Pero los resultados que saltan a la vista nos muestran el absurdo de carencias imperdonables, en un país ubérrimo como el nuestro, lo que lleva a ver crecer en la gente el desencanto por aquel lirismo alfonsinista, que pese al paso de los años no vemos en el duro terreno de la realidad.
¿Vamos ahora por el camino correcto?
¿Hacemos las cosas como esperando que los resultados sean masivamente positivos para todos?
Evidentemente que no; que hay grietas en todos los terrenos, que hay máquinas de impedir en todos los estamentos de la sociedad; que la burocracia sigue imperando y los juegos de intereses dentro de la política llegan a niveles escandalosos y los “promesómetros” de las ideologías están al rojo vivo.
No es ese el mejor de los caminos para que superemos nuestro eterno estado de crisis, mientras las apetencias se fortalezcan, siga imperando la ley del más pícaro y la comunidad siga valorando como logros los cambios epidérmicos que como tales, poco es lo que duran.
Porque son para el consuelo y no para la solución…
LA POBLACIÓN CORDOBESA ALEJADA ESTÁ DE
MERECER EL REINO DE LA ANGUSTIA Y EL MIEDO
Pero el miedo es real y los cordobeses lo venimos aguantando a veces calladitos por vergüenza o para evitar que se nos burlen; algunos lo asumen e intentan superarlo con el encierro y algún otro método de aislamiento, y no son pocos quienes lo sienten, pero olímpicamente lo ignoran en una actitud temeraria y excesivamente machista de la que ni siquiera ellos están convencidos.
La verdad es que los cordobeses vivimos en un estado de miedo creciente:
miedo a que nos asalten a plena luz del día, que nos violen la casa, que nos arrebaten el celular en pleno centro, que un motochorro nos afane e incluso nos mate porque ya están demasiado jugados para conseguir droga; el miedo a la desprotección porque el Estado no cumple con su obligación de protegernos y de últimas, por ese humano instinto de conservación.
¿Quiénes en Córdoba se ocupan del miedo? A la autoridad policial parece no preocuparle porque poco hace para remediar la situación, ellos andan armados y con permiso o no para balear -aunque eso y selectivamente poco les importa por lo visto- y los pretextos no faltan: hay cosas más importantes que proteger, el miedo es privativo de los pusilánimes, el miedo es una sensación que experimentamos por contagio social, escaso dominio de esfínteres o para ciertos insensibles, el miedo es inexistente como actitud frente a la vida.
Pero que existe, no deja de ser una realidad que nos abruma sin que busquemos las maneras más peligrosas de enfrentarlo, porque basta con seguir los noticiarios televisivos, los relatos radiales o las publicaciones gráficas, para tener en el centro del alma y de la mente ese miedo insuperable que se acrecienta con la desprotección, las leyes inadecuadas por lo antiguas y cierta displicencia gubernamental frente a otros temores más trascendentes y mundanos, como lo es por ejemplo la inaccesibilidad al dólar blue.
Pero que el miedo es una realidad, no es necesario certificarlo, aunque la explicación está en un tal Alain, profundo y sesudo pensador, que entre sus sobresalientes conceptos, afirmó en un momento que “El hombre que tiene miedo sin peligro, inventa el peligro para justificar el miedo”.
Los cordobeses, al menos, no necesitamos inventarlo porque en estos últimos tiempos, ha pasado a formar parte del vergonzoso ADN que nos está igualando a todos…
ALGUNA VEZ LLEGARÁ A SU FIN ESE ESTIGMA
QUE REINA EN TORNO DE UN PROCESO JUDICIAL
En el análisis de Argentina se consideró que había problemas en cómo los operadores judiciales valoran las pruebas y cómo las consideran; cómo los jueces justifican y argumentan sus decisiones, y también, casos de corrupción y problemas de ética.
En tal contexto, y retomando la causa del Registro de la Propiedad de Córdoba, recordé el dictamen de un Juez, en el que confirmaba la prisión preventiva a dos imputados pese a reconocer que se carecía de pruebas contra ellos, como podrían ser firmas o escritos de su parte y que no se contaba tampoco con ningún testigo que los hubiera visto o acusado.
El apego al diccionario enseña a considerar al error como un concepto equivocado, juicio falso, acción desacertada, o precisamente en Derecho, como vicio causado por equivocación de buena fe que puede anular el acto jurídico.
Debe ser inevitable que los jueces, limitados y falibles, puedan equivocarse, aun poniendo empeño y dedicación en su trabajo, pero, en este caso, no se puede hablar de errores de valoración, consideración, justificación o argumentación, porque el mismo juez reconoce no tener nada para valorar, considerar, justificar o argumentar.
Lógicamente, estos imputados fueron absueltos después de casi tres años de prisión injusta. Hubo concepto equivocado, juicio falso, acción desacertada y vicio judicial.
Es difícil saber si de buena fe, o si puede orientarse hacia la corrupción y la ética.
NOS ASALTA LA DUDA SI EL MINISTRO DEL ÁREA
SEGURIDAD ESTÁ ENTERADO DE LA REALIDAD
En los últimos tiempos los diarios vienen perdiendo terreno ante ese alucinante ejercicio del ímpetu informativo, porque tanto la radio como la TV ofrecen hechos resonantes en vivo mientras suceden, con sonido y en colores.
No dejó por eso de ser una mayúscula sorpresa el leer el diario donde aparecen audaces conceptos de nuestro ministro provincial de inseguridad -y así la califico porque es lo predominante- sosteniendo “Nos preocupa mucho la capacitación. Acá no hay buenos y malos policías. Acá están los policías y los delincuentes que se disfrazan de policías” con lo que el funcionario aporta mayor confusión a una situación que se ha tornado intolerable y de mayúscula peligrosidad por lo inmanejable que se confiesa desde el poder.
La crisis no es nueva y se han dado demasiados casos que fueron inútiles llamados de atención, en procura de enderezar el rumbo del tratamiento del tema desde el gobierno y los resultados han sido siempre negativos aunque se dibujen las estadísticas y se gasten fortunas en equipamiento, tecnología, etc. todo lo que no alcanza mientras, y lo insisto por enésima vez, no se instrumenten dos medidas básicas; la profesionalización en un nivel más elevado de los planteles y el urgentísimo estudio, elaboración, tratamiento, promulgación, reglamentación, implementación y contralor de su estricto cumplimiento, de una ley integral de seguridad para terminar con los remiendos tan costosos, los reemplazos de nombres, los apresuramientos de incorporar más efectivos y lanzarlos a la calle sin capacitarlos y tratando de dejar de lado esa certeza para muchos, que los cargos policiales suelen ser la resultante de deudas políticas con la militancia, contraídas en períodos precomiciales.
Los cordobeses ya hemos agotado nuestro enorme caudal de paciencia ante el avance de una delincuencia que domina la ciudad, y no me vengan con el viejo verso de la sensación, que ya nadie cree, salvo como muletilla que parte desde la inoperancia del poder, en este caso culpable también por omisión.
Es un escándalo el crecimiento del narcotráfico y bueno sería que alguna vez se investigara -aunque sospechas sobran- cuáles son las fronteras de su ingreso, y las maniobras que se perpetran para consolidarlo, aparte de la generosa e inexplicable impunidad que se les regala como valor agregado.
Las autoridades se alarman por la cantidad de armas que compran los cordobeses, en lugar de ponerse las pilas y neutralizar a un hampa que se expande y serán inútiles los lamentos cuando se produzcan enfrentamientos de civiles en defensa de sus bienes y de sus familias, desamparadas por un Estado con la obligación de protegerlos.
Sintetizando, la seguridad está visto que no es un tema para que se ocupen los políticos sino los técnicos, sin amiguismos, acuerdos innegables ni privilegios de ninguna clase.
Y que el gobierno deje de quejarse y actúe de una buena vez, porque de nada sirve tener una ciudad bonita si no la podemos gozar.
Y consagrar el estado de dominio que actualmente luce la delincuencia, sería una imperdonable bulodez…
SI EL PLANTEO SALARIAL AFECTA EL DICTADO DE
CLASES, LOS ALUMNOS SUFRIRÁN EL PERJUICIO
Y se trata de una percepción personal o es sólo un mal pensamiento, que suele invadirme cuando desde ambas veredas del tironeo están los alumnos, inocentes y aprovechados rehenes de cada prolongado y a veces eterno conflicto, sin pensar en el descalabro hogareño que entra al seno de las familias sin preguntar, cuando no hay maneras de hacer que los pequeños concurran a clases, tratándose de salitas o primarios, como asimismo en el caso de los secundarios, cuyo aprendizaje se resiente severamente y después no sabemos por qué no se registra progreso intelectual, ni atendemos con medidas reparatorias el decreciente nivel de conocimientos.
Debiera el Estado en su condición indelegable de protector de la comunicación entre las partes enfrentadas, instrumentar métodos y capacitar a los responsables de las discusiones salariales, para que no sean los niños las víctimas de los desacuerdos y caprichos, que pudieran haberse consolidado en el fuero íntimo de los funcionarios encargados de atender, negociar y ocuparse de las reiteradas y a veces prolongadas situaciones críticas.
Es muy cierto ese consejo, digamos conminatorio, de “con los niños no” pero en forma de grito para que se cumpla no tanto como obligación de respeto y cariño hacia la inocencia de los pequeños, sino como prenda de paz, justicia y armonía que merecen aquellos que nos educaron, aunque hayan fracasado con tal cometido en algunos obtusos que no tienen otros mecanismos de protesta que dejar de trabajar y que para colmo no les paguen esos días.
El dirigente gremial, en estos casos, se supone que está amparado y jamás deja de cobrar.
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